"Navegamos sin más pretensiones que ver los ríos libres"

Jorge Mazzochi, Sebastián Arena y Hernán Gigena partieron días atrás en kayak desde El Pintado a Buenos Aires.

“La hoja es el equivalente a la vida”

Entrevista con Franco Rivero

martes, 1 de abril de 2025

Andrés Paredes: “Arte y ciencia están presentes en todos mis obras”


El artista misionero inauguró dos muestras en la ciudad de Resistencia.
Paciencia infinita en el Museo de Bellas Artes e Inmiscible en la galería Yuyal. En esta charla hablamos sobre su obra, las raíces, la naturaleza y claro, también hablamos de chicharras.

 

Por Paulo Ferreyra

 

“Hay gente que con solo decir una palabra / enciende la ilusión y los rosales, / que con sólo sonreír entre los ojos / nos invita a viajar por otras zonas”, así describió alguna vez Hamlet Lima Quintana en su poema Gente necesaria. Andrés Paredes es de esta gente, mano tendida, mueca de sonrisa feliz en un rostro amable, colores teñidos en el aire donde el arte dialoga con la sociedad y la naturaleza.

 

Lleva más de veinte años trabajando en el arte. Está de viaje en la vida y con su obra. Comenzó hacer obras con las dos manos. “Hace mucho que buscaba esta línea orgánica”, cuenta y sonríe ante algo que parece sencillo pero no lo es en absoluto. Paredes visita la provincia del Chaco pero al mismo tiempo revela que aquí es como pisar el suelo que también le pertenece y es aquí donde puede hablar de sus raíces. Su abuela nación en Sáenz Peña, su madre es de Villa Ángela y como si fuera poco, sus pares artistas están en esta provincia.

 

— Una de mis primeras muestras las hice en Resistencia, en el 2006, en el espacio de radio Libertad. Era un espacio de arte contemporáneo muy de vanguardia para la época donde podía experimentar desde mí lugar. Era un momento de mucha efervescencia y había demanda de arte. En el 2014 hice una muestra individual en el Muba. Ahora, vuelvo en el 2025 para hablar de mis raíces y sentir que estas tierras de alguna forman me pertenecen.


 

Andrés Paredes es de Apóstoles, Misiones. Es artista visual y diseñador gráfico egresado de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM). Se formó y se sigue formando en distintos países y realizó muestras en diferentes provincias argentinas, además expuso en Chile, Paraguay, Colombia, Perú, China y EEUU, entre otros países.

 

— ¿Cuál fue el criterio que usaste para los tintes naturales que aparecen en un espacio de esta muestra en el Muba?

 

— Hay una serie de tintes naturales que surgieron de una residencia en Areguá, Paraguay. A medida que iba viajando por ese país veía puestos que vendían remedios — los yuyos para el terere — me pareció interesante trabajar con esos yuyos para sanar.

 

Empecé hacer té y después seguí con las hojas de mango licuadas, también pinté con tierra. Hay una serie que tiene tierra y vino de Mendoza, trabajé en un laboratorio de esa provincia.

 

Después hay otra serie donde pinté en una cascada en Misiones donde trabajé con la espuma, con esa espuma que arrastra sedimento y tierra. Estas acuarelas no significan una representación del paisaje sino que son el paisaje.


 

 

Transformación

 

Hace unos días atrás charlamos con Andrés Paredes en el Museo de Bellas Artes de Resistencia. Mientras hacía el montaje de esta muestra Paciencia infinita. La sala del museo es como si fuera un elixir. Todo lo que puede apreciarse en las paredes se conecta con lo que está en el centro de la sala. Salir de esta especie de huevo es enfrentarse con el lugar de las podas, esas podas hablan de la muerte - una metáfora de sacar de la vida lo que ya no sirve más o hacer lugar para que algo nuevo aparezca. La poda puede ser definitiva y por ello el artista habla de algo que ya no volverá a nacer. Tiene esa doble metáfora que cuando vos salís te estás muriendo y también estas emergiendo. La obra habla de ciclos y transformaciones.

 

— ¿De dónde viene ese concepto de transformación?

 

— Trabajo con insectos que se transforman. Mariposas, libélulas, chicharras. En la muestra en el MUBA hay cuadros inéditos que nunca mostré en ningún lado. Los cuadros están pintados en Areguá con pigmentos naturales, usando la mano izquierda como una cuestión transformadora. Habla de una naturaleza microscópica.

 

— El título de la muestra, Paciencia infinita, ¿tiene relación directa con esa transformación?

 

— Me gusta establece relaciones en mi obra o poder visibilizar, establecer caprichosamente relaciones entre la naturaleza y lo que nos sucede a nosotros como seres humanos. En ese sentido hay varios puntos. Uno de ellos es elegir insectos que se transforman como las mariposas, libélulas y las chicharras. En ese punto busco establecer una metáfora con el deseo de todo ser humano de redefinirse y reinventarse las veces que sean necesarias.

 

Después se establecen en este marco otras metáforas como las podas. Esta es una obra que está en la entrada del museo. Esta cuestión de la poda habla de mantener y cultivar tu jardín interior para que sea fértil o para que crezca lo que vos querés que crezca. Es el espacio para darle lugar a lo nuevo.


 

 

Emerger

 

Escribo esta palabra y rápido voy a un diccionario. El primer significado que aparece es brotar. Ahí cobra más potencia todo el título de la muestra de Andrés Paredes – Paciencia Infinita. De esto se desprende dos cuestiones, por un lado la paciencia que es propia del ser humano y lo infinito que es propio del ciclo de la naturaleza, donde todo van sucediendo y que a veces no tenemos tiempo de detenernos para apreciar los cambios.

 

“Todo tiene ciclos”, advierte el artista. Incluso eso puede verse en la sala que está divida en segmentos que representan donde estamos parados en el universo. La disposición de la obras en el formato de la sala de un óvalo lo lleva a Andrés Paredes a plantar la idea de una crisálida.

 

El concepto nuevo es atrapante, la crisálida es un lugar del cual uno emerge y se emerge diferente. No tiene que ver con el nacimiento sino con una toma de decisión. El estado de crisálida tiene relación con un estado de metamorfosis y transformación. Paredes tomó la forma ovalada de la sala del Muba como si fuera una crisálida. Esa es la obra más interesante, señalar que estamos adentro de un ovalo y la experiencia se vive ahí, recorriendo cada paso, dentro de la crisálida.


 

 

Invitación a la introspección y a la meditación

 

 

— ¿Es tu muestra más profunda?

 

— Tiene muchas cosas y varias puntas para hablar, de la naturaleza, la transformación, de algunas cuestiones que me surgieron hace muy poco. Soy misionero. Hace tiempo que no vivo en Misiones sino que ando por todos lados, viajando y dando vueltas por distintos lugares.

 

El año pasado tuve la suerte de ir al Desierto de Atacama, hice una residencia y ahí cambió mi visión sobre la naturaleza. La parte más espiritual de la muestra está centrada en una cueva que está dentro de la crisálida. Este es un organismo metido dentro de la crisálida. La cueva tiene rocas y cristales. Esos cristales los construí para hablar de ese sentimiento de la piedra como materia vibrante y no como una cosa inerte. En ese sentido, me interesa pensar qué sentiría esa piedra o esa montaña si no se hubiera extraído nunca ningún mineral.

 

— Esas aberturas también hablan de la paciencia

 

— Los calados de muchas épocas hablan de la paciencia infinita. Hablan de esa cuestión del tiempo que se dedica a producir cada obra. Acompaña esta muestra un laboratorio instalado en el Hall de la Casa de las Culturas. Esto hace referencia a un hallazgo de un microscopio con el cual jugaba cuando era chico, ahí aparece la visión microscópica que nos habita pero también una relación directa entre arte y ciencia. El arte y la ciencia está presente en todos mis trabajos.


 

— Vuelvo a una cuestión de la poda, ¿esto tiene conexión con tu arte donde hay una necesidad de crear cosas nuevas y dejar atrás incluso cosas que funcionan?

 

— Totalmente. Es como una curiosidad, en todo tiempo estoy en una búsqueda y hay veces que necesito hacer algo que no se replica, una obra única donde queda la obra recortada en el tiempo. Es un ejercicio de edición que creo que debe estar presente en todos. Claro, esta edición es una toma de conciencia, autoconocimiento y nos exige ser analíticos. Para mí ser artista implica esta cuestión, estar viviendo en un tiempo y estar relacionado con la sociedad, con tus pares más cercanos. En mi caso mis pares están en el Chaco, con quienes puedo tener un diálogo sincero y válido.

 

 

La Chicharra es un símbolo tremendo y es nuestro

 

La naturaleza siempre está en la obra de Andrés Paredes. Más allá de haber nacido rodeado de ese ver natural de Misiones, hay un posicionamiento del artista donde subraya que se siente un eslabón de la naturaleza, es parte de la naturaleza. No un ser superior a la naturaleza. “Soy parte de y no soy superior a”, advierte. Desde ese lugar habla de lo microscópico y pinta con la mano izquierda, pierde el control y trata de sentirse un par cuando trae al arte un árbol, por ejemplo.

 

Paredes ha transcendido por varias obras pero una de las más características es la chicharra. Antes de llegar a Resistencia expuso en Salta donde cuenta que allá a la chicharra le dicen Cuyuyo, pero la simbología es la misma.

 

“La Chicharra vive debajo de la tierra y emerge en el momento en que nosotros estamos replanteándonos la idea de un próximo ciclo cada fin de año. Salen para decirnos podes cambiar y podes transformarte. Además se pega con la tradición del renacer que es la tradición cristiana. Coincide en que todas nuestras navidades son con sonido de chicharra. No entiendo por qué en nuestros árboles de navidad no hay chicharras y ponen renos. La metáfora es la misma. Es renacer, la fe, la espiritualidad o pensar en un proyecto nuevo está ahí para nosotros. Para mí es un símbolo muy tremendo y es nuestro. Además, está incorporado en nosotros desde lo sonoro y lo visual”.




 

 

 

 

 

 

viernes, 28 de marzo de 2025

“Nos enfocamos en honrar la vida de Amy Winehouse”


Este sábado 29 de marzo hace su presentación por primera vez la banda
Mr. Magic. En una charla telefónica con Mauro Aguirre y Antonella Laschera destacaron que este tributo a Amy Winehouse nació para enfocarse en la forma de ser, en la forma de escribir y pensar que tenía Amy.

 

Por Paulo Ferreyra

 

 

Para seguir creyendo en el sol.

 

“Bueno, mi cuerpo ha sido un desastre y extraño tu cabello de jengibre", dice una hermosa canción que Amy cantó como nadie pudo ni podrá hacerlo. El talento nato, el estado de caos, las emociones quebradas y la sensibilidad extrema de una mujer que apareció para quedar en el registro de todos los amantes de la buena música, son algunas de las puertas de acceso para pensar en ella”, así la describió hace un tiempo la gran periodista Flavia Pittella.

 

Este sábado 29 de marzo a las 21 en el Centro Cultural Flotante Siete Corrientes se presenta por primera vez en la ciudad Mr. Magic. La banda está integrada por Mauro Aguirre en guitarra, Antonella Laschera en voz, Pablo Pisarello en bajo, Abigail Robledo en teclados, Camilo Almirón en batería y Hernán Palomo en saxo.   

 

 

— ¿Cuál fue el germen de esta banda tributo?

 

Mauro — Amy es una artista muy influyente del jazz y del r&b, géneros que nos gusta a los integrantes de la banda. Eso fue lo primero que nos unió además del amor a la artista para realizar este tributo.  

 

Antonella — A mí me gusta personalmente la forma de escribir que tiene, sus letras son muy crudas y muy explícitas. Está hablando de su vida sin ningún tapujo y a la vez tiene una forma muy poética para decir ciertas cosas. Me gusta también la mezcla de géneros que hace, pasando del jazz, soul, r&b, hip hop, entre otros.

 

Sus influencias también eran muy notorias. Por ejemplo, le gustaba mucho Frank Sinatra, habla de él en sus álbumes e incluso uno de sus discos se llama Frank, por Sinatra. Me gusta esos homenaje que hizo a otros artistas en sus canciones y en sus discos.

 

Es una artista importante para la historia de la música, por sus composiciones, por su voz única e irrepetible, estamos ensayando para hacerle justicia.


 

 

“Mucho respeto y mucho amor”

 

Mr Magic se viene preparando desde el mes de diciembre. Ensayando y masticando de alguna manera cada sonido, cada registro y cada canción. Mauro y Antonella cuentan que desde que escuchan música la tienen a Amy entre sus preferencias musicales. Ha influido mucho en ellos, es la música que aspiran y respiran.

 

La banda armó una pequeña selección de músicos ya que las canciones no son fáciles de tocar. Requiere dedicación, conexión entre los músicos, “mucho respeto y mucho amor”, agregan ellos. Si bien respetan al máximo lo que hace las estructuras de las canciones son músicas que dejan traslucir sus gustos y sus juegos musicales en cada interpretación.

 

“Amy improvisaba mucho en vivo. Ningún registro es igual a otro. Para eso ella tenía una gran conexión con sus músicos. Desde ese lugar también nos permitimos abrir la jugada”, agregó Antonella. “Lo crucial está”, agrega Mauro, para explicar sobre la estructura de la canción.

 

Entre los temas que más le gustan destacan Rehab y Mr. Magic, canción que justamente da nombre a la banda tributo. “Este tema no es tan conocido. No está en el top cinco de las canciones más conocidas de ella. Es una canción muy buena. Es una canción que nació de un momento espontáneo y eso también es algo hermoso”, agregaron.

 

 

Leer y escuchar música

 

“Nos enfocamos en honrar la vida, su forma de ser, de escribir y de pensar de Amy Winehouse”, cuenta Mauro y Antonella. En un programa que tenía Flavia Pittella – Una clínica de todo – había mencionado que Amy, entre muchas otras cosas, era una gran lectora. Había creado un grupo llamado "leer en la cama", donde compartía e intercambiaba lecturas con los demás. Fue una artista completa.

 

En el libro Amy Winehouse, en sus palabra se lee “puedo ser un poco excéntrica y ruidosa, rara incluso, pero eso es porque no mucha gente realmente me conoce. Mucha gente no quiere conocerme”. Ahora en Corrientes y de la mano de Mr Magic, quizás podemos acercarnos en vivo al universo Amy.


viernes, 21 de marzo de 2025

Franco Rivero: "Para mí, escribir y vivir no son cosas separadas”


Hoy es el día mundial de la poesía. En esta charla con el poeta Franco Rivero hablamos de la escritura, la poesía y la ternura. Aun cuando creció en un entorno violento, sostiene que la ternura es su resguardo, “un gesto que conservo de cierta inocencia”.


Por Paulo Ferreyra

 

"Para mí, escribir y vivir no son cosas separadas. Para mi están completamente juntos. No es que necesite un tiempo o un espacio para escribir. Puedo estar en un stand vendiendo cacerolas y correrme para dar un taller de poesía. Después volver al stand para seguir vendiendo. Puedo estar vendiendo cacerolas y puedo seguir con el poema que estoy trabajando en mi cabeza mientras le atiendo a gente que me dice que estamos muy bien económicamente, como si fuera poco te arroja que Milei es el mejor presidente de la historia. Insisto, no separo la vida de la escritura. Cuando camino, cuando piso, piso escribiendo".

 

— “¿Cuándo vas a empezar a grabar?”

 

Me pregunta Franco en un tono de voz amable, dulce, delicado. Igual me intimida un poco. Mientas tanto sobre la mesa el aparato ya parpadea su luz roja.

 

Franco Rivero vive en Ituzaingó. Está rodeado por sus perros y sus gatos. Es profesor de Lengua y Literatura pero en la provincia de Corrientes no lo dejan ejercer. Hace tres años que no puede ejercer la docencia. Es además licenciado en Letras y también hizo un doctorado en Semiótica. Desde hace un año vende ollas y productos Essen. Ha publicado los libros Situación desbridamiento; Vos ahora voz; Nudo de agua en el viento; Usted no viaja asegurado (Segundo Premio del Fondo Nacional de las Artes 2016);  y Disminuya la velocidad (Primer premio Género Poesía en el Concurso de Letras del Fondo Nacional de las Artes 2018). Guasca es su más reciente libro.

 

Tenía preparada algunas preguntas pero las desestimo. La charla telefónica se reparte entre su cielo que trae de Ituzaingo, nubes blancas y negras que se distribuyen en un tono que sigue siendo amable, dulce, delicado.

 

Hace tiempo en una charla que tuvo Franco con el escritor Mariano Quirós le reveló parte de cómo es su entorno. Esa entrevista fue cuando salió el libro Guasca. Ahí Franco contaba cómo es el espacio de violencia de su barrio, cómo él identificaba qué animal se estaba cocinando por el olor, que las faenas eran en la cancha de futbol frente a su casa, vecinos que tenían un carpincho atado con un cable y que con ese mismo cable lo llevan a pasear. La violencia presente en su existencia desde que tiene memoria.

 

Aún en ese entorno Franco pisa con ternura y se acerca con ternura al mundo. "Es un resguardo", explica. "Es un gesto que conservo de cierta inocencia. Cuando una criatura empieza a tener conciencia del mundo - lo que le da conciencia del mundo siempre es una violencia - no es un hecho lindo. Ese es el lugar donde me quedé con la escritura. Desde ahí puedo atravesar la violencia y seguir entero en mi ternura. Lo puedo hacer gracias a que tuve conciencia de que podía crear. Escribir te da un nuevo corazón.

 

— ¿Cómo es eso?

 

— A ver, escribir te da un corazón nuevo, esto es lo correcto. Es decir, además del corazón que tenés para vivir te armas de otro corazón con la escritura. Es al mismo tiempo una cagada pero también una entereza. Tenés dos corazones para atravesar el mismo dolor, dos corazones para atravesar la misma alegría, dos corazones para atravesar la misma violencia. El corazón de la escritura es el que te mantiene entero. Ahí nadie te mata.


 

— ¿y cómo se alimenta o cómo se sostiene la ternura?

 

— En mí vida es con muchos animales cerca. Vivo con perros y gatos. Tuve una lechuza y sapo. Tengo muchas plantas. Tengo una relación particular con las hormigas. Eso me ocupa la mayor cantidad de la visión y de la interacción. Mi cabeza está ahí. Si hay algo lindo que tienen los animales es que no te violentan. El contacto con un animal nunca te violenta, siempre es armónico y tierno.

 

Además ya no discuto. No recuerdo cuando fue la última vez que discutí por algo. Ya no peleo por ninguna idea. Estoy en otro lado. Estoy en una tercera orilla como decía  Alicia Genovese, ni esta orilla ni la otra, una tercera. Creo que es imposible el acuerdo. No creo que hablando se entienda la gente. Creo que la palabra está para dividir, fragmentar, para diferenciar y enfrentar. No sabemos utilizarla de otra forma.

 

— Pero el poema está hecho de palabras.

 

— El poema es la tercera orilla. Literalmente es la tercera orilla. Podes rehacer todo en ese lugar. Podes incluso presentar lo roto pero podes presentarlo reparado, porque si siguiera roto no podrías escribir.  Ahí la palabra tiene otra oportunidad en el poema. Se presenta diferente. La palabra en el poema es un tercer lado. La palabra recupera una dimensión de ficción pura.

 

— Te llevo a otro plano, en ocasiones hemos escuchado la expresión que el arte nos salva, si es que nos podemos salvar de algo, ¿la poesía te salva?

 

— No. No. Si eso fuera cierto este mundo sería otro. No hay un paper que no arranque con un verso. Siempre lo que aparece ahí es un verso, la parte de un poema. Pero no te curas con un verso. Por más que sintetice lo que vas a decir en el paper. Mucho menos con un poema.

 

La poesía te puede acompañar. Ahora acompañar no es salvar. Es aquí donde vuelvo al comienzo, hay dos corazones. Seguís con el corazón que tiene el dolor. Sentís con el corazón de nuestra especie que parece un bicho educado para la violencia o dirigido a la violencia. Hasta las relaciones más hermosas tiene un trasfondo violento. Es terrible, es como si no pudiéramos habitarnos sin violencia. El otro corazón, el corazón de la escritura acompaña. No reemplaza al otro corazón. Salvar no, acompañar seguro.


 

"Esto es poesía"

 

 

Recorrí antes de charlar con Franco algunas librerías de las ciudades de Corrientes y Resistencia. En ninguna encontré su más reciente libro, Guasca. Ante la pregunta de porque no estaban sus libros sonríe, se sonroja en los labios y desliza - "esto es poesía Paulo. Hablamos de una tirada de 500 ejemplares en poesía es un montón. Tuve la suerte de que se vendiera todo. Disminuya la velocidad y Usted no viaja reimprimimos, Vos ahora voz reimprimimos y se vendió todo. Pero en el medio falleció la responsable de la editorial Deaca. Hay cosas que no se pueden seguir y en algún momento reimprimiremos. Estamos pensando en un sello editorial nuevo con Nancy Toselli. Sigo pensando en la autopublicación. Me gusta mucho la idea de estar en todo el proceso hasta que el libro salga”.


Este día de la poesía no es ajeno para Franco. "Es como si fuera navidad, año nuevo, son fechas que conozco. Me gusta que la gente hable de poesía. Es bueno que la gente hable del poema en este día y lo festeje. Puedo lidiar mejor con esto que con la navidad".

 

Mientras habla destella una amorosidad que no alcanzo a transferir o que en vano busco alguna palabra para describir. Este día de la poesía agrega que es mejor que el día de su cumpleaños, "pasé muy pocos cumpleaños buenos. Hasta ahora pasé muy lindos días de la poesía. De hecho, me enteré del día de la poesía cuando ya tenía tres libros publicados. Me enteré de este día cuando comencé tener presencia en el mundo de las redes sociales y la gente me escribía o me saludaba. Es mejor que un cumpleaños. Pero hay días para todo y eso está bien. Debe haber el día del cuento o día de la novela. Quizás sea bueno que haya un día para celebrar cosas amorosas", dice y su voz sigue siendo amable, dulce, delicado.

Franco y Nancy, adelantó que entre mate y mate algo nuevo se va a gestar. 

 

 

 

 

miércoles, 19 de marzo de 2025

Euge Landriel: “La poesía es una forma de escribir y toca fibras íntimas”


La poeta acaba de publicar su primer libro, Vivo pendiente de ser devorada por el sello Literatura Tropical. Además, está realizando un taller sobre poesía, mujer y trabajo. Con estas excusas, sumamos el día de la poesía y que hoy es su cumpleaños. Salud a la poesía.


Por Paulo Ferreyra 


María Eugenia Landriel nació en Charata en 1990. Vivió algún tiempo en Corrientes y, desde hace algunos años, reside en Resistencia. Trabaja como psicopedagoga, es lectora y poeta. 

Euge junto al equipo de Literatura Tropical el día que firmó contrato con la editorial


Llegó a la poesía de mujeres desde diferentes lugares. Esos lugares corresponden a la palabra, la composición, el sujeto poético, también desde la opresión y el trabajo. A Euge le gusta compartir sus lecturas. Desde ese cuadro de situación sintió que había que encuadrar de alguna forma todas esas vivencias. Así fue que propuso a la librería El Árbol Amarillo un taller sobre poesía, mujer y trabajo, al cual todavía le quedan dos encuentros: el martes 25 de marzo y el martes 8 de abril.


Contó: “Desde que recuerdo tengo presente mis ganas de leer y escribir. A esta vivencia le sumo que siempre sentí que no era la única, que había otras personas que también hacían lo mismo. Cuando me fui a vivir a Corrientes eso se empezó a materializar de algún modo. Empecé hacer amigos y amigas lectoras”. Y agregó: “En mi biblioteca —a la altura de los ojos y del pecho— están los libros de mis amigos y amigas poetas. Acá en Resistencia se amplió mi mundo y me fui rodeando de gente con la cual podía intercambiar lecturas. Con unos amigos armamos Charco, poesía que salpica. La escritura para mí forma parte de un todo. La retroalimentación es necesaria. Me gusta escuchar y observar lo que me devuelve la escritura, no doy nada por sentado. Incluso mi libro es una presentación de presentaciones a diferentes personas que han tenido el interés de que el libro se convierta en algo concreto. La última selección de los poemas la hice en un contexto de corrección y análisis con Lucas Brito Sánchez”.


— En esa construcción, ¿cómo te sentís que ahora ya sos una poeta reconocida como tal?


— Soy malas con esos títulos. Aún no hilvané un sentimiento o sensación sobre eso. Me gusta hablar del deseo, aprendí desde estudiante la dinámica del deseo, no solo desde el inconsciente sino el deseo desde lo funcional. Siento que cuando aparece la palabra poeta o aparece mi poesía o puedo participar como poeta hay un reconocimiento a algo que se vino gestando hace tiempo. Esto responde a un lineamiento con el deseo. Es el deseo el que motoriza algo hermoso. La poesía no es solo una forma de leer la vida, sino que me dio palabras, herramientas para armar mi propio vocabulario.



— ¿Este interés muy cuidado por la palabra se conecta en algún punto con tu profesión como psicopedagoga?


— Trabajo mucho en estimulación del lenguaje y eso es tomar la palabra, repetir, repetir, sostener una base para el andamiaje básico desde donde poder acceder a la palabra. Hoy se está entrenando poco en la construcción del lenguaje. Cada vez siento que son prácticas que se están perdiendo. La lectura se está perdiendo, ese también es un propósito del taller que estoy haciendo en El Árbol Amarillo. En el taller nos encontramos con gente que está leyendo.


            Camino sobre la 

            superficie de este astro 

            enfriado.

            Tibia y calma me albergo 

            sobre un pasto mal crecido. 

            No te mueras, no ahora 

            sabiendo al fin dónde 

            acabar.    


— ¿Somos como nos nombramos?


— Los y las que escribimos hacemos un acto donde devolvemos a la máquina lo que nos combustiona. Seguir escribiendo implica eso, que se genere un libro y que se genere la posibilidad de acceder a la lectura. Hay que creerle a la gente que dice “con vos empecé a leer”. Siempre estoy escribiendo. Soy más de leer que de escribir. Me considero una lectora que escribe. 


— Hablaste de que a la altura de la mirada y del pecho están los poetas amigos y amigas. Además de esos poetas, ¿por dónde se amplifica esa lectura poética?


— En el último tiempo comencé a consumir antología de escritoras argentinas, algunos nombres como Diana Bellessi. Llegué a ella porque los poetas amigos y amigas me habían hablado de ella. Accedí a nombres que me ramificaron a escritores y escritoras extranjeras. Paso horas en las librerías chusmeando y explorando. Tomo muchos las recomendaciones porque eso es una construcción y un acto de amor, de afecto, alguien se te acerca y te dice “che, te quiero, me importás, podés leer esto o aquello”. 


— ¿Qué sentís ahora que vas a tener tu primer libro editado con Literatura Tropical?


— Fue hermoso trabajar con Literatura Tropical. Los vengo siguiendo desde el 2021, después de la pandemia. Desde que los encontré, sentí que quería ser parte de su sello. Desde que los sigo les empecé a mandar material. Incluso lo que le mandé en un momento es parte de lo que hoy forma este libro. Quería publicar con ellos. Vuelvo a la cuestión del deseo, lo que empecé a desear en un cuerpo propio lo expandí en el contacto vivo que sostenemos hoy con Literatura Tropical.

Tapa del libro de Euge, Vivo pendiente de ser devorada. Editorial Literatura Tropical. Diseño de tapa Julieta Ramos


El año pasado me avisaron que iban a trabajar conmigo. Son personas que saben lo que hacen y disfrutan lo que hacen. Tengo la mayoría de sus libros de poesía. Sostener un proyecto desde hace tantos años y promover la lectura es algo importante en estos tiempos. Me gusta formar parte de un proyecto que va más allá de la editorial de escoger y editar a determinados autores y autoras.


Jugar con las palabras


El sol baña su rostro, está sonriente. Escapa a las definiciones porque las definiciones la limitan. Entonces hace un gesto que acompaña con sus manos. Quiere expandirse. Pero como esto es una entrevista se ve en la necesidad de pensar, de advertir que lo que dice hoy puede cambiar mañana, o dentro de un rato, reflexiona. 


Ante la pregunta inevitable de qué es la poesía piensa, bebe y respira. Finalmente desliza: “La poesía es una forma de escribir y toca fibras íntimas. Es una vía para hablar de lo que nos sucede, de cosas íntimas donde podemos nombrar, ponerle palabras. La poesía es un enriquecimiento y un interjuego con la palabra muy valioso para estos tiempos”.


            Ahora el mundo pertenece

            al orden de las palabras

            sin boca.

            Estamos vivos con lo justo

            a expensas de la riqueza

            de nuestros verbos.

viernes, 14 de marzo de 2025

Julieta Correa: “En la práctica se conoce el amor”


La escritora acaba de publicar su primera novela,
¿Por qué son tan lindos los caballos? Una historia que aborda las palabras, la memoria familiar, el amor, la reivindicación de la ternura, entre otros temas. Un relato directo y poético.

 


Por Paulo Ferreyra

Fotos Dominique Besanson

 

 

Fragmento:

“El campo era para ella lo más importante.

Recorrerlo a pie y a caballo descubriendo cosas que veía ella solo porque tenía una vista prodigiosa.

Creo que le gustaba la soledad”.

 

Recorté esta porción muy pequeña del libro ¿Por qué son tan lindos los caballos? Una pequeña muestra de como escribe Julieta Correo. Esta es su primera novela y da cuenta de un texto familiar, donde sobrevuela la memoria y el duelo. Llegan al lector preguntas sobre la escritura y la memoria, de cómo conservar y cómo se construye una memoria familiar, sobre el lenguaje, sobre cómo se comunica uno con una persona que ya no puede comunicarse, entre otras cuestiones.

 

Sari, mamá de Julieta a comienzo de la pandemia comenzó a dar señales más fuerte de un padecimiento, el diagnóstico final fue que tenía una enfermedad neurodegenerativa, una demencia frontotemporal, es un tipo de Alzheimer. “Sari era una persona muy ocurrente, muy divertida, muy graciosa, que hacía juego de palabras, contaba muchos chistes y en ocasiones hablaba a los gritos. De repente empezó a tener conversaciones y a decir frases raras, erráticas, repeticiones, cosas que yo empecé a tomar nota”, así cuenta Julieta de como nacieron las primeras palabras de un diario que luego se volvió libro.

 

Alejandro Zambra dice que hay libros que nos llaman solo desde el título, ¿Por qué son tan lindo los caballos?, está en esta categoría. Fui a leer el libro por su título. Después de leerlo, siguiendo el tono de Alejandro, el título es profundamente embellecido por el texto, por esta primera novela de Julieta. Esta es la clase de libros que uno desea que no se termine, aunque sabemos que igual seguirán viviendo y dialogando con nosotros en un lugar singular en ñanderoga.

 

Hace unos días nos comunicamos por teléfono con Julieta. Ahí comentó, “fui registrando el proceso de la enfermedad de Sari para tratar de entender que estaba pasando. Empecé hacer un diario que se volvió libro. Este intenta ser un libro de duelo, sin duda, pero también un libro luminoso, uno que puede hacerte reír y que puede sorprenderte. Sari también tenía su propio diario y el título del libro viene de ese diario. Ella era muy fanática de los caballos, le encantaban”.


 

— Después de su lectura coincido que es un libro luminoso y que trae mucha ternura, ¿qué es para vos el amor?

 

— El amor es muchas cosas al mismo tiempo. Es una emoción muy profunda, es una manera de vincularse, es una cuestión política en el sentido de lo que consideramos importantes y con las cosas que consideramos vale la pena vivir. Es una forma de involucrarse. Es una forma de elegir ocupar el tiempo o por la que luchar.

 

El amor es una práctica, porque no solo tiene que ver con las emociones y con lo que una puede vivir internamente, sino también cómo demuestras y como llevas a la práctica ese amor. En la práctica se conoce el amor.

 

— La protagonista del libro llevaba un diario. Vos escribís y también llevabas un diario, ¿Cómo fue el proceso de pasar del diario al libro?

 

— Es una pregunta muy abierta. Puedo contestarlo de dos maneras. Por un lado yo escribía un diario. Sigo escribiendo un diario de cosas variadas, cosas del día a día, desde lecturas, planes hasta pensamientos. Lo que hice con los textos fue trasladar mis preguntas por Sari, por su tratamiento y su comportamiento, las puse en un archivo aparte y empecé a darle una forma. Le di una estructura y un desarrollo que lo fui separando del formato del diario. Lo fui trabajando como una unidad, ahí empecé a profundizar el tema y sumé cosas de otros momentos de la vida de Sari. El libro no es un diario en cuanto a un relato lineal. Si hay algunas citas, anécdotas del pasado, recuerdos y pensamientos, menciono algunos libros incluso que leía durante la enfermedad de Sari. Esto en el sentido de escritura.

 

Pero en concreto también puedo responderte de otra manera. Esta especie de conjunto de ideas que fui trabajando tuvo su forma cuando la editora de Rosa Iceberg, Marina Yuszczuk me propuso publicar el libro. Quizás si no llegaba a esa instancia hubiera quedado en la instancia del diario. Con la publicación se convirtió en libro.

 

— Siguiendo este recorrido, cuando fuiste revisando estos textos ya para el formato libro, ¿pensaste en algún lector / lectora?

 

— No. Pensaba en un lector temido. Por un lado porque es una historia muy personal que estoy exponiendo y el lector temido podían ser mis personas más cercanas. Escribí esto durante un par de años como una especie de terapia, de compañía, ahí estaba haciendo un diario sobre mi mamá. Cuando finalmente iba a publicar sí fui contando que iba a salir el libro.

 

Cuando empecé a contar a mis cercanos sobre la publicación empecé a tener un temor. Por un lado porque me apropie de una historia que aunque es mía no es solamente mía. De todos modos ninguna historia es solamente de uno. Por otro lado estaba el temor de contar cosas que alguien del entorno no quisiera que se contara. Pensé en ese lector pero eso era al final cuando el libro iba a salir. El texto ya estaba escrito.

 

Mientras escribía no pensaba en un lector formal, destinatario, no pensaba mucho en eso. Creo que lo viví así porque no me imaginaba un libro. Escribí estos textos entre el 2021, 2022 y 2023. A fines del 2023 la editorial me dice que le gustaría publicar. Entregué el libro a mediados del 2024.

 

Ahora me sorprende que el libro es leído, me escriben gente que tuvo o está teniendo una especie de cuidado similar o equivalente con una persona mayor. Ahora pienso que ese es un grupo de lector natural, gente que pasa por algo parecido y que ahora se siente acompañada por el libro.


 

— En algún momento en el libro te preguntas si había un sentido en la escritura de este tema, tu respuesta es “escribo para entender”, ¿escribiste para entender? ¿Qué entendiste?

 

             Sonrisas. Nos reímos.

 

— Creo que de base uno nunca entiende nada. Entonces lo que vamos teniendo son aproximaciones a las cosas. A veces tenemos algunas aproximaciones que nos dan a entender algo y al tiempo entendés todo lo contrario.

 

Escribir tiene que ver con muchas cosas. Escribir un duelo, en mi caso particular tuvo que ver con distintas cosas. Por ejemplo, esto que mencionas del entendimiento. En mi caso había una fascinación con la persona y con el proceso que estaba viviendo. Fascinación tiene una connotación feliz que no busco acá, pero lo utilizo en el sentido que no quería salirme del tema. Todo el tiempo estaba pensado en Sari, en lo que nos estaba pasando, por qué, cómo y qué hacer después. Sari ocupó mucho tiempo en mí. En ese marco escribir fue mi manera de quedarme ahí, eso está en el libro. Porque cuantas veces le podes decir a un ser querido - mamá me dijo esto o aquello todo el tiempo. En un plano de mi cabeza mamá estaba todo el tiempo en mi cabeza. Escribir fue habitar esa relación.

 

Por otro lado tiene que ver con el diario, en el sentido en que las enfermedades neurológicas y psiquiatras son confusas, incluso para los grandes estudiosos del tema. Acá puede ser una cosa o puede ser la otra. Según lo que pasó antes puede ser una cosa o la otra. Según el especialista que vayas será una u otra cosas. Todo eso es confuso. No soy médica. Eso ayudaba a ir juntando información y elaborar narrativas posibles de qué podía estar pasando. En ese sentido la escritura era útil para tratar de entender.

 

 

— En este libro más allá de esta relación con las palabras y el duelo que se atraviesa por una enfermedad, en lo personal me resultó un libro que trae mucha ternura.

 

— Me gusta, suena quizás grandilocuente lo que voy a decir pero me gusta mucho la reivindicación de la ternura como forma de relacionarnos. Está contado en el libro, fue de a poco la desmejora de Sari. Todo fue tan confuso durante varios años. Ella había empezado a estar mal de diferentes maneras, entonces me había dado cuenta y me dije algo está pasando.

 

Con una persona que le cuesta hacer las cosas una no puede ser feroz y cruel. En realidad hacemos lo que podemos. Nuestra relación con Sari era como son las relaciones de madre e hija, están cargadas de muchas capas de sentido.

 

Sari había armado unos vínculos que hizo que sus tres hijos nos reaccionáramos de esta manera. Los tres tomamos el camino de la ternura para relacionarnos. Volviendo al inicio de la charla, el amor es una práctica. Hay una cosa en esta época donde no está de moda la ternura, donde todo es más violento y abunda el desprecio, en ese marco una manera de combatirlo o de corrernos de ahí es practicar la ternura, tratar de ser cariñoso y tratar de entender al otro.

 

 

Escribir es habitar

 

Escribir es habitar. Leer también es habitar. Julieta Correa cuenta que hora dice muchas frases de Sari, que sus formas de expresión las tiene presente. “Hay cosas que me quedaron marcadas a fuego, maneras de decir o hacer chistes. Hace unos días me reí de una manera y pensé rápido que esa era la manera que tenía Sari de reírse. Los lenguajes propios de la familia viven en nosotros. Sari había asumido el rol de conservar la memoria familiar para atrás. Ella asumía ese rol con mucho gusto. Ahora que ella ya partió pienso que voy a seguir esa tradición familiar”.

 

Sin dudas es difícil entender las herencias. Somos por las cosas que vivimos. De la entrevista, además de sus palabras también me queda el audio de la sonrisa de Julieta, quien hace las cosas que le gustaban a Sari o hace las cosas que le gustan a ella. ¿Eso importa? Con esa intimidad que abrió Julieta me gustaría contarle a Sari sobre el libro luminoso que escribió su hija, también, porque no, que echara una mirada a estas líneas.  

 

Durante la charla telefónica no nos vemos, nos hacemos - quizás yo más que ella - de una idea de sus expresiones durante la entrevista. Aquí, su rostro anguloso - inevitablemente se sonroja.

 

— Julieta, ¿Por qué son tan lindo los caballos?

 

— Para mí los caballos son lindos porque me hacen acordar a mí mamá. Pero en realidad no hay una respuesta. Por suerte son tan hermosos que alcanza con saber que son.


viernes, 7 de marzo de 2025

“Hicimos algo colectivo y disfrutamos del proceso de crear juntas”


Días atrás se inauguró la muestra
Entrelazos de María Florencia Raffin, Virginia Schauvinhold y Yamel Yaya.  La apertura se realizó en la galería El Vivero, la puerta del arte en el Espacio Mariño de la ciudad de Corrientes. “Hubo mucha apertura de cada una de nosotras. Hacer algo colectivo en este tiempo es genial, nos permite tener y estar en contacto con la otra”, destacó una de las artistas.

 

Por Paulo Ferreyra

 

El calor aún se hacía sentir en la noche correntina. El público recorrió la sala, se turnaba para entrar y salir prendados por los colores, las formas y las preguntas que despertaban estas obras. El artista Leonard Bernstein justamente decía, “una obra de arte no responde preguntas, las provoca. Y su significado esencial está en la tensión entre respuestas contradictorias”.

 

Además de lanzar preguntas, hay obras en esta muestra que generan inquietud. Algunas de ellas son como abertura que se abren en medio de la selva, un monte hecho de puertas y ventanas. El misterio está abierto, el instante, la eternidad y el tiempo se ensanchan en cada imagen. El calor y los enigmas surcan el ambiente en el sonido que llega de una chicharra y las luces blancas.


 

Cadáver exquisito

 

Juan Yuste describió que el cadáver exquisito era el juego de los surrealistas para explorar el inconsciente. En ese sentido hay quien postula que la historia de la literatura no es más que una reelaboración continua de dos o tres temas fundamentales. Por ejemplo, para Juan Rulfo esos temas son el amor, la vida y la muerte. En esta muestra, María Florencia Raffin, Virginia Schauvinhold y Yamel Yaya, hicieron su propio cadáver exquisito y su tema transversal es la naturaleza.

 

 

Virginia: “Disfrutar de un proceso colectivo”

 

Virginia Schauvinhold vive en Virasoro. Trabaja en la realización de murales, cuadros, ilustraciones de libros y otros materiales, restauraciones de muebles y objetos. Sobre el proceso creativo comentó que empezaron haciendo circular tres o cuatro obras. Les llegaba a sus casas las obras para intervenir sin ninguna consigna. Mientras habla Virginia sonríe, piensa un segunda y antes de continuar recuerda, “no nos pusimos ningún factor limitante. De hecho, la única consigna si se quiere era disfrutar el proceso. Sin pensar dónde eso nos podía llevar ni en el resultado final que podríamos tomar en el final del viaje”.

 

Los temas en común entre estas artistas son la cuestión orgánica y la naturaleza. Virginia está más cerca al rubro de los muralistas, conoce ese entorno, sin embargo a Mel y a María las conoció en ArteCo. El año pasado hicieron una primera video llamada y ahí fue fluyendo sus artes.

 

Colectivo. Virginia comenta que no se veía en ese plano del trabajo colectivo. Pero desde el comienzo se permitió disfrutar de la creación. Incluso en la última semana realizaron una obra grande entre las tres. “Me pasa coincidir con otros artistas en algún trabajo pero no crear en conjunto. No sabía la potencialidad que esto tiene y sostener un proyecto así es muy gratificante. Se borra un poco el ego. Hacer este trabajo es lo contrario al ego. A veces pasa cuando una obra es mía me cuesta defenderle en algún punto, le cuestiono cosas. Ahora estas obras las defiendo porque tienen para mí afecto muy grande, me conecta con mi niña interior”.

 

Las obras que están expuestas en El Vivero están a la venta, al respecto Virginia sostiene que cuando la obra viaja es su mejor destino. “La obra nace cuando sale del taller. Porque la obra necesita la mirada del otro, ese otro que le dará su significado o que encuentra su significado. Es el otro quien resignifica la obra del artista”.


 

 

Mel: “Quiero seguir profundizando la naturaleza”

 

Yamel Yaya vino de Misiones y hace tiempo vive en Corrientes. Trabaja con acuarelas, tintas y collage de forma autodidacta y con entusiasmo explorador. Comentó que aquí se dejó de lado lo individual para construir arte de forma colectiva. “Nos conectamos entre personas y nos dejamos sorprender ante las obras. Saber que lo que hago estará intervenido y ceder ante la intervención de la compañera es algo muy bueno. Desde el inicio del proyecto no sabíamos si se iba a complementar nuestras miradas. Pero queríamos probar y nos lanzamos a probar. En el proceso de trabajo fuimos entendiendo que nuestras miradas se complementaban”, explicó.


 

La confianza ciega. Este proceso de trabajo se fue haciendo de pasos que iban de casa en casa. Cada artista recibía una obra que había sido empezada por su compañera. “Teníamos ansiedad de que nos llegue la obra. Fue muy grato recibir cada obra en mi casa. A veces sentía que no podía intervenir. Observaba la obra y percibía que ya estaba terminada. Pero luego venía la idea para poder agregar mi granito de arena a la obra y entonces podía seguir el juego”, agregó.  

 

— ¿Qué es necesario para trabajar de esta forma colectiva?

 

— Nosotras tuvimos mucha apertura. Hacer algo colectivo en este tiempo es genial, nos permitió abrirnos a las experiencias, nos acercó con el otro y a la posibilidad de jugar. No trabajamos solas sino con la obra de otra persona, con la mirada y la visión de otra persona. Así también surgieron nuevos diálogos, nos miramos en esta construcción. Siempre existieron grupos colectivos, retomar esa conexión de persona a persona es muy lindo. Para mí ha sido un tiempo de construcción muy feliz.

 

— En lo personal, ¿qué pasó con tu obra?

 

— En mi caso mis obras siempre están atravesadas por la naturaleza. Ver eso reflejado desde otras miradas y cómo se complementaba me reafirma en mi camino. Quiero seguir profundizando y a la vez explorando la naturaleza. Ahora quizás desde otras técnicas o intervenciones. Me dieron muchas ganas de seguir jugando con el arte.


 

 

María: “Trabajo mucho con mis emociones”

 

María Florencia Raffin es de Corrientes, abogada de profesión. En la pandemia exploró su lado artístico aprendiendo diferentes técnicas como papel calado con la artista Dalia Katz. También probó con el teñido con tintes naturales en Ecoliguen. Trabaja con papel calado, explorando y generando formas orgánicas y naturales.

 

Junto a Mel realizaron el montaje de la muestra. Al respecto describió su sensación ante esa tarea, “tuvimos dos días de montaje y en ese tiempo admiraba el resultado que tuvimos en nuestros trabajos. Fue un proceso hermoso que comenzó en el mes de julio del 2024. Para mí ha sido una experiencia enriquecedora. Es el primer proyecto colectivo en el que participo como artista y aprendí un montón. Hicimos algo colectivo y disfrutamos del proceso de crear juntas”.


— ¿Cómo era eso de recibir una obra para intervenir en tu casa?

 

— Cuando llegaba la obra de mis compañeras pensaba, qué puedo hacer o qué puedo aportar, qué me inspiraba la obra. En ocasiones tenía la sensación de que no podía avanzar mucho porque tenía que dar espacio a otra intervención. Si te dejabas llevar querías abrazar la obra por completo.

 

Lo que me gusta del trabajo final es que siendo tan distintas y teniendo técnicas, estilos y formas de ver las cosas pudimos construir algo en armonía. Se logró entrelazar nuestras técnicas y nuestras formas de ver el arte en una obra. Estoy fascinada con el resultado.

 

— La naturaleza está penetrando hondo en todo.

 

— La naturaleza atraviesa la obra de las tres. En la primera video llamada que hicimos nos contamos qué nos movía o qué nos motiva dentro del arte. En mi caso trabajo mucho con mis emociones. El arte para mí es terapia. Por lo general cuando voy fluyendo con el papel voy calando hojas, naturaleza, armo vegetación, así también fue Mel y Virginia. Ahí quedó plasmado que a las tres nos mueve la naturaleza, sobre todo nuestro entorno de provincia o del litoral argentino. Eso es maravilloso.

 

 

Viaje en colores

 

Hay una figura con la mirada alta, el pelo enrevesado y alrededor cantan las hojas. Las obras construidas por María Florencia Raffin, Virginia Schauvinhold y Yamel Yaya son un auténtico viaje. En el decir poético de John Keats, / “No muere la poesía de la tierra jamás; / cuando todas las aves desmayan de calor / ocultándose en frescos ramajes, una voz / corre de seto en seto”: Las obras de las artistas son pulsos que nos invitan a viajar en colores.