"Navegamos sin más pretensiones que ver los ríos libres"

Jorge Mazzochi, Sebastián Arena y Hernán Gigena partieron días atrás en kayak desde El Pintado a Buenos Aires.

“La hoja es el equivalente a la vida”

Entrevista con Franco Rivero

viernes, 19 de diciembre de 2025

Eugenia Almeida: “La belleza nos recuerda que hay otro mundo posible”



Es escritora, periodista especializada en literatura, coordina talleres de lectura y clínicas individuales de escritura. Ha obtenido importantes reconocimientos por sus novelas en distintas partes del mundo. Hace unos días charlamos por teléfono sobre lecturas, influencias y poesía.  “Mirar y posar la mirada en cosas que nos hacen bien es un círculo virtuoso porque nos da fuerzas. Esa fuerza nos sostiene para resistir las otras cosas que nos están pasando”, sostuvo. En su mesita de luz Eugenia tiene a mano el libro Velocidad bajo el agua de Laura Escudero Toblar. Además, el libro de cuentos Un resplandor de Giovanna Rivero, autoras que le interesan y que lee casi con devoción.


Por Paulo Ferreyra - Foto de Eugenia por Cecilia Cortes 



Eugenia Almeida es escritora y lectora. Quizás el orden correcto sea lectora y escritora. Tiene una mirada atenta a su entorno. Un oído muy sensible para atrapar la música que la rodea. Lee mucho por las noches. Tiene libros de poesía al alcance de la mano y además, se sumenge en otros géneros como la novela o el cuento. En estos momentos está leyendo Un resplandor de Giovanna Rivero, editorial Marciana. De la misma autora ha leído Tierra fresca de su tumba. “Para mi es una de las voces en nuestra lengua que más me interesa. Me gusta mucho cómo trabaja”, deslizó al tiempo que expresó que entre las obligaciones del día esperaba que llegue la noche para poder seguir leyendo. Hace unos días atrás charlamos por teléfono.  


— ¿Cómo es construir y sostener un espacio para la lectura?


— Me parece importante sostener espacios para uno y para una. Lo que sea por uno mismo. Puede ser dedicarse a la  jardinería, tejer, jugar al fútbol con los amigos, leer o muchas otras cosas. El sistema capitalista en el que vivimos conspira contra estos espacios que podemos construir. Conspira para que no lo hagamos. Porque este sistema busca que todo nuestro tiempo lo vendamos al mercado. Entonces para mí es una lucha a la que hay que estar atento para proteger y protegerse.



Cada persona construye esos espacios y para mí es la lectura. Pero podría ser cualquier cosa, ser hincha de un club de fútbol e ir a la cancha, hacer cualquier cosa que implique la más absoluta inutilidad y la belleza de esa inutilidad. No hacer una cosa para producir otra. Sino entregarse a efectos misteriosos.

 


En este tiempo y cada día hay que vender más horas al mercado de trabajo. Son más horas de fuerza vital. Este marco hace difícil posar la atención sobre algo que no sea la horrible urgencia, esa es una estrategia que se plantea desde el poder, que no podamos hacer otra cosa más que leer el último decreto, escuchar la última burrada, mirar con pavor cómo se recorta el último derecho. Hay algo que nos tiene enganchado en mirar solo esas cosas. 



Entonces, mirar y posar la mirada en cosas que nos hacen bien hace un círculo virtuoso porque nos da fuerzas. Esa fuerza nos sostiene para resistir las otras cosas que nos están pasando.



— ¿Cómo fue que descubriste que la lectura era tu lugar de fortaleza en el mundo?



— (suelta una pequeña sonrisa. Ríe con los ojos. En los silencios de Eugenia hay música. No podría describirlo de otra forma).

No lo sé. Seguramente me habrá ayudado algún amigo, alguna amiga, algo que leí, no sé de dónde apareció. Pero con el paso de los años se hace cada vez más fuerte. Hay un fragmento - es raro pero voy a citar la Biblia -

(las sonrisas vuelven. Por un instante recuerda su pasado religioso del cual brotó un recuerdo). 


Hay un fragmento de la Biblia que dice - sin ser literal - vive cada día - tu vida bajo el sol con los dones que te han sido otorgados. Ahí hay algo del estar en el mundo. Tenga una persona religión o no, ¿qué es lo que nos toca? Cada día bajo el sol nos toca disfrutar con lo que nos ha tocado. Puede sonar muy naif en un mundo que se hunde con gozo y placer en la ultra derecha, con las guerras que se vienen y que van a cambiar la vida de todos. Es muy difícil en este contexto ponerse a hablar de la belleza. Parece un escapismo pero para mi no lo es. 


Hay una estrategia del poder para hacernos creer que la realidad es solo lo que aparece en la televisión o en los diarios. La realidad es mucho más grande y está construida de muchas cosas. Si solo vemos lo que dicen los medios nos queda el aislamiento, la desolación, la desesperación y el paso hacia adelante en el abismo. 


Cuando empezamos a reparar en la belleza de las otras personas y de los animales. El hecho que implica despertarse todos los días y ver tanta belleza de alrededor. Ahí hay una posibilidad de encontrarse con otros desde otro lugar. Vuelvo a otra frase naif que es - podemos pensar en otro mundo posible. Hay otro mundo posible. La belleza nos recuerda que hay otro mundo posible. Del otro lado - de la vereda de enfrente - está el ejército de trolls haciéndo nos creer que no hay otro mundo posible. 

Su El colectivo, libro que ha sido publicado en Argentina, España, Grecia, Islandia, Francia, Italia, Portugal, Uruguay y Austria. 


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María Teresa Andruetto dice que los libros son puentes. En relación a lo que dice Eugenia Almeida los libros son puentes hacia la belleza. En la lectura del libro Desarmadero Eugenia nos cambia de ritmo, la belleza en la escritura, oraciones cortas, capítulos que son como un manojo de llaves que van abriendo otras puertas. 


“Ojalá mis libros fueran puentes de belleza”, desliza Eugenia y su voz se hace más pausa, casi un susurro. Vuelve luego sobre sus palabras para decir que como lectora tiene esa experiencia. Hay libros que son puentes de belleza. Por ejemplo, Teresa Andruetto hace un cruce alucinante entre la parte nuestra que escribe y la parte nuestra que lee. 


“La percepción de la belleza la descubro como lectora en los libros de los otros”, afirmó. “Quizás en mi escritura. En ese momento de la escritura en sí, de esa cosa tan linda y absolutamente inútil, a contra pelo y a contra época. Ese instante donde me pongo a inventar una historia y hay un momento donde algo se enciende”. 



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Desarmadero recibió reconocimientos y muchos lectores se acercaron a vos por ese libro. Es como si Desarmadero siguiera creciendo después de su publicación, ¿qué te pasa con esas cosas?


— Es muy curioso lo que ha pasado con esta novela. La sensación que tengo es como vos decís. Es como si siguiera creciendo o moviéndose. Una novela que yo temí que no pudiera leerse por fuera de nuestro territorio, porque está muy cargada de sobreentendidos. Pensaba que era una novela que se podía leer acá y el hecho de que ya se haya publicado en Francia, Bulgaria, para mí no deja de ser sorprendente. Todo lo que pasa con un manuscrito una vez que uno se lo da a un editor no es algo que haga uno. Hay todo una mezcla de cosas que escapan al escritor y a la  escritora. La parte colectiva de hacer un libro es muy grande. 


Esta es una novela extraña. Me ha quedado algo del ambiente dando vuelta dentro mío. En Desarmadero es más fuerte. Es como si pudiera seguir mirando lo que pasa. Es como si algo no se hubiera cerrado del todo dentro mío. 


Me acuerdo de Sara Gallardo cuando escribe Eisejuaz. Una obra increíble y bellísima. Lo más fuerte de esa obra es la voz del protagonista. Ella decía que después de terminarla le quedó a ella esa voz dando vuelta y con esa voz escribe su siguiente libro que es un libro de cuentos, El país del humo. En mi caso hay algo de eso. Me ha quedado en una parte de la cabeza Desarmadero pero no sé si se volcará a la escritura. Es un misterio lo que pasa con este libro.

En 2022 publicó su cuarta novela, Desarmadero, editada también en Bulgaria y Francia (donde obtuvo el Grand Prix de Littérature Policière 2024 y el Premio Violeta Negra Occitanie 2025). 



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Eugenia Almeida durante muchos años participó de un programa radial donde recomendaba libros. Tuvo también su propio programa de radio en la radio de la Universidad Nacional de Córdoba. En estos momentos está en pausa su costado como periodista cultural.


Durante la charla explicó que fue costoso para ella dejar ese trabajo. Si bien hoy realiza talleres de lectura donde recomienda libros, hacer radio era algo que le encantaba. 


“El pago que se recibe por hacer periodismo cultural es prácticamente absurdo”, sostuvo y hablamos de campos que ambos conocemos. Ella ya lleva en este campo muchos años de trabajo. “Me parece que hay situaciones que es bueno no sostener. Si tenés treinta años de experiencias y aceptas un pago que es la quinta parte de lo que podrías cobrar, una qué hace con los que vienen atrás. Me parece que de algunos lugares - aunque sea costoso para uno - hay que retirarse para protegerlos. Aunque parezca contradictorio”. 


En este contexto hay que explicar que desde diciembre del 2023 no están quedando espacios para el periodismo cultural como lo había antes. Antes estaba el suplemento de Telan, la revista Ñ salía todas las semanas - hoy sale una vez al mes. Uno de los diarios más importantes de Córdoba tenía un suplemento de cultura, ahora son unas páginas dentro de Espectáculo. Algo similar pasa en Diario Norte de la provincia del Chaco. El diario La Nación ya no tiene más la revista cultural ADN. Eugenia cuenta que para seguir informada en este campo cultura busca en plataformas, en la web y en podcast. 



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— Empezamos hablando de que estás leyendo a Giovanna Rivero. Pero repasando un poco tu biografía encuentro que hay un autor al que estás volviendo cada tanto, Georges Simenon, ¿por qué?


— Simenon es uno de mis grandes maestros.Es uno de los pocos escritores que leo con muchísimo placer desde que tengo ocho años a hoy. Eso no ha cambiado. A veces los libros que te gustan en la adolescencia ya dejan de interesarte cuando sos adulto. No es lo que me pasa con Simenon. De hecho en casa tengo una o dos líneas de mi biblioteca solo con los libros de Simenon. Es más, tengo escondido alguno que todavía no he leído y que me guardo como herramienta en caso de urgencia, ¿no? En mi caso sería En caso de emergencia abra un libro de Simenon.


Es un autor muy valioso.  Es un escritor belga que empezó su carrera laboral entrando a los dieciséis años en un diario. Trabajó en la parte de policiales y lo mandaban a caminar por las calles de París o de Vieja. Es un escritor que tiene cientos de novelas publicadas, bajo su nombre y bajo seudónimos. Creo que son arriba de trescientas. Calculo que he leído la mitad de sus libros por lo menos y no he leído una novela mala. 


Él está siempre sobre una misma pregunta, ¿Qué somos capaces de hacer en determinadas encrucijadas? La mayoría de sus historias son personas que tienen más o menos su vida anclada en una rutina. De repente hay algo que irrumpe. Creo que así se podría resumir gran parte de sus novelas. 


Simenon nunca se repite. Nunca lo he visto repetirse. Él además tiene un estilo muy descarnado, muy seco, casi sin adjetivos y sin adverbios. Una capacidad extraordinaria para hacerte ver lo que cuenta.


Por otra parte, los narradores en general o un personaje en particular, hay una cantidad de sus novelas está protagonizada por su inspector Maigret, Maigrat es un comisario de la policía judicial cuyo objetivo no es saber qué pasó, muchas veces él ya sabe qué pasó y lo que busca es entender ¿Cómo y por qué? Algo siempre se le va a escapar, pero él no deja de buscar. Es un personaje muy interesante.


En Francia Simenon era considerado un escritor menor. Decían que escribía novelas para la gente que espera el tren. Sacaba un libro por mes. Pero para bien pasó el tiempo y hoy ya es reconocido como un gran escritor en lengua francesa. En Bélgica es el escritor nacional. 



“La poesía para mí es música”



Poesía para ella es música. Una música que se mueve dentro suyo. La música es la otra cosa que le interesa, además de la literatura. Lee. Lee mucha poesía. “Es un ritmo de lectura muy diferente a los otros géneros. A lo mejor me voy a la cama, desde las diez hasta las una puedo estar leyendo una novela. Al otro día puedo leer otra novela. En cambio la poesía me pide otro tipo de lectura. Entonces, suelo tener en la mesa de luz algunos libros y voy leyendo un poema suelto”, susurró en una voz que llegó pausada, casi como esa agua mansa y cristalina de los ríos cordobeses..


Cada género literario busca otro movimiento del lenguaje. Eugenia comenta que la poesía está menos interpretada, por lo menos en su educación. En la escuela tuvo menos intervención por a ver ¿de qué se trata? ¿Cuáles son los personajes? ¿Cuál es el argumento? “No nos leían una poesía y eso era todo, ¿no? “Creo que me queda muchísimo por leer en poesía porque a veces me quedo en en los poetas que más me gustan, Juarroz, Gianuzzi, Vignosi, Elena Aníbal, Pesoa, Bellessi, Sonia Scarabelli, vuelvo y vuelvo a sus mismos libros. 


Entre los libros de poesía que descubrió en el último año está Velocidad bajo el agua de Laura Escudero Toblar. “Es un libro que recomiendo porque es de una belleza y de una delicadeza que lo convierten en un muy buen libro. Lo tengo en mi mesita de luz, leo un poema, leo una novela y después vuelvo a leer otro poema de Laura Escudero Toblar”. La literatura y la poesía presente en su vida. Todo trasladado a nosotros con su voz en cada libro Eugenia Almeida.



martes, 9 de diciembre de 2025

Malena Azul: “La música genera cosas en el cuerpo y eso es mágico”

 


Este viernes 12 de diciembre el dúo
Malena Azul (bajo) y Matías Arriazu (guitarra) llegan a Corrientes. La cita es en Corrientes Norte a las 22, La Rioja 461. Además ese mismo día pero por la tarde, desde las 16, realizarán un taller sobre Armonía e Improvisación, el mismo es abierto para todos los músicos. En esta charla con Malena nos sumergimos en su universo en torno al bajo, cómo y por qué llegó a esta fascinación por los sonidos graves.


Por Paulo Ferreyra 


Desde muy joven Malena Azul está fascinada por el eco que llegaba a sus oídos del bajo. Recuerda que siendo muy adolescente escuchaba a Red Hot Chili Peppers. Ahí ese instrumentos sobresale con todos sus colores. Ella los escuchaba desde muy chica y aún hoy conserva la lista de sus temas preferidos en spotify. 


Siempre le llamó la atención el bajo. En su casa había una guitarra, ella tomaba esa instrumento y buscaba tutoriales para tocar el bajo. Tocaba la guitarra como si fuera un bajo. Estaba fascinada por sus tonos y aún pudiendo elegir una guitarra prefiero el bajo.


Cuando cumplió 15 años le dieron a elegir qué regalo quería, un regalo o una fiesta. Esa fue su oportunidad para pedir que se le compren. Así llegó su primer bajo a sus manos. “Lo elegí. Elegí este instrumento porque desde que tengo memoria me llamó la atención y me gusta su sonido”, esa es su historia con el instrumento.


Azul es de Viedma, Río Negro. Si bien sus gustos iban por la música de rock internacional lo primero que empezó a tocar en bajo fue folclore nacional. Su profesor allá en Viedma le abrió la curiosidad por este mundo de la música argentina.


A partir de los diecinueve pasó a estudiar con el bajista Willy González. Estudió con él durante cinco o seis años. Ahí se encontró con algo que ya sabía que existía, aprendió a tocar melodías, acordes y a encontrar eso que siempre estuvo dentro suyo.



Desde entonces comenzó a subir a los escenarios y compartió música con Carlos Negro Aguirre, Willy González, Ernesto Snajer, Tiki Cantero, entre otros. "Me gusta la sonoridad grave. Me gusta como quedan algunas melodías con la sonoridad del bajo. Había algo que siempre me llamó la atención y lo empecé a poder hacer con el instrumento", comentó. Desde entonces la música argentina empezó a teñirse para Malena Azul en los colores del bajo.


Seis cuerdas


"Toco el bajo de seis porque así tengo más posibilidades de tocar otras cosas que con el bajo de cuatro cuerdas no se pueden. A este bajo de seis se le suma una nota más aguda que es do, y una nota más grave, se suma la nota si. Por lo tanto se amplifica mucho el espectro del instrumento”, así explicó Malena Azul por qué eligió tocar el bajo de seis cuerdas. Co el puede hacer acordes a cuatro o cinco voces, mayores registro y puede hacer otras búsquedas sonoras.


Malena publicó dos libros, uno de técnica y otro de armonía en bajo. El libro de técnica que está hecho para bajos de 4, 5 y 6 cuerdas surge - ambos surgen - de todo este trabajo que viene haciendo y eso es aprender muchas cosas sobre el instrumento. Sintió que tenía que organizar su cabeza y toda la información que tenía. Ambos libros son el resultado de mucho estudio, mucho trabajo y mucha búsqueda.


"Me encanta que haya más bajista que puedan incursionar y conocer ese mundo. Pensar de esa manera me parece hermoso y también llevar todo lo que estaba en mi cabeza al libro me ayudó a organizar la ideas, transmitirlo y compartirlo. El de técnica es de praparación para poder tocar el libro de armonía, hay muchos ejercicios en cada libro", amplificó.

 

Los materiales bibliográficos cuando estudiaba estaban basados en el piano, libros de tecnica y armonía para piano. No había encontrado material donde aprender a conducir las voces con el mismo instrumentos, con ejercicios que están hechos para el instrumento con la digitalizacion para el instrumento. La intención con sus puntos fue construir herramientas para allanar el camino a quien quiera estudiar bajo.


Dúo Malena - Matías


Matías Arriazu es de Formosa. Es guitarrista y compositor, arreglador, ejecuta la guitarra de ocho cuerdas. Se pueden escuchar de él los discos Peteî po, Caçador de infancia y De dos argentinos. Malena cuenta que para ellos compartir la música es algo cotidiano, fueron probando distintas cosas y sentián que había algo en esa sonoridad que estaban generando.


"En un momento comenzamos hacer cosas juntos y las compartíamos. Había algo que generaba reacciones en la gente y gustaba lo que estabamos haciendo. A ese gusto había que sumarle que nosotros nos sentíamos muy bien haciéndolo. Entonces resolvimos - es por ahí", deslizó mientras soltaba una sonrisa tímida.


Su repertorio está compuesto por temas instrumentales. Malena hace un tiempo está mostrando su primera composición, Marejada - un aire de chacarera. Hacen música autoral con una sonoridad acústica. Matias toca la guitarra de ocho cuerdas y ella acaba de incorporar un bajo acústico, entonces todo es una sonoridad diferente, "loca, bonita".



"Ambos hacemos melodías, acompañamiento armónico, tenemos momentos de improvisación, hay música que son más dinámicas y otras que son más profundas, es bastante variado el repertorio", destacó. 


En la charla Malena Azul puso de relieve que es un desafío tocar estes repertorio. A veces es complejo en un lugar técnico y a veces es complejo en la profundidad. La propuesta es música instrumental. 


“La música nos interpela a todos”


La voz de Malena Azul llega fresca, nuevo, un sol dibujado en una sonrisa. En un momento de la charla telefónica buscamos desentrañar qué significa hacer música profunda o qué es una música profunda. Había algo - posiblemente una cuerdas de guitarra y bajo - que nos pulsaban hacia el interior de una reflexión que era imposible de abarcar de una vez y cerrarla. Era como atrapar un ave en vuelo sin quitarle su libertad.


Hacemos una pausa. Ella desgrana las palabras de un zuru invisible. “A veces una toca muchas notas - eso es más dinámico por la cantidad de notas. Pero de repente hay música más simple porque no tiene una ametralladora de notas, sino que tenes todo resuelto con pocas notas. A ese marco se le sumo la sonoridad del bajo que es grave. La guitara de Matías también es más grave. Asi la música nos interpela todo el tiempo". 



Malena va encontrando las palabras. Por un instante vemos un espejo - o un video de YouTube donde Malena - Matías tocan juntos. Su música abre diálogos.


"Cuando una música te atrapa te genera algo e incluso si no te gusta te genera cosas. Eso es lo interesante de la música, que nos atraviesa y no es indiferente. La música genera cosas en el cuerpo y esas cosas son mágicas", afirmó. 


Este viernes estarán en Corrientes el Dúo Malena - Matías. Son aves que sin palabras invitarán a volar. El sol estará sostenido en el rio de sus cuerdas que traerán música argentina. A volar. 



Taller


 El mismo viernes del concierto, pero a las 16, realizarán un taller para músicos en general. Van a trabajar armonía, improvisación, improvisación dentro del lenguaje estilístico de la música argentina.


 "Hemos dado ese taller, siempre en ronda - donde también nosotros vamos con ganas de escuchar a quienes asisten al taller y saber cuáles son sus inquietudes. Vamos con material preparado pero también dispuestos a escuchar a los músicos", explicó Malena. 


viernes, 5 de diciembre de 2025

Fernanda Trías: “La naturaleza no es el telón de fondo sino que aquí es parte integral del relato”.


La escritora ganó este año por segunda vez el Premio Sor Juana Inés de la Cruz con su libro El monte de las furias. La uruguaya radicada hace diez años en Colombia cuenta en esta entrevista telefónica sobre sus procesos creativos, el amor y la poesía. Junto a otras escritoras latinoamericanas ponen hoy su mirada en la naturaleza.
“Me gusta que haya diálogos y que haya diversidad entre las escritoras. Me gusta esta conversación donde la naturaleza no es el telón de fondo sino que aquí es parte integral del relato”, destacó. 


Hablamos también de dos de sus fuentes que aparecen en la novela de manera subrepticias, la autora Marosa Di Giogo y el libro Popol Vuh. En Resistencia, el Club de Lecturas de la Librería del Árbol Amarillo leyò este libro e incluso recibió un mensaje de Fernanda quien dijo, “es hermoso verlas reunidas con la voz de la montaña”.



Por Paulo Ferreyra

Fotos - Fernanda Montoro



Camila Osorio, corresponsal del diario El País de España escribió sobre El monte de las furías de Fernanda Trías y dijo que “Las montañas de los Andes han encontrado una nueva voz poética”. Una montaña que “por las noches fantaseaba con la calma de las viejas cordilleras”, y que “quería, por ejemplo, entender a los hombres”. Por su parte, la escritora argentina Gabriela Cabezón Cámara agregó sobre esta novela, es “áspera, lírica, cruel y con la rarísima dulzura de las voces que casi nadie escucha y mucho menos escribe, El monte de las furias es una novela potente y hermosa». Hace unos días atrás charlamos con Fernanda por teléfono y comenzamos hablar, claro, por la montaña a quien ella le pone voz.



— Quisiera empezar esta charla por la corporeidad que tiene la montaña en esta novela, ¿de donde nace o cómo nace eso?


— Aquí en este libro se mezclaron dos cosas. Por un lado esto tiene relación con una conversación que había empezado conmigo mismo y con varios interlocutores en Mugre Rosa, mi novela anterior. En esta novela distópica ocurría una catástrofe ambiental y eso afectaba a la población, se producía ahí una transformación social y geográfica. Mi interés es seguir escribiendo en torno a nuestra relación como especie con la naturaleza. Este tema no se agotó en aquella novela sino que sentí que podía profundizar y seguir escribiendo en esa línea. 


A esto se sumó algo que quizás fue del orden del azar, un hecho anecdótico. Este año se cumplen diez años de que estoy viviendo en Bogotá. Cuando se me aparecieron las primeras ideas vinculadas al El monte de las furias yo me acababa de mudar a un nuevo departamento en el límite de la ciudad. Me había trasladado al límite más oriental, donde están los cerros y las montañas. De donde vivía se extendía una cuadra más y se terminaba la ciudad, empezaba el monte y la montaña. Mi departamento miraba a la montaña y yo llevaba meses observando y sintiendo su presencia. 


Para contextualizar ya era el año 2020 y en ese momento empezó el aislamiento por covic. Aquí en Colombia tuvimos la cuarentena más larga del mundo. En ese marco se radicalizó la mirada por la montaña. 


Creo que poco a poco la misma montaña se me fue metiendo dentro de la piel. Tal vez entré en una fantasía, como estaba en el límite no veía el resto de la ciudad que es gigantesca. Entré en esa relación de estar sola con la montaña. Estaba ahí. Fue esa fantasía y esa compenetración de estar sola con la montaña donde nació la novela. 



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Diálogo latinoamericano 


La novela El monte de las furias se trenza con la escritura de muchas escritoras latinoamericanas que tienen su foco en la naturaleza. Por ejemplo, Mónica Ojeda, Elaine Vilar Madruga, Selva Almada, Gabriela Cabezón Cámara, entre muchas otras. Al respecto Fernanda Trías aseguró que “hoy hay una constelación de textos que están pensando la naturaleza. Son textos que ponen a la naturaleza en el centro. Creo que Mónica Ojeda y Elaine Vilar se enfocan más por el lado del terror. Hay una escritora colombiana que se llama María Ospina Pizano y su novela Solo un poco aquí, que está protagonizada por unos animales. Hay cuestiones quizás de forma lateral en las novelas de Selva Almada. Hay también cosas que se están haciendo desde la ciencia ficción como  las que hace Edmundo Paz Soldán. Es decir que se está configurando hoy esta mirada. A mi me gusta. Me gusta que haya diálogos y que haya diversidad. Hay una conversación donde la naturaleza no es el telón de fondo sino que aquí es parte integral del relato”.



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— Al conocer un poco este contexto de escritura se subraya esa idea que dice el personaje femenino en la novela, no vino en la montaña sino con la montaña.


— Si, el haber entendido eso de alguna manera marcó la premisa desde la cual empecé a escribir. En ese encierro de la pandemia, con esa presencia tan monumental y al mismo tiempo tan silenciosa de la montaña parecía que me observaba. Era un testigo de todo lo que pasaba y a su vez conservaba su distancia. 


Hay un montón de cosas que me impresionaron en esa observación directa que podía hacer con la montaña. Además, pensaba mucho en relación al mar. Vengo desde ahí, mi relación con la naturaleza es con el mar y es tan diferente a la montaña. Es diferente el vínculo que se establece. El mar es movimiento incesante, murmullo, te hace ver o llegar a otras reflexiones. Pero al compararla con la montaña esta me enseña otras cosas. Creo que esta novela nace de un proceso meditativo. 


Durante la pandemia nosotros vivíamos nuestro encierro. Vivíamos con nuestro gran drama de la vida y la muerte. Mientras cocinaba, lavaba los platos y lo que sea que hiciera - levantaba la mirada y sentía la compañía de la montaña, como si me estuviera mirando. Estaba ahí observando nuestros pasos. A partir de esa compañía - de levantar la mirada y verla ahí - sentía que estaba con la montaña. 


— En la novela se pone nombrar a las cosas, eso de ponerle nombre a lo que nos rodea y que habitualmente no le ponemos nombre, ¿podría decirse que viene de Marosa?


— Marosa Di Giogio me gusta mucho y creo que ella fue pionera de alguna manera. Ella hizo cosas que fueron prácticamente adelantadas a las poéticas genéricas. En la escritura de Marosa hay humanos copulando con flores, con animales, cuerpos híbridos, la presencia de lo femenino, es muy interesante lo que ella hace y para mi ella fue una adelantada a su época. 


A medida que vamos cambiando la mirada hacia la naturaleza necesitamos - imagino - pensar en nuevas maneras de relacionarnos con la naturaleza. Ahí es donde el lenguaje se queda corto. El lenguaje no fue creado o pensado para hablar y comunicar determinadas experiencias. 


Esto sucede, por ejemplo, con la experiencia mística - siempre es incipiente. Cuando se intenta poner en palabras la experiencia mística siempre es rudimentaria, no se logra transmitir porque el lenguaje no es suficiente para llegar a esos lugares. 


Acá pasaba eso y por eso la protagonista hace una reflexión sobre el lenguaje, sobre lo corta que le quedaba el lenguaje al momento en que ella quería comunicar ese vínculo que fue haciendo con la montaña, con todo lo que vive y muere en la montaña.



— Hay escenas muy bellas en la novela, como esa relación de la protagonista con la naturaleza y ese permiso que le pide a la tierra para abrirla, para hacer un pozo. En el epígrafe del inicio citas el libro Popol Voh, ¿por qué esa referencia? ¿Fue un libro de consulta mientras escribías el libro?


— Lo tengo presente porque fue una de mis muchísimas lecturas y referencias. Si hay algo que me gustaba era como propone el Popol Voh una mirada radical a la manera en que el ser humano existe en el mundo posicionado con todo lo demás. El Popol Voh de entrada ya está diciendo - al contrario de la Biblia que dice que somos a imagen y semejanza de Dios - que los humanos fueron creados a partir del maíz, e incluso antes de ser creado por el maíz - dice que se había probado varias veces la creación y fracasa. Primero intenta del barro, pero se desmorona, después intenta con la madera y no funciona, finalmente cuando lo hace desde maíz el humano toma forma. 


Ya pensar eso que venimos del barro, de la madera y del maíz que son de la tierra - que son la naturaleza misma - te cambia nuestro origen - de dónde venimos. Somos naturaleza. No somos imagen y semejanza de Dios, sino somos la tierra misma. 



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“La escritura nos saca del lugar de víctimas


¿Qué hace la escritura? ¿Escribir sana? Este año la escuché a Fernanda Trías en una entrevista asegurar que la escritura nos saca del lugar de víctimas porque podemos tomar la palabra.


Aquí consultada sobre escritura comentó que hace tiempo viene pensando sobre si escribir sana o no. “Es difícil asegurar eso”, deslizó y su voz se volvió más pausada, reflexiva. Se abrió un espacio de silencio. En Estados Unidos hay una corriente que se llama Narrative Medicine, que es la medicina narrativa. Es algo que existe como una rama que se estudia y se da en la universidad para estudiar. Básicamente es una mezcla extraña entre escritura creativa y escritura terapéutica. Se utiliza la escritura como forma de sanación en diferentes contextos. 


“Cuando pienso si la escritura sana no sé si sana pero sin dudas vuelvo a eso que retomas - la escritura como empoderamiento. En el sentido que nos saca del lugar de víctimas porque por lo menos tomamos la palabra. Al tomar la palabra - al decir yo y narrar nuestra historia - de la manera que nos parezca hay un gesto importante que nos pone en otros lugares. El simple hecho de salir del lugar pasivo tiene un componente que permite exorcizar algunas cosas. Escribir ayuda en muchas cosas. De todos modos, ojalá fuera tan fácil como decir escribo sobre esto y me sané. Es mucho más complejo que eso pero ayuda”. 



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— Volviendo al libro. Hay muchas relaciones o vínculos ahí - por nombrar uno esa relación que se narra de la protagonista con su madre, con el hombre de la montaña, entre otras relaciones me sale una pregunta, ¿qué es el amor?



— Para mí el amor es la atención. El amor es atención. Es cuidado. Siento que el cuidado y la atención son palabras relacionadas a cómo entiendo el amor y la ternura. Siento eso, hay algo que podríamos aprender sobre el amor si entendemos al amor como mirar con atención su existencia. Creo que en muchos aspectos que la idea que nos hacemos del amor - parte de este cuestionamiento de qué es el amor - en la novela se lo pregunta la mujer a la montaña y la montaña dice qué es el amor para los hombres. 


Es extraña para la montaña la manera en que entendemos el amor. Porque el amor para la naturaleza es otra cosa. Siento que la idea que tenemos del amor está totalmente atravesada por un espíritu de época y eso es el tiempo que nos toca vivir bajo el capitalismo. Nada se sustrae de las lógicas capitalistas. No solo las relaciones, los vínculos, los sentimientos, el arte no se sustrae de esas lógicas. La tensión existe. Siento que hay una cosa muy transaccional en la manera en que nos amamos, todo es para mi y hay un egoísmo muy fuerte. Te doy algo y vos qué me das, buscando un supuesto equilibrio y ahí están todas las lógicas transaccionales en juego.


— La contracara del amor es la muerte. En la novela la muerte está presente. Pensando en el contexto que fue escrita se puede pensar en las fosas comunes por covid, pero también está Colombia y su violencia.  


— Me parece interesante eso porque no lo había pensado antes como influencia de la pandemia. Estábamos viviendo ese tiempo terrible en que los muertos aparecían reproduciéndose en las calles. Sin embargo, yo no estaba pensando en la pandemia sino que pensaba en las desapariciones que tienen que ver con la violencia en Colombia. Eso sigue pasando. También por asociación a los desaparecidos en dictadura en nuestra región. 


Tenía todo eso presente pero el drama de las desapariciones me impactan mucho. Me duele mucho. Hace unos pocos días estaba leyendo una estadística que denunciaba que en México desaparece una persona cada noventa minutos. Es una locura total e inimaginable. El drama que vive México con la violencia vinculada al narcotráfico y al crímen organizado es la misma que vivió Colombia en los años noventa. 


Las personas desaparecen, son buscadas por sus familias, reciben amenazas y hacen lo que pueden. Es casi igual a lo que vivimos bajo las dictaduras, las buscan las madres y los familiares. Existe un desamparo estatal. 


Impactada por estos contextos en la novela revertí todo y aquí los cuerpos aparecen. La protagonista de la novela no sabe de dónde vienen ni por qué aparecen los cuerpos. Nosotros los lectores podemos intuir que hay actividades ilegales que se producen en lo profundo de la montaña y que están relacionadas con los cuerpos que aparecen. Aquí trabajé esto esto de que los cuerpos aparecen pero en la novela no dice que desaparecen para trabajar la contraria. Si aquí estos cuerpos es porque en lo no dicho esos cuerpos desaparecieron de algún otro lado.



— Hablamos de amor y muerte, todo eso en la novela está atravesado por un hilo poético muy importante, ¿cómo o cuál es tu vínculo con la poesía?


— Soy una lectora muy apasionada de la poesía. Para mi no deberían estar separadas la narrativa de lo poético. Pero a veces se piensan en cosas separadas. No he escrito poesía en sí mismo. Para mí leer es fundamental y también creo que los que somos narradores deberíamos casi por obligación leer poesía. 


La poesía - cuando la leo en nuestra lengua - siento que nos enseña cosas de la escritura. Nos enseña sobre todo los sonidos - por qué una frase es eufónica o por qué esta frase suena bien y esta suena mal. Tengo que ser capaz de explicarlo. En general muchos narradores no son capaces de explicarlo y creo que ese aprendizaje en mi caso viene de leer poesía, de leer poesía en voz alta y empezar a notar cómo trabajan los sonidos. 


Además, le sumo otra cosa. La construcción de sentido de manera no literal eso te enseña la poesía. Cuando construí el personaje femenino de la novela - la protagonista de la historia tiene un origen sin educación, viene de un entorno rural y de una precarización total. Cuando estaba construyendo su voz pensaba que quería que sea una voz muy simple, al mismo tiempo con esos recursos llegue a lugares poéticos. Ese fue un gran desafío de la novela. 


— Bueno, ahí sobresale por ejemplo esos diálogos que tiene con las testigos de Jehová.


— Ah, si. Me encantan esos personajes de las testigos de Jehová. Me parecía que traían mucho humor y que atraían una reflexión filosófica de muchos órdenes. Creo que van trabajando ahí una sabiduría propia.



“Este es un libro poético”


La novela de la que hablamos en esta entrevista con Fernanda Trías, El mento de las furias, recibió la distinción del Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2025. Es la segunda vez que alcanza esta distinción. El jurado integrado por Giselle Etcheverry Walker, Patricia Córdova Abundis y Julián Herbert, destacó la fuerza poética del lenguaje, el ritmo narrativo y la creación de personajes “excéntricos, vívidos y entrañables”.


Hace varios años Fernanda había recibido esta distinción por su novela Mugre Rosa. El premio amplificó el universo de sus lectores. Durante años venía publicando en editoriales independientes, “tenía lectores muy fieles y lectores literarios”, describió ella. Con esa distinción pasó a publicar ya en editoriales grandes y sus libros llegaron a un número impensado de lectores. “Fue una transformación muy grande”. 


Mientras hace una pausa y narra sus sensaciones, Fernanda Trías expresó que este año la distinción le resultó doblemente especial por lo que siente por este libro. “Me parece que es un libro - como vos decías - es un libro poético. Aquí hay mucho trabajo con el lenguaje y eso hace de que no sea un libro comercial. El premio para mi es un reconocimiento que valora ese trabajo. Eso me llena de alegría”.  En unas línas del libro se lee, "para existir, el amor se inclina, tiende hacia afuera". Eso hace Fernanda Trías en su novela.