domingo, 22 de mayo de 2011

“Son los cuerpos que festejan”



Como el roció que va humedeciendo nuestro ambiente, hemos creado a lo largo de estas semana una serie de reflexiones sobre el chamame y su entorno. Movidos por el Encuentro Regional de Arte Folclórico del Litoral, rumiamos y analizamos cuestiones ligadas a la danza y la música de esta tierra. Hoy cerramos con palabras de José Luís Castiñeira de Dios, Gabriel Cocomarola, Adly Balestra y el Chango Spasiuk.

por paulo ferreyra
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Los niños a medida que creen se convierten – por momentos – en los mejores periodistas del mundo. Pues nunca están satisfechos con las respuesta que les damos, siempre vuelven a preguntar por qué, cuándo, cómo, dónde y esa lista interminable de cuestionamientos que nos hacen. Pues aquí abrimos una serie de conceptualizaciones que nos pueden ayudar – o no – a brindar respuestas de la talla de qué es el chamame, cómo es el chamame, dónde estamos parados con el chamame.

Aldy Balestra tomo el micrófono y comenzó analizar el chamame y su mercado discográfico. “Creo y estoy convencido de que el chamame no es una moda, el chamame va a estar siempre, porque vive con la gente, es el aire, es la manera de respirar, es la forma de caminar y de andar por la vida. En el interior por lo menos el folclore no es moda”.

“En la actualidad hay un grupo que hace chamame de una manera tradicional, son los menos, - apunta Balestra. Lo tradicional está en la bailanta, en los festival y en el conurbano bonaerense, lo grandioso que son las bailantas chamameceros por el conurbano. Este grupo son lo menos, creo que no se le da valor a los grandes como Úbeda Chávez, Octavio Osuna, Gregorio de la Vega, Gregorio Molina, Tilo Escobar, me voy a quedar corto nombrando a todos.

Existe una gran cantidad de músicos que rescata lo que se hacía hace tiempo atrás. Después están las piezas únicas como Antonio, Teresa, Chango, Mario Bofill, son piezas únicas. No pertenecen a un movimiento, les guste o no, son ellos. Tiene su asidero y son parte de la gran cultura.

Después esta el movimiento joven, del cual soy parte en gran medida, que vino en los 90, folclore joven que no coincido con ese concepto. Con el Trío Laurel buscamos una estética comunicacional diferentes, tuvimos nuestra críticas al comienzo y después ya no. Nosotros buscamos una actitud diferente. Rudi y Nini Flores hicieron un quiebre en la música. Después están las cosas nuevas que no sabemos a dónde van a ir”.


La mesa debate estaba conformada por José Luís Castiñeira de Dios, Gabriel Cocomarola, Adly Balestra y el Chango Spasiuk. El moderador de la mesa era uno de los referentes de la cultura del litoral, Miguel López Breard. La exposición comenzó con Castiñeira de Dios hablando del chamame dentro del folclore nacional y la industria discográfica, continuó Aldy Balestra y posteriormente Spasiuk.

Con el micrófono en mano, el Chango Spasiuk rescató en primer término las palabras de Castiñeira y puntualizó rápidamente sobre la industria discográfica y el chamame. “El mercado excluye o integra en la medida en que el chamame venda. Grandes compañías multinacionales comieron gracias a Tarrago Ros, Montiel, Transito, grandes vendedores de discos. Los directivos seguían invirtiendo el dinero en desarrolla otro tipo de estéticas, tras una histórica subestimación de la música del litoral. No les interesaba desarrolla esta estética del litoral porque les deba vergüenza, una vergüenza construida sobre una profunda ignorancia que creo que es la bandera del país es este último siglo. La ignorancia en el sentido de un profundo desconocimiento de nuestra historia y de la riqueza de la diversidad que tenemos. Es inmensa la riqueza sonora que existe en cada región del país. Hay pocos lugares en el mundo que tengan un abanico sonoro como tenemos en Argentina.

Me parece que el mercado corta y cierra la puerta de la música – advirtió Spasiuk - esa gente no está formada. Invierten el dinero que le generaron los referentes chamameros en otros tipos de estéticas que a la larga no le generaron ninguna regalía. Es más, los chamameceros venían a grabar en uno o dos días y casi en el orden que iban a ser editados sus discos, con muy bajos costos pero de mucha calidad. Sin embargo a la hora de las ventas siempre se imponían. Esto ha pasado con el chamame, lo que queda del mercado – de la industria discográfica - tiene una deuda con el chamame.

“Cabe agregar que encima que les han dando de comer durante muchísimo tiempo todavía, hoy después de muertos, los músicos siguen penando pues sólo se editan sus grandes éxitos cuando la obra de Montiel –por ejemplo – es extremadamente grande”.

Con respecto al chamame, tras esos silencios que son propios de Spasiuk, buscado palabras vaya uno a saber donde, advirtió que tiene un punto de vista muy particular sobre el tema. “El hombre tiene una mirada muy subjetiva de lo que cree llamar la realidad. Entonces hay muchos que describen la realidad de una manera muy buena pero sigue siendo subjetiva. Creo que uno puede pararse sobre lo que han dicho y escrito los demás, qué es el folclore, pero no debemos dejarnos de preguntar y hurgar en lo que le puede faltar a esa lectura que han hecho los demás”.

Hay un historiador como Vega que tenía una postura muy infantil sobre el chamame, lo veía como una polca europea tocada en 6 x 8, no tenía la menor idea de lo que era el chamame. Esta bueno respetar el trabajo antropológico de mucha gente que se metió a estudiar el asunto, escribir o grabar, pero me parece que es de una absoluta inrresponsabilidad de la juventud tomar esos elementos como absolutos. Hay que madurar y elaborar un punto de vista nuevo. Eso es fundamental”.

En cuanto al concepto de chamame Spasiuk manifestó que “lo que yo llamo chamame es el mundo sonoro del nordeste Argentino, lo que hay entre el Paraná y el Uruguay, lo que hay entre el sur de Brasil, parte de Paraguay, una región como las provincias de Misiones, Corrientes, Chaco, Santa Fe, Entre Ríos, el gran Buenos Aires, es un región que durante siglos convergen un montón de hombres, situaciones y elementos. Una pequeña síntesis de todo eso se expresa a través de un mundo sonoro. Ese mundo sonoro podría llamar chamame. Esto perdura porque es la expresión de las personas que habitan este lugar, no porque el mercado se ocupo de ellos. Lo más importante esta en el corazón de las personas, hay algo que vive en el corazón del que recibe, del que saborea y del que lo toca a su manera. Esa expresión sonora que uno podría llamar chamame. Creo que hay mucho para poner en la mesa, para enriquecer nuestro punto de vista y para enriquecer nuestro propio mundo interior”.


Sobre el final, y para no extendernos demasiado, dejamos una síntesis muy apretada de lo que nos han dejado las palabras de Gabriel Cocomarola quien rescató desde un comienzo el trabajo musical que hicieron “nuestros mayores”. “Hay que trabajar con respeto la música – manifestó – Parado sobre la tradición podemos comenzar a escribir y proponer nuestras cosas. En lo personal uno no quiere sonar igual a otro, pues por ejemplo siento una gran admiración por lo que hace Rudi Flores, pero cuando me pongo a tocar trato de aprender todo lo bueno que nos han dado en la música. El crecimiento de nuestra música depende de cada artista en formarse, trabajar y estudiar mucho”.

Entre las muchas definiciones que ha manifestado Castiñeira de Dios nos quedamos con esta que es clave en nuestro litoral. “La cultura nos llega por el oído, la vista no hace más que acomodarse a lo que nos cuente el oído. Por eso la música es una fuente de conocimiento. Aquí tenemos el chamame que se baila y se canta, eso sucede en la Fiesta del Chamame, entonces son los cuerpos los que festejan, esto es un valor muy grande. Hoy sucede algo extraordinario y es que los músicos están estudiando música, esto convierte al chamame en una música en constante desarrollo. Como dijo Gabriel, esto está creciendo, se expresa con mayor libertad y hay una generación que está dispuesta a escribir cosas importantes dentro de este género”.

martes, 17 de mayo de 2011

"Siempre es especial"


En una tarde otoñal, los flautines del sol regaban el paisaje con su canto, mientras un chamame hacía más linda la vida. En la casa de Paquito Aranda siempre se respira buen clima, su sonrisa, sus alumnos, su entorno familiar, la música que está presente sin que la mencionemos. En estos días el bandoneonista cumple un año más de vida, “siempre es especial un cumpleaños, estar con la familia, con los amigos, con la música regando cada momento”, sentencia Paquita tras una nueva sonrisa que hace más alegre la vida.

por paulo ferreyra

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El sol todavía estaba arriba, en la casa de Paquito Aranda un señor –que ya había dejado hace mucho los 50 años – estaba ejercitando unos acordes en su acordeón. Paquito ceba unos mates y por esas cosas de la vida seguimos una conversación que ya estaba iniciada. “Vos sabes que siendo joven hablaba tres idiomas, el portugués porque vivíamos en frente de Brasil, el guaraní porque me gusta y el castellano”.


En el ambiente hay distintos premios y distinciones que ha recibido Paquito a lo largo de su vida, “este es mi lugar de ensayo, de encuentro con la música”, advierte. Tras un silencio – esa pausa necesaria para tomar un mate – el músico recuerda que le costó mucho hacer su camino de musiquero. “Me costó mucho, hoy por hoy todo es más fácil. El que no aprende – no digamos que porque no quiere – pero tal vez no es tocado por la varita mágica de ser músico. Pienso que para ser músico, para vivir de la música, tenés que nacer músico. En esta vida no podes esperar a fin de mes para tener plata, tenés que salir vos a buscar el sustento de la vida todo el tiempo”.


Un segundo nacimiento


Paquito considera que es músico profesional desde el año 1962, aunque ya venía trabajando antes con la música pero a partir de ese año se pudo comprar su primer bandoneón. “Soy carpintero, tengo conocimiento de albañilería, me defendía en la vida ocupando distintos oficios”, comenta. “Comencé tocando y trabajando en Paso de los Libres, mi tierra, después me fui a Buenos Aires y seguí haciendo lo mismo. Muy poca gente sabe que durante un año trabajé doce horas diarias, incluso había parado de salir a tocar, pues reuní en aquel momento 38 mil pesos para poder comprarme el bandoneón. A partir de allí me dediqué por completo a la música”.


Paquito Aranda tiene una sonrisa que se vuelve una expresión de su rostro en cada momento que habla. Sigue cebando el mate y hasta tiene un momento para la emoción. Su bandoneón está sentado muy cerca suyo, casi pegado al cuerpo, cuando recuerda que en 1962 lo adquirió le echa un vistazo, casi le habla. Luego lo toma, me mira y cuenta, “en marzo de este año cumplimos 49 años juntos, míralo cómo esta, se le ve los numeritos, casi nuevo todavía”.


En aquella tierra lejana de Buenos Aires Paquito pudo comprarse su bandoneón, tocar durante mucho tiempo y comenzar a dar clases de música. “Comencé en el Teatro Verdi – recuerda – en el barrio de la Boca, ahí Rojas tenía una academia y me llamó, ya estaban enseñando Isaco Abítbol, Fito Ledesma, Ton Núñez, un gran guitarrista”.


Cuando Paquito adquirió su bandoneón comenzó su carrera profesional de música, pues ya no volvería a ocupar otros oficios. “Ni bien me compré el bandoneón fui a integrar el conjunto de Damián Cena, como director del conjunto. Antes había estado con Rubén Miño, un gran acordeonista, en el conjunto “Los Provincianos”. Paquito sonríe y destaca que tuvo suerte al estar rodeado siempre de buenos músicos y buenos compañeros. “Con Alfredo Morales toqué en el Salón Princesa de Armando Nelli, ahí fui recomendado por Isaco, tuve la oportunidad de Conocer a Manuel Gómez, excelente compositor. Conocí a Pablo Domínguez, Apolinario Benítez – guitarrista que le acompañaba a Isaco. Después fui con Rubén Miño. Conocí a muchos músicos.


El camino solista de Paquito Arando lo transitó con el Rui Señor Correntino, el apodo de Ramón Pérez, muy buen cantor. “Estando en Buenos Aires grabé con Julio Luján, hicimos un compacto donde me acompañaron Palermo, que era guitarrista de Raulito Barboza, Juancito el Peregrino, Gatti – un guitarrista muy bueno. Oroño, uno de los guitarristas que había integrado el conjunto de Montiel”.

La charla con Paquito se desliza por sus composiciones, por algunas de las características de sus alumnos, por su trabajo como músico chamamecero.


Hace muy poco tiempo recibió un reconocimiento por parte del municipio de Paso de los Libres, ahí se reencontró con sus grandes amigos, Ernestito y Juan Montiel. “Con ellos compusimos un tema este año. En principio hablamos por teléfono y les pasé una letra que había escrito sobre el festival de Federal, Entre Ríos. Tres o cuatro días después que le pasé la letra me llaman y me dicen que ya le habían puesta la música, ellos ya lo estrenaron en Federal este año”. A modo de adelanto, Paquito nos regaló las primeras glosas de esta nueva canción -


Noches plateadas


Están las noches plateadas

aromadas de azahares

esa fragancia y cantar

que es propio de la región.


La queja de un acordeón

o de un bandoneón montielera

y una guitarra señera en las

manos de un cantor.


Son tan lindos los lugares

el encanto y el safio

la provincia de entre ríos

de mi lindo litoral.

Gigantesco un festival

con desempeño profundo

se están proyectando al mundo

las noches de federal.


El martes 17 Paquito cumple un año más de vida, “componer, estar en contacto permanente con la música, la familia y los amigos me mantienen muy vivo”, sostuvo el músico. “Siempre es especial el día del cumpleaños, hay que agradecer a Dios sobre todas las cosas, agradecer el saludo de toda la gente. Siempre debemos disfrutar el momento presente, lo de ayer es viejo y lo de mañana está por verse”.

domingo, 8 de mayo de 2011

Poesía del alma


En nuestra segunda entrega de lo que fue el Encuentro Regional de Arte Folclórico del Litoral queremos mencionar la mesa donde estuvieron presentes Julio Cáceres y Coqui Ortiz, el poeta Cacho González Vedoya ofició de moderador. Un siesta que se había ido hacía mucho, en el Museo de Artesanías la gente iba y venía, casi puntualmente pasada las 16,30 comenzó la mesa debate sobre “El canto y la poesía en el Arte Folclórico Regional”.

por paulo ferreyra - [email protected]

En el lugar había poca gente, dos mates se disputaban el protagonismo entre el público en la sala fría y oscura del Museo. Con su sonrisa característica, Julio Cáceres tomo la palabra, “No es lo mismo saber que no saber” disparó desde el comienzo. “Nuestra palabra es muy importante, porque decimos que somos una región guaraní y para ellos como para nosotros el alma es la palabra. Quizás ahí este la explicación más simple del porque nuestro chamame tiene tanta aceptación en el pueblo, pues la gente se reconoce en la palabra del poeta o el cantor popular”.

Julio aprovechó su oportunidad para mencionar a los Payadores Correntinos que “en toda la provincia había muchos, y muy buenos, pero tal vez se han perdido porque sólo hablaban guaraní”. Por nombrar a uno de ellos Daniel Calderón, figura clave dentro del compuesto que tiene relación con temas políticos.

En la exposición de Julio leyó algunos fragmentos de algo que había traído para la ocasión. Cacho Vedoya lo miraba cada tanto y asentía con la cabeza las palabras de Julio, como afirmando los dichos. “El decir del poeta y cantor no se aprende de los libros y de las ciudades, esta en el hablar de la gente, esta en el pueblo, ahí hay que buscar su fuente”.

Al turno de Coqui Ortiz, el autor y compositor chaqueño, no se guardó elogios para Cáceres y Vedoya. “Es muy difícil hablar en este momento para mi, pues yo crecí con Julio Cáceres y con Cacho González Vedoya sin que ellos lo sepan, aprendí a querer nuestra cosas gracias a ellos”. Hubo en ese espacio miradas cómplices entre los músicos, “ellos enaltecieron nuestra palabra, en mi casa se evocaba esta cultura del chamame”, comentó Coqui.

Con respecto a la poesía el músico chaqueño advirtió que la importante está en la tradición oral, que se va pasando de generación en generación. El chamame tiene vigencia y vigor se fortalece día tras día. “Cuando comencé a tocar la guitarra allá por el 87 había mucha efervescencia por la música, y nuestra provincia no escapo a esa valoración del chamame”.


Cacho González Vedoya, quien oficiaba de moderador pero también expuso lo suyo, quiso agregó que para “el guaraní el tiempo era la palabra. Nuestra música está en castellano pero el pensamiento está en guaraní. Aquí no tenemos pueblos originarios, pero los guaraníes nos dejaron el pensamiento y la palabra”, destacó.

Coqui Ortiz volvió a destacar la labor de los poetas del litoral. Tanto aquí como en el Chaco, Misiones o Formosa hay buenos poetas. “Luís Meloni entró en mi casa y sin que le abra la puerta. Él sin saber se sentó a mi lado a escribir muchos de los versos que compuse en mi carrera”, describió el músico y despertó cierta sonrisa en el público.

“El chamame es una música para todos, no discrimina, no hace distinciones, no hay retorno cuando te gusta el chamame”. Comentó Julio Cáceres cuando volvió a tomar la palabra, para destacar que cuando estuvo en la comisión que dio el puntapié inicial para la Fiesta Nacional del Chamame pensaba en eso, en una fiesta para todos. En los “festivales los músicos pasan uno tras otro, pues en la fiesta todos se integran, la personas que van a la Fiesta del Chamame sienten que participan, que son parten de todo ese movimiento y no simple espectadores”.

El diálogo se extendió por casi dos horas, cruce de palabra entre los músicos y la participación del público presente. Casi como sentencia sobre el final Cacho González Vedoya advirtió que el “poeta está en la búsqueda de la belleza y es el guardián de nuestras cosas”.


miércoles, 4 de mayo de 2011

“Soy chamamecero nato”

Aníbal Maldonado no anda con muchas vueltas, se define rápido y su sonrisa se mezcla con cada palabra que dispara. Devenido en actor en estos últimos años, sostiene que la “música es lo más importante. Ya no puedo pedir nada a la vida, voy caminado y me sorprendo a cada instante de las cosas que suceden”.


por paulo ferreyra

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Aníbal me recibe en su casa de la ciudad de Corrientes, estrecha la mano y una sonrisa pone en remojo la entrevista desde el primer paso. Hace varios años que se metió en el cine de la mano de Sorín, películas como Historias Mínimas o El camino de San Diego lo tuvieron entre sus filas, después llegaron películas dirigidas por Juan Solanas -hijo de Pino Solanas- y Camilo Gómez. “En la película “El último sapukái”, sobre Isidro Velázquez hago de policía y en la película “El camino de san diego” – de Sorín- había hecho de contrabandista, cosas que tiene el cine”, comenta. “Dentro de unos días vuelvo a filmar con Camino la película Payé”.


Su derrotero siempre es la música, “el chamame es lo más importante. Ahora que sale este nuevo disco tengo una pica, algo que me pregunto si se podrá hacer, presentar el disco en el Teatro Vera. Me gustaría mucho hacerlo, ahora estoy en tratativas, ojalá se pueda hacer”, su deseo se pierde también en una mirada imaginando estirar el fuelle de su acordeón en la caja mágica del teatro.


¿Cómo se alterna el cine y el chamame?


Te soy franco, a mi me traen los proyectos de cine. Un día cuando estaba en el sur, en el puerto San Julián –ahí se filmo Historias Mínimas – me preguntaban si estaba tranquilo. Me decían, “no actúes, no actúes nada, no hagas nada, sé vos mismo, vos sos así, te reis así, hablas así, caminas así. Desde aquel momento nunca actué, porque ellos me dijeron que si actuaba no servia para lo que ellos querían.


¿Y el instrumento respiraba por ahí también?


La película “Historias Mínimas” fue musicalizada con dos chamame que me pertenecen, por supuesto eso es una cosa grandísima. Estando lejos de mi tierra y que en una película pasen chamame es algo profundamente emocionante. Hay otra película también, “El señor de los pájaros” que tiene temas míos. Participé en “El camino de san diego” de Sorín, ahí soy un contrabandista, estoy en la ruta vendiendo cosas que no tiene que ser. Ya tengo muchas películas en mi historial, la última que se estrenó fue “El ultimo Sapukái, sobre Isidro Velázquez.


¿A pesar de todo seguís componiendo?


La música es mi base, mi fundamento, no te olvides que soy música antes que nada. La música es lo más importante en mi vida.


Tuviste la oportunidad de abrir el ciclo de Corrientes de Punta a Punta, ¿cómo te sentiste?


Eso me dio mucha alegría, porque no sabes la cantidad de músicos que hay en toda la provincia. Nuestra zona es extremadamente chamamecera y los música riegan el litoral, me puso muy contento también el acompañamiento de la gente allá en Sauce.


Estas por editar un disco. A la hora de componer, ¿te haces un tiempo para eso, trabajas en las composiciones o viene sólo?


Esto último es lo acertado. Autor y compositor, yo en la Sociedad Argentina de autores y compositores soy socio de las dos formas. Creo que se nace con eso adentro. En el nuevo disco hay un tema, un vals, que se titula “A Edgar Romero Maciel”. Un día llega acá una chica, me dice que tiene una letra y que le gustaría que le ponga música. Leo el título “A Edgar Romero Maciel”. Ah le digo – “el era un gran amigo, el vivía prácticamente en mi rancho de Paso de la Patria, incluso en marzo salió en algunos medios una foto donde esta Edgar, Ramona Galarza y yo, buena esa foto es frente mi rancho”. Cuando leí el titulo de la letra me emocione, le hice pasar, nos sentamos un rato, en veinte minutos le hice la melodía. A veces sin embargo pasa que vos le querés poner música a algo y tardas tres o cuatro meses. Esto no tiene lógica, ese me salió en ese momento. Todos los chamame que toco son típicos, clásico al mango, soy el chamamecero nato. Me va bien. Si alguien no vende no graba más. Estaba sentado con Abrahán Helú y me muestra la caratula de lo que está por salir, y me dice porque no preparas material para grabar otro disco antes de fin de año. No sabe ni lo que va a pasar con lo que esta por salir y ya me pide que grabe otro.


Podes adelantarnos el título del disco y algunas composiciones.


El disco va a tener quince canciones correntinas, y el titulo es “Si el campo crece, crece el país”. Hay un chamame que se titula así, un estandarte en honor a toda la gente que posibilita que al mediodía o a la noche nos podamos sentar alrededor de una mesa y nos brindan la materia prima para alimentarnos. En homenaje a ellos va el disco.

Hay temas nuevos y clásicos. Grabé Cambacua. Las cosas que tiene la música, hay veces que quiero subir al escenario y explicar parte por parte lo que uno hace, el motivo de la música. Grabé Karaí Pujol. Grabe por la historia, es una canción clásica de nuestro acervo guaraní.


Cuando tenía 15 años me contrataron para ir a tocar a Tabay, recuerdo bien que salimos por la mañana bien temprano, llegué hasta saladas, de ahí había una fonda -fonda era esos comedores de antes- paramos ahí y teníamos que esperar que nos vengan a buscar. A la vuelta teníamos que esperar otra vez el vehículo que nos traje hasta Saladas. Después que terminamos de tocar no dice un señor de la pista, acá hay un tractor con algodón que está por salir para Saladas, eran las 5 de la mañana, querés ir, - pero como no le dije!. Nos habían regalado una cabeza de chanco, así que veníamos comiendo eso arriba del algodón. Llegamos a Saladas, al mediodía, el tractor te imaginas con carga y todo era más lento todavía. A las 14 venía un colectivo que nos traía hasta Corrientes. Esperamos en la fonda, cuando la gente vio nuestro instrumento comenzaron a decir - ¡que toquen, que toquen uno temas! Entonces sacamos nuestros instrumentos y comenzamos a tocar uno chamame. Por ahí toco Karaí Pujol, se para un señor del fondo, medio rubio, cara colorada, bombacha negra, botas negras, camisa blanca y chaleco. –“Repita la pieza, dale toca otra vez”, me dijo. Gira mirado al cantinero y le dice – “lo que consumen los muchachos pago yo”. Tocamos otra vez karaí Pujol, y saco de su billetera tres veces más de lo que habíamos ganado esa noche en la bailanta. Se acerca y me dice - Yo soy Quince Pujol, soy karaí Pujol.


Grabaste “Arrastrando espuelas” y un tema llamado “Tatú Miño”, ¿qué historia encierra ese tema?


Ese tiene una trasfondo muy lindo, ese chamame lo compusimos con Antonio Tarrago Ros. El chamame se titulo “Tatú Miño”. Cuando Antonio era chico, Tarrago viejo se fue a mudar a Rosario, el quedó ahí en Curuzú, siendo muy chico. El solía esperar a un tipo que vendía de todo en un canasto, pastelito y esas cosas, siempre le tiraba algo para comer a Antonio. Cuando se encontraban o se veían él le tiraba algo para morfar. Un día estábamos en la casa de Cholo Aguirre en Buenos Aires, autor de muchos temas hermosos. Entonces Antonio me dice - quiero hacer un tema y le quiero poner el nombre de una persona que tiene mucho que ver con mi vida, Tatú Miño, ahí compusimos el tema y el grabo. Pasó el tiempo y yo recién ahora grabé. Cuando él se entera de que estoy por grabar me llama y me dice – vamos a mencionar algo. Hasta ahí te cuento, recordá estas palabras y presta atención al tema. Es increíble. Escúchalo. A todos los recomiendo, cuando tengan el disco escuchen este tema. A mi me emociona profundamente.


Qué rescatas o qué traes cada vez que visitas el interior de la provincia.


En primer lugar te digo que el guaraní vale oro. Lo que nosotros tenemos no lo tiene cualquiera. Cuando ando por afuera me presento como gente de la raza guaraní. Cuando fui a Europa no podía creer lo que sabían de nosotros, ellos saben mucho más de lo que nos podemos imaginar. Lo otro que observo es preocupante, no hay trabajo en el interior, creo que acá en capital eso se tapa un poco. Pero en el interior se siente mucho. Esta muy mal la cosa, para mi el que inventó el plan, cualquiera de los planes que está en vigencia, para el político es un héroe. Con lo que se gana en el plan no alcanza para cubrir las necesidades básicas, pero la gente se prende. Ahí el político saca provecho de eso. Lo lindo sería que la gente produzca cosas. Sabes la cantidad de tierras que tenemos sin sembrar. Los gobiernos deberías tener políticas para que la gente se quede en el campo y no que venga a la ciudad.-