Aníbal Maldonado no anda con muchas vueltas, se define rápido y su sonrisa se mezcla con cada palabra que dispara. Devenido en actor en estos últimos años, sostiene que la “música es lo más importante. Ya no puedo pedir nada a la vida, voy caminado y me sorprendo a cada instante de las cosas que suceden”.
por paulo ferreyra
Aníbal me recibe en su casa de la ciudad de Corrientes, estrecha la mano y una sonrisa pone en remojo la entrevista desde el primer paso. Hace varios años que se metió en el cine de la mano de Sorín, películas como Historias Mínimas o El camino de San Diego lo tuvieron entre sus filas, después llegaron películas dirigidas por Juan Solanas -hijo de Pino Solanas- y Camilo Gómez. “En la película “El último sapukái”, sobre Isidro Velázquez hago de policía y en la película “El camino de san diego” – de Sorín- había hecho de contrabandista, cosas que tiene el cine”, comenta. “Dentro de unos días vuelvo a filmar con Camino la película Payé”.
Su derrotero siempre es la música, “el chamame es lo más importante. Ahora que sale este nuevo disco tengo una pica, algo que me pregunto si se podrá hacer, presentar el disco en el Teatro Vera. Me gustaría mucho hacerlo, ahora estoy en tratativas, ojalá se pueda hacer”, su deseo se pierde también en una mirada imaginando estirar el fuelle de su acordeón en la caja mágica del teatro.
¿Cómo se alterna el cine y el chamame?
Te soy franco, a mi me traen los proyectos de cine. Un día cuando estaba en el sur, en el puerto San Julián –ahí se filmo Historias Mínimas – me preguntaban si estaba tranquilo. Me decían, “no actúes, no actúes nada, no hagas nada, sé vos mismo, vos sos así, te reis así, hablas así, caminas así. Desde aquel momento nunca actué, porque ellos me dijeron que si actuaba no servia para lo que ellos querían.
¿Y el instrumento respiraba por ahí también?
La película “Historias Mínimas” fue musicalizada con dos chamame que me pertenecen, por supuesto eso es una cosa grandísima. Estando lejos de mi tierra y que en una película pasen chamame es algo profundamente emocionante. Hay otra película también, “El señor de los pájaros” que tiene temas míos. Participé en “El camino de san diego” de Sorín, ahí soy un contrabandista, estoy en la ruta vendiendo cosas que no tiene que ser. Ya tengo muchas películas en mi historial, la última que se estrenó fue “El ultimo Sapukái, sobre Isidro Velázquez.
¿A pesar de todo seguís componiendo?
La música es mi base, mi fundamento, no te olvides que soy música antes que nada. La música es lo más importante en mi vida.
Tuviste la oportunidad de abrir el ciclo de Corrientes de Punta a Punta, ¿cómo te sentiste?
Eso me dio mucha alegría, porque no sabes la cantidad de músicos que hay en toda la provincia. Nuestra zona es extremadamente chamamecera y los música riegan el litoral, me puso muy contento también el acompañamiento de la gente allá en Sauce.
Estas por editar un disco. A la hora de componer, ¿te haces un tiempo para eso, trabajas en las composiciones o viene sólo?
Esto último es lo acertado. Autor y compositor, yo en la Sociedad Argentina de autores y compositores soy socio de las dos formas. Creo que se nace con eso adentro. En el nuevo disco hay un tema, un vals, que se titula “A Edgar Romero Maciel”. Un día llega acá una chica, me dice que tiene una letra y que le gustaría que le ponga música. Leo el título “A Edgar Romero Maciel”. Ah le digo – “el era un gran amigo, el vivía prácticamente en mi rancho de Paso de la Patria, incluso en marzo salió en algunos medios una foto donde esta Edgar, Ramona Galarza y yo, buena esa foto es frente mi rancho”. Cuando leí el titulo de la letra me emocione, le hice pasar, nos sentamos un rato, en veinte minutos le hice la melodía. A veces sin embargo pasa que vos le querés poner música a algo y tardas tres o cuatro meses. Esto no tiene lógica, ese me salió en ese momento. Todos los chamame que toco son típicos, clásico al mango, soy el chamamecero nato. Me va bien. Si alguien no vende no graba más. Estaba sentado con Abrahán Helú y me muestra la caratula de lo que está por salir, y me dice porque no preparas material para grabar otro disco antes de fin de año. No sabe ni lo que va a pasar con lo que esta por salir y ya me pide que grabe otro.
Podes adelantarnos el título del disco y algunas composiciones.
El disco va a tener quince canciones correntinas, y el titulo es “Si el campo crece, crece el país”. Hay un chamame que se titula así, un estandarte en honor a toda la gente que posibilita que al mediodía o a la noche nos podamos sentar alrededor de una mesa y nos brindan la materia prima para alimentarnos. En homenaje a ellos va el disco.
Hay temas nuevos y clásicos. Grabé Cambacua. Las cosas que tiene la música, hay veces que quiero subir al escenario y explicar parte por parte lo que uno hace, el motivo de la música. Grabé Karaí Pujol. Grabe por la historia, es una canción clásica de nuestro acervo guaraní.
Cuando tenía 15 años me contrataron para ir a tocar a Tabay, recuerdo bien que salimos por la mañana bien temprano, llegué hasta saladas, de ahí había una fonda -fonda era esos comedores de antes- paramos ahí y teníamos que esperar que nos vengan a buscar. A la vuelta teníamos que esperar otra vez el vehículo que nos traje hasta Saladas. Después que terminamos de tocar no dice un señor de la pista, acá hay un tractor con algodón que está por salir para Saladas, eran las 5 de la mañana, querés ir, - pero como no le dije!. Nos habían regalado una cabeza de chanco, así que veníamos comiendo eso arriba del algodón. Llegamos a Saladas, al mediodía, el tractor te imaginas con carga y todo era más lento todavía. A las 14 venía un colectivo que nos traía hasta Corrientes. Esperamos en la fonda, cuando la gente vio nuestro instrumento comenzaron a decir - ¡que toquen, que toquen uno temas! Entonces sacamos nuestros instrumentos y comenzamos a tocar uno chamame. Por ahí toco Karaí Pujol, se para un señor del fondo, medio rubio, cara colorada, bombacha negra, botas negras, camisa blanca y chaleco. –“Repita la pieza, dale toca otra vez”, me dijo. Gira mirado al cantinero y le dice – “lo que consumen los muchachos pago yo”. Tocamos otra vez karaí Pujol, y saco de su billetera tres veces más de lo que habíamos ganado esa noche en la bailanta. Se acerca y me dice - Yo soy Quince Pujol, soy karaí Pujol.
Grabaste “Arrastrando espuelas” y un tema llamado “Tatú Miño”, ¿qué historia encierra ese tema?
Ese tiene una trasfondo muy lindo, ese chamame lo compusimos con Antonio Tarrago Ros. El chamame se titulo “Tatú Miño”. Cuando Antonio era chico, Tarrago viejo se fue a mudar a Rosario, el quedó ahí en Curuzú, siendo muy chico. El solía esperar a un tipo que vendía de todo en un canasto, pastelito y esas cosas, siempre le tiraba algo para comer a Antonio. Cuando se encontraban o se veían él le tiraba algo para morfar. Un día estábamos en la casa de Cholo Aguirre en Buenos Aires, autor de muchos temas hermosos. Entonces Antonio me dice - quiero hacer un tema y le quiero poner el nombre de una persona que tiene mucho que ver con mi vida, Tatú Miño, ahí compusimos el tema y el grabo. Pasó el tiempo y yo recién ahora grabé. Cuando él se entera de que estoy por grabar me llama y me dice – vamos a mencionar algo. Hasta ahí te cuento, recordá estas palabras y presta atención al tema. Es increíble. Escúchalo. A todos los recomiendo, cuando tengan el disco escuchen este tema. A mi me emociona profundamente.
Qué rescatas o qué traes cada vez que visitas el interior de la provincia.
En primer lugar te digo que el guaraní vale oro. Lo que nosotros tenemos no lo tiene cualquiera. Cuando ando por afuera me presento como gente de la raza guaraní. Cuando fui a Europa no podía creer lo que sabían de nosotros, ellos saben mucho más de lo que nos podemos imaginar. Lo otro que observo es preocupante, no hay trabajo en el interior, creo que acá en capital eso se tapa un poco. Pero en el interior se siente mucho. Esta muy mal la cosa, para mi el que inventó el plan, cualquiera de los planes que está en vigencia, para el político es un héroe. Con lo que se gana en el plan no alcanza para cubrir las necesidades básicas, pero la gente se prende. Ahí el político saca provecho de eso. Lo lindo sería que la gente produzca cosas. Sabes la cantidad de tierras que tenemos sin sembrar. Los gobiernos deberías tener políticas para que la gente se quede en el campo y no que venga a la ciudad.-
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