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Esta semana se realizó una taller de danza folclórica en el Barrio Esperanza de nuestra ciudad, estuvimos ahí para dialogar con el Profesor Ángel Aguirre quien desarrolló el taller. “Nuestra música, el chamame, está en constante evolución e incorporando estilos o formas diferentes, entonces la danza no puede quedarse en el tiempo. La danza debe innovarse”, advirtió.
por paulo ferreyra
La mañana del pasado miércoles bajo un clima fresco pero fácilmente apagado con un buen mate, el Profesor Ángel Federico Aguirre desembarcó en el Barrio Esperanza. El taller de danza folclórica lo tenía como protagonista, además de Leo y Fany, dos alumnos suyos que ya “son profesores”.
Ángel trabajó hace diez años en Santa Rosa, después volvió a su pago correntino donde estuvo con distintos ballet como Mataco Lemos, Dionisio Soler, Litoral Ballet, entre otros. Hoy tiene su propio ballet llamado “El duende Ballet”. “Es un homenaje a todos los chamameceros que siempre hicieron referencia a que hay un duende en los escenarios y en la música litoraleña”, comenta.
Hoy el profesor está trabajando mucho en distintos comedores, “todo el ballet trabaja porque hoy vine con dos alumnos – que son profesores ya – y la semana que viene vendrán conmigo otros chicos. Este trabajo les ayuda mucho porque no es lo mismo estudiar que poder tener contacto con los chicos. Trabajar con chicos siempre te estimula”, advierte.
“Es necesario innovar en la danza”, dispara. “Nosotros estamos trabajando y buscando incorporar otras técnicas a la danza. Obviamente que no nos olvidamos de lo nuestro, de nuestra música tradicional. En esta oportunidad estamos armando una danza que se llama El Mainumby, que es una danza que esta muy olvidada en Corrientes. El Profesor Enrique Piñeyro nos está ayudando con los materiales y la música. Aquí trabajamos la parte estilizada de la danza, donde fusionamos la danza contemporánea con el jazz, el clásico y el chamame”. Ángel hace una pausa y resalta que “la música va cambiando y evolucionando y la danza debe ir acompañando esa evolución. Todo esto cuesta pero vamos a seguir mostrando lo que es auténtico y lo nuevo, la innovación en la danza”.
Crónica de un taller
En la Mañana de este miércoles último se realizó una nueva edición del Programa Cultura y Territorio organizado por el Instituto de Cultura de Corrientes. Este programa se viene realizando en distintos barrios de la ciudad, en esta oportunidad el Taller de Danza Folclórica trabajó sobre el conocimiento de la danza, coreografía y estilos musicales.
Pasada las nueve de la mañana desembarcaron en el Comedor del Barrio Esperanza el Profesor superior de Danzas Nativas Ángel Aguirre, acompañado de los profesores Leo y Fany. Los chicos del barrio fueron llegando lentamente, algunos que estaban en el lugar fueron a buscar a sus amigos o hermanos. Un pequeño grabador negro, alzando su voz al máximo, convocaba a los chicos con los primeros chamames de la mañana. “Vengan, acérquense” le decía el Profesor Ángel a los primeros tímidos que asomaban desde la puerta del Comedor.
La clase de baile comenzó recordando a los chicos que ya habían estado en las clases anteriores, los nuevos levantaban la mano anunciándose a viva voz. Mientras seguía sonando un chamame de Montiel el Profesor Ángel fue recordando las primeras clases donde se habían dado los pasos del chamame y el valseado. La alegría de los chicos se fue contagiando, risas y brillos en los ojos se fueron sucediendo a medida que fueron armando las primeras parejas de baile.
Con la gomera entre sus dedos, sujetando casi con fuerza, un nene de cuatro o cinco años observaba fijamente el baile. Únicamente con el movimiento de cabeza resaltó que no quería bailar, miraba todo en silencio, se le sumaron otros compañeros a su lado. El Profesor fue armando una ronda con el baile y felicitaba a los chicos que cada momento bailaban mejor.
Cuando promediaba la mitad de la clase se hizo un recreo, Elsa, encargada del comedor apareció con una bolsa de chupetines y tutuca. La alegría dibujó más sonrisas en los chicos, todos los que estaban alrededor entraron al comedor a buscar sus dulces. A media mañana había cerca de 50 chicos repasando los pasos del chamame, la postura del damo y la dama, giros y vueltas, rondas y figuras.
Volvieron los caramelos, se hizo una pausa de cinco minutos. “He! ya pasaron cinco minutos”; manifestó uno de los chicos y tras la sonrisa el Profesor Ángel los reunió a todos para seguir con la clase de chamame. Pasada las once de la mañana concluyó la clase y el comedor comenzó a preparar las mesas para el almuerzo de los chicos.