El cemento
de la ciudad estaba realmente caliente, las agujas del reloj se besaban y en
Corrientes todos iban de prisa, hasta los ciclistas no podían esperar el
semáforo en verde. En la casa de Roque González el sonido de la calle se
apaga, se oye lejano, él está peinado correctamente y los bandoneones y
acordeones de la sala son testigos de la charla. “Hay mucha destreza pero poca creatividad”,
advierte el acordeonista cuando hablamos de música, pues en la charla sobrevolaron
la economía, la política y la ciudad. Además
Roque nos contó anécdotas de uno de sus ex-alumnos, César Frette.
Por paulo ferreyra especial para
corrienteschamame.com
“Así es mi chamame”,
“Campo mojón”, “Cañada guasu”, “Karaicho Isaco”, “Cheroga Kue”, “Don Pelito”, “El
gaucho García”, “La apuesta”, “La carrera”, “Musiqueando”, “Paso Ñaro”, “Puesto
Batel”, “Siete árboles”, “Valseado de mi tierra”, son tantos los chamame
registros por Roque González que
sería tema para otra nota. Estos son
algunos y dejo el espacio para nombrar otro gran tema que es “Acordeón de una
hilera”, compuesto junto a Manuel Zbinder.
En la sala hay muchos acordeones y bandoneones
que le traen a Roque para reparar o afinar.
Hay pocas sillas, “nos ponemos cómodos”, dice en tono de
complicidad. El grabador no lo incomoda,
él esta de camisa como siempre y un peinado perfecto, sonríe y se recuesta – “y
bueno, aquí estamos”, dispara.
- ¿El año pasado volvió a tocar sobre un escenario?
El año pasado
en la única parte donde toqué fue en el Regatas. Creo que fue en el mes de septiembre, un
pequeño homenaje que me hicieron.
Después me vinieron a buscar para ir a la Fiesta Nacional del Chamame
pero no participe, porque estuve con mucho trabajo.
Tengo muchos
compromisos que debe cumplir. Para tocar
en la Fiesta había que ensayar, vinieron unos señores músicos de Buenos Aires
de mi edad y de otros más también, había que juntarse y ensayar, esas cosas
lleva tiempo. Yo no estoy en eso. En realidad me falta tiempo.
Además una
vez dije – “murió mi compañero (Tránsito Cocomarola) y en homenaje a él tiro la
toalla y no toco más”. Siempre respete
eso. Pero la gente también se olvida y
yo soy como la gente de antes, la palabra vale mucho para mí.
Claro que por
ahí una excepción se puede hacer, lo que no quiere decir que uno esta entrando
de nuevo en el campo musical. Creo que a
pesar de los años que tengo aún me
siento capaz de componer. De vez en
cuando hago algo porque me piden los muchachos.
Vienen y me dicen “haceme algo así o asa”, entonces yo les hago.
Los muchachos
me tienen en cuenta y eso agradezco mucho.
A pesar de los años que dejé ellos siempre me buscan. Ese es el regalo que me hacen los colegas.
- ¿Sigue enseñando?
La enseñanza
deje porque no me alcanza el tiempo para todo.
Roque González -Club de Regatas 2011 |
Después la
gente de acá también me trae su acordeón, este acordeón llegó de Mburucuya, -
me dice y se para para tocarlos - después tenemos este acordeón de cinco
hileras, tienen 14 registros en quinta.
Pero esto no es el taller – advierte - el taller lo tengo en otro lugar. Hay diferentes colores”.
Su mirada
vuelve a perderse entre acordeones.
“Comencé en el año 52 con todo esto”, – creo que ya te comente pero no
viene mal refrescar a veces la memoria, dispara. “Yo tenía un acordeón de dos hileras y le
hice una hilerita mas y ahí comenzó todo”.
Nos reímos, su sonrisa es
contagiosa. “Ahí quedó y así comenzó el modelo
González. A ese enorme acordeón me pidieron que le ponga
el sistema González y es un acordeón nueva; ahora lo tengo que modificar,
afinarle, darle el tono para chamame, porque allá los gringo tienen otro
tono. Pero acá nuestros colegas son exigentes,
pero me parece bien. El que paga tiene
razón”, advierte y volvemos a la risa.
- ¿A qué altura afina los instrumentos?
La altura
que uno quiere, algunos quieren un tono que se usa acá en Argentina que es el
tono 443 más o menos, después la afinación universal es 440. Este acordeón de cinco hileras vino con la
afinación de Europa. En Argentina
tenemos otra afinación, porque un día cuando el tango estaba surgiendo a todo
trapo, que fue por los años 50, y quizás un poco antes, para darle más realce y
brillo al tango se le ocurre a uno – no me acuerdo ahora el nombre – se le
ocurre darle dos puntos más de afinación, porque era 440 nomás, como venían los
bandoneones de Alemania. Entonces todos
le siguieron después. Y quedo así nomás,
algunos después ya le dieron 444 o 445, no – dice Roque estirando la o - eso ya es mucho.
Vuelven las
sonrisas, entonces recuerda que gracias a eso comenzó a tener mucho
trabajo. “Teníamos trabajo, meta lima
nomás, lima, lima y la piedra esmeril para levantar un poquito la
afinación”.
“Cosas importantes de la vida y del oficio”
Muchos
alumnos de Roque González lo recuerdan siempre.
“Roque me marcó profundamente”, sostiene por ejemplo César Frete, quien
siempre recuerda al maestro. Cuando le
consultamos a Roque por Cesar se le dibuja una sonrisa, hace un silencio y
recuerda, “siempre fue buen alumno. El
venía llueva o no llueva, vino durante cuatro años, el era más chico tenía
cuando comenzó 16 o 17 años. Un día –
recuerdo bien - perdió el colectivo.
Che me
acuerdo bien de esa tarde, llego a la terminal y un rato después me llama por
teléfono y me dice - “don González, usted sabe que me gano el colectivo”. No te hagas problema – le dije - voy a
buscarte. Me fui a buscarle. Comimos algo aquella noche y tomamos un
vinito. Acá había lugar para dormir así
que se quedó esa noche. Me agradeció
tanto aquello”.
“Después
cuando el tuvo mucha base práctica, le digo bueno César creo que tenes bastante
base, tenía conocimiento sobre las
distintas tonalidades, de modo que sólo falta lo teórico le dije. Después se fue a la escuela de música, creo
que ya se recibió, ejerce en dos escuelas de San Roque y es músico de la Orquesta Folclórica. ¿Qué te parece?
Cualquiera
tiene que conocer los distintos colores y después uno elige el que más le gusta. Si es posible tener su propio gusto, porque
el músico debe tener creatividad. Si es posible.
-¿No deberían copiar entonces?
Exactamente.
Pero para
eso hay que conocer como tocan los músicos que tenemos en el chamame, porque
cada uno tiene su manera de tocar, hay que conocer todo. Después que el saque su propio caminito como
todo en la vida, porque el sol sale para todos.
De estas cosas hablábamos, no solo practicábamos, sino que
conversábamos. También conversábamos
cosas importantes de la vida y del oficio.
Roque siente
mucho orgullo por sus alumnos. “Ellos
siempre me tienen en cuenta. Yo dejé un
tiempo para ellos, me gusta estar con los muchachos y mostrar lo poco que yo
se. Me falta tiempo para eso, porque uno
también quiere descansar y mirar un poco de televisión”, vuelve la sonrisa en
su rostro.
0 comentarios:
Publicar un comentario