Luís Fernández
estuvo en Malvinas. Muchas imágenes,
otros tantos textos y audios se han escuchado durante estos días al cumplirse
30 Años de la ocupación de Malvinas.
Charlé por más de una hora, aquí queda reflejada la vida de un ex
combatiente antes de ir a Malvinas hasta nuestros días. Los títulos “Campo minado”, “Enfermero de la
Cruz Roja” y por último “Los héroes se quedaron en Malvinas”, nos pueden ayudar
en la lectura de este texto importante en el marco de la historia del país.
Por paulo ferreyra
Luís Fernández es
de clase 62, en 1981 tuvo que hacer la colimba.
“Nosotros no teníamos información sobre lo que iba a pasar en
Malvinas. Un Capitán nos mandó hacer
ejercicios todos los días, mientras otras compañías descansaban nosotros con
equipo aligerado recorríamos todo el regimiento de Monte Caseros”.
“El entrenamiento intensivo duró aproximadamente dos semanas
y después nos reunieron a todos. “Yo sé
que Ustedes habrán pensado ¡Que Capitán hijo de puta porque nos hace hacer esto!
– nos dijo el Capitán. Hace mucho calor
aquí y en la práctica no hay ninguna guerra.
Sin embargo quiero decirle que estos ejercicios les van a servir en
Malvinas, yo estuve allá como turista y el terreno es parecido a esto”.
Luís descansa, cuando hablamos la primera vez para hacer
esta entrevista me dijo – “vamos hacer algo light nomás”. Cuando por fin estábamos sentados frente a
frente, el grabador a un costado como vigilando esta charla, Luís tomó coraje,
“vos decime y veo si puedo responderte”.
Cuando Luís llegó a Malvinas continuaron las prácticas,
“allá nosotros caminábamos normalmente con el equipo aligerado, mientras otros
oficiales y soldados llegaban a la rastra.
Me acuerdo que hacíamos kilómetros y kilómetros caminando y un oficial
me dice “Fernández. Lléveme mi equipo
aligerado”. “No – le respondí – acá
somos todos soldados”.
Luís Fernández tenía 19 años, tenía la baja de la colimba
para el 3 de abril. Sin embargo, el 2
comienza la guerra. “Llegamos a Malvinas
después del 2 de abril. Fuimos
adaptándonos rápidamente al clima y a la geografía. Hacía frío, la llovizna por momentos era
intensa, había días que las nubes eran tan bajas que no veías el camino. No todos los días fueron así pero unos
cuantos días nos tocó ese clima”.
El sábado 3 de abril de 1982 el diario Clarín titulaba
“Euforia popular por la recuperación de las Islas Malvinas”. En la foto se podía ver a Galtieri saludando
a los cientos de argentinos que se habían reunido en Plaza de Mayo.
- ¿Qué llevaban en el
equipo aligerado?
En el equipo aligerado llevábamos carpa, ropa, borceguí para
montaña, plato, cubiertos, cosas de higiene, todo del ejército.
- Antes de hacer el
servicio militar trabajabas en una farmacia, ¿eso te sirvió en Malvinas?
Cuando entro al ejército no tenía profesión, no era chofer,
albañil, cocinero. No era nada. Me voy y me junto con los soldados que no
tenían profesión. Entonces se acerca un
oficial, me pregunta si tenía el
secundario completo, “no le digo, incompleto”.
Qué hacía antes de venir, me pregunta.
Trabajaba en una farmacia, entonces me presenta a un oficial que es
médico, y me dice Usted va hacer de enfermero, “no le digo, yo no sé poner
inyección”. Venga me dice – va aprender.
Ahí tuve que aprender hacer cosas de enfermería, inyecciones, poner
suero, todo lo que sea el trabajo de enfermería, soy de aprender muy
rápido. Entonces yo estaba a cargo de la
camioneta de la cruz roja con un chofer.
“En Malvinas me tenían como un soldado – cómo te puedo
explicar – una especie de líder.
Cualquier cosa que pasaba me decían “che Fernández mira que pasa
esto. Tranquilízate – le decía yo, vamos
a ver cómo hacemos tal o cual cosa”.
Luís hace silencio.
Espera voy a buscar un vaso con agua.
Hay silencio, “¿no te molesta si fumo no? – pregunta. Tengo ganas de fumar”. Él prende un cigarrillo, no me mira a los
ojos, corta el silencio con voz suave y trae al presente una de las primeras
anécdotas estando en Malvinas.
Campo minado
Estando en Malvinas me dice un superior, un suboficial,
“Fernández, mire hacia el mar, baje el cerro, agarre 5 o 6 soldados y vaya a
buscar leña de los postes del alambrado.
Era una estancia, sus habitantes se fueron de ahí porque estaban en zona
de guerra. Llevo los soldados, le digo
vamos a entrar en fila india. Entro
primero, fue una intuición – no sé lo que fue.
Antes de llegar al poste se escucha un grito que dice
-
¿Quién está a cargo de ustedes?
-
Soldado Fernández – le respondo – Con quién
tengo el gusto.
-
Con el mayor – me dijo y ahora no recuerdo su
nombre. –Ustedes saben dónde están metidos.
-
Si, - le respondo – estamos acá para buscar
leña.
-
El mayor vuelve a insistir. Usted sabe dónde está metido.
-
No mi mayor – le digo.
-
Usted está en un campo minado, - me dijo y el
silencio fue absoluto.
En ese momento empezó algo difícil para mí. En cinco minutos habíamos entrado a ese campo
pero para salir tardamos tres horas. Hacía
mucho frio y los soldados que estaban conmigo transpiraban. Entonces como soy fumador, le digo quien fuma
y le paso un cigarrillo. Comenzamos
hablar y les digo que no puedo pasar por arriba de todos, así que nos dimos
vuelta como habíamos entrado. El que estaba
último ahora nos tenía que guiar. “Pisa donde pisamos cuando entramos, nosotros
te seguimos”, le dije. Hay que pisar por
donde entramos, entramos en fila india y salimos en fila india.
Desde la colina, el mayor volvió a insistir.
-
Qué están esperando para salir de ahí.
-
Ya salimos mi mayor – le respondí.
Tardamos tres horas para salir. Costó mucho convencer al soldado de que siga
adelante. Por suerte pudimos salir. Cuando salimos me acerco al mayor y le
agradecí. Jamás pensamos que podía estar
minado el campo.
Después voy donde estaba el Sargento Primero y le falté el
respeto. No entendía como me mandó a un
campo minado a buscar leña. Después me
fui más arriba del cerro y me desahogué llorando.
Entonces subió el sargento primero con un sargento ayudante
a preguntarme qué pasó. Entonces le digo, “Usted sabe que yo llevé cinco soldados
y usted sabe donde estuve. En un campo
minado, qué pasa si se muere un soldado por ir a buscar leña, o si pierda un
brazo o una pierna. Entonces ahí vio el
dolor que tenía y me pidió disculpas. Después
que me calmé también le pedí disculpas, le había faltado el respeto. Fue duro aprender de golpe ciertas cosas.
Enfermero de la Cruz Roja
Las islas Malvinas tienen una superficie de 11.410 km2. Esto equivale a la mitad de la provincia de
Tucumán. La localidad principal de la
isla es Puerto Argentino, es la única ciudad de la isla, el resto son estancias
o caseríos.
Luís Fernández estaba en la carpa de la Cruz Roja, trabajaba
de noche. Él tenía un camillero a cargo
y por la noche salía a recorrer las guardias, los puestos, “sólo algunos días
esperábamos en la misma carpa a los heridos”.
Luís aprendió rápidamente a trabajar como enfermero. Cuando encontraba heridos muy graves ya sabía
que tenía que colocarle en el mismo lugar morfina o plasma. “Cuando amanecía se los trasladaba a Puerto
Argentino, donde estaba la base militar de los médicos. El frío era muy intenso, había días que no
comíamos porque era muy difícil que llegue la comida. Pero – dice Luís abriendo otro silencio – un
soldado se amaña a esas cosas”.
- ¿Cómo eran los
descansos, podías dormir?
Como te conté trabajaba de noche así que de día descansaba. Había aprendido hacer las cosas de la
enfermería y como me tenían confianza me mandaron a trabajar de noche. A veces tenía que hacer un torniquete, vendar
o inyectar morfina. Creo que por todas
esas cosas se manejaban conmigo.
- Entre tantas
historias que habrás escuchado después de tu regreso, por ejemplo, ¿en tu
compañía hubo castigo o te enteraste que hayan castigado a otros soldados?
Sobre ese tema me entero después de Malvinas. En mi regimiento esos casos no hubo. En un hecho que pasó con un soldado que lo
iban a estaquear. Entonces comenzó a
correr el rumor y llego a oído del Teniente Coronel, él mismo se acercó y
preguntó qué están por hacer. “Pasa que
el soldado mató una vaca y tenía en su carpa media res y otro soldado tenía la
otra media res”. Pero no lo van a
estaquear – dice el Teniente, a usted le gustaría que lo estaqueen. No. Entonces,
porque lo van a estaquear.
Como castigo lo encerraron en un containers, porque no
compartió con sus camaradas la vaca que habían carneado. Porque si esa vaca se entregaba a la compañía
se podía cocinar para todo el regimiento. Jamás he visto que un suboficial le
haya tocado a un soldado. En mi
regimiento, en otro regimiento si los hubo puede ser, pero en mi regimiento no.
Jamás vi y jamás vino alguien a decirme que lo castigaron. Pero en otros regimientos desconozco.
- Una vez charlamos
sobre aquel anécdota cuando trasladaban a un herido y abriste las puerta de la
ambulancia cuando venían dos aviones de guerra. ¿Cómo fue?
Fue una mañana, llevábamos a un soldado muy mal herido. Entonces el chofer al escuchar los aviones
aprieta el acelerador, las calles eran todas poseadas, de tierra, entonces el
herido se quejaba por el dolor y por las sacudidas que íbamos dando en la
ambulancia. Le digo al oficial que iba
manejando que vaya más despacio que el soldado está muy mal herido, él me
responde que había que ir más rápido porque venían dos aviones.
No nos van hacer nada, le dije. Si son dos aviones, me responde de
nuevo. Entonces yo abrí la puerta de
atrás del jeet y con la mano le muestro la Cruz Roja que estaba en el techo a
los pilotos. Cuando le miro al pilo,
porque venía muy bajo y cerca, el me mira y me hace seña con el pulgar de que
estaba bien. Me hace ok. Entonces le digo al oficial que vaya más
despacio que van a pasar de largo. Los
aviones pasaron de largo y cuando llegamos a Puerto Argentino ya teníamos
asfalto, llegamos y le lleve a los médicos al soldado herido. Tres
días después me enteré de que el soldado tuvo doce horas de operación pero que
salió bien y que ya iba a ser trasladado para el continente. Era un muchacho que le agarro una bomba de
los ingleses dentro de la carpa y tenía muchas heridas en los brazos, en las
piernas y parte del estómago.
En la guerra la Cruz Roja también tiene peso. Lo que hice no
fue por valiente. Todo fue por el
soldado. Era algo fuerte escuchar sus quejidos,
no es que le dolía la muela, tenía todo el cuerpo muy mal. Cuando el capitán me pregunta que viste
cuando le hiciste seña al avión, me felicito. Lo hice por el soldado.
- Estuviste en un
lugar difícil de la guerra. ¿Cómo se
vive con estas cosas?
El recuerdo siempre está.
Ahora cuando estoy charlando con vos me viene a la memoria muchas cosas,
pero no es que todo el día me acuerdo de esas cosas. Creo que cuando estaba en Malvinas y me
llegaron los dos primeros muertos fue la parte más difícil.
Recuerdo que me iba a dormir. Había trabajado toda la noche. Cuando amaneció le aviso a mi superior que me
iba a dormir. Estando ya en la carpa y escucho
que el sargento ayudante le dice – “dígale a Fernández que no duerme que aquí
está llegando otra ambulancia. Además hay
leche bien caliente” - escucho que dicen mientras vuelvo a salir.
Bajan a dos soldados caídos en combate. Yo llevaba un cuaderno donde anotaba nombre,
apellido y compañía de los soldados caídos.
Entonces al levantar la manta bruscamente
veo la mitad del rostro del soldado, una bomba expansiva le partió la cara en
limpio. Había viento, todo era silencio,
entonces lo tapo otra vez. Después voy
al otro soldado, le levanto la manta y tenía lágrimas en cubitos, me doy cuenta
que murió sufriendo.
Reviso el cuerpo de ese soldado y a simple vista no tenía
nada, por ahí en el corazón tenía un agujerito.
Cuando era chico miraba películas de guerra y me acordé en ese momento
de que adelante era un agujerito y atrás era un boquete. Entonces agarro y levanto el cuerpo, ahí veo
que la espalda era un boquete, porque era una herida de un Mac.
Entonces anote todo.
Pero después no pude dormir. Ese
día, esa noche, durante tres días no podía dormir. Todo el tiempo se me venía una y otra vez esa
imagen. Con el movimiento de la guerra
al cuarto día ya era habitual recibir heridos o muertos. Me fui adaptando a la situación de lo que es
estar ahí. Cada vez fue más fuerte.
Cuando teníamos combates, curaba argentinos o ingleses. Los ingleses también
hacían lo mismo. Nosotros curábamos a lo
que encontrábamos. Ese era el trabajo nuestro.
Gracias a dios puedo decir que duermo tranquilo, el recuerdo
siempre esta. Pero tengo familia y estoy
bien.
“Los héroes se quedaron en Malvinas”
A fines del mes de mayo el Papa Juan Pablo II había visito
Londres abogando por la paz justa y honrosa.
“Los ingleses no hicieron alto el fuego cuando el Papa los visito. En cambio cuando el Papa visitó Argentino sí
se hizo el alto al fuego”. El 11 de
junio de 1982 el Papa llega a nuestro país, las cartas estaban echadas y el
destino también. El 14 de junio los
efectivos argentinos se rindieron, la guerra había durado 74 días, con 649
combatientes argentinos muertos.
“Fui tomado prisionero de guerra. Ahí nos dimos cuenta con otros soldados que
los ingleses combatían 12 horas y después venía otra compañía al frente, en
cambio nosotros seguíamos siendo los mismos durante todo el día y la
noche”. Luís mira hacia un rincón de la
oficina donde estamos. “Recuerdo que los
ingleses tenían una campera que creo que era a pila, era térmica, les daba
mucho calor. Andaba de remera y
campera. Nosotros estábamos abrigados
con remera, camisa, pulóver, campera, aun así sentíamos frío.
Cuando fueron tomados prisioneros de guerra a los soldados
se les colocó un número en la espalda.
Luís recuerda que le sacaron todas sus pertenencias, “incluso tenía un
bandera argentina que cuando pase por Rosario, una nena de seis años del jardín
me dio. Cuando me sacan la bandera se
ríen. Después en un pizarrón escribieron Holanda 2 -Argentina
0. Estuvimos encerrados en los galpones
de ovejas durante cuatro días. Después
nos trasladaron a otro lugar donde había un frigorífico. Ahí nos dieron cigarrillo, una barra de
chocolate y una medida de wisky. En el frigorífico estuve nueve o diez días”.
Desde el momento en que caen como prisioneros de guerra Luís
sintió que la guerra para ellos había terminado. Ya no tenían comunicación con nadie. Después en un buque son trasladados al continente. De Puerto Madryn fueron trasladados a
Comodoro Rivadavia. Desde estuvo en
Trelew y luego fue trasladado hasta Buenos Aire.
“Desde el aeropuerto de Ezeiza salimos en colectivo. En una calle, no tengo idea de donde era, la
gente salía a la calle y gritaba Argentina, Argentina, Argentina. Había autos y desde las casas vecinas todos
salían con sus banderas. El chofer nos
pidió que hiciéramos algo para poder seguir camino. En ese momento “abrieron las ventanillas y
comenzamos a saludar a todos.
Saludábamos a todos, había llanto, sonrisa, alegría, nos besaban las
manos. Algunos se reían y otros
lloraban, después le pedimos abrir paso para seguir y pudimos llegar a General
Lemos”.
- En ese momento ya
te habías comunicado con tu familia.
Por aquellos años no había celular. No tenía contacto con nadie de mi
familia. Estuvimos dos semanas en
General Lemos, nos hacían revisión médica, nos cuidaban, comíamos y dormíamos
bien. Después de ahí fuimos a Monte
Caseros. En este lugar también nos recibió
todo el pueblo, todo era alegría pues muchos soldados eran de Monte
Caseros. Nosotros los que éramos de
capital nos quedamos arriba del colectivo con los misioneros y los
chaqueños.
- ¿Cuándo bajaste del
colectivo qué pasó?
Estábamos en el colectivo todavía cuando subieron varias
personas y a mí se acercan dos señoritas.
Ellas me insisten en que baje, yo le dije que no bajaba porque no tenía
ningún familiar pero que estaba bien al ver a todos mis cámaras tan
felices. Ellas me dijeron que desde ese
momento eran mis primas postizas y que baje a festejar, así que baje entonces. Estuvimos unos días en el regimiento y ahí
todo el tiempo llamaban los familiares.
- ¿Qué sentís con los
medios y la sociedad que sólo los recuerda para esta fecha y después pasan al
olvido hasta el próximo año?
Pasó que después que volvimos de Malvinas estuvimos mucho
tiempo en el olvido. Pasaron nueve años
y recién nos dieron una pensión graciable, no fue una pensión digna, el PAMI no
nos atendía como correspondía. Los
veteranos o ex combatientes que no tenían mutual o trabajo la pasaban realmente
muy mal.
- ¿Vos pudiste
insertarte laboralmente muy rápido?
Como te había contado mi puesto de la farmacia esperaba que
volviera de la guerra. Recuerdo que
llegué a Corrientes un viernes. El
sábado me llama mi patrón y el lunes comencé a trabajar. Al principio lo tomé mal porque quería descansar
un mes por lo menos. Pero mi patrón era Español,
no sé sí estuvo en la segunda guerra mundial pero sabía lo que estaba haciendo. Creo que me llamo para trabajar rápido porque
no quería que pensara en lo que había vivido.
Comencé a trabajar en la farmacia, estaba ubicada en pleno Junín y
Córdoba, gente teníamos todo el día.
Cuando llegaba a mí casa cenaba y me acostaba a dormir. Estaba muy cansado pero trabajaba bien. Al otro día era todo lo mismo. Con el tiempo me dí cuenta que me hizo un
bien, me liberó de pensar en todo lo que había vivido, me saco del
enfoque. Después presente mi renuncia, por
otras razones y descansé un mes. Luego
trabajé en una droguería, después en la empresa de Tipoití y por último ingresé
en la administración público, en la subsecretaria de cultura donde voy a
cumplir 24 años de servicio.
- ¿Hoy en día muchos
los consideran héroes de Malvinas, te consideras como tal?
Mira acá en Corrientes tenemos dos centros de ex
combatientes. Tenemos muchos cámaras que
cayeron después de la guerra, hay muchos suicidios y la estadística es grande
en todo el país. Es un hecho realmente
doloroso. También mucha gente tiene que
entender que no es fácil una guerra.
Para mí los héroes son los que quedaron allá en Malvinas. Esos son los
héroes. Nosotros hicimos todo lo que estaba en nuestro alcance, yo he visto
oficiales que tenían más de 5 impacto en el cuerpo y seguían combatiendo.
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