Fabio Acevedo define con claridad la
propuesta musical de Imaguaré. “Fabio es
un referente de la guitarra del chamame”, sostienen sus colegas, entre ellos
Jorge Suligoy. Actualmente Fabio reparte
su tiempo como guitarrista de Imaguaré, trabaja en SADAIC y además es Profesor
de Música en la Escuela Figeredo, Edgar Romero Maciel y Liceo Ferrer. Repasamos aquí parte de su vida, su familia y
su incorporación a uno de los grupos pilares de la música chamamecera. Su hijo Fernando Acevedo también aparece en
la charla.
Por paulo ferreyra
Fabio Acevedo conoció la música folclórica
de nuestro país desde la cuna. A los
cuatro años comenzó a bailar folclore con Mataco Lemos. Cuatro años más tarde comenzó a estudiar
piano con la profesora Hilda Rosa Billordo. “Estudié hasta los doce años piano,
las notas eran 10 con felicitaciones”, recuerda con una sonrisa.
Cuando
ingresa al colegio secundario Fabio deja el piano. “Por dos razones muy simples, en principio
tenía doble turno en la escuela y por otra lado era imposible económicamente
comprar un piano”. Quizás el destino ya
estaba echado, así Fabio comenzó a los doce años a trenzarse con una
guitarra.
“Lo más
cerca que tenía era una guitarra. Mi
papá tocaba la guitarra. Él no vivía con
nosotros porque mis padres se habían separado cuando nosotros éramos
pequeños. Pero esa referencia siempre
estuvo presente. Él siempre tocaba la
guitarra”, recuerda Fabio.
El entorno
familiar de Fabio está signado por la música.
Aparece su padre y además toma contacto directo con Lindor López y Héctor
López, dos reconocidos músicos chamameceros radicados en Buenos Aires. Sin embargo un primo fue quien le enseño los
primeros acordes, “fue re mayor y sol mayor”, advierte. La primera canción que aprendió Fabio fue
“Zamba del Valle”, de los Indios Tacunau.
Después abrazó para siempre el chamame.
En
Corrientes estudió guitarra con Hilda López.
Esa base que tenía sobre los conceptos de música hizo que rápidamente
asimilara las técnicas de la guitarra.
Pronto dejó de estudiar ya que “sacaba de oído las canciones”, recuerda.
- ¿Cuáles
eran o son tus referentes en la guitarra?
Desde joven
me llamo mucho la atención como tocaba la guitarra Cacho Tirao. Me llama la atención como el cantaba,
punteaba y se acompañaba. Recuerdo que cuando volvía del colegio venía del
colegio tomaba la guitarra y trataba de hacer esas cosas. También escuchaba a Juan Ramón Gauna, ahí fue
que comencé a puntear y acompañar. En el
año 1979, participé en el certamen de
Inter-Barrios como solista instrumental.
- ¿Qué temas tocabas por aquellos años?
Ahí tocaba
“La Vestido Celeste”, “kilómetro 11”, “Alma Guaraní”, entre otros chamame.
Dos años
después vuelvo a competir en un concurso pero en el rubro de Folclore
Correntino, eso me permitió ir al Festival de Folclore en Santo Tomé.
“Inclinación por el arte”
Cuando Fabio
Acevedo comenzó a ganar distintos concurso donde se presentaba como solista
instrumental. De este modo fue
afianzándose en su instrumento. Recorrió
distintos escenarios siendo muy joven, además de acompañar a diferentes
artistas pronto pudo formar su primer conjunto.
“Paraná Trio” estaba conformado por Fabio, Pedro Villalba y Dardo Sosa.
Fabio tuvo
su primera grabación allá por 1981. Por
aquellos años se grababa en cassette.
Aún guarda aquella grabación como puntal de su carrera. Después conocería a sus amigos de toda la
vida. Rudi Flores le transmitió todo lo que sabía sobre la guitarra, comenzó a
estudiar y practicar de forma profesional.
A mediados
de los 80 Bruno Mendoza queda ampliamente sorprendido de cómo ejecutaba la
guitarra. En 1985 participa de una
grabación junto a Las Hermanas Vera. Por
esos años también acompañará brevemente a Cacho Saucedo.
“La
inclinación por el arte ardía muy fuerte”, confía Fabio con una sonrisa. Él y su guitarra comenzaron a recorrer el
litoral acompañando a destacados músicos chamameceros. Por esos años se afianza su amistad con Rudi
y Nini Flores, tanto es así que el 6 de septiembre en la Iº Fiesta Nacional del Chamame comparte escenario.
El 26 de
enero de 1986 Fabio Acevedo se incorpora definitivamente a Imaguaré. Su presentación en público fue en el
escenario mayor de Cosquín.
- ¿Por qué ingresaste a Imaguaré?
Imaguaré era
y sigue siendo un grupo de mucho renombre.
Ha marcado un cambio dentro de lo poético y lo musical. Era un estilo diferente, yo me sentía
identificado con ese estilo. En Imaguaré
hubo buena química con Juancito Sacu.
Creo que marcamos algo importante con la guitarra dentro del
chamame. Después conocí a mi compañera y
estar en el grupo era mi medio de vida.
Con los años vinieron los hijos.
Además hay un buen clima en el grupo.
- ¿Debe ser como un matrimonio esta
convivencia?, ¿cómo hacen para estar juntos tantos años?
Nos une la
pasión por la música. Siempre pensé que Imaguaré es un proyecto político
cultural. Por ahí no se puede hablar de
partido político, porque ya el nombre te dice, partido que están partidos.
Letras como “Avío del alma” o “Compadre que tiene el vino” me parece que tienen
un fondo político. Esas composiciones
transmiten un pensamiento filosófico que vuela alto. Desde este lugar se puede militar detrás de
un grupo que tira ideas, propuestas, un sueño también.
“Me siento un referente”
Con el paso
del tiempo Fabio sostiene que aún admira a mucha gente. “Hoy en YouTube ves los videos y no podes
creer como tocan algunos. Es bueno saber
que hay géneros donde se destacan ciertos guitarristas y en otros hay otros
guitarristas. Creo que dentro del
chamame uno tiene que proyectarse. Para
eso hay que seguir trabajando, estudiar y componer. Hoy para mi es más difícil
porque está la compañera, están los hijos y el trabajo que demandan mucho
tiempo. Además tengo un hijo que es
músico, Fernando Acevedo.
- Ahí quería llegar.
¿Cómo se hace para transferir la pasión por la música a los hijos?
Esas cosas
no se planifican, no se arman. Con mi
hija se puede decir que planifique, yo quería que ella se dedicara a la
música. Ella estudio violín y terminó en
el Instituto de Música. Pero el violín está
guardado en casa. Con Fernando no
planifique nada y desde los dos o tres años que le gusta la música, tenía una
guitarra chiquita. Fernando se hizo su
camino, cuando me di cuenta ya tenía su guitarra y ya cantaba. Todo aprendió solo, muchos creen que yo le
enseñe pero no fue así. El mirando aprendió a tocar la guitarra.
Por supuesto
que después le hacía algunas correcciones.
Con algunos amigos que van a casa como Bruno Mendoza, Rudi y Nini
Flores, Fernando se entreviera y va aprendiendo cosas de la guitarra. También conoció a Mateo Villalba con quien
tuvo una experiencia muy linda dentro del Instituto de Música. Además en mi casa como te imaginaras hay
mucho material sobre guitarra, hay guitarra, violín, órgano. Siempre tuvo al alcance un instrumento
musical.
- ¿Qué significó para vos tocar en la Fiesta del Chamame
junto a Mateo Villalba y tu hijo?
Fue una
sensación muy linda. Además con Mateo me
une una amistad de mucho tiempo. Es
emotivo. Es difícil decir o transferir
lo que uno siente cuando está con su hijo.
Además estábamos redeados de grandes maestros del chamame. Estar mi hijo, con Mateo y Miguel Guerrero
despertó emociones muy profundas.
- Algunos colegas tuyos sostienen que sos un referente de
la guitarra del chamame, ¿te sentís así?
En principio
hay una cuota de cariño y afinidad entre los colegas. Con el tiempo transcurrido creo que uno pasa
a ser un referente de la juventud y de la muchachada que viene detrás. Estoy pisando los 50 y hay que asumir ese
lugar con gran responsabilidad y seriedad.
No hay vuelta de hoja. Yo con mucho cariño y mucho orgullo me siento un
referente. Pienso que me siento en la
obligación de seguir siendo un referente y afirmarme cada vez más en lo que
hago. Además debo seguir trabajando para
que los jóvenes se sientan fuertes y que sepan que también les va a tocar lo
mismo. Esto es como una rueda, es así,
una vez que arrancó la vida sigue y sigue.
No se detiene.
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