El pasado 27 de septiembre se llevó a cabo en el Teatro Vera
el encuentro de “Cantoras de 3 Naciones”.
Shana Müller de Brasil de Brasil,
Gicela Méndez Ribeiro de Argentina y
Myrian Beatriz de Paraguay
desplegaron un puñado de emociones, felicidad y fraternidad hecha canción. En esta
apretada crónica un repaso de una noche única e inolvidable para la unidad
latinoamericana. Aquí fue el puntapié inicial
de este concierto que esperan repetir tanto en Paraguay como en Brasil.
Por paulo ferreyra
En el ambiente hay murmullo.
Sonrisas y miradas cómplices. ¿Qué
van a interpretar?, preguntan algunos, el programa de mano tiene referencia del
espectáculo pero no cuenta los temas que desplegarán las cantantes. La presencia de público femenino es muy patente. Hay perfume de mujer. El espectáculo estaba previsto para las 21.30,
quince minutos más tarde aparece Clara González oficiando de presentadora.
“América es mujer”, sostiene Clara. Hace un pequeño repaso por la biografía de
Gicela Méndez Ribeiro, Shana Müller y Myrian Beatriz. El público ha colmado la capacidad de la
Platea en el Teatro Vera. “De la mano de
Fundación Chamame con Ustedes Cantoras de Tres Naciones”, dispara Clara y el
público responde con un respetado aplauso.
La primera en subir al escenario es Gicela, después Myrian y
luego Shana. Interpretan un tema cada una al inicio. “Hacer la integración y hacerlo desde la mujer me parece
importante. Para mí es muy importante”,
había manifestado Shana tiempo atrás a este portal. Al finalizar su tema Shana presentó y pidió
un fuerte aplauso para Myrian de Paraguay.
Tras esa presentación Myrian Beatriz desplegó parte de su repertorio.
Myrian
saludó en guaraní e inmediatamente expresó.
“Estoy muy feliz por estar con Ustedes.
Muchas gracias por venir a compartir esta hermosa noche, esta primera
actuación de Cantoras de Tres Naciones”.
Después expandió toda la fuerza de la polca canción con el acompañamiento
del público con las palmas.
Luego Myrian
presenta a la “Cambacita Correntina”, Gicela Méndez Ribeiro sube al escenario y
abre toda su pulsión chamamecera. Gicela
es acompañada por un respetuoso silencio y el aplauso abrazador del
público. Por momentos se deja llevar
por su música y baila al compas de cada chamame.
Concluye
su presentación y Gicela presenta a Shana, “quiero presentar a una grandiosa
cantora, que la conozco hace seis años. Hemos compartido ya algunos escenarios
acá y en Brasil. No puedo dejar de decir
que ella cantó con Mercedes Sosa. Tengo
el honor de presentar a Shana Müller”. El
respeto y la admiración entre estas cantoras son tan grandes que la comunión se
respira en cada interpretación. Shana
pide a Gicela que se quede y cantan una canción.
El público acompaña cada movimiento de las cantoras que se extienden
por espacio de una hora y media. Hay miradas cómplices, las cantoras se mueven en
un mar de felicidad, el canto fluye uno tras otro. América latina nace con un canto para
hermanar a los pueblos. “La frontera es
un punto de encuentro” advierte Gicela y sobre el escenario no hay
división. Argentina, Paraguay y Brasil
laten con un solo corazón.
“Un placer cantar chamame.
Un placer esta en Corrientes.
Tenemos una historia en común el sur de Brasil, Uruguay, Argentina y
Paraguay, por eso es importante esta integración”, resalta Shana Müller. “Si hablo en portugués Ustedes me entienden”,
pregunta Shana y el público responder con una sonrisa. La noche crece bajo el amparo de los idiomas
que lejos de separar muestras la común unidad de esta tierra profunda.
“Lo mejor que nos da la música es poder compartir. Este encuentro nació de lo que vamos
compartiendo en la vida junto a Gicela y Myrian”, advirtió Shana. “Para mi es un honor conocer y compartir la
música con estas cantoras”. Sobre el
final subieron las tres cantoras. Había abrazos, emoción, sonrisas simples y
sinceras, profunda felicidad.
Por último interpretaron juntas una canción que habla de
américa. “América latina. Una canción que habla de américa latina, una
canción de amor, una canción de dolor”, manifestaron. “Latino América, amada américa, de sangre y
sudor”, rezaba la canción. Fue el mejor
cierre, cuando se encendieron las luces del Teatro Vera todos estaban de pie aplaudiendo
no un concierto de música de tres naciones, sino la unidad latinoamericana
hecha canción.
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