Por Ángeles Daveta
Los chicos, acompañados por sus madres y en algunos casos también por abuelos y tíos comenzaron a ingresar poco después del mediodía. El ingreso de niños y niñas al penal 1 es una actividad que se repite generalmente cada fin de semana o en otros días de visita para que puedan ver a sus padres alojados en esa unidad. Sin embargo este sábado el necesario rito de vínculo familiar estaba cargado de nuevas expectativas. ¿Qué pasaría adentro? ¿En qué consistiría esa celebración que se fue construyendo desde meses atrás por fuera y dentro del penal por una gran cantidad de voluntades de diferentes lugares que fueron sumando aportes en forma de golosinas, ingredientes, dinero, juguetes, ideas, trabajo y alegría que se iba multiplicando con el correr de los días?
Mientras la expectativa aumentaba afuera, adentro los payasos comenzaron a marcar la cancha. Pini y Nicolás se vistieron para la ocasión y dieron las pautas para un maquillaje a la medida de las circunstancias. Entre piruetas y caídas fuera de libreto conquistaron a propios y extraños. Es que desde la mañana el taller de Yaja Pora, un pequeño habitáculo cargado de pinturas y materiales de artesanías por doquier, ubicado en el sector educativo de la cárcel, se convirtió en camarín improvisado, sala de ensayo y sector de distribución de dulces y regalos.
Los payasos luego acompañaron a Mariana, fundadora y responsable de Perros de dos Patas junto a su perrita entrenada. Manjula es una caniche marrón que se distingue por la habilidad de pararse en dos patas, responder a consignas pícaras o contestar con pequeños aullidos a la consigna de "¡hablá!". Ambas inauguraron la siesta a pleno con el robo de todas las miradas, conquistando especialmente a las nenas quienes querían llevársela a sus casas.
Poco después, María Rosa Ducic y Laura Virgile abrieron mochilas mágicas de las que podían salir tanto sapos inquietos como monstruos no del todo odiosos. Vestidas de negro pero con rayas colorinches que las identificaban institucionalmente como parte del Plan de Lectura del Ministerio de Educación, las chicas fueron ganando atención a fuerza de imaginación y palabra a viva voz; energía unplugeed, con la complicidad del payaso Pipi Pum, quien iba interpretando graciosamente las historias narradas.
Los chicos iban del pelotero hasta sus padres hasta que un tablado colorido, con flores, despertó su atención. De arriba fueron saliendo animales del paisaje regional: se disfrazaron de títeres un pez Dorado, cuya boca prolijamente enrojecida la representaba en femenino; dos carpinchas -madre e hija-, un loro, una buha; un mono y un tatú. Pero tampoco quiso quedarse afuera el mítico Jaguar Azul, quizá avisado por algún colibrí. Bichos y chicos se enredaron con canciones y maracas buscando al fuego que se había perdido en el monte. Títeres, tablado, libreto, ritmos y canciones habían sido cariñosamente amasados por el colectivo Yajá Porá y sus colaboradores en una sucesión de jornadas previas. Quienes les dieron vida a los bichos fueron los artistas Monserrat Zanini y Paulino González, además del emprendimiento Perros en Dos Patas. Los organizadores adelantaron que todo ese trabajo será donado en los días subsiguientes a una institución educativa de gestión pública.
Después se sucedieron más golosinas, otras canciones y regalos. Comenzó a caer la tarde y con ella el fin de las visitas, la despedida de los niños y de las familias. En muchos el cansancio se mezclaba con la alegría del trabajo cumplido pero también con la satisfacción de la confluencia de voluntades diversas. Fue una extraña sinergia que por momentos pareció ablandar las rejas, porque como lo describió Alejandro Pizarro, coordinador de Yajá Porá, "para los niños no existen muros, ni diferencias, sólo dibujos, amor, papás y mamás". Durante varias semanas esa sinergia se fue conformando por personas que realizaron donaciones o dispusieron de tiempo y trabajo, como la Defensora de Pobres del Juzgado N0 2, Nora Maciel, que preparó una torta gigantesca con colaboraciones que aportó el empresario Carlos Irigoyen.
Pero también con distintas organizaciones que se fueron sumando, como la Fundación Amanecer Adicciones que donó ingredientes para pastafrolas, que finalmente -al suspenderse la primera fecha- fueron donadas a un comedor comunitario. La Subsecretaría de Turismo de la provincia proporcionó los elementos para el chocolate. El programa de Bibliotecas Abiertas en Contexto de Encierro y los talleres de Formación Profesional de Costura y Gastronomía que funcionan en el penal, todos dependientes del Ministerio de Educación de la provincia también formaron parte de la actividad. Así como también hizo lo suyo la Iglesia Asamblea de Dios que tiene un espacio en el penal. También participaron estudiantes, docentes y graduados de distintas carreras de la UNNE, como Comunicación Social, Diseño Gráfico y Relaciones Laborales. Pero a ello y con ayuda de la difusión previa que aportaron los medios de comunicación, se le sumaron decenas de aportes anónimos, solidarios, desprejuiciados.
El festejo tuvo también sus propios ritmos y postergaciones, ya que estaba previsto para el domingo anterior, pero el frío y la lluvia de esos días obligaron a postergarlo. Este es el segundo año que la organización Yaja Porá -conformada por personas privadas de su libertad en esa unidad- y la Red de Derechos Humanos organiza distintas actividades recreativas y artísticas para que los hijos de las personas detenidas puedan compartir junto a sus padres y familiares una jornada que intentó reforzar los vínculos familiares, el afecto y la contención como pilares insustituibles en el camino a una vida digna. Una perspectiva en libertad que se intenta construir no sólo para el futuro, sino también para un presente distinto, tanto dentro como fuera de la cárcel.
Las negritas corresponden al editor de ñeepora.com.ar
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