Con más de 50 años en el oficio, con distinciones en la provincia y en otros puntos del país Ramón Gregorio Cabrera es un destacado artesano correntino. En esta charla cuenta que “con los años lo que cambia es la fuerza pero la pasión por el arte es la misma. Ahora la vista no me ayuda, tengo glaucoma y me cuesta concentrar la vista”. Ramón Cabrera continúa trabajando en el Museo de Artesanías y enseñando a los jóvenes que se acercan, “siempre estamos dispuesto a enseñar a quienes se acerquen. Para ser un buen artesano se necesitan como mínimo cinco años, ahí tenemos una buena base, pero tenemos toda la vida para seguir aprendiendo”, sentencia.
Por paulo ferreyra
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Mientras alguien ceba mate el “maestro Ramón Cabrera” – como lo llaman en el Museo de Artesanías – gira un trozo de madera en sus manos y comienza a tallar. Este año para el día del Artesano hubo un festejo íntimo dentro del Museo. “A veces pienso que con los años pierde la fuerza esta celebración, pero nosotros aquí celebramos en la intimidad. Lo importante es que los que estamos estemos juntos”, cuenta.
Ramón Cabrera |
Ramón Cabrera guarda para sí algunas distinciones como el Diploma de Honor de la Municipalidad de Buenos Aires (1985), Diploma de Honor de la Legislatura de Corrientes (1988), el primer Premio en Imaginería de la Sociedad Rural Argentina (1986-87-88), el Primer Premio en el Encuentro Provincial de Artesanos Correntinos (1994) y el Premio Ovidio Vivas a la Trayectoria Artística (Rosario, 2006).
“Para mí lo más importante es trabajar. Llevo 50 años haciendo esto con la misma pasión, ha disminuido el trabajo porque tengo problemas de vista, simplemente eso. Ahora mi hijo trabaja y yo dirijo un poco más las obras”.
El maestro Ramón Cabrera cuenta que con los años “cambia la fuerza, la vista no me ayuda pero la pasión por el arte es la misma. Tengo glaucoma y por ello me cueste concentrar la vista en el trabajo. A veces estoy tallando y pierdo estabilidad, no me doy cuenta del tiempo que estoy trabajando. Con un ojo no veo y con el otro veo poco, lamentablemente no puedo estar mucho tiempo trabajando. Quizás lo más importante es que uno no pierde las ganas de hacer cosas”.
En el Museo de Artesanías de Corrientes personas de diferentes edades y sexo se acercan para que el maestro les enseñe a tallar. El manifiesta que confía en los jóvenes para que aprendan pero advierte que hay que tener ganas de aprender. “Muchos vienen y creen que ya van a tallar. Esto no es fácil, hay que aprender y tener paciencia. Todo depende de la voluntad para aprender. Siempre apostamos a los que les gusta aprender, no es fácil, para salir artesano se necesitan cinco años como mínimo de trabajo. Aquí no se trata solamente de hacer cucharita o cosas sencilla, yo estoy hablando de la imaginaria popular, esto ya pasa a escultura de tamaño natural”.
En el Museo pasan algunos turistas, recorren las salas y después la feria de ventas. Siempre salen con algún bolsito. Aquí el mate ha quedado de lado. El maestro está a punto de volver a su casa y la charla se corta. “Ya voy”, dispara a las señas que le hace. Él se recuesta en su banqueta de trabajo, él no tiene apuro, “en qué estábamos”, dispara y todo vuelve a empezar.
“En la creatividad esta la validez de una obra. En las cosas que se hacen sin variar no hay creatividad. La creatividad está en hacer diferentes rubros, tanto en una talla simple o una escultura. Un plato o una fuente son menos complicados. Hacer una imagen ya se complica, entra proporción, cuerpo humano, hay que saber de esas cosas. Por esto siempre advierto que en la creatividad está la validez de la obra”.
Con la humildad de siempre el maestro Ramón Cabrera sostiene que “uno nunca sabe todo, siempre se aprende cosas nuevas. Uno va aprendiendo viendo también el trabajo de sus colegas y puede ir comparando. Todo el tiempo se aprende. Siempre hay algo para aprender. Con más de 50 años en el oficio no puedo decir que aprendí todo. Creo que la clave está en saber escuchar y saber mirar. Si uno no escucha no aprende. No hay que ser soberbio”, dispara.
De Derqui al mundo
Don Ramón Cabrera Nació en Derqui, en las cercanías de Empedrado. Hace más de 20 años trabaja en el Museo de Artesanías donde transmite su saber a sus alumnos y acopia diplomas, títulos honoríficos e innumerables premios. En el año 2006 fue distinguido con el “Premio a la Trayectoria Artística” otorgado por el Fondo Nacional de las Artes, en el rubro “Artesanías”
La enseñanza de estas tareas le llegó por herencia. "Mis abuelos vivían en el campo y tenían que confeccionar sus propias herramientas de trabajo, como los arados y los muebles, por lo que mi inicio en este arte proviene de mis antepasados”.
En un principio trabajó en una mueblería y con el paso de los años se dedicó de lleno al tallado principalmente de imágenes religiosas. Las imágenes son hechas básicamente en algarrobo, considerándola una "madera noble", ya que es más práctica y no se agrieta, manteniendo su forma con el correr de los años, a diferencia de otras que se pueden dañar incluso con los rayos de sol, como el quebracho o el lapacho. Pero dentro de su obra también se encuentran, por ejemplo, "El Pomberito y personajes de la mitología correntina, y también el Gauchito Gil".
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