miércoles, 21 de mayo de 2014

Excombatiente Ramón Franco restaura sillas y las entrega

Desde San José Misiones Ramón Franco – excombatiente de Malvinas – restaura sillas de ruedas y bastones para donarlos a quienes más lo necesitan. La cruzada la empezó hace menos de un año y ya entregó cinco en localidades del Sur misionero y de Corrientes.


Por Mauro Parrota

Una niña de 12 años nunca había pisado una escuela y vivía prácticamente postrada en su casa por no poder caminar y no contar siquiera con una silla de ruedas que facilitara su movilidad. La mamá volvió a escuchar la promesa de que le entregarían finalmente la silla especial, pero toda la desconfianza que le había causado las falsas situaciones de años atrás, la volcó a desechar esa nueva propuesta.


Pero Ramón Anselmo Franco volvió a insistir a esa mamá que para el siguiente mes, febrero, contaría con la silla de ruedas para su sufrida hija. El adiós quedó con la sensación de desconfianza entre el solidario hombre de San José y la ya descreída ama de casa de la localidad correntina de San Carlos.

El veterano de la Guerra de las Islas Malvinas, Ramón Franco, viajó en el mes de enero a la ciudad entrerriana de Concordia a buscar una silla de ruedas restaurada por otros veteranos de Malvinas y una vez de vuelta a San José, pronto se organizó con su mujer y fueron hacia la casa de esa mamá que quizás ya se había olvidado de la promesa que le habían hecho en el primer mes de este año.

“Cuando nos vio llegar con la silla, esa mujer se quedó sin habla, no supo qué decirnos, la emoción que tenía era muy grande
, sólo dijo que no esperaba que sea tan rápido y nosotros le recordamos que le habíamos prometido para febrero y ahí estábamos”, explicó el veterano Ramón Franco, el hombre que desde hace casi un año empezó a regalar sillas de rueda y todo tipo de elementos vitales para las personas que sufren distintas discapacidades motrices.

“Lo que más nos llamó la atención es que la mamá nos seguía preguntando cómo iba a hacer para pagar la silla, es como que no creía que se la estábamos dando sin compromiso, que era de ella, que lo único que debía hacer es firmar un documento o una constancia de la entrega y que en el caso de que alguna vez no la necesita más, que nos la devuelva y así poder darle a otra persona”, dijo Franco, que se sorprende a diario por los casos que él y su esposa descubren no sólo en San José, sino en Apóstoles, Liebig, San Carlos y hasta en Leandro N. Alem, donde también debió ir a donar una silla de ruedas. Esa silla de ruedas, según detalló Franco, "es de esas hidráulicas que se pueden convertir en cama".


La cruzada de los veteranos

Hace menos de un año surgió esta inédita cruzada entre varios veteranos de la Guerra de Malvinas, casi sin querer. Es que como sucede desde pocos años después que terminó el derramamiento de sangre en las islas, los combatientes se mantienen en contacto desde sus provincias y organizan similares escenarios solidarios, siempre con la causa Malvinas como máximo emblema. “En el Centro de Veteranos de Concordia hay un taller en el que se reciben de distintas personas sillas de ruedas en mal estado o rotas y se las reparan. Una vez pedí una y desde entonces voy cada tanto a buscar más, cuando nos enteramos de casos muy graves por esta zona. Desde que comenzamos con mi mujer (Lidia Angélica), ya entregamos cinco sillas, un andador y unos siete bastones”, relató Franco, convencido que la causa cambia sin dudas la vida de quienes ya casi no tenían esperanzas.

“Los bastones los hago con maderas de eucalipto con las herramientas que yo mismo hice en mi taller”. Y quien estuvo dos meses y 20 días en Malvinas enfrentando a los ingleses por la soberanía de las islas, muestra cómo en poco tiempo fabrica los bastones en el fondo de su casa en la pequeña San José.


Ahora estoy equipando mi taller y ya estoy en condiciones de reparar yo las sillas que me hagan llegar, siempre hay quienes necesitan de estos elementos y no tienen los recursos para obtenerlas. Sería muy bueno que todas esas personas que tengan una silla de ruedas que no usen, que nos las den y nosotros sabemos a quién dárselas”.


El caso más grave


Una señora de 28 años vivió arrastrándose toda su vida. Sus problemas motrices le impidieron siempre tener una vida cercana a lo normal.  Vivía sola, se las arreglaba para cocinarse, para hacer las cosas de la casa. Cuando nos enteramos de ese caso, inmediatamente resolvimos que lo mejor para ella no era una silla de ruedas, sino un andador, para que logre movilizarse y pueda quizás hasta caminar, esa fue una situación muy compleja y ahora esa mujer tiene más expectativas que antes, sin dudas”, dijo un satisfecho veterano de guerra de Misiones.




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