Por Daniel Villamea
Enrique era dueño de una memoria prodigiosa, al punto que siendo un niño el Presidente de la Nación Roberto Ortiz pidió para conocerlo, “Chiche” Gualdoni fue un hombre de acción y hacedor incansable. “Tuve unos siete mil alumnos y habré sacado de la cárcel a unos 500 presos”, recordó en una entrevista.
Nació en 1934 en la localidad de Bulnes, departamento de Río Cuarto, Córdoba. Llegó a Oberá cuando tenía 22 años para ejercer como abogado y profesor, tarea que desarrolló en los colegios Normal, Nacional y Comercio. Además, ocupó distintos cargos públicos a nivel provincial y durante más de 20 años fue el titular de la Liga Regional Obereña de Fútbol.
La literatura fue una pasión y publicó una veintena de libros de diversos temas, entre ellos Historia de Oberá y Viento, Guadal y Polvo. El primero, es un libro de texto utilizado en las escuelas locales y un punto de referencia para conocer gran parte del pasado obereño. En el segundo recreó los hechos más destacados desde su Bulnes natal. “Con Viento, Guadal y Polvo tuve muchas satisfacciones. Obtuve tres primeros premios nacionales, se publicó en fascículos y en casette, y fue emitido por 204 radios en todo el país. Eso sí, me estafaron con los derechos y casi no gané plata”, contó alguna vez.
Canto a la vida
Su Canto al Inmigrante fue leído en la apertura de la primera fiesta, en 1980, y desde entonces se transformó en el himno del evento mayor de los obereños. Hasta hace poco mantuvo si ciclo radial “El baúl de los recuerdos”, a pesar de que como él mismo reconoció, desde los 20 años fumó cinco paquetes de cigarrillos por día: “Pero no trago el humo”, justificaba.
Entre tantas anécdotas intactas en su memoria, recordó: “Una noche, cuando tenía tres años, mi padre decidió llevarme a cazar peludos, o tatú como le dicen acá. Para mí fue como un juego y me divertí mucho, tanto que mucho después le dije a papá: hoy hace exactamente un año que fuimos a cazar peludos”.
Tapa del Libro |
Luego, como un juego, empezó a memorizar fechas, capitales, presidentes y todo lo que interesaba a su mente infantil. Su padre decidió consultare Buenos Aires con un médico prestigioso, quien dictaminó: “Es un caso increíble de memoria, pero la criatura es totalmente normal”. Su precoz talento fue retrato por diarios como La Nación, Crítica y La Prensa, y mucha gente se acercó a la familia de Gualdoni con distintos ofrecimientos.
“Por eso varias firmas como Nestlé, Jabón Federal, Molimos Río de la Plata insistían en contratarme y me llenaban de regalos. Además las dos grandes radios de entonces, Belgrano y El Mundo, me abrieron sus puertas y conocí a las grandes estrellas de la época”, recordó años atrás.
A pesar de las innumerables ofertas para trabajar en radio y teatro, sus padres se negaron sistemáticamente a exponerlo y desecharon las propuestas. Gracias a eso, Chiche llegó a Oberá y se quedó para siempre, donde prosperó su familia y marcó un surco con su obra. “Yo vine a Oberá por dos años. Pero la segunda noche, en una reunión, pensé: yo quiero ser un símbolo de esta ciudad”, había contado en un momento. Sin dudas cumplió su sueño.
Gentileza Daniel Villamea – Diario El Territorio
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