Desde hace unos años repito que no creo ser un buen padre pero tengo un par de hijos que me hacen muy feliz. Una tarde Francisco me pregunta si voy a jugar con él, le respondo que estoy ocupado, le hace la misma pregunta a su mamá y ella también está ocupada. Entonces el concluye con una gran exclamación, “¡Genial! Nadia va a jugar conmigo!”. Estas líneas repasan este andar de padre en plena modernidad líquida. Ah, no me olvido de vos. Feliz Día Papá.
Por paulo ferreyra
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Aún recuerdo muy palpable la mañana que llegó Nuri de su trabajo. Hacía cuatro o cinco meses que buscábamos con ansiedad a nuestro primogénito. Ella había estado de guardia y hacía un día y medio que no nos veíamos. No sé porque razón estaba almorzando a las tres de la tarde, ella llega muy acelerada y con una alegría contenida que estaba por estallar abre la puerta sonriendo. “Mira lo que traje”, dijo. Ahí mismo si hizo el test de embarazo y nuestras vidas cambiaron para siempre.
Como dije al principio hoy después de seis años no estoy convencido de ser un buen padre pero tengo un par de hijos que me hacen muy feliz. Aunque a veces no los entienda, aunque reniegue en más de una oportunidad, aunque no sé escuchar ni sus silencios, quizás lo más importante es que los aprecio y amo tanto tanto.
Días atrás en una siesta me desperté pensando en tantas cosas que tenía para hacer. Lavar los servicios del mediodía que habían quedado apilados en la cocina, tomar con rapidez el libro de Bauman que estoy leyendo antes de que se levanten los niños. Me había dormido la siesta con Ana y todavía estábamos envueltos en los brazos. Antes de quitar mi brazo la miro atentamente.
Ana tiene un poco más de dos años. Acostados en la cama veo sus pestañas, esa nariz tan pequeña, su boca, los cachetes rosados tan bellos que no alcanza y no es suficiente con besarlos. Por un momento la veo y pienso cuánto vale todo lo que tengo que hacer por quedarme así ella, envuelto en los brazos y viendo sus pestañas crecer. Su respiración es lenta, aún me tiene tomado el dedo de mi mano, tus pies al aire hacen frente al frío que se cuela por la ventana. Francisco está por levantarse.
El primogénito ya tiene seis años. Hoy ver el brillo de los ojos de Francisco cuando está leyendo algo mágico ocurre. Cuando el sólo viene y abre sus brazos para dar un cariño sin pedir nada a cambio me transforma. Una tarde Francisco me pregunta si voy a jugar con él, le respondo que estoy ocupado, le hace la misma pregunta a su mamá y ella también está ocupada. Entonces el concluye con una gran exclamación, “¡Genial! Nadia va a jugar conmigo!”. Indudablemente tras estas palabras uno deja todo y se va a jugar.
Un poco a los empujones y movido vaya a saber por qué espíritu uno va aprendiendo a ser padre. Hoy estaré lejos del mío, tal vez cortemos la distancia con un llamado o el vaso de vino que brindaremos en el almuerzo. Una vez lo escuche decir a Juancito que nuestros hijos serán mejor que nosotros, ese quizás sea mi faro, brindar las herramientas para que mis hijos sean mejores. Salud Papá! Salud a los amigos Papá! Salud!
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