viernes, 2 de octubre de 2015

La política y el mal ajeno

En pos de una dirigencia política que mire y atienda las necesidades del pueblo con proyectos inclusivo para todos, sobre todo en el presente de los niños, Patricia Ocampo analiza la coyuntura política. Patria ha fundado bibliotecas, trabaja por los derechos de los niños y lleva adelante la campaña nacional “Me gusta el mate sin trabajo infantil”. En esta columna de opinión graba sus impresiones del presente y brega por un futuro mejor. 

La política y el mal ajeno
Por Patricia Ocampo
*Coordinadora de “Un sueño para Misiones”


En momentos electorales, vemos como muchos políticos realizan grandes esfuerzos para que podamos ver en ellos los atributos necesarios para gobernar. Carteles hasta en la sopa, spot publicitarios, discursos, inauguraciones, hasta vemos intendentes circular en nuestra ciudad con la ventanilla baja a pesar del calor, con el ánimo de ser reconocidos, como diciendo ¡Hey. Aquí estoy!

Los recursos que se derrochan, con este fin, son inmensos. La idea es darse a conocer, aunque los spot e imágenes solo pongan el acento en las cosas buenas y dejen los aspectos desagradables del candidato de lado. Descubrir a las personas detrás de la parafernalia electoral es realmente imposible. Sin embargo podemos preguntarnos a nosotros mismos ¿Qué clase de persona debería calzar los zapatos del líder político?


Según Jose Ortega y Gasset “virtudes convencionales como la honradez, la veracidad, los escrúpulos, no son típicas del político, que suele ser propenso a ciertos vicios como la desfachatez, la hipocresía o la venalidad. Por lo tanto, no se debe medir al gran hombre político por la escala de las virtudes usuales, porque la grandeza viene, inevitablemente, acompañada de su propias miserias.”

A simple vista esta idea es la que ha prosperado sobre otras, De hecho, somos gobernados por personas cuya honradez, veracidad, escrúpulos y desfachatez se encuentran, al menos, cuestionados. Como resultado de este tipo de liderazgo, tenemos un grave problema ambiental, un mundo que enfrenta una epidemia de obesidad y hambruna al mismo tiempo, para citar algo cercano podemos decir que en Misiones en tan solo 10 meses del año 2010, fallecieron 206 niños a causa de la desnutrición infantil siendo esta una de las provincias más ricas de nuestro país, también en nuestra provincia existe la injusticia de los sin tierra y al mismo tiempo una sola multinacional, Arauco (Ex Alto Paraná) de capitales chilenos e ingleses, es propietaria de algo más del 10% del territorio.

Tenemos además en Misiones una de las represas más grandes del mundo y pagamos la energía electrica a precios siderales. Esto solo para citar algunos de los problemas que nuestros líderes políticos y religiosos, empresariales y sociales, no han sabido resolver y, en el peor de los casos, han generado. Lamentablemente éste, no es un problema que pudiéramos endosarle a una sola Administracion, ojala así fuera, pues sería suficiente con cambiar de gobierno y entonces “voila” todos nuestros problemas abrían desaparecido.

Pues no, Es más profundo. Para resolverlo, quizá podríamos comenzar contradiciendo de lleno al pensamiento de Jose Ortega y Gasset, al que según parece nuestros líderes se han entregado de lleno y solicitarles amablemente que hagan algo distinto de lo que vienen haciendo, algo así como que considerar que sentir el mal ajeno como propio serviría como un GPS para la toma de decisiones.

Las estadísticas son imprescindibles para la elaboración de políticas públicas, aunque acercarse a una madre que ha perdido un hijo a causa de la desnutrición, o en manos de la delincuencia y hacerlo en la absoluta conciencia de permitirnos que el dolor de esta madre pase por nuestro cuerpo y alma, puede brindar la energía y la perspectiva también imprescindible, para llevar adelante esas políticas.

Sentir el mal ajeno como propio requiere valor y compromiso con el prójimo, esto esperamos de nuestros líderes. Las historias en las que la vida está en riesgo, están llenas de valentía, historias en las que un individuo da la vida por sus compañeros y en las que los soldados, policías o bomberos trabajan en equipo a sabiendas de que el camarada que esta junto a ellos es capaz de dar su vida, si es necesario.

A estas personas premiamos con medallas y tienen nuestro respeto y nuestra admiración. Cuando le preguntan porque expusieron su propia seguridad para salvar a un compañero, solo dicen “El lo hubiese hecho por mi” ¿Qué militante político puede sentirse así en cualquier partido, y no hablamos de dar la vida sino algo pequeño, solo esperar tal vez, un voto de confianza? Funciona justo al revés, se premia la lealtad sin tener en cuenta que esta surge cuando se ha perdido la fe.

Es necesaria una nueva política, que además de ejercer el poder, se permita la guía de sentir el mal ajeno como propio, tener el valor de apoyar solo las ideas en las que creamos con fe, Necesitamos un recambio dirigencial, un nuevo liderazgo basado en valores. Lideres con nuevos paradigmas, que entiendan que la política es servicio y que para no equivocar el camino además de muñirse de frías estadísticas, se debe tener la valentía de sentir las necesidades y el dolor ajeno como propio.


Opinión de Patricia Ocampo publicada en Misiones Opina

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