miércoles, 14 de octubre de 2015

“Nos siguen matando”

“El 14 de octubre cumplimos ocho meses de la carpa QoPiWiNi. El acampe aquí en la Av. 9 de Julio y Avenida de Mayo en Capital Federal es un reclamo liso y llano para que sean atendidos nuestros reclamos por el desalojo de los lugares sagrados del pueblo indígena de la provincia de Formosa”, sostiene Jorge Palomo. La carpa QoPiWiNi responde a las cuatro comunidades aborígenes de la provincia que se encuentran aquí, ellas son Qom, Pilagá, Wichí y Nivaclé. Días atrás, bajo esa llovizna incesante que afectó a gran parte del país Jorge respondió a ñeepora.com.ar después de acomodar la carpa para resguardar a los suyos de la lluvia. Hay olor a torta frita y una niña de dos años insiste en salirse de la carpa para jugar en la lluvia.

Por paulo ferreyra
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Esta carpa de los pueblos aborígenes en avenida 9 de Julio y avenida de Mayo sigue sin ser escuchada, ellos resisten y sólo quieren que se atiendan sus reclamos. “Llegamos aquí el 14 de febrero del presente año, hay mucho contexto de injusticia y preocupación de los líderes de la comunidad aborigen. Nuestra principal desvelo es el desalojo territorial de los lugares sagrados del pueblo indígena de Formosa”, expresa Jorge Palomo, Wichí y vocero de la comunidad QoPiWiNi, integrada además por las comunidades Qom, Pilaga y Nivacle.
Jorge Palomo
Cuando llegaron aquí el 14 de febrero no pensaron que iban a estar cumpliendo meses y meses de ser ignorados y discriminados. Montaron una gran carpa azul junto al monumento a Don Quijote, quien también bajo esta lluvia incesante luce una bandera whipola, envuelta en un improvisado mástil ahora marchita por el agua. Bajo un alero precario, una anciana ofrece sus artesanías y cualquier pregunta enciende sus ojos de esperanza. “No es caro”, advierte ella y no insiste más.

“En nuestras comunidades hay mucho contexto de injusticias. Pero una de nuestras debilidades a nivel país y americano es que estamos divididos, el gobierno provincial o nacional habla con los caciques que han vendido su dignidad y nos dejan a nosotros fuera de todo diálogo”, advierte Jorge Palomo. “Nuestro principal preocupación hoy es la tierra y los territorios sagrados del pueblo indígena. La falta de acceso a la salud, a la educación, no tenemos trabajo y no hay buen vivir. Además estamos viviendo una situación de inseguridad jurídica por no tener documento de identidad, al no tener identidad no podemos acceder a la personería jurídica”, cuanta.


La situación de estas comunidades en el centro porteño no son fáciles, Jorge Palomo cuenta que si bien reciben algunas ayudas piensan en sus comunidades allá en Formosa y la realidad duele. Por otro lado a la noche escuchan muchos insultos, descalificaciones, “nosotros creemos que nuestro reclamo es junto, no pedimos todo el territorio de Formosa, pedimos una parte que es nuestra. Para nosotros los insultos son algo normal porque la gente parece que no ve este acampe, para el gobierno no existimos, parece que somos parte del paisaje y nosotros no queremos estar acá, nosotros luchamos para estar en nuestro territorio”, resalta Jorge.


“Espiritualidad”

“Para el indígena lo principal es la vida, después la tierra, por ultimo la parte espiritual, la gente desconoce nuestra espiritualidad. Nuestra fortaleza esta en valorar la vida, la madre tierra y poner en practica esa conexión directa con nuestra parte espiritual. Hoy vivimos muchas injusticia, lo estamos diciendo porque lo vivimos y lo sentimos en nuestra comunidad. En muchos lugares hablaran del 12 de octubre como descubrimiento mientras nosotros hablamos de encubrimiento de América, matanza histórica. Antes nos mataban con armas y hoy nos matan con indiferencia, racismo, discriminación, todo esto lo sentimos diariamente en este acampe en Capital Federal”, comentó Jorge.



“Nosotros valoramos la tierra”, destaca una y otra vez Jorge Palomo, quien después hace una pausa y recuerda los campos contaminados por las fumigaciones en los campos sojeros. “El territorio es nuestra vida, muchos no entienden esto y en lugar de valorar la tierra la destruyen en forma violenta”, termina la charla y la lluvia no paró un momento, se acercan miembros de su comunidad y siguen trabajando para que no entre agua a la carpa. La nena de dos años se escurre entre su piernas mientras la anciana guarda sus artesanías, “con este tiempo ya no hay esperanza de que alguien se detenga a mirar”, desliza y corre la cortina que sirve de puerta en la carpa. El semáforo se puso en verde y todos vuelven a correr en la calle, quizás al mismo ritmo de las autoridades que siguen sin escuchar los reclamos de la Comunidad QoPiWiNi.

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