Por tercer año consecutivo Osvaldo Burgos realizó la música original para el Ballet Oficial de la Fiesta Nacional del Chamame, en esta oportunidad el cuadro fue Nación Chamame. “La multiplicidad de colores del chamame trate de volcarlos en esta música, particularmente me interesa mucho casi lo surreal del sonido. La estructura de la música tiene tres partes, pero todo el vuelo de la primera parte se concentra en un punto esencial, lo puro, lo prístino, lo original, el chamame prístino, cristalino y puro”, advierte. El Ballet Oficial trabaja en tres lenguajes, el corporal, musical y visual, a partir de la música incidental de Osvaldo Burgos se construyen los otros lenguajes. En esta charla desentrañamos la estructura de la música y algunos conceptos sobre la música.
Por paulo ferreyra
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Estructura de la música Nación Chamame
Por tercer año consecutivo Osvaldo Burgos realizó la música para el Ballet Oficial de la Fiesta Nacional del Chamame. La iniciativa surge de Luis Marinoni y si bien hasta último momento no había nada acordado la propuesta llegó en vísperas de navidad y como la corrientes del niño el agua llegó rápido al cuello. “De alguna manera la presión y la exigencia descargo en la creatividad, termino resultando algo que no podría definir si es bueno o mala pero es distinto. Siguiendo la linea de la música incidental y esta cuestión experimental salió algo con un color diferente a los hechos por las ediciones anteriores”, remarcó Osvaldo.
La Nación Chamame era el motivo de la 26 Fiesta Nacional del Chamame, Osvaldo dividió entonces el tema en tres partes y así fue creando la música para el Ballet. “La primera parte es sobre la nación chamamecera más allá de los límites políticos que hoy conocemos. Entonces ahí está todo lo aborigen que desde el punto de vista musical me resultó muy difícil imaginar, además imaginaba esta gran región con los aborígenes en estado puro, antes de las misiones religiosas. Entonces me basé en la fonética y en los sonidos de las palabras, tuve en mano algunos trabajos de campo de voces en rituales chamánicos de los chamacocos del amazonas, de los mbya de Misiones y de los Qom del Chaco”, cuenta.
La primera parte de la música entonces quedó conformada por voces aborígenes, se perciben como si estuvieran en una torre de babel aborigen, suenan diferentes lenguas al mismo tiempo y no hay un mensaje. “Es la presencia del sonido más noble – desliza Osvaldo, no había ruido de motos, autos o ringtone, sólo eran voces y el sonido de la naturaleza. También trabajé con caña, tacuara, percusión con semillas, y trabajé con las sílabas de la palabra chamame. Los sonidos son una cosas libre, no gira sobre un patrón constante o regular, cuando nosotros estudiamos música nos encontramos con una regularidad musical. Si vos escuchas la naturaleza, el viento que mueve las hojas y genera sonido eso no esta llevando un pulso cronometrado, es totalmente libre, puede desafinar y no pasa nada”.
En la segunda parte del tema o segunda sección se incorporan instrumentos que al escucharlos asociamos a determinada geografía. El arpa del Paraguay, los tambores del Uruguay, un berimbao de Brasil y el acordeón simbolizando al país y a la nación chamamecera. “Fue difícil la elección de un instrumento que represente al Brasil, pero el berimbao tiene una cosa afro aborigen que está subyacente en la cultura. En el chamame siempre se habla de lo guaranítico y lo europeo, pero hay un universo rítmico que es África”, resalta.
Aquí en la segunda sección lo rítmico cobra mas fuerza, el ballet tiene otra dinámica y lo sonoro es una cosa libre. Se pueden escuchar en esta sección el arpa, los tambores, el berimbao, el acordeón y una guitarra haciendo un bordoneo con el bajo característico del chamame.
En la tercera sección aparecen el sampler y los patrones de música electrónica. Osvaldo cuenta que la primera vez que escucharon la música no todos estuvieron de acuerdo con esta tercera parte, entonces volvió al estudio que tiene en su casa – ver foto – y siguió con la misma rítmica electrónica pero con instrumentos acústicos. Era la misma rítmica pero con cajón peruano, con conga, con semillas, con las vainas del chivato, en esto le dió una mano Jorge Castro, gran percusionista de Corrientes. También se acercó a dar una mano y colaborar voluntariosamente Pablo Delvalle con acordeón y bandoneón.
Bebemos algo fresco, Osvaldo hace una pausa, bebe un trajo muy corto, suelta el vaso y vuelve a mover sus manos para subrayar cada palabra, cada gesto, cada concepto. “Entonces veníamos de la Nacion Chamamecera antes de los límites geográficos, después con la nación y sus límites que hacen a la gran región y por último aparece lo electrónico como la mezcla de todas las cosas anteriores, esa fue la tercera sección”.
“Lo surreal de la música”
“Hasta aquí te conté la estructura de la música creada para el Ballet Oficial de la Fiesta Nacional del Chamame. Creo que aquí hay un dato interesante, uno puede crear una música y proyectar la música, pero en este caso interactuaban seis músicos, había tres percusionistas que tocaban los tambores, el arpa, el berimbao, la guitarra y el bandoneón. Esos instrumentos estaban sonando e intervenían con lo que estaba en la pista, hay un dialogo de voces y hay un dialogo de instrumentos”, resalta Osvaldo Burgos.
“La multiplicidad de colores del chamame trate de volcarlos en esta música, particularmente me interesa mucho casi lo surreal del sonido. Vos podes ver un árbol que tiene el tronco marrón y las hojas verdes, pero si le pintas al tronco amarillo y las hojas celeste no deja de ser un árbol pero sí deja de ser real, ya es surreal. Con el sonido pasa lo mismo, escuchar un acorde de acordeón y transformarlo a través de distintos procesos se transforma en un sonido surreal, ya no podes emitirlo, eso es en pocas palabras lo que sucede en la tercera parte”, advierte Osvaldo.
En el final de la música incidental quedó un colchón ambiental basado en la lluvia. El agua como elemento unificador de la gran nación chamamecera. Sobre la lluvia se toca el tema “acordeón tuya pora”, tomando solamente un fragmento de ese tema y el ballet desembarca en Corrientes como epicentro y como origen de la capital de la nación chamamecera. En esa capital bailan todos los países un solo chamame. Osvaldo hace una pausa y concluye, “todo el vuelo de la primera parte de la música se concentra en un punto esencial, lo puro, lo prístino, lo original, el chamame prístino, cristalino y puro”.
La música como matriz
El ballet de la fiesta hace su apuesta bajo tres lenguajes, la danza, la música y lo visual. Si bien lo lenguajes van separados el concepto es común a los tres pero todo se construye a partir de lo que se propone musicalmente. “La música es la matriz sobre la cual se trabajan los otros lenguajes”. Osvaldo es muy hábil en la entrevista, sonríe, regala simpatía y mete algún comentario para no responder puntualmente algunas cosas que se le pregunta. En otras preguntas no duda y florece en conceptos claros, “el sonido es el sonido más allá de una categoría de bueno o malo. Por ahí el resultado final de esta música no tiene una calidad sonora para holliwooy porque fue hecho en mi casa, con una computadora y el micrófono portátil. Creo que lo importante es el sonido en sí mismo, no el sonido estandarizado por el mercado musical. Estoy tranquilo porque la música del Ballet es un sonido noble, todo lo que usé esta en estado puro modificado en un juego de lo real y surreal”, comenta.
Sobre las expectativas que pueden generar estas creaciones Osvaldo Burgos advierte que hay cierta adrenalina antes del estreno, “debo confesar que todas las veces tuve miedo o culpa anticipadas si no tenían aceptación. Pero creo que en el fondo de eso se trata todo esto, si no hacíamos Puerto Tirol y el éxito estaba asegurado. Entre esas sensaciones despiertas también esta ahí subyacente la satisfacción de ver materializada una idea musical”, concluye. Nos retiramos, se acabó la bebida pero el bullicio sigue en el lugar, la edición 27 de la Fiesta Nacional del Chamame tendrá como motivo ADN Chamame. “En este sentido creo que el ADN implica replica, implica clonación e implica un patrón genético que va hacia adelante”, desliza y sin querer – o queriendo – se embarca en otra día musical.