Por paulo ferreyra
Foto Pedro Verdaguer
Las sombras van ganando en la noche, una brisa suave corre sin prisa y algunos ya visten abrigados. En La Cocina el clima es cálido, pasada las veintidós horas están los instrumentos preparados, los músicos de Puka Bossa Nova charlan distendidos, un poco de vino humedece sus labios mientras siguen saludando a los amigos que llegan. Pasada las 23 se ubican en el modesto escenario, Victor Piñeiro toma su guitarra, Ricardo Choko Olmedo en la percusión y Verónica Vascon en el medio en voz, sin querer o queriendo se roba todas las miradas.
“Vamos a ir al Brasil con la música. Estamos en la playa con la garotas y para las chicas también habrá garotos”, desliza Choko quien será el encargado de ir presentando cada tema y cada ritmo. La velada comenzó con “brigas nunca mais” y “flor de lis”. Además de la música Choko habló sobre las diferencias de los géneros como bossa nova y samba raiz.
“Una de las características de la música de Brasil es el ritmo, el ritmo esta en la forma en que late tú corazón, cómo caminas, cómo se mueve tu cuerpo, cómo sentís, todo eso es el ritmo”, resalta Victor Piñeiro. Mientras transcurre la música los jóvenes de Puka al igual que el público que los sigue atentamente danzan con los hombros, con los pies, con los ojos que se encienden y se apagan.
“Vamos a hacer un tema que esta dedicado a una diosa africana que se llama Oya. Los tambores que son usados en todo América fueron traídos por esclavos negros, hay lugares que permitían a los esclavos tocar los tambores. En Estados Unidos los patrones no les permitían tocar los tambores porque decían que era una alabanza al diablo. Con este tema vamos a homenajear a Oya que es la diosa del viento y de la tempestad”, así explicaba Choko Olmedo antes de tocar el tema.
El público está atento a los comentarios y a la música. Un mozo se mueve de un lugar a otro, quizás ajeno a la música, escrutando con su mirada a los presentes y atento ante cada necesidad, de pocas palabras y de accionar rápido. La música continua con temas como “corcovado”, “berimbau”, entre otros. Algunos diálogos cortan el clímax de la música, apagan las pulsaciones hasta que se vuelven a encender con los próximos acordes.
Verónica Vasco mira al cielo y canta “sonhar não custa nada”, se ríe con el rostro iluminado y al bajar sus párpados va masticando las palabras que luego salen dulces en el canto. Víctor revela los sonidos de su guitarra que parecen ser infinitos y de miel, su cuerpo se acompasa con cada melodía y sus dedos recorren o corren por el diapasón.
La segunda parte de la velada, tras un breve pausa, arranca cerca de las una de la madrugada. Afuera el viento sigue soplando, la luna aparece recortada y rodeada de nubes. La música sigue, Choko Olmedo parece no claudicar en sus explicaciones sobre temas y ritmos de brasil. “La bossa nova es un estilo de samba y fue creado en la década del 50. El samba enredo por ejemplo es otro estilo, samba enredo se usa en los carnavales porque ahí se cuenta la historia de la comparsa que pasa en ese momento. El bossa nova fue creado por la clase media alta, nació en un departamento y creado por gente blanca”, explica Choko mientras Verónica regala una sonrisa amplia, radiante, su boca es un clavel.
Las mesas de La Cocina se van poblando de botellas y empanadas, el vino o la cerveza corren sin pausa. Hay muchas damas en la noche, algunas mueven sus cabezas al ritmo de la música mientas otras miran al cielo y se dejan llevar. La música de Puka se tiñe de colores, el viento ingresa al lugar y se expande con la música, definitivamente Puka logra sus intensiones y lleva al público por regiones y aromas o amores bifurcados por el viento y la música.
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