Raúl Barboza pasó días atrás por la ciudad de Resistencia presentando un concierto íntimo, con composiciones nuevas y homenajes a grandes referentes de la música regional. “Hace 70 años que estoy tocando el acordeón. Pero lo más importante para mí es cómo pude llegar o dejar algo en la gente, sin ninguna sofisticación o sin intentar convencerlos de lo que yo hago está bien. Simplemente trabajo para hacerlo lo que hago de la mejor manera posible y que la aceptación del público sea una aceptación normal, tarda mucho tiempo a veces pero cuando llega es un momento hermoso”, resalta Raúl Barboza. Las anécdotas y la música, parte de lo que dejó la vela organizada por MUSICA Sin Etiquetas en esta crónica.
Por paulo ferreyra
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Raúl Barboza festejó sus 70 años con la música en un cálido concierto brindado en el Complejo Cultural Guido Miranda de la Ciudad de Resistencia, Chaco. Raúl estuvo acompañado por Nardo González en guitarra, Cacho Bernal en percusión y Roy Valenzuela en bajo. Este año el músico fue distinguido con el Gran Prix Charles Cros de la Academia de la Música en Francia, en el rubro Música del Mundo por su disco “Chamame Musette”, compartido con el acordeonista francés Francis Varis. Esta distinción ya la había recibido Raúl Barboza en otras dos oportunidades, 1990 y 1993.
Pasada las 21.30 del sábado último, ante un Complejo Cultural colmado Raúl Barboza abre su pecho con los fuelles de su acordeón. Recién tomará el micrófono pasado dos temas, ahí expresará su alegría de estar en el Chaco. “Es muy grato volver a este lugar, esta hermosa y bella ciudad de Resistencia. Es hermoso llegar a un pueblo o a una ciudad y ver tantas obras de arte a la vista de todo el mundo. Es un hermoso placer volver a esta ciudad. Tengo un gran placer por sentir este continente sur, sentir el calor de los 40 grados y el calor humano”, expresó.
Comenzó la velada con “saltos del guaira” y “San Luiz Gonzaga”. “Aprendí a tocar el acordeón desde los siete años y tuve un maestro además de mi padre de quien aprendí mucho. Con este maestro estuve desde los 14 años y ahora quiero homenajearlo con uno de los temas más hermoso que él ha compuesto”, desliza Barboza y con su estilo ofrece una exquisita versión de “Alma guaraní”.
“Todas las melodías tienen un razón de existir. Este chamame que titule “llegando al trotecito”, en realidad lo hice pensando en mi padre cuando lo vi por primera vez trotando a caballo. Recuerdo que lo vi y él era amigo del animal, el caballo sabía que iban a ser amigos con mi padre y que caminarían sin dolor. Cuando ando por estas tierras generalmente veo algún paisano que viene al trotecito de su caballo, tal vez conversando con el animal o simplemente en silencio. Para ellos también es este tema”, explica.
“Muchos temas de los que he compuesto en los últimos años fueron iniciados en algún lugar, a veces en Argentina, a veces en otros países donde hemos anda llevando nuestra cultura guaraní, de este perímetro que es la región del litoral, hemos estados en Chica, Japón, Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, Inglaterra, Ecuador, Paraguay, entre tantos otros países. Siempre mostrando la cultura a través de la música y de la mejor manera que lo podemos hacer. Esa es nuestra hermosa obligación, viajar rogando a la vida y a dios para poder llegar a destino y poder tocar con nuestros instrumentos para devolver todas las enseñanzas que hemos aprendido de nuestros mayores, aborígenes y no aborígenes.
Estoy feliz de estar en el Chaco. El primer gran viaje que hice en mis comienzo fue al Chaco, le di un beso a mi madre en ese momento y mi madre lloró porque su hijo se iba lejos de Buenos Aires, conocí al Cacique Catan, conocí las comunidades Tobas, Wichi, me crucé con Cocomarola, Isaco, entre tantos otros. Tengo tangos recuerdos, por eso estoy emocionado porque tengo la sensación de que los amigos nos acompañan en esta noche”, deslizó visiblemente conmovido Raúl Barboza.
La velada continuo con algunos clásicos hasta que volvió a tomar el micrófono antes de presentar una de sus composiciones, “cherogape”. “Este tema significa en mi casa. Lo compuse en un viaje de Europa a la Argentina. Hacía siete años que no venía a la Argentina, mi felicidad salía de mí cuando llegué al país”, recuerda y sus ojos se tiñan de sensaciones mientras sus dedos ya traducen en melodías sus pulsaciones.
El público aplaude con emoción, desde las primeras filas le claman a gritos por “tren expreso” y el accede sin reparos. La noche se hace madura y las anécdotas siguen floreciendo al amparo de la música.
“En el año 1947 mi papá me lleva a escuchar al Cuarteto Santa Ana, este grupo sigue siendo el grupo musical chamamecero más respetuoso y de mayor trabajo técnico musical y artístico. Estaba el Cuarteto Santa Ana y de repente se baja del escenario Ernesto Montiel y queda solo Isaco Abitbol con sus dos guitarristas, Pedro de Ciervi y Pascacio Enrique. Isaco junto a sus guitarristas tocaron La Calandria. Por esos años yo tocaba el acordeón dos hileras, quería aprender a tocar ese tema y hasta que la vida me trajo este instrumento que tengo hoy no lo podía hacer. Trabajé durante mucho tiempo y tenía más de 40 años cuando aprendí a manejar este instrumento con todos los registros, aprendí a tocar La Calandria no como tocaba Isaco sino como yo quería aprender a tocar. Cuando logré encontrar los sonidos en el instrumento transfiero también en el la emoción cada se despierta en cada nueva interpretación”.
Sobre el cierre hubo más clásicos y el público lo despidió de píe. Raúl Barboza se bajó del escenario y saludó al público, estuvo más de media hora sacándose fotos y firmando autógrafos de los discos que el público iba comprando a la salida del Complejo Cultural Guido Miranda.
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