Días atrás se presentó en la Vaca Atada Néstor y Ariel Acuña. El mítico bar y templo de Resistencia, ubicado en Santa María de Oro y Santiago del Estero – entre bohemia y libertad – como afirman algunos encendió la llama de la cultura musical. Fue una noche seductora donde los hermanos Acuña desplegaron sus composiciones y compartieron grandes clásicos del chamame. El invitado especial, Roberto Romero, expresó sobre el final que hay que “aplaudir a los grandes de la música como Antonio, Montiel, Chopin, Vedoya, Mateo, Tarrago, entre tantos otros que nos permiten revivir lo mejor del cancionero popular”.
Por paulo ferreyra
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En la Vaca Atada ya es costumbre vivir momentos y emociones fuertes. Días atrás las palpitaciones comenzaron por la demora de los músicos, llegaron sobre la hora y ya había cierto nerviosismo en el ambiente. Nerviosismo que los músicos después supieron saldar con abundancia.
"Este presentador está muy preparado para hablar. Es un hombre muy instruido y sabe mucho", me advierte Roberto Romero quien oficia en la primera parte de la noche como apuntador. Estamos compartiendo la mesa y para descomprimir el humor me advierte que llegó a “la Vaca Atada no siguiendo la ruta del dinero k sino la ruta del vino”.
“Aquí estamos con esta saludable costumbre de juntarnos en este escenario modesto de mil botellas. Aquí están grabados los nombres de los artistas y los duendes chamameceros que son dueños de esta magia de la música”, anuncia el locutor para presentar a los dueños de una velada única e irrepetible.
“Este lugar es considerado por el Ministerio de Cultura como referencia cultural de la ciudad de Resistencia, Chaco. Es un gusto para nosotros compartir el arte del universo musical de dos grandes referentes indiscutidos de la música de la región, Néstor y Ariel Acuña. Esta noche vamos a echar a rodar cantares y un chamame al infinito", expresa el presentador y sus palabras se extienden por el piso, por las paredes y llegan a estallar en las pulsaciones del público presente.
Los hermanos Acuña se miran y arman un repertorio, “ese”, dicen entre susurros. Los dedos de Néstor Acuña se pasean por el acordeón hasta arrancarle los acordes de “madrecita”, los aplausos, los sapukái y todo lo demás serán un regalo. Las admiraciones y las exclamaciones por el dúo de hermanos se iban a extender por toda la noche. "Madrecita" vibraba en el acordeón de Néstor Acuña y tensaba su melodía en las cuerdas de Ariel Acuña. Fue un amanecer nocturno con luna llena.
“Soy el hermano menor de los dos”, desliza Néstor Acuña. “Es un gran gusto estar en este lugar y estamos felices de poder traer nuestra música”. Por su parte Ariel también manifestará su alegría, “Así es, yo soy el hermano mayor”. Hace una pausa y luego como en una sucesión de gotas advierte, “soy el hermano mayor pero si por casualidad yerro una nota el que recibe un reto aquí soy yo”, afirma y las sonrisas se propagan por todo el comedor.
“Caminos del Isoquí”, “El sol de los cielos limpios”, son algunas de las composiciones de los músicos que comparten en una noche que se hizo sin tiempo. La pausa llegó y ahí se trenzaron en saludos con amigos. “Nosotros nunca tocamos juntos y hoy es una noche especial para compartir este escenario”, desliza Néstor Acuña ante Roberto Romero quien se fue animando y finalmente acepto compartir es espacio con los hermanos Acuña.
“Cuando la nostalgia
te ponga muy triste
Y falte la ternura
Yo te dejo un canto
Si quieres encontrarme
En la guitarra yo estaré
Trepando madrugadas
Entonando un chamame”.
Estos versos pertenecen al chamame “evocación de la ternura” de Mateo Villalba y Antonio Tarragó Ros, podríamos enmarcar varios versos de la noche pero estos se han llevado aplausos y suspiros por parte del público.
Ariel Acuña agradeció el acompañamiento de los medios independientes que con gran esfuerzo “difunden la cultura popular de la región, a diferencia de otras empresas periodistas que están lejos de defender la cultura popular”. La noche se fue apagando pero hubo un merecido homenaje a Ernesto Baffa y a Mariano Mores, “dos maestros de la música”, resaltaron los hermanos Acuña. “Esto está todo ensayado. No crean que estamos improvisando. Estos son tangos y milongas que salen chamameceados porque somos correntinos”, desliza Ariel Acuña.
Sobre el filo del final, cuando hubo pedidos que los músicos no recordaban la letras hicieron lo que hacemos todos, googlearon y aparecieron las letras. “Ustedes perdónenme. Soy aquí un agregado esta noche. Pero soy un gustoso agregado”, deslizó Roberto Romero en su despedida. “Con Roberto esta noche especial se ha multiplicado. Gracias a todos por acompañarnos esta noche”, concluyeron los hermanos Acuña. Cerrada esta noche ya en La Vaca Atada están preparando la próxima velada. Hasta la próxima.
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