Días atrás el Instituto de Cultura de la Provincia de Corrientes, a través del departamento de Cine y Artes Audiovisuales arribó a la localidad de Villa Olivari, Corrientes. En esta oportunidad se proyectó la película “Locos Sueltos en el Zoo”, una proyección de la que disfrutaron grandes y chicos en un domingo especial de Cine al aire libre. En dicho lugar estuvieron presentes Manuel Ibarra, jefe del área del departamento Cine junto a Federico Molina y Marcelo Fernández.
Por paulo ferreyra
Fotos Manuel Ibarra
El cielo está azul, el sol entra lentamente y destellos naranjas se dibujan ahora en el amplio e infinito horizonte. El equipo de Cine Móvil llega pasada las 19 horas a la plaza central de Villa Olivari, en inmediaciones del Palacio Municipal y de la Iglesia en construcción. En la calle un grupo de chicos hacen danzas folclóricas, un equipo negro y de parlantes generosos le pone música a los pasos que dibujan los chicos. Vamos de nuevo, 1, 2, 3, 4, vamos 1, 2, 3, 4”, alza la voz de mando una dama vestida de vivos colores.
El equipo de trabajo comienza a dividir tareas y ponen en marcha todo lo necesario para la puesta del Cine en la calle. Marcelo Fernández dispone la pantalla, Federico Molina dialoga con el Intendente local Roberto Sala mientras Manuel Ibarra recorre el lugar procurando el suministro de energía eléctrica.
Pasada las 20 horas todo está dispuesto para el cine. Unos chicos ahora liberan sus risas mientas un perro de ojos triste se cruza en el medio. Las primeras proyecciones son musicales, videos clips del programa En el Patio, curren por el aire ahora la música de Pocho Roch, Ofelia Leiva, Florencia De Pompert, entre otros.
Cuando se apagan los ensayos folclóricos se hecha a rodar la película “Locos Sueltos en el Zoo”, una película de Luis Barros con guion de Alberto Monasterio y Luis Delvecchio. La pantalla está en medio de la calle y ahora se ubican cinco, seis, siete chicos en el asfalto, de a ratos se sientan, de a ratos se acuestan y miran la ancha, alta, luminosa pantalla sobre ellos. Sus risas tímidas apenas se esbozan, el resto del público se ubican en la vereda de la plaza, sentado en el cordón cuneta, otros sentados en la moto y observando todo con atención.
Cerca de las 22 horas concluye la película y todo vuelve al silencio. Un tero distraído deja escuchar su canto, a traviesa la plaza un pequeño murciélago, desde lejos, muy lejos, un bebe balbucea sus primeras palabras. Las calles se vacían mientas el rugido del cine móvil se aleja.
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