por paulo ferreyra
Fotos Proyecto Diorama
Para las 21 debía empezar pero todo sigue muy tranquilo. Hay miradas. Se escuchan charlas encendidas, abrazos y saludos afectuosos. Un acordeón blanco esperando en el piso rojo, un par de micrófonos y una guitarra completan el modesto escenario de la Casa Martínez. De fondo suena un vals mientras otras charlas se animan, muy pocos esperamos en silencio.
La cantante Marta Toledo oficia de anfitriona. "Esto es parte de una conversación. Hablábamos de espacios para voces que no están en muchos escenarios, voces que podemos empezar a vislumbrar en este ciclo. Cuando nombramos a una persona comienza a existir. Aquí queremos nombrar a quienes no están nombradas. Hoy vamos a comenzar con Noemí Maizares y Carolina Miño", sentencia la voz clara y precisa de Toledo. Luego se detiene en leer las biografías de estas dos intérpretes.
Mientras se escuchan las biografías el público oye con atención. Hay muchos adultos y pocos chicos. Algunos se inclinan para sacar fotos. Con "vestido sobre vestido" y "Ricarda Raíz" comenzaron un repertorio muñido de canciones clásicas y nuevas. "Gracias Corrientes por invitarme. Nosotros junto a Noemí tenemos un proyecto musical que se llama Musas y hoy venimos con nuestra propuesta musical", explicó Carolina Miño.
Mientras sigue con el repertorio Noemí deja caer parte de su pelo en el rostro. Se inclina, su párpados caen lentamente mientras sus dedos dibujan nuevos acordes musicales. Los aplausos deben sonarle como un eco o una caricia cercana, sonríe con los labios y la música sigue sin pausa.
En el transcurso del repertorio Carolina Miño invita a que la acompañen cantando, "si alguien quiere bailar también lo puede hacer", advierte. El repertorio se ensancha con "María va", "Marcelina Rosa Ribero", "La Caú". El público está atento y sumergido en silencio, escucha, algunos se mecen mientras el fuelle prolonga o tensa una nota. "Bravo", "eso", "muy bueno", son algunas de las exclamaciones que se despiertan en el público.
"Las canciones también sirven para conocernos", desliza Carolina Miño entre tema y tema. El repertorio incluyó "el cosechero", "yo voy mariscando", "cheruvicha". Después habla sobre la carrera que está haciendo en la Facultad de Artes Diseños y Ciencias de la Cultura, la sigla de FADYCC resuena como una campana. En el medio aparece la dulce vos de Alicia, la hija de Noemí Maizares para interpretar Enero. Noemí no cabe en su cuerpo de la emoción que la embarga.
Luego habrá tiempo para que surja una pareja de baile. El repertorio se extendió demasiado. No había necesidad de que hagan más de diez temas. Hubo espacio para el bis y quizás tampoco era necesario.
Las paredes blancas del Museo de Casa Martínez estaban florecidas con cuadros bajo la temática de modos de vida y fiestas familiares de la tierra del taraguí. Finalmente vuelve Marta Toledo para presentar a María Esperanza Cáceres, Rosita Leiva y a los destacados músicos Mauro Bonamino y Fernando Soto.
"Vamos a dejarles nuestro sentimiento y nuestro corazón mercedeño", desliza Rosita Leiva mientras se lleva el acompañamiento del público con los aplausos y toda la atención posible. Mientras tanto una pareja arrima sus sillas, se sientan muy cerca, se toman las manos y siguen a las voces femeninas sumidos en emociones.
"Gracias por venir. Estoy pensando qué voy a decir con mi canto. Espero les guste y una vez más gracias por venir", afirma ahora Esperanza. Las dos damas vierten una cancionero profundo. Cantan, se miran y se buscan con la mirada, hay cariño, respeto, afectos en esas miradas. El repertorio se ensancha por el camino del ñandereko correntino.
"Vamos a cantarle a la madre de todas las madres. Vamos a cantarle para pedirle perdón y para decirle gracias por tanto Ñande Tupa Sy", anuncia Rosita y la emoción le invade los ojos y golpea su pecho con fuerza, esas pulsaciones se traslada a su voz y embarga al público.
El repertorio de estas dos damas del chamame se completó con niña de ñangapiry, paloma herida, enero, entre otros. "El adn chamame no es un slogan más, así vivimos nosotros. El chamame es nuestra trinchera cultural", sintetiza Rosita y la música riega a los presentes.
"Sentí mucha emoción. Esta fue la primera vez que canté sola en mi vida. Ahora sentí como si fuera la primera vez en mi vida que me invitaran a cantar. Siempre canté con un dúo al lado. Ha sido una experiencia hermosa", expresó Rosita en exclusivo para ñeepora. El Ciclo de Mujeres de aquí y de allá dio un puntapié del lujo.
Para las 21 debía empezar pero todo sigue muy tranquilo. Hay miradas. Se escuchan charlas encendidas, abrazos y saludos afectuosos. Un acordeón blanco esperando en el piso rojo, un par de micrófonos y una guitarra completan el modesto escenario de la Casa Martínez. De fondo suena un vals mientras otras charlas se animan, muy pocos esperamos en silencio.
La cantante Marta Toledo oficia de anfitriona. "Esto es parte de una conversación. Hablábamos de espacios para voces que no están en muchos escenarios, voces que podemos empezar a vislumbrar en este ciclo. Cuando nombramos a una persona comienza a existir. Aquí queremos nombrar a quienes no están nombradas. Hoy vamos a comenzar con Noemí Maizares y Carolina Miño", sentencia la voz clara y precisa de Toledo. Luego se detiene en leer las biografías de estas dos intérpretes.
Mientras se escuchan las biografías el público oye con atención. Hay muchos adultos y pocos chicos. Algunos se inclinan para sacar fotos. Con "vestido sobre vestido" y "Ricarda Raíz" comenzaron un repertorio muñido de canciones clásicas y nuevas. "Gracias Corrientes por invitarme. Nosotros junto a Noemí tenemos un proyecto musical que se llama Musas y hoy venimos con nuestra propuesta musical", explicó Carolina Miño.
Mientras sigue con el repertorio Noemí deja caer parte de su pelo en el rostro. Se inclina, su párpados caen lentamente mientras sus dedos dibujan nuevos acordes musicales. Los aplausos deben sonarle como un eco o una caricia cercana, sonríe con los labios y la música sigue sin pausa.
En el transcurso del repertorio Carolina Miño invita a que la acompañen cantando, "si alguien quiere bailar también lo puede hacer", advierte. El repertorio se ensancha con "María va", "Marcelina Rosa Ribero", "La Caú". El público está atento y sumergido en silencio, escucha, algunos se mecen mientras el fuelle prolonga o tensa una nota. "Bravo", "eso", "muy bueno", son algunas de las exclamaciones que se despiertan en el público.
"Las canciones también sirven para conocernos", desliza Carolina Miño entre tema y tema. El repertorio incluyó "el cosechero", "yo voy mariscando", "cheruvicha". Después habla sobre la carrera que está haciendo en la Facultad de Artes Diseños y Ciencias de la Cultura, la sigla de FADYCC resuena como una campana. En el medio aparece la dulce vos de Alicia, la hija de Noemí Maizares para interpretar Enero. Noemí no cabe en su cuerpo de la emoción que la embarga.
Luego habrá tiempo para que surja una pareja de baile. El repertorio se extendió demasiado. No había necesidad de que hagan más de diez temas. Hubo espacio para el bis y quizás tampoco era necesario.
Las paredes blancas del Museo de Casa Martínez estaban florecidas con cuadros bajo la temática de modos de vida y fiestas familiares de la tierra del taraguí. Finalmente vuelve Marta Toledo para presentar a María Esperanza Cáceres, Rosita Leiva y a los destacados músicos Mauro Bonamino y Fernando Soto.
"Vamos a dejarles nuestro sentimiento y nuestro corazón mercedeño", desliza Rosita Leiva mientras se lleva el acompañamiento del público con los aplausos y toda la atención posible. Mientras tanto una pareja arrima sus sillas, se sientan muy cerca, se toman las manos y siguen a las voces femeninas sumidos en emociones.
"Gracias por venir. Estoy pensando qué voy a decir con mi canto. Espero les guste y una vez más gracias por venir", afirma ahora Esperanza. Las dos damas vierten una cancionero profundo. Cantan, se miran y se buscan con la mirada, hay cariño, respeto, afectos en esas miradas. El repertorio se ensancha por el camino del ñandereko correntino.
"Vamos a cantarle a la madre de todas las madres. Vamos a cantarle para pedirle perdón y para decirle gracias por tanto Ñande Tupa Sy", anuncia Rosita y la emoción le invade los ojos y golpea su pecho con fuerza, esas pulsaciones se traslada a su voz y embarga al público.
El repertorio de estas dos damas del chamame se completó con niña de ñangapiry, paloma herida, enero, entre otros. "El adn chamame no es un slogan más, así vivimos nosotros. El chamame es nuestra trinchera cultural", sintetiza Rosita y la música riega a los presentes.
"Sentí mucha emoción. Esta fue la primera vez que canté sola en mi vida. Ahora sentí como si fuera la primera vez en mi vida que me invitaran a cantar. Siempre canté con un dúo al lado. Ha sido una experiencia hermosa", expresó Rosita en exclusivo para ñeepora. El Ciclo de Mujeres de aquí y de allá dio un puntapié del lujo.