por paulo ferreyra
Raudamente vamos cocinando ciertos temas, hasta que en un momento me invita hablar de la muerte y le rehuyo para hablar de la soledad. “Soy un militante del amor. En el sentido de la amabilidad. A mí me ocupa mucho tratar al otro con amabilidad, con amor, me preocupa y me ocupo. Creo que es lo más humano que tenemos”, advierte y un silencio subraya sus palabras.
— ¿Te gusta cocinar?
Me gusta mucho cocinar. Creo que uno de los lugares donde me paro para empezar a escribir es el ámbito de la cocina. En mi segundo libro hay una ruptura amorosa está ubicada en el momento en que estoy preparando arroz con pollo. Después hay otro poema donde pinto que el despertar es gracias al olor que viene de la cocina, el olor del chipa cuerito.
En el libro que ganó hay un poema que se titula Nahatatîri, "no tiene humo", que es un poema que separa lo que es Castelli del resto del Litoral. Cuando me fui a vivir a Castelli me compré un anafe eléctrico. Yo venía del campo de Loreto e Ituzaingó donde estaba acostumbrado a cocinar a fuego de leña. Entonces describo el estar en el mundo a partir de ese estar con el fuego a leña o estar a fuego de anafe eléctrico. En ese poema alcanzo a concluir que aunque en el anafe el alimento se cuece igual, le falta luz. Es central la cocina en lo que hago. No tanto como el río pero su presencia es permanente.
— ¿Cómo te gusta cocinar, sólo o acompañado?
Me gusta agasajar con la comida. En el prólogo de mi primer libro - mi librito - en el prólogo que lo hizo Nuria Pamies menciona todo lo que yo hago en la cocina y cómo cocino para ella hasta empacharla. En el mismo ámbito de la cocina le preparo yuyitos para que se le vaya el dolor de panza. Además trabajé de cocinero y en mi tiempo de estudiante vendía comida.
En el poemario “Usted no viaja asegurado” hay un poema que lleva de título “El día que más te extrañé estaba cocinando”. Ese título se me viene mientras estoy efectivamente cocinando
pelaba una papa y
el corazón
me pelaba el rostro.
Franco Rivero en Laguna Soto. Foto Sol Carrillo |
— ¿Te gusta cocinar?
Me gusta mucho cocinar. Creo que uno de los lugares donde me paro para empezar a escribir es el ámbito de la cocina. En mi segundo libro hay una ruptura amorosa está ubicada en el momento en que estoy preparando arroz con pollo. Después hay otro poema donde pinto que el despertar es gracias al olor que viene de la cocina, el olor del chipa cuerito.
En el libro que ganó hay un poema que se titula Nahatatîri, "no tiene humo", que es un poema que separa lo que es Castelli del resto del Litoral. Cuando me fui a vivir a Castelli me compré un anafe eléctrico. Yo venía del campo de Loreto e Ituzaingó donde estaba acostumbrado a cocinar a fuego de leña. Entonces describo el estar en el mundo a partir de ese estar con el fuego a leña o estar a fuego de anafe eléctrico. En ese poema alcanzo a concluir que aunque en el anafe el alimento se cuece igual, le falta luz. Es central la cocina en lo que hago. No tanto como el río pero su presencia es permanente.
— ¿Cómo te gusta cocinar, sólo o acompañado?
Me gusta agasajar con la comida. En el prólogo de mi primer libro - mi librito - en el prólogo que lo hizo Nuria Pamies menciona todo lo que yo hago en la cocina y cómo cocino para ella hasta empacharla. En el mismo ámbito de la cocina le preparo yuyitos para que se le vaya el dolor de panza. Además trabajé de cocinero y en mi tiempo de estudiante vendía comida.
En el poemario “Usted no viaja asegurado” hay un poema que lleva de título “El día que más te extrañé estaba cocinando”. Ese título se me viene mientras estoy efectivamente cocinando
pelaba una papa y
el corazón
me pelaba el rostro.
pelaba otra papa y el corazón
me seguía pelando el rostro
así que dejé
todo como estaba
me saqué la ropa
fui a la lluvia
Todo lo que sucede en ese momento lo escribí tres semanas después. Ahora cerrar el poema me llevó un año. Está claro que no todos los poemas llevan el mismo proceso pero este fue así.
— Me interesa una cosa más, ¿cuál es tu fuerte en la cocina?
Las pastas y las salsas son mi fuerte. Me gusta hacer la masa, no me importa la cantidad de personas que vayan a comer. Me gusta cocinar y puedo cocinar para 3 o para 30 personas. . Me gusta cocinar y también confío en la memoria, no escribo mientras cocino. Mientras cocino voy tejiendo en mi mente. Pero si una idea no vuelve después quizás no era lo suficientemente fuerte o útil.
— Hay un emparentamiento entre heñir la masa y la palabra, ¿tienen algo en común estas construcciones?
Tengo un poema que todavía no aparece. Este poema forma parte de otro proyecto. En este poema describo el proceso del amasado con el entramado del poema. Meter la mano en la masa es algo concreto. Ahí uno comete cierto crimen. Me parece que es imposible salir de ese espacio sin la mano manchada, es la mezcla de salir manchado por la humedad de la masa y manchado por destruir algo.
— ¿Hay un crimen ahí? Creí que había vida en esa construcción.
Hay un proceso de destrucción por más que la apuesta sea la vida. Parto de situaciones no muy gratas de ser vividas en algunos casos y el resultado es algo hermoso, es una herida presentada de otra forma y genera cierto gusto estético, hasta algo bello. Pero el inicio del proceso de la escritura, los elementos que uno elige - la mezcla - es un proceso no tanto de fusión sino de destrucción. Yo destruyo un recuerdo que era malo para hacer algo distinto. Creo que el efecto es que uno siente que el artista se curó de algo al escribirlo.
La lengua es un órgano vivo
El tiempo transcurre. Mientras habla por teléfono Franco Rivero cuenta que se pone los auriculares para escuchar mejor. Mientras escucha y habla camina por las calles de Ituzaingó. La cocina revolotea de a ratos en ocasión donde nos adentramos a la palabra. Nos sumergimos en la palabra. “Tengo mucha responsabilidad con la palabra. Por mi formación adhiero a que la lengua es un organismo vivo y en ese sentido la palabra es algo vivo, no está muerta. Entonces tengo mucho cuidado al ubicar las palabras entre sí. Una palabra debe construir en el poema; si no, la saco y busco otra”, explica.
En los libros de Franco el silencio es tan importante como la palabra, esa traslación también se hace carne en la conversación. Silencio. Quiero preguntar si está del otro lado o se ha ido. Aguardo. Vuelve.
“Recuerdo ahora que del Pequeño Ilustrado 2, diccionario triciclopédico, una niña de 12 años, Katja, define al poeta: un señor que escribe palabras que se quieren entre sí. Me parece una gran definición. Las palabras entran vivas al poema y se tienen que mantener vivas. Eso también para mí es una medida. Vos cuando te enfrentás al poema te tiene que despertar la sensación de que ese poema es algo vivo. Vivo significa que resiste siempre y que lo pudiera haber escrito cualquiera.
Para mí la vida es ritmo, pulso, movimiento
— En una entrevista reciente con Carlos Lezcano explicaste el proceso creativo de cada libro. ¿Podemos repasar cómo pensaste y armaste el libro que ganó el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes?
Este libro tiene cosas entre el ritmo y el paisaje. Hay lugares comunes donde llegamos a ver la misma etiqueta, a todos nos parece muy romántico el atardecer, muy romántica la luna llena sobre el río, todos estos paisajes premoldeados socialmente. Pero no vivimos las cosas en sí sino que vamos detrás de ese paisaje que nos hicieron o que nos hacen querer ver.
Para mí la vida es ritmo, pulso, movimiento constante y quise trasladar eso al poemario. Hay un elemento que está en mis libros siempre que es cómo me posiciono como sujeto, mi sujeto acá opta por el ritmo y no por el paisaje. Este es un sujeto instalado en el ritmo, sufriendo el ritmo o totalmente en simbiosis con el ritmo.
He sufrido al Impenetrable chaqueño. Sentí que recuperé mi vida cuando pude volver a vivir a Ituzaingó, cuando pude volver al río y pude nadar todos los días. El libro hace ese recorrido, pasa todo ese desarraigo de irme a vivir a Castelli y el libro cierra gracias a que pude volver a vivir a Ituzaingó.
— Es un libro entre ciudades y ritmos.
En el libro ando cazando ritmos. Para mí, Paulo, la página nunca estuvo en blanco. Nunca sufrí el vértigo por la hoja en blanco. Para mí la hoja siempre estuvo llena. Siempre para mí la hoja es el equivalente a la vida. Salgo a la vida y ando robando. El libro se divide entre Loreto, Ituzaingó y Castelli. Sin mencionarlos están presentes. Cuando salí de Castelli no hubo más poemas sobre ese pueblo.
— Más allá de este dolor que mencionas, ¿te quedó alguna imagen de Castelli?
En una oportunidad allá escuché al Martín Pescador. Estaba cerca de la cancha de fútbol y pescaba en la tierra. La cantidad de cosas que esto me disparó fue increíble. Me detuve a observar y el pájaro se tiraba de pico pero no había agua. Su pico levanta nubes de polvo. Volaba hasta la rama de un árbol o a un poste de luz. Allá arriba se desarmaba en el pico el terrón de tierra que habían cazado. De ahí salió el poema central del libro.
Esta escena la explico desde el ritmo. Cada vez que llovía en Castelli esa cancha se inundaba. El agua tiene memoria, entonces siempre vuelve a lo que fue laguna y estero. Después me pregunto por qué estos pájaros que pueden volar y pueden migrar se quedan a pescar ahí. Ellos estaban por morir de hambre. Todo estaba seco y esos pájaros se iban a morir de hambre. Tras esas luces miro mi situación, ¿por qué seguía en Castelli? Ahí me digo que soy agua.
Hay partes de la vida y de la naturaleza donde el ritmo nunca se contradice. El río y el agua siempre vuelven a su cauce, cuando llueve se vuelven a formar lagunas y esteros. Como cualquier especie pudiendo trasladarnos nos quedamos y cometemos errores en la migración. Este poema me empieza a movilizar para salir de Castelli. Este poema lo escribí en Castelli.
me enderezo
temblando
pensás
va a caerse
es el malamor
que me quiebra
los dedos
de los pies
duele andar
cuesta huirte
“Gracias a la poesía resolví cosas de la vida”
"La primera vez que un poema me permitió llorar sentí que sería indisociable de mi vida. Ojo. Llorar bien. Es decir llorar con esa ironía que tiene el llanto, es un desahogo pero al mismo tiempo te falta el aire. Estas sensaciones fueron muy felices", así desliza Franco sobre su vida como poeta.
Un clip y no fue clip del pater de la cocina. Fue un clip en la vida. La poesía le dio la posibilidad de resolver cosas de la vida. "La poesía me trajo amigos - advierte - la poesía me trajo amigas, la poesía contribuyó a que mejore mi relación con mi familia, con mis hermanos y como si fuera poco cada vez que tuve problemas concretos - de otro orden - la gente que me terminó ayudando fue gente que conocí gracias a que escribo. Ahora como si fuera poco con este premio del Fondo Nacional de las Artes voy a terminar de construir mi casa. Estas cosas son muy fuertes", desliza y vuelve al silencio.
"Estoy convencido de que la poesía como cualquier arte en el mundo te ayuda a ocupar un espacio", dice y ahora la voz se vuelve más pausada. Sin querer o con la intención de subrayar palabras vuelve: "Estoy convencido de que la poesía como cualquier arte en el mundo te ayuda a ocupar un espacio".
"No sé ocupar espacios de otra forma que no sea a través de la poesía. Cuando me metí a estudiar Semiótica en Córdoba yo sabía que lo único que podía estudiar era sobre poesía. Ahora me queda acreditar los idiomas y presentar la tesis".
“Hace unas semanas atrás le decía a Carlos Lezcano, "yo concibo el espacio de la escritura de un poema como una zona netamente heurística, para mí sirve para el conocimiento. Escribo para poder pensar. Descubro y conozco las cosas a través de la poesía".
La charla se corre y siento que perdimos el sentido del tiempo, quizás también del espacio. Disparamos otros temas y después volvemos al sentido profundo del poema. "En la vida hay poemas claves. Todos los momentos claves en la vida son poéticos", advierte. "El nacimiento de un hijo, la muerte de alguien cercano, la primera vez que te enamoraste, la forma en que vivís tu trabajo, la mirada a los ojos. Creo que todos esos momentos son poéticos. La poesía cambia la vida de uno y puede ser un alimento", desliza y soltamos otra pausa.
Nada que genere cierto nivel de ansiedad es bueno
— ¿Cómo manejas la ansiedad por compartir un poema terminado?
Nada que genere cierto nivel de ansiedad es algo bueno. Mi primer libro es un libro de ansioso. Desde el título que hoy lo veo como impronunciable. Ahora las publicaciones las pienso más en frío. Utilizo la emoción y la ansiedad para otra cosa. Al poema hay que pensarlo todo el tiempo que sea necesario.
Hoy en día hay más disfrute personal. Algo que quiero es que no haya distinción entre mi forma cotidiana de hablar o mi forma de ser con la escritura poética. Cada vez que estoy escribiendo algo observo si se acerca a esos lugares. En algunas ocasiones hago la prueba de decirle a una persona un poema sin que esta persona - una tía por ejemplo - sepa que lo que le estoy diciendo es un poema. Ahí observo si me entiende perfectamente. Si ella me entiende sé que ahí tengo un poema.
— Volvamos a las imágenes. ¿Qué recuerdos o que situaciones dispararon en vos la poesía?
Recuerdo que cuando era chico a las 5 de la mañana mi abuela y mi abuelo se reunían al rededor del fuego. Tomaban mate con la pava negra. Pero lo que me gustaba mucho era la cantidad de silencio que había en sus charlas y que yo después traté o trato de trasladar a la poesía. Sin querer o ahora queriendo volvemos a la cocina.
Te cuento que estábamos sentados una hora y media y con suerte había cinco o seis oraciones. El resto era todo silencio. Recuerdo perfectamente ahora esas cinco o seis oraciones, de hecho también terminaron en poemas. Trato de volver a esa zona porque tiene un poder simbólico muy grande.
“Para mí la soledad es un valor”
“¿Me querés hacer un favor? Vos cortame nomás porque de lo contrario yo sigo hablando”, desliza ahora Franco con una mueca de sonrisa. No se quiere ir, está contento, ante la siguiente pregunta retoma con más entusiasmo.
“A la soledad la sufrí hasta que me di cuenta que era únicamente una carga social. Una vez me pregunté qué significaba “vas a terminar solo”. Cómo sería terminar acompañado. En algún momento me pesó mucho la soledad.
Después me llegó cierta idea - lo digo en un poema - pues me dicen de seguido - “quiero que conozcas a alguien bueno que te haga feliz”. Entonces respondo y pregunto si no bastara con ser todo lo persona que necesito ser estando solo.
Lo que pienso de la soledad es que no estoy solo sino que estoy conmigo. Entonces me preguntaba por qué tiene que venir alguien a completarme. Esa idea de la carencia me venía de afuera porque en realidad yo no me sentía solo. Además era y es un espacio del que disfruto mucho. Ahora estoy en pareja pero disfruto mucho de esa parte íntima y de esa relación que tengo sólo conmigo. Puedo estar solo, sentirme solo, y estar en un lugar rodeado de gente. Hoy lo vivo como un valor, la capacidad de abstraerte, estar participando del mundo pero lo vez desde afuera.
Para mí la soledad es un valor. Todos tenemos el fantasma de la compañía necesaria y medio que estas derrochando tu vida porque no la estás compartiendo con alguien, ¿por qué pasás mucho tiempo solo? Hoy en día puedo pasar mucho tiempo incluso sin hablar con nadie y no me pesa. La soledad no me angustia.
en tus brazos las cosas siguen
siendo difíciles
pero la idea
de tus brazos
hace las cosas simples
no están tus brazos
la idea sí
mis cosas son
como no son
“Soy un militante del amor”
— Hablamos de la cocina y manifestaste que el río atraviesa toda tu poesía. Leyendo tus poemas también uno puede percibir que el amor hiende todas las letras. ¿Sentís que es así?
Soy un militante del amor. En el sentido de la amabilidad. A mí me ocupa mucho tratar al otro con amabilidad, con amor, me preocupa y me ocupo. Creo que es lo más humano que tenemos. Podes pensar si querés que el amor únicamente es el resultado de un montón de discursividades sociales, se puede explicar técnicamente, incluso si fuera solamente eso el amor es lo más noble que tenemos.
Hacer sentir bien a alguien por el simple hecho de hacer sentir bien a alguien, sin esperar nada, es un ultraísmo muy grande. Además lo bien que te hace a vos generar algo así en el otro, ya sea un familiar, un vecino, una novia, alguien, un perro, lo que sea, dar amor. Tengo todo mi posicionamiento con respecto a mi homosexualidad en el libro que se sostiene gracias al amor. En la vida lo que se pone en juego es el amor, no la condición del cuerpo.
— En uno de tus libros aparece un poema titulado Viejito, ¿ahí pones en juego estas cosas?
Sucede que en lugar de tener como otros niños un complejo de Edipo el mío era de Electra. Por supuesto que no digo eso en el poema que mencionás pero si vos prestás atención:
los hombres que trabajan de grafa ombú
son como vos
todos los hombres que trabajan
huelen como vos
de grafa ombú
El poema sigue pero vos te das cuenta que es un tipo oliendo a tipos. Sin embargo no hay forma de que te puedas escapar de la ternura de ese poema. Ahora el libro que ganó el Concurso del Fondo es el libro más homosexual que escribí y es al mismo tiempo el libro más correntino que escribí. Aparentemente son elementos que no se iban a unir nunca y sin embargo están conviviendo en todo el poemario. Al igual que el humor que genera coherencia ahí está presente también generando ternura. Cuando le quiero desear el bien a alguien le deseo que tenga todo el amor que sienta que le haga falta.
“Estoy en medio de un barrio, de un lado hay polcas, de otro lado reggaeton y más allá cumbia. Ademas esta por llover y hay un ruído de sapos muy fuerte. La sonoridad de esta entrevista es muy globalizada, muy posmoderna”, desliza y su voz se apaga”. En toda la entrevista hay un ritmo marcado por el cuerpo de la voz de Franco Rivero. Busco, creo que en vano, acompañar esa voz. Mi teclado no es un violín, ni un acordeón ni una guitarra. Ahora estoy en el silencio de la voz que se apagó en el grabador. Mis garabatos, mis intentos, ahora no significan nada. Sólo ansío asir su voz y desgranar sus palabras.
me seguía pelando el rostro
así que dejé
todo como estaba
me saqué la ropa
fui a la lluvia
Todo lo que sucede en ese momento lo escribí tres semanas después. Ahora cerrar el poema me llevó un año. Está claro que no todos los poemas llevan el mismo proceso pero este fue así.
— Me interesa una cosa más, ¿cuál es tu fuerte en la cocina?
Las pastas y las salsas son mi fuerte. Me gusta hacer la masa, no me importa la cantidad de personas que vayan a comer. Me gusta cocinar y puedo cocinar para 3 o para 30 personas. . Me gusta cocinar y también confío en la memoria, no escribo mientras cocino. Mientras cocino voy tejiendo en mi mente. Pero si una idea no vuelve después quizás no era lo suficientemente fuerte o útil.
— Hay un emparentamiento entre heñir la masa y la palabra, ¿tienen algo en común estas construcciones?
Tengo un poema que todavía no aparece. Este poema forma parte de otro proyecto. En este poema describo el proceso del amasado con el entramado del poema. Meter la mano en la masa es algo concreto. Ahí uno comete cierto crimen. Me parece que es imposible salir de ese espacio sin la mano manchada, es la mezcla de salir manchado por la humedad de la masa y manchado por destruir algo.
— ¿Hay un crimen ahí? Creí que había vida en esa construcción.
Hay un proceso de destrucción por más que la apuesta sea la vida. Parto de situaciones no muy gratas de ser vividas en algunos casos y el resultado es algo hermoso, es una herida presentada de otra forma y genera cierto gusto estético, hasta algo bello. Pero el inicio del proceso de la escritura, los elementos que uno elige - la mezcla - es un proceso no tanto de fusión sino de destrucción. Yo destruyo un recuerdo que era malo para hacer algo distinto. Creo que el efecto es que uno siente que el artista se curó de algo al escribirlo.
Franco. Foto Juan Pablo Giusepponi |
La lengua es un órgano vivo
El tiempo transcurre. Mientras habla por teléfono Franco Rivero cuenta que se pone los auriculares para escuchar mejor. Mientras escucha y habla camina por las calles de Ituzaingó. La cocina revolotea de a ratos en ocasión donde nos adentramos a la palabra. Nos sumergimos en la palabra. “Tengo mucha responsabilidad con la palabra. Por mi formación adhiero a que la lengua es un organismo vivo y en ese sentido la palabra es algo vivo, no está muerta. Entonces tengo mucho cuidado al ubicar las palabras entre sí. Una palabra debe construir en el poema; si no, la saco y busco otra”, explica.
En los libros de Franco el silencio es tan importante como la palabra, esa traslación también se hace carne en la conversación. Silencio. Quiero preguntar si está del otro lado o se ha ido. Aguardo. Vuelve.
“Recuerdo ahora que del Pequeño Ilustrado 2, diccionario triciclopédico, una niña de 12 años, Katja, define al poeta: un señor que escribe palabras que se quieren entre sí. Me parece una gran definición. Las palabras entran vivas al poema y se tienen que mantener vivas. Eso también para mí es una medida. Vos cuando te enfrentás al poema te tiene que despertar la sensación de que ese poema es algo vivo. Vivo significa que resiste siempre y que lo pudiera haber escrito cualquiera.
Para mí la vida es ritmo, pulso, movimiento
— En una entrevista reciente con Carlos Lezcano explicaste el proceso creativo de cada libro. ¿Podemos repasar cómo pensaste y armaste el libro que ganó el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes?
Este libro tiene cosas entre el ritmo y el paisaje. Hay lugares comunes donde llegamos a ver la misma etiqueta, a todos nos parece muy romántico el atardecer, muy romántica la luna llena sobre el río, todos estos paisajes premoldeados socialmente. Pero no vivimos las cosas en sí sino que vamos detrás de ese paisaje que nos hicieron o que nos hacen querer ver.
Para mí la vida es ritmo, pulso, movimiento constante y quise trasladar eso al poemario. Hay un elemento que está en mis libros siempre que es cómo me posiciono como sujeto, mi sujeto acá opta por el ritmo y no por el paisaje. Este es un sujeto instalado en el ritmo, sufriendo el ritmo o totalmente en simbiosis con el ritmo.
He sufrido al Impenetrable chaqueño. Sentí que recuperé mi vida cuando pude volver a vivir a Ituzaingó, cuando pude volver al río y pude nadar todos los días. El libro hace ese recorrido, pasa todo ese desarraigo de irme a vivir a Castelli y el libro cierra gracias a que pude volver a vivir a Ituzaingó.
— Es un libro entre ciudades y ritmos.
En el libro ando cazando ritmos. Para mí, Paulo, la página nunca estuvo en blanco. Nunca sufrí el vértigo por la hoja en blanco. Para mí la hoja siempre estuvo llena. Siempre para mí la hoja es el equivalente a la vida. Salgo a la vida y ando robando. El libro se divide entre Loreto, Ituzaingó y Castelli. Sin mencionarlos están presentes. Cuando salí de Castelli no hubo más poemas sobre ese pueblo.
— Más allá de este dolor que mencionas, ¿te quedó alguna imagen de Castelli?
En una oportunidad allá escuché al Martín Pescador. Estaba cerca de la cancha de fútbol y pescaba en la tierra. La cantidad de cosas que esto me disparó fue increíble. Me detuve a observar y el pájaro se tiraba de pico pero no había agua. Su pico levanta nubes de polvo. Volaba hasta la rama de un árbol o a un poste de luz. Allá arriba se desarmaba en el pico el terrón de tierra que habían cazado. De ahí salió el poema central del libro.
Esta escena la explico desde el ritmo. Cada vez que llovía en Castelli esa cancha se inundaba. El agua tiene memoria, entonces siempre vuelve a lo que fue laguna y estero. Después me pregunto por qué estos pájaros que pueden volar y pueden migrar se quedan a pescar ahí. Ellos estaban por morir de hambre. Todo estaba seco y esos pájaros se iban a morir de hambre. Tras esas luces miro mi situación, ¿por qué seguía en Castelli? Ahí me digo que soy agua.
Hay partes de la vida y de la naturaleza donde el ritmo nunca se contradice. El río y el agua siempre vuelven a su cauce, cuando llueve se vuelven a formar lagunas y esteros. Como cualquier especie pudiendo trasladarnos nos quedamos y cometemos errores en la migración. Este poema me empieza a movilizar para salir de Castelli. Este poema lo escribí en Castelli.
me enderezo
temblando
pensás
va a caerse
es el malamor
que me quiebra
los dedos
de los pies
duele andar
cuesta huirte
“Gracias a la poesía resolví cosas de la vida”
"La primera vez que un poema me permitió llorar sentí que sería indisociable de mi vida. Ojo. Llorar bien. Es decir llorar con esa ironía que tiene el llanto, es un desahogo pero al mismo tiempo te falta el aire. Estas sensaciones fueron muy felices", así desliza Franco sobre su vida como poeta.
Un clip y no fue clip del pater de la cocina. Fue un clip en la vida. La poesía le dio la posibilidad de resolver cosas de la vida. "La poesía me trajo amigos - advierte - la poesía me trajo amigas, la poesía contribuyó a que mejore mi relación con mi familia, con mis hermanos y como si fuera poco cada vez que tuve problemas concretos - de otro orden - la gente que me terminó ayudando fue gente que conocí gracias a que escribo. Ahora como si fuera poco con este premio del Fondo Nacional de las Artes voy a terminar de construir mi casa. Estas cosas son muy fuertes", desliza y vuelve al silencio.
"Estoy convencido de que la poesía como cualquier arte en el mundo te ayuda a ocupar un espacio", dice y ahora la voz se vuelve más pausada. Sin querer o con la intención de subrayar palabras vuelve: "Estoy convencido de que la poesía como cualquier arte en el mundo te ayuda a ocupar un espacio".
"No sé ocupar espacios de otra forma que no sea a través de la poesía. Cuando me metí a estudiar Semiótica en Córdoba yo sabía que lo único que podía estudiar era sobre poesía. Ahora me queda acreditar los idiomas y presentar la tesis".
“Hace unas semanas atrás le decía a Carlos Lezcano, "yo concibo el espacio de la escritura de un poema como una zona netamente heurística, para mí sirve para el conocimiento. Escribo para poder pensar. Descubro y conozco las cosas a través de la poesía".
La charla se corre y siento que perdimos el sentido del tiempo, quizás también del espacio. Disparamos otros temas y después volvemos al sentido profundo del poema. "En la vida hay poemas claves. Todos los momentos claves en la vida son poéticos", advierte. "El nacimiento de un hijo, la muerte de alguien cercano, la primera vez que te enamoraste, la forma en que vivís tu trabajo, la mirada a los ojos. Creo que todos esos momentos son poéticos. La poesía cambia la vida de uno y puede ser un alimento", desliza y soltamos otra pausa.
Nada que genere cierto nivel de ansiedad es bueno
— ¿Cómo manejas la ansiedad por compartir un poema terminado?
Nada que genere cierto nivel de ansiedad es algo bueno. Mi primer libro es un libro de ansioso. Desde el título que hoy lo veo como impronunciable. Ahora las publicaciones las pienso más en frío. Utilizo la emoción y la ansiedad para otra cosa. Al poema hay que pensarlo todo el tiempo que sea necesario.
Hoy en día hay más disfrute personal. Algo que quiero es que no haya distinción entre mi forma cotidiana de hablar o mi forma de ser con la escritura poética. Cada vez que estoy escribiendo algo observo si se acerca a esos lugares. En algunas ocasiones hago la prueba de decirle a una persona un poema sin que esta persona - una tía por ejemplo - sepa que lo que le estoy diciendo es un poema. Ahí observo si me entiende perfectamente. Si ella me entiende sé que ahí tengo un poema.
— Volvamos a las imágenes. ¿Qué recuerdos o que situaciones dispararon en vos la poesía?
Recuerdo que cuando era chico a las 5 de la mañana mi abuela y mi abuelo se reunían al rededor del fuego. Tomaban mate con la pava negra. Pero lo que me gustaba mucho era la cantidad de silencio que había en sus charlas y que yo después traté o trato de trasladar a la poesía. Sin querer o ahora queriendo volvemos a la cocina.
Te cuento que estábamos sentados una hora y media y con suerte había cinco o seis oraciones. El resto era todo silencio. Recuerdo perfectamente ahora esas cinco o seis oraciones, de hecho también terminaron en poemas. Trato de volver a esa zona porque tiene un poder simbólico muy grande.
“Para mí la soledad es un valor”
“¿Me querés hacer un favor? Vos cortame nomás porque de lo contrario yo sigo hablando”, desliza ahora Franco con una mueca de sonrisa. No se quiere ir, está contento, ante la siguiente pregunta retoma con más entusiasmo.
“A la soledad la sufrí hasta que me di cuenta que era únicamente una carga social. Una vez me pregunté qué significaba “vas a terminar solo”. Cómo sería terminar acompañado. En algún momento me pesó mucho la soledad.
Después me llegó cierta idea - lo digo en un poema - pues me dicen de seguido - “quiero que conozcas a alguien bueno que te haga feliz”. Entonces respondo y pregunto si no bastara con ser todo lo persona que necesito ser estando solo.
Lo que pienso de la soledad es que no estoy solo sino que estoy conmigo. Entonces me preguntaba por qué tiene que venir alguien a completarme. Esa idea de la carencia me venía de afuera porque en realidad yo no me sentía solo. Además era y es un espacio del que disfruto mucho. Ahora estoy en pareja pero disfruto mucho de esa parte íntima y de esa relación que tengo sólo conmigo. Puedo estar solo, sentirme solo, y estar en un lugar rodeado de gente. Hoy lo vivo como un valor, la capacidad de abstraerte, estar participando del mundo pero lo vez desde afuera.
Para mí la soledad es un valor. Todos tenemos el fantasma de la compañía necesaria y medio que estas derrochando tu vida porque no la estás compartiendo con alguien, ¿por qué pasás mucho tiempo solo? Hoy en día puedo pasar mucho tiempo incluso sin hablar con nadie y no me pesa. La soledad no me angustia.
Franco Rivero. Foto de Tapa Carlos Maciel |
en tus brazos las cosas siguen
siendo difíciles
pero la idea
de tus brazos
hace las cosas simples
no están tus brazos
la idea sí
mis cosas son
como no son
“Soy un militante del amor”
— Hablamos de la cocina y manifestaste que el río atraviesa toda tu poesía. Leyendo tus poemas también uno puede percibir que el amor hiende todas las letras. ¿Sentís que es así?
Soy un militante del amor. En el sentido de la amabilidad. A mí me ocupa mucho tratar al otro con amabilidad, con amor, me preocupa y me ocupo. Creo que es lo más humano que tenemos. Podes pensar si querés que el amor únicamente es el resultado de un montón de discursividades sociales, se puede explicar técnicamente, incluso si fuera solamente eso el amor es lo más noble que tenemos.
Hacer sentir bien a alguien por el simple hecho de hacer sentir bien a alguien, sin esperar nada, es un ultraísmo muy grande. Además lo bien que te hace a vos generar algo así en el otro, ya sea un familiar, un vecino, una novia, alguien, un perro, lo que sea, dar amor. Tengo todo mi posicionamiento con respecto a mi homosexualidad en el libro que se sostiene gracias al amor. En la vida lo que se pone en juego es el amor, no la condición del cuerpo.
— En uno de tus libros aparece un poema titulado Viejito, ¿ahí pones en juego estas cosas?
Sucede que en lugar de tener como otros niños un complejo de Edipo el mío era de Electra. Por supuesto que no digo eso en el poema que mencionás pero si vos prestás atención:
los hombres que trabajan de grafa ombú
son como vos
todos los hombres que trabajan
huelen como vos
de grafa ombú
El poema sigue pero vos te das cuenta que es un tipo oliendo a tipos. Sin embargo no hay forma de que te puedas escapar de la ternura de ese poema. Ahora el libro que ganó el Concurso del Fondo es el libro más homosexual que escribí y es al mismo tiempo el libro más correntino que escribí. Aparentemente son elementos que no se iban a unir nunca y sin embargo están conviviendo en todo el poemario. Al igual que el humor que genera coherencia ahí está presente también generando ternura. Cuando le quiero desear el bien a alguien le deseo que tenga todo el amor que sienta que le haga falta.
ñeepora.com.ar
Franco. Foto Fondo Nacional de las Artes |
Qué dulzura de "ser" humano , ( ser como verbo ) todo en él es poesía , siento una profunda admiración y cariño , porque pese a que lo vi personalmente una sola vez en mi vida , lo conozco mucho a través de su vida - poesía.-
ResponderEliminar¿Amable? Jajaja... Qué buen chiste.
ResponderEliminarMuy amable referirse a los participantes del taller como insectos.
Re amable comparar los poemas de un participante del taller con una lista de supermercado.
Super amable llevar al terreno personal las diferencias que surgen al encarar los textos y culpar al otro por su "forma de interactuar",
Amabilísimo decir que valoren el hecho de hacer una clínica con un escritor que no pide a los participantes que lean algo de su obra (!!!).
Ojalá nadie vaya a sus talleres a exponerse a su maltrato. Bueno, nunca falta un roto para un descosido.