por paulo ferreyra
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Eu te devoro, lanza con una voz entre grave y dulce, sonrisa ancha y encanto desbordante en cada fraseo de este tema de Djavan. Su voz llega como un canto al oído. Su mirada hace un paneo y se parecen algunos cuadros de Eduard, sugiere que nos mira a todos y sin embargo miran a una sola persona. Danza mientas canta y por un momento, solo por un momento, se llevará la atención de todos; después la música nos hará viajar mezclada entre ritmos e historias de Choko Olmedo.
“Nosotros somos Nova Bossa. Para quien no sabe portugués le contamos, Nova Bossa significa Nueva Bossa”, arremete Choko y las sonrisas se encienden. “Qué grande", cualquiera sabe portugués”, deslizan desde el público y las sonrisas ganan a todos.
“La intención de Nova Bossa es tocar justamente las nuevas canciones de la bossa que se están escuchando en el vecino país. Vamos a llevar también algunos clásicos al fanky, un género espectacular. Los músicos saben de qué hablamos pero quienes no son músicos quizás quieran saber de qué hablamos o qué es el fanky. Vamos a pasar una noche muy bien y vamos a divertirnos”, argumente el batero que fue la voz que matizaba la velada entre tema y tema.
El sonido está ajustado casi a la perfección. Desde el público sólo piden elevar el micrófono de la cantante. Todo lo demás sonará limpio, claro. “Estamos contentos de hacer esta música y en poco tiempo más vamos a grabar un disco”, cuentan. Sobre la incorporación de Pierina Celeste al grupo cuenta Choko: “Un día estaba tocando con otra banda que tengo que se llama Puka. De repente veo que en la barra del bar estaba ella, tomando sola. antaba todos los temas que nosotros hacíamos, sabía las letras y se movía también. Entonces pensé que era cantante. Cuando terminamos la presentación me acerqué a ella y le pregunté si era cante. Me dijo que no pero que estaba estudiando canto. Entonces le conté de este proyecto, Nova Bossa. Después me mandó un mensaje con canciones cantadas por ella a capela. Así de simple fue su incorporación”, explica y los aplausos llegan para inundar el lugar.
Entre los temas tocaron Cerrado, Massa, Garota de Ipanema, Agua de beber, entre otros. Son muy pocas las veces en que los temas suenan sucesivos y no hay voces. “Esta propuesta musical viene trabajando mucho para hacer este repertorio. Hace un año venimos ensayando, un poco más quizás”, advierte. “A veces es difícil mantener un proyecto cuando un músico se va —como nos pasó a nosotros— y ese músico sabía todo el repertorio. Se nos fue. Tuvimos que traer a otro y rearmar todo de nuevo. Volvimos a empezar. Ahora lo que ustedes ven es el resultado final pero anduvimos mucho tiempo para lograr este sonido. Además hay que tener muchas ganas y mucho amor por lo que uno hace para sostenerlo. No es fácil”, advierte.
“Bravo”, se escucha entre el público que lo interrumpe con aplausos. En la velada también hubo espacio para recordar a un grande de la música como fue Mario García. La voz de Pierina hiende el ambiente, de pie en medio del modesto escenario sonríe y todo su rostro se ilumina. Con una mueca de felicidad, un modulación acompasada en portugués lanza un Eu sei que vou te amar, y arrebata un suspiro al público. Madura la noche y las emociones también van ganando la piel.
“Nos gusta hacer esta música y ojalá encontremos más lugares para tocar. Gracias a todos los que se acercaron. Gracias a la gente del Flotante. Esta es una sala hermosa y nos gusta venir a tocar a este lugar. La hemos pasado muy bien y ojalá ustedes también se hayan divertido”, concluye Choko al final de la noche.
El público aplaude con insistencia y vuelve a pedir una más. “Cruda y sinceramente no tenemos más temas. Podemos repetir alguno”, desliza el batero y el público se choca con los pedidos.
Camino a los 37 años
Este año Choko cumple 37 años con la música. “El año pasado cumplí 36”, cuenta y sonríe antes que todos. “En estos momentos me acordaba de mi papá y mi mamá. Nosotros éramos clase media, casi baja. Mi sueño era tener una batería y era imposible comprar una. Mi mamá le hablaba a mi papá. Le decía “vamos a comprarle”.
Yo tenía 14 años cuando empecé a tocar y a cinco cuadras de mi casa había un vago que vendía una batería usada, toda podrida, pero para mí era la más linda de todas. Mi mamá logró convencer a mi papá para que me la compraran. Fuimos a buscarla. Me acuerdo que caminamos esas cinco cuadras con ella y trajimos entre los dos la bateria a mi casa, mi mamá traía el platillo con el parante y un redoblante, yo traía el bombo. Entre los dos llevamos todo caminando esas cinco cuadras. Nunca más me olvido de aquel gesto. Pero la verdad es que mi mamá pensaba que era un pasatiempo nomás, algo que ya se me iba a pasar. Ella pensaba que en lugar de que ande vagando por ahí era mejor que esté en la casa tocando la batería.
Después resultó que a los 17 años le dije que iba a ser músico y no le gustó. Mucha gente piensa que ser músico no es una profesión. Sin embargo ser músico es una profesión. Quizás ser músico no te da la estabilidad económica que tiene un médico o un abogado. La verdad es que hay que ser sincero: lo que un músico gana a la noche tocando no compensa con todo el trabajo que hay detrás. El músico tiene que ser mejor recompensado económicamente, es duro y difícil, pero si a uno le gusta y tiene pasión, difícilmente deje de ser músico. Ojalá que los que me acompañan nunca dejen este camino. Sé que no es fácil. Uno pelea con los padres, con la familia, después pelea con la esposa, con los hijos, uno vive peleando pero haciendo música. Yo soy feliz, es lo mejor que me pudo pasar en la vida”, subraya y ahora el público también se hace carne con la historia de vida de Choko, un referente de la música de Corrientes. “Es tan buen músico como persona”, me advierten en la platea. Los aplausos de pie a toda la banda cerraron una noche de ensueño.