Mientras prepara el lanzamiento de un nuevo libro, la poeta Mariana Rinesi abrió las puertas de su casa para charlar sobre su vida poética, sus comienzos, los poetas correntinos, su relación sanadora con la poesía, entre otros temas. “Cuando comencé a publicar estaba viviendo un momento especial con amigos. Tenía más contacto con escritores y con los lectores”, cuenta. Sus libros 5:25 y El ombligo de Evafueron publicados bajo la Editorial Ananga Ranga Taller, comandado por Tony Zalazar.
Por Paulo Ferreyra
XXIX.
No importa cuánto pongas tu corazón a salvo.
No hay resguardo alguno, salvo la muerte.
Y de la muerte, no hay resguardo alguno.
Queda entonces latir hasta que alcance.
La casa está perfectamente en orden. Las paredes lucen coloridas, dos de ellas están cubiertas por estantes con libros; otras visten sus propios cuadros como también los de otros artistas. “Pinto sólo para mí y para mis amigos”, advierte. Mariana Rinesi estudió al mismo tiempo Abogacía y Letras, como si fuera poco terminó las carreras casi juntas, “primero Letras y después Abogacía”, cuenta.
Habla casi en susurro, sonríe con los labios, con los ojos, acompaña sus palabras con gestos cuidados como si fuera pintando de colores el aire que nos circunda. Ambos venimos de un día largo, se acercan las diez de la noche y congeniamos en la primera sonrisa juntos, “podemos preguntar y responder sobre cualquier tema”.
— ¿Recordás tu primer contacto con la poesía?
—La primera conciencia que tengo de haber detectado un poema fue en el colegio secundario. Teníamos un profesor muy bueno, Sergio. Él nos había dado a leer un poema surrealista de Oliverio Girondo que se llama El puro no. Me pareció fantástico ese juego con las palabras.
El segundo poema que me llamó la atención fue uno de Jacques Prévert. Acá ya era un poco más grande y estaba leyendo una biografía de Napoleón Bonaparte de 500 páginas, un libro que tomé de la biblioteca de mi mamá. En el medio me encontré con Prévert que en cuatro líneas resumía la vida de Napoleón.
Después comencé a leer desde el club de libro, de bibliotecas y de lo que iba comprando.
— ¿Y te acordás cuando comenzaste a escribir?
—En algún momento comencé a escribir pero no me acuerdo. No sé cómo, no fue en la secundaria. Fue después, cuando comencé a estudiar Letras en Humanidades. En el ambiente daba pero empecé siendo lectora y sin buscar me encontré escribiendo poesía.
Fue algo circunstancial escribir poesía, no fue buscado ni premeditado. Además había entrado a la carrera de Letras para ser semióloga, no para escribir poesía. Había compañeros que sí entraron para escribir o ya estaban escribiendo.
— Además estudiabas Abogacía, ¿todo junto?
—Hice las dos, las fui cursando en paralelo y más o menos me recibí en paralelo. Terminé con mi licenciatura en Letras pero después me dediqué a la abogacía. Hice una especialización en Derecho Administrativo, hice el doctorado y ahora sigo con otra especialización. Trabajo de la abogacía y también en la docencia pero en la facultad de Derecho.
— Héctor Tizón decía que el derecho no estaba alejado de las letras. A él de algún modo le sirvió para escribir. ¿A vos?
—Sucede que ayuda mucho. En derecho todo uno lo expresa con palabras y con la capacidad argumentativa, la posibilidad de llegar a otras personas con ideas que a veces son muy complejas. El manejo del lenguaje es muy útil. En otras palabras, ser buen versero es muy bueno para quien es abogado, más en este país porque tenemos un proceso judicial y administrativo que es escrito en su mayoría; así que son herramientas que se complementan. A mí me ayuda, y ya es un plus.
Poesía correntina
“El primer poeta de Corrientes que me llegó lo recuerdo bien”, desliza y sonríe. Antes se seguir acerca unos vasos, bebemos algo fresco ante el calor reinante. Ella piensa unos segundos mientras el líquido va regando su interior. Sus tacos resuenan en todo el ambiente mientras se mueve por el departamento, como un martillo que golpea en seco mientras quedan algunas palabras en el aire.
“Recuerdo que estaba en Paso de la Patria, era una siesta, pasábamos enero con mi familia. Había tomado de la biblioteca popular una antología de poetas correntinos. En ese poemario me topé con un poema de Sánchez Aguilar que me tocó. El comienzo dice más o menos así: “todos los días se me muere un pájaro / dios qué haré con tanta muerte entre las manos”. Es un muy buen poema. Fue el primer poeta que me sedujo.
El segundo poeta en realidad no sabía bien quién era al principio. Había tomado contacto con el libro Poemas de tractores de Tony Zalazar y Mario Caparra, y no estaba identificado qué poema era de quién. Entonces a mí me gustó todo el libro sin saber cuál de ellos me gustaban más. Los dos son chaqueños aunque ahora Tony vive en Corrientes. Ellos fueron los primeros poetas de Corrientes que me gustaron. Después me sedujeron muchos más, por supuesto”, aclara.
Aún en esta memoria editada
donde coloco la imagen precisa
construyo paredones
escribo preguntas
sos una ventana (al 100% visible)
Capacidad de síntesis
En el departamento de Mariana cada tanto, quizás para romper el silencio, llegan los sonidos de las calles de la ciudad. Con algunas preguntas ella responde con un telegrama, se excusa y sonríe mientras el silencio vuelve a ensayar, invadiendo el ambiente, hasta que ella decide extender una respuesta o arremeter también ella con las preguntas.
— ¿Dónde recae o por dónde pasa la potencia del poema?
—Me parece que la fuerza del poema está en la capacidad de síntesis. Esa capacidad como decía al principio del poema de Prévert de decir lo que dirías en 500 páginas en narrativa, lo decís en cuatro versos. Igual de sugestivo y quizás contiene más la esencia de lo que estás diciendo que si te expresas con más detalles o formas descriptivas. Además, el poema se permite jugar con el lenguaje. Si bien hay narrativa lúdica la poesía tiene otra libertad.
— De tu poesía, tengo la sensación de que la encontrás en casi todo. ¿Es así? ¿Por qué?
Es así. Nuestra vida es una vida cotidiana. Entonces lo que tomo de la poesía más que grandes temas épicos son las pequeñas cosas de lo cotidiano. A veces me dicen que esas cosas son demasiado pequeñas: los grillos, una taza de café, lo que fuese... es lo que tenemos más a mano.
Después surgen por supuesto los sentimientos básicos que todos tenemos, el amor, la desesperanza, la ilusión, la soledad, la amistad, la compañía. Aunque es verdad que hay temas que motivan a escribir más que otros.
— En ese sentido, por ejemplo, la muerte es algo que ronda o se respira en algunos poemas.
—La muerte siempre estuvo presente en mi vida. Te cuento: mi papá tiene una enfermedad desde hace mucho tiempo. Cuando yo tenía 8 años a él le diagnosticaron cinco años de vida. Él sigue vivo y en perfectas condiciones de salud, y feliz. Pero se supone que tuvo que haberse muerto hace mucho. De igual modo lo internan de seguido. Cada vez que lo internan dicen "acá no hay más salida" y sin embargo él vuelve a salir.
Estas cosas afectan mucho y en muchos de mis poemas está presente. Las enfermedades crónicas de las personas que una quiere está o viajan conmigo, por eso quizás la muerte está presente. Quizás esa es una forma de elaborarlo también.
Aquí recae una capacidad que tiene la poesía de elaborar todo el caos de nuestra vida, por un lado todo el caos emocional que tenemos y por otro lado toda la alineación laboral, social. De todas estas cosas uno puede hacer algo bello que de alguna forma te sana. También es una forma de rebeldía frente a lo que te sucede. Frente a todo, frente a la muerte, frente a la sociedad, frente a lo que no te gusta, frente al encorsetamiento social. A la larga la poesía sana.
— ¿Cómo es tu proceso creativo?
—Me dan ganas de escribir, me siento a escribir y escribo lo que sale. No hay mucho más. Salvo el año pasado que me habían pedido que escriba letras de canciones para musicalizar. Entonces tuve que ponerme a estudiar rimas, acentuación. De lo contrario escribo versos libres. Ante el pedido que me hicieron exploré la parte que es bien silábico, estrofa, rima, conteo. Según Tony me quedan muchos versos sueltos todavía. Pero para mí fue aprender algo nuevo porque estoy acostumbrada a otro tipo de poesía. Escribir para las canciones fue más pensado, prestas más atención al léxico y tenés que estar concentrada dónde se acentúa una palabra y no solo en la imagen del poema. A veces termina saliendo algo que no tenías previsto que salga, tiene cosas buenas como la musicalidad y tiene cosas malas como cuando no expresa directo lo que querrías expresar.
— Respecto de tu respuesta anterior, ¿recordás algún poema que te haya sanado?
—Hay algunos poemas que me gustan más que otros pero uno que me haya sanado no recuerdo el título. Pero el poema refiera a una internación de papá, cuenta la experiencia del hospitalizado y de los familiares alrededor de una persona hospitalizada. Está publicado en 5.25. Ese me resultó sanador e incluso cuando se publicó el libro no sabía si mostrárselo a papá. No sabía qué podía decir él sobre el texto. Sin embargo mi mamá fue y se lo mostró. Pero era algo que tenía muy guardado y que no quería expresarlo directamente. Fue sanador. Sin embargo, cuando participo de rondas de lecturas no lo suelo recitar porque es muy íntimo.
— Ese es un buen punto para cerrar. Después de mucho tiempo volviste a participar de una ronda de lectura. ¿Cómo te sentiste?
—Desde hace un tiempo me estaba retrayendo y alejándome de la vida cultural de la ciudad. El hecho de que haya ido ayer (miércoles, día de la poesía) a recitar ahora fue otro paso. Son momentos. En este tiempo creo que voy a salir un poco más porque estuve mucho tiempo retraída. Hacía mucho que no hacía circular mis poemas.
Me sentí bien. Me sentí rodeada de gente que le gusta la escritura, que le gustan los poemas, gente que lee y lo disfruta. Lectores que disfrutan. Es entonces cuando dan ganas de seguir escribiendo y seguir compartiendo poesía. Fue una inyección. Fue echar un poco de nafta para este momento.
— ¿Habías dejado de escribir?
—El hecho de que no haya participado de las actividades culturales no significa nada. En soledad uno sigue escribiendo porque aun en la soledad te sigue motorizando las mismas cosas. Pero compartir poesía es diferente, saber que hay gente a la que le llega lo que uno escribe siempre genera una conexión, una empatía. Me parece que es un fenómeno muy raro porque eso que vos sentís en la intimidad puede tener algún eco en otra persona. Es quizás un misterio que algo tan íntimo como la poesía que viene así en un momento puntual tenga conexión con otro ser diferente. Esas palabras que fueron tuyas pero que después resuenan en otra persona que tiene una historia completamente diferente es un fenómeno curioso. Estas cosas son en parte las que nos hacen seres sociables, comunicativos.
Preguntas
Mariana chancea con que podía dejarle el grabador y desgrabar la segunda parte de la entrevista. Ella inquiere con insistencia, “es difícil”, musito. “¿Qué es difícil? Expresar lo que uno siente, tomar una decisión o responder”, inquiere. Después se abre la charla en su rica biblioteca y no sumergimos en la poesía. Leemos en silencio. La poesía sigue siendo esa ninfa que nos convocó, y mientras nos alejamos cada uno se lleva poemas para sí.
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