Les escribo mientras duermen. Ver dormir a la persona que queremos debería estar entre las maravillas del mundo. Ahí echados en el lecho y entregados. Su respiración lenta, sus pestañas luciendo de día o de noche, acariciando el rostro. El pelo ensortijado. Aprecio tu pelo, Fran. Aprecio tu pelo, Ana. Con el dorso de mi mano recorro sus mejillas; parece que sonríen. Me pregunto qué sueñan, qué ven sus ojos en sueños. Aquí velo por ellos, en este instante que estoy despierto mientras ustedes descansan, mientras ustedes viajan entre sábanas.
Es difícil escribirles y no tirarme a su lado. Trataré de no hablar en voz alta y dejarlos dormir. Fran pasó del chamame al rock. Ana siguió más o menos el mismo recorrido. Les gusta la música. En ocasiones, celebramos los gustos musicales repartiendo elecciones de canciones de uno en uno. Miramos películas y cortos cinematográficos. Pintamos, no se dan una idea de todo lo que pintamos. Pintamos de día, de noche, en la cama, en la mesa, al sol, a la luz fluorescente sin tiempo. Pintamos. Ana tiene afición por las pegatinas, le fascinan esos libros. Repartimos pegatinas por diferentes espacios, los libros se tiñen de colores con las pegatinas. Sonreímos.
Cuando los despido, cada lunes o cada martes, me entrego. Ese abrazo, ese beso largo que estampo en sus mejillas es cuando me guardo un pedazo de ustedes. Ese pedacito lo guardo para que me acompañe hasta nuestro próximo encuentro. Será hasta la semana próxima. Por suerte, el tiempo en ocasiones se acorta hasta un instante cuando sus voces irrumpen en el celular y me devuelven una sonrisa.
Se mueven. Temo despertarlos con estos recuerdos, con estas sensaciones que llevo conmigo. Es difícil escribirles mientras duermen. Como padre, en oportunidades, he cerrado más puertas de las que abrí. Diciendo que no en alguna ocasión, alzando la voz en otra, encolerizado por momentos. Me fui. Vuelvo a sus ojos. Vuelvo a sus sonrisas. Vuelvo a sus gestos. Vuelvo a sus voces. Vuelvo a ustedes.
En este día recuerdo, revivo mi impresión, Ana y Fran me hacen muy feliz. Se me estruja el corazón. Ojalá también yo haya hecho feliz a mi padre. Gracias a Fran y Ana, gracias a Nuri por este día. Estallo en sus formas y sigo cada luz que provenga de ustedes. Gracias por este día.
Paulo Ferreyra
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