viernes, 14 de septiembre de 2018

Alvarenga, entre el vuelo y la síntesis poética



Este año se cumplen diez años de la publicación del libro Vuelos Chamánicos del escritor Martín Alvarenga. “A lo largo de los textos pueden percibirse movimientos y mitos personales, poesía, microcuento y textos en prosa poética”, esboza, al tiempo que reflexiona sobre ese proceso creativo. En esta charla nos sumergimos en su proceso de escritura y en la intimidad de un libro que hoy puede leerse como la “síntesis de su obra poética”.

Por Paulo Ferreyra
Foto Eugenio Led

Hace mucho frío, en un departamento en la ciudad de Corrientes, edificio de 7 pisos, de espaldas a la ciudad nos miramos. La mesa es pequeña, tomamos algo; el grabador, libros, un cuaderno, lapiceras, la luz baja completan nuestra escena.

“De tanto en tanto escribo alguna cosa nueva. También estoy rescatando cosas que tengo en mis archivos. No excluyo la posibilidad de hacer cosas nuevas pero mi estado de salud no me permite embarcarme en proyectos de largo plazo. Sigo en la mía. Estoy retirado de todo movimiento cultural y por ello me sorprendió sobremanera tu llamado”, desliza y hace silencio.


Martín nació en Corrientes y después de vivir en otras ciudades volvió a  su ciudad. Dentro y fuera de ella, escribió sobre esta tierra. Ha publicado ensayos, novela, poesía, teatro. Este año se cumplen diez años de su poemario Vuelos Chamánicos, un libro conmovedoramente poético.

Alejandro Rodríguez, pintor y docente de Paso de los Libres, hace un tiempo expuso sus obras en el Museo de Bellas Artes de Corrientes. En ese marco destacó que su fuente literaria partía de Martín Alvarenga, Gabriel Ceballos y Francisco Madariaga.  De la obra de Martín destacó el libro Vuelos Chamánicos, el aniversario del libro y su producción hacen propicia la oportunidad de revisar y volver a leerlo.

“Con Alejandro es recíproco el respeto y el cariño que nos tenemos. Es de ida y vuelta la valoración que tenemos entre nosotros. Me gusta su búsqueda estética. Le pedí disculpas por no poder asistir a su presentación. La obra de Alejandro es latinoamericanista, muy exuberante, colorida, con un paisaje preñado de colores intensos, tropical. Lo sigo a pesar de la distancia”, desliza.
Martín vive rodeado de su familia, su esposa y su hija. Leyendo y releyendo, creando y reescribiendo.  Vuelos fue publicado en 2008 bajo la gestión de Carlos Lezcano como subsecretario de Cultura de la Provincia de Corrientes. Se publicó junto con el libro de poemas de Mariano Soto y Cacho González Vedoya. Estaba en ese tren Florencio Godoy Cruz, pero él publicó por otra vía. Esta fue la única vez que una institución gubernamental publicó un libro mío. En general yo me arreglé con editoriales o solo”, cuenta y sonríe.

“Antología sui generis”

“Fue un libro muy elaborado, muy trabajado y fue también muy espontáneo. Se mezclan las dos cosas, por un lado fue muy elaborado y por otro, una cuota de espontaneidad.  Es un poemario que venía trabajando con un grupo de poemas y después apareció otro grupo de poemas. Me salió una mini sinfonía, el libro tiene movimientos y tiene mitos personales, tiene poesía y textos en prosa poética”, explica.

“Además es un libro en el que por algunos momentos se mezcla la poesía con el microcuento.  Aquí es donde entra a participar el zem como elemento movilizador de una parte de mi poética.  Este libro es una síntesis de toda mi poesía. Creo que esta es la antología que no publiqué”, subraya y vuelve al silencio. En el medio advierte que estas reflexiones surgen ante las preguntas, porque antes no se lo había planteado.
Ahora sonreirá ante el aniversario, frente a estos diez años y de cara al libro.

“Es decir, publiqué una antología sui generis en el sentido de que no fueron elegidos para una antología poética. Pero da la impresión de que por el proceso de veinte años de trabajo, por la decantación y por esa pulsión de espontaneidad, es como si fuese un micro manual de mi obra poética. En este libro se condensa toda mi poética. Sin desmerecer otras experiencias que tuvieron otra tesitura. Por ejemplo, flotilla de fábula, que es un libro que me llevó cinco años de escritura, de lectura de mitos precolombinos y muy intensos, es también un libro importante”.

Sin embargo el camino de Vuelos Chamánicos es un trayecto de veinte años. Es una diferencia grande entro otros libros en cuento al proceso raro que viví para hacerlo. Además en ese momento no me lo planteaba como rareza pero ahora mirando el tiempo transcurrido surgen estas reflexiones.  Creo que es un collage lírico.  Está presente lo latinoamericano pero también otros factores como el zem, otros elementos que se tutean mucho como la poesía con la filosofía, no desde el punto de vista académico sino la filosofía como propuesta vivencial. No hay una teoría filosófica.

Incluso hay un poema en el que juega esa diferencia entre la filosofía y la poesía.

—Así es, es como si sucediera una ruptura jubilosa, después de esa enunciación, que de pronto va un pensamiento taxativo a un quiebre y así  asoma la metáfora. Cuando comento estas cosas hablo de las cosas que yo siento que me pasó con el libro, no que sea necesariamente así de lineal.
Filosofía y poesía, la filosofía como propuesta vivencial y la poesía en sí por la concentración de sentido que coquetean todo el tiempo.


“Enamorado del mundo”

“Paul Éluard definió la poesía como una concentración alta de sentido, eso es la poesía. Paul fue un poeta nortemericano bastante discutido. Hay otro factor que entra en la génesis de la poesía, es el hecho de la actitud. Tenés que estar enamorado del mundo. Este es otro concepto que el escritor polaco Gombrowicz señala: para escribir hay que estar enamorado del mundo”, desliza y vuelve al silencio.

La noche madura, de a ratos el caloventor se enciende y ronca suavemente. Bebemos café. En la casa hay silencio. El grabador por momentos registra ese silencio entre entrevistado y entrevistador. Es sábado por la noche al filo de las diez de la noche, los bullicios de la ciudad joven nocturna comienzan a encenderse.

Martín Alvarenga piensa, usa los silencios para acentuar sus reflexiones. “En la poesía tienen que darse las dos cosas: estar enamorado del mundo y encontrar un sentido. Pero hay otros factores que participan de esta construcción poética. Quien escribe trata de traducir el momento en que estuvo gestando algo especial. Pero he abordado mucho la poesía en sí misma, la poesía interpelándose a sí misma, la poesía como la génesis de la poesía y su nacimiento. En muchos de esos poemas hay un período en el que se van dando como una cosmogonía de cómo nace la poesía, al ser una cosmogonía es un mito, un mito personal y acotado.

“Entre el concepto y el latido del poema”

   ¿Cómo es el proceso o el momento creativo de cierre del poema?

—Es un momento quizás no tan sencillo de traducir. Hay un habitad donde yo sentía que eso era la poesía, me sentía en ese devenir, es como si de pronto te sintieras dentro del fluir del agua. Esa es una forma de describir, me sentía copartícipe del fluir, metido y fluyendo, es una experiencia desde adentro.
Ahora que reflexiono creo que esa experiencia es la que me permitió no caer en manos de una total elaboración, al estar metido dentro es como si estuviera estremecido al momento de hacerlo.  Entonces ese estremecimiento me salvó de ser atrapado por la elaboración, porque había mucha elaboración pero también había mucha espontaneidad. El tema era hasta qué punto podía conciliar los dos extremos, entre la idea y la imagen, entre el concepto y el latido.

— En el medio de la música

—La musicalidad del poema, del texto, de la prosa en general, es el hecho de decir y escuchar, tiene que haber música.   Hay una metáfora que tengo en Flotilla de fábula —“como un relámpago congelado en la mano”, para mí la poesía es eso: “un relámpago congelado en la mano”.   En Vuelo Chamánico está presente el chamán, el factor desencadenante del mito e incluso en el libro hay un relato donde habla el chamán.  
Cuando tengo un libro ensayo varios títulos, una vez que tengo varios elijo el que tuviera que ver más con mi persona y que estuviera autorreferenciado con el lugar, no digo Corrientes sino Latinoamérica, mi lugar en el mundo. Corrientes es una situación accidental, lo sustancial es estar en américa latina, porque hay una connotación de paisaje, mitología, influencia de escritores latinoamericana sobre todo en la narrativa.

— Aquí, como en ningún otro libro, conviven todos los géneros literarios.

—Percibo mi narrativa como una especie de energía poética. Aquí en este libro de Vuelos Chamánicos está presente mi perspectiva tangencial de autor que es la combinación de ensayo, narrativa y poesía. Creo que hay una cierta circularidad sobre esto. Cosa que no lo pensé. Ahora lo pensé y tampoco es descabellado porque ya había escrito ensayo, novela y poesía.

— Al igual que en otros textos, Corrientes está presente.

Corrientes está presente. Creo que hay una visión de Corrientes crítica, no en un sentido de homenaje o un laudatorio, sino que hay una visión crítica, hay ciertos rasgos que no me agradan y los pongo en evidencia. El patrón de Corrientes que es el patrón de la estancia, el imaginario de las estancias, el imaginario de los apellidos, la seducción de la gente por el poder. Existe una tendencia social a la admiración alienante a la autoridad, ya sea político, estanciero, profesional poderoso; hay una especie de pleitesía al poder que me desagrada, eso he tocado a través de mis textos, más frontalmente en los ensayos aunque acá hay una mirada crítica no tan enfatizada, pero está presente. De pronto en el poemario reverbera, aparece y desaparece. Me gusta de Corrientes el paisaje, el mito, me gusta el mito como mística de lo sobrenatural.

La seducción por el poder es lo que me hizo convivir en Corrientes con dos elementos, el exilio y el arraigo. La mitad de mi experiencia personal, mi existencialidad pasa por el exilio y el arraigo. Se me cruzan las dos cosas, estoy debatiéndome sobre estas dos cosas. Soy esas dos cosas.

Si no hubiera tenido o estado en la marginalidad no hubiera escrito el libro de Vuelos Chamánicos. Esta es una antología no solo de la poesía que escribí sino que funciona como un juicio de enunciación, es una síntesis de mi obra. Durante los 20 años que duró el proceso de escritura no me daba cuenta de que podía ser un libro síntesis de mi escritura. Nunca fue planteado así, con el tiempo se fue dando ese lugar. Fui armando parte por parte, y fueron aparecieron escalonada y simultáneamente. En lingüística sería diacrónico y sincrónico, pero es como si hubiera colocado las partes de este libro en una especie de batea y se mezclaron todas las cosas.


Fe poética
A la esperanza
Dibujada en el futuro
La llaman utopía.

A la devoción poseída
Por el pensamiento y el relato,
La llaman mitología.

A la rebelión
Metida a lo hondo
De tu pellejo

La llaman poesía.



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