domingo, 21 de julio de 2019

Betina González: "Soy en el lenguaje"


 La escritora Betina González iba a estar en la Feria  del Libro realizando una charla bajo el título Relato de Experiencia.  “Para mí la escritura es una forma de ser en el sentido más filosófico de la vida. En el sentido de atar el yo al ser. Sentirse vivo, sentir que el día no ha sido en vano si escribo; soy en el lenguaje”, expresó en una charla previa a la visita que no puedo ser. Por cuestiones de salud debió cancelar su llegada a Corrientes. La Feria Provincial del Libro 2019 en diez días recibió más de 50 mil visitas y se vendieron en promedio 30 mil libros. 



Paulo Ferreyra


Lleva publicado los libros Arte menor, América alucinada, El amor es una catástrofe natural, Las poseídas, Juego de playa, entre otros.

En una entrevista telefónica en pleno desarrollo de la Feria del Libro contó, “en estos momentos estoy escribiendo un libro de ensayos”, cuenta abriendo la jugada. “Uno de ellos aborda sobre la escritura, sobre ser mujer y escritora. En este momento vivimos un presente fuerte del feminismo pero ciertos lugares y ciertas formas de ser escritora que parecen ya conquistadas por la mujer aún no lo son”.
— ¿Por ejemplo?
— Sigue predominado en las escuelas y en las universidades un canon preferiblemente masculino.  En el ensayo plasmo cómo empecé a escribir y cómo me sentía en este lugar de escritora. En la vida de cualquier escritora, por lo menos en los de mi generación, lo primero que encontrabas cuando declarabas tu deseo de escribir era la negación. Eso tiene muchas formas, hay muchas versiones de ese rechazo, quienes te dicen que no podrás vivir de eso y hablan de la inutilidad de la escritura. En el ensayo afirmo esto: escribir es un hecho inútil y hay que defender esa inutilidad. En mi caso no hubo una búsqueda de una profesión rentable y eso lo comparto con cualquiera que escriba.

— Se ha instalado también que las mujeres que escriben solo se suscriben a un ámbito literario, ¿viviste esa situación?
—Las mujeres de mi generación corríamos con desventajas. Siento que aquellas que llegan a estar reconocidas dentro del canon siempre son vistas como anomalías, no es que no hay, sino que son casos aislados. Eso se sigue repitiendo. El ensayo también está basado en un texto de Joanna Russ, una feminista norteamericana. Su libro Cómo acabar con la escritura de las mujeres fue editado en los años 80 pero recién el año pasado fue traducido.  Aquí se ven distintos mecanismos que tiene el sistema cultural, y que le funcionan, para silenciar e invisibilizar el lugar de las escritoras.
Dos de los mecanismos que siguen vigentes uno de ellos es el doble estándar. Es decir, juzgar de manera distinta el libro de una mujer y el de un hombre. Esto lo observo como lectora de medios. Se tiende a etiquetar a los libros de mujeres como esferas particulares, libros sobre lo íntimo, sobre lo sensible, sobre la feminista, lo sexual. En cambio, los libros de los hombres reciben una etiqueta con una condición general.
— La poeta española Elvira Sastre sostuvo que la mujer carga con el peso de revalidar todo el tiempo su escritura. Coincidís, ¿por qué?
— En parte ese es el eje del ensayo. Siento que la mujer todo el tiempo tiene que dar el examen, no solo tiene que dar el examen sino que además debe probar que es extraordinario lo que escribe. De hecho, mi ensayo se llama “la obligación de ser genial”. Las mujeres tenemos la obligación de ser geniales y es como si fuera el único permiso para escribir. La única disculpa por el acto subversivo de tomar la palabra. En cambio el hombre se puede dar el lujo de ser mediocre, porque el lugar ya lo tiene ganado. Les basta con ser varones.
En este contexto hice el trabajo de rastrear algunas escritoras en sus diarios y ahí se ve la auto exigencia. Una auto exigencia sideral, por ejemplo, Alejandra Pizarnik. Se sabe muy poco de ella, se ha leído de forma sesgada su obra, y sus diarios completos recién salieron hace unos años. Pero si se los lee en detalle, desde que era muy joven hasta el momento de su muerte, todo el tiempo está esa obligación de ser genial. Tener que dar un montón de exámenes cuando la obra de ella es absolutamente genial.
Menciono a escritoras que para mí son excepcionales en su escritura, por ejemplo, María Negroni. Ella tomó posesión de ese lugar de desplazada e hizo de ese lugar una fortaleza, no una debilidad. Trabajar desde afuera y quedarse fuera del canon, fuera del sistema, también puede ser una toma de posición que podes hacer jugar a tu favor.
— Volvamos a la inutilidad de la escritura, ¿qué significa para vos ser escritora?
—Para mí la escritura es una forma de ser en el sentido más filosófico. En el sentido de atar el yo al ser. Sentirse vivo, sentir que el día no ha sido en vano si escribo, soy en el lenguaje.  No diferenciar la escritura de la vida, la vida es la escritura. En ese sentido es inútil para toda otra cosa que no sea eso, que no sea una manifestación del ser y una realización del ser.
Pienso que hay que defender la inutilidad en cualquier contexto, familiar, laboral, mercado, el que sea. Lo peor que me pasó cuando gané el premio Clarín y Tusquets eran las preguntas de los periodistas que suponían que yo quería vivir de mis libros. Como si mi objetivo fuese escribir para vivir y es al revés, una vive para escribir. Si después coincide en algo con el mundo, es decir, si hay un editor, un lector, está buenísimo. Pero no es el objetivo. Cuando era muy chica, cuando trabajaba diez horas por día y enterraba el corazón, ahí hacía cosas para sostener la escritura. Si tenía que entrar a las 8 de la mañana me levantaba a las 6 para escribir, para sentir que no había perdido el día, que las horas del día no se habían ido en que alguien se enriqueciera con mis horas de trabajo.

— Escribiste novelas, volviste al cuento en tu más recientes libro y ahora estás haciendo ensayos, ¿la idea es despojarse de los géneros?
— Los escritores y las escritoras en general hacemos el camino de escribir con mayor libertad. Entonces siento que mis primeros libros no fueron muy libres, porque estaba aprendiendo desde adentro cómo funcionan las formas y los géneros. Hoy me siento cómoda escribiendo textos que no pertenecen a ninguna categoría. Escribo. Me gusta jugar con los géneros y de alguna manera termina rompiéndose ese marco en lo que hago desde Las Poseídas hasta ahora. Ese fue un libro liberador porque me di cuenta de que podía escribir una novela gótica, una novela de terror y sobre la pos-dictadura todo en el mismo libro.
— Libre de géneros pero con la búsqueda eterna del lenguaje.
— El lenguaje es parte de la búsqueda de los escritores y de las escritoras. Ningún escritor serio puede olvidar que está haciendo cosas con palabras, hacer cosas con palabras tiene que ver con tomar al lenguaje como una materia. No usar la lengua que usás para comunicar todos los días sin cuestionarla. Con esto no quiero decir que se deba adornar la escritura. El desafío es usar las palabras de siempre pero hacer que signifiquen otra cosa. No el lenguaje ampuloso y raro. Hay que hacer que el lenguaje que está gastado, trillado, destruido por nuestra comunicación diaria vuelva a decir algo.
Este trabajo con la lengua es difícil de encontrarlo en los medios y en la literatura. Por un lado, hay una especie de lugar común de que cuanto más despojado un texto es mejor. Hay términos de la economía usados para la literatura, escritor solvente, economía del lenguaje, eso está mal entendido.  La idea no es escribir sin adjetivo o sin riesgos, escribir sin imágenes, eso es escribir sin arriesgar nada. Creo que está lleno de libros que se clasifican de bien escritos pero están bien sin riesgos. Hay que escribir con imágenes y tomar riesgos.

jueves, 11 de julio de 2019

Laura Yasan: "Si no escribo me ahogo"

“El hecho de que se siga escribiendo y leyendo poesía en este mundo que se cae a pedazos es casi milagroso. Ver que la poesía sigue sucediendo es hermoso. Pienso que el arte salva”, expresa la poeta Laura Yasan quien estará este viernes y sábado leyendo sus poemas junto a Estefanía Ceballos y la música de Flor Sandoval.


por Paulo Ferreyra

Este viernes se reanuda el ciclo Tenemos Visita organizado por los escritores Estefanía Ceballos y Tony Zalazar. La cita es este viernes a  las 21 en Miranda Club Social, Catamarca 1128 de Corrientes. El ciclo se replicará el sábado a las 21 en el bar Macedonio, López y Planes 571 de Resistencia. 

 Yasan nació en Buenos Aires y lleva editaa una docena de poemarios entre los que se destacan Ripio Premio Municipal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2005, La llave marylin premio Casa de las Américas 2009 y Animas de presa Ani Premio Carmen Conde 2011.


Antes de su llegada al litoral charlamos por teléfono, para abordar la creación poética. Comentó que su misión en el mundo es que la gente lea poesía. “La poesía es mi lugar en el mundo. Regalo poesía pero no he regalado mucho de un solo libro, sino muchos de diferentes autores porque también esta acción tiene que ver con cada persona. Cuando pensás en alguien, pensás qué clase de poesía le gustaría leer”, explica. 

— ¿Qué poema estás escribiendo o cuál fue el poema más reciente que escribiste?

El más reciente lo estoy escribiendo en realidad, no lo terminé. Tengo el poema en proceso. Se está escribiendo todavía. Últimamente entre que empiezo uno y lo termino pasa bastante tiempo. No sé por qué pasa esto ahora, antes no era así.  Ahora lo dejo, lo transformo, lo vuelvo a corregir, lo vuelvo a -ver o empiezo de nuevo.

En este caso estoy escribiendo un poema sobre la gente que está en situación de calle. Hay una cantidad impresionante de gente que está en la calle, que está en la vereda todo el día, pidiendo, durmiendo, gente que está pidiendo una monedita, dos moneditas. ¿Para qué te van a servir unas moneditas? 

 Me tiene muy conmovida - toda esta situación que están viviendo muchas personas. Estoy participando  activamente en entregar ropa, dar un mate caliente, lo que fuera. El último poema que estoy escribiendo se trata de esto y me resulta difícil abordarlo sin caer en lugares comunes. Trato de buscar el punto de vista de la persona que vive esta situación, que desde ese lugar ve piernas, zapatos, perros, bastones. No miran al cielo. No están mirando al cielo, no miran los rostros, solo ve piernas que pasan. Eso es lo que quiero lograr en este poema en el caso de que me salga.


— En tu anterior visita dijiste que hacer un poema es sacar un cisne de un ladrillo, ¿en qué etapa está este poema? ¿Se ven las alas? 

Hacer el poema es sacar un cisne de un ladrillo. Siempre digo esto porque es lo que a mí me sucede. Sigo sosteniendo eso, porque lo primero que saco y lo primero que tengo es un ladrillo, es algo que no tiene forma, no tiene belleza, no tiene nada. Desde ahí tengo que  sacar un cisne que es el poema. Ese es el laburo, como un escultor que tienen una piedra gigante y saca el David o El Beso, algo así. El poema que estoy escribiendo va teniendo forma. Estoy intentando llegar al cisne.

—En relación con el título, ¿cuánta importancia le das al nombre del poema?

Para mí es un recurso importantísimo. Veo que muchos poetas y poetas consagrados y consagradas no le dan bolilla. Le ponen el primer verso o le ponen un número, otros no le ponen nada. Para mí el título es el trabajo que viene después de terminarlo. Hasta que no está el título no está terminado. Puedo agregar un plus tremendo, si el poema es muy hermético le puedo poner la claridad en el título, si el poema es muy obvio puedo poner en el título algo que no entró en el poema, puedo poner ironía, es un desafío poner el título. Creo que es la parte más gozosa para mí, cuando termino de pulir, de escribir, ya está listo el poema y viene el desafío mayor.

—Así se cumple esa leyenda o frase de que en el arte hay un diez por ciento de inspiración y después hay un 90 por ciento de trabajo.

Totalmente. El arte es eso, poder plasmar tu visión en lo que estés haciendo. Ya sea una película, una danza, un cuadro, vos estás poniendo tu mirada de artista en la obra. Eso da trabajo, no sale por arte de magia. La gente espera la inspiración, no es algo que viene de afuera sino que es algo que vos permitís que se abra en vos. Cuando eso se abre sale, sale eso que otros llaman inspiración. Esta es mi forma de verlo, no hay una barita mágica que me toca desde afuera. Hay una fibra mía que se movió, que se conmovió y necesito sacarla fuera. 

Esto que estoy manifestando es el resultado de muchos años de estar en este oficio, de preguntarme y reflexionar sobre el material de la poesía. Cómo llega el acto creativo, eso es una incógnita.  Cómo se produce el acto creativo es la pregunta eterna, nunca la puedo terminar de contestar. Coordino muchos talleres y lo que más trato es que la gente pueda reflexionar sobre la actividad que está haciendo. No es solo agarrar birome y escribo, no es mecánico, hay muchos pasos antes que pasan en el cuerpo, en la mente y en la sensibilidad que se van aunando para llegar al poema.

—¿Por qué se escribe?

Mirá. Pienso que el arte salva. Uno puedo tener una mirada indiferente de las cosas, no solo de la gente que tiene hambre sino de la gente que tiene demasiado dinero, de cualquier situación social. Uno puede pasar indiferente, o si vos necesitás decir algo, ahí es cuando el arte te salva. Cualquier rama del arte te salva. En mi caso elegí la poesía o la poesía me eligió a mí, probé muchas ramas del arte en mi juventud. Hice bellas artes, teatro, pintura, escultura, música, todo lo que se te ocurra; pero me quedé con la poesía que es el lugar donde me puedo expresar, siento que tengo herramientas para expresarme. Cuando necesitas expresar algo está el arte, o llamás  a un amigo y le contás lo que te pasa. Pero si querés o necesitas dejar testimonio, o quizás ni siquiera pensar en dejar testimonio sino que es algo que tenés en el cuerpo y necesitás sacarlo y ponerlo en otro lado. Lo ponés en la obra, en mi caso lo dejo en el poema, no puedo vivir con eso adentro. Si no escribo me ahogo.

—Vas a estar en dos ciudades leyendo en voz alta tus poemas, ¿cuál es el proceso para elegir los que vas a compartir en estos espacios?

En general tengo un plan a y un plan b. Hay que pensar que en una lectura podemos leer seis, siete u ocho. Después la gente se cansa. Además se le hace un puré en la cabeza. Tengo diez libros editados y tengo que elegir ocho poemas. Tengo que hacer una línea, necesito que los poemas tengan una coherencia. Una vez que está el material listo y estoy frente al público, al leer el primer poema ya tengo indicios de si voy bien o mal con el público. O si este público me pide otra clase de poemas; ahí voy al plan b. Ese plan es improvisar sobre lo que voy leyendo porque es algo muy sutil que me pasa en el contacto con el público. Hay cosas que sólo pasan en ese momento. 

—¿Qué te dan estos espacios de lectura?

Cuando voy a encuentros con poetas me dan diversas cosas, porque hay lo bueno y lo malo. Hay lo que te gusta y lo que no te gusta, el poema que es bueno pero está mal leído o el poema que es malo pero está bien leído. Los encuentros que más disfruto son  justamente con otro poeta. Además es un espacio para celebrar y que se lee poesía. Hay poetas y lectores de poesía, que la poesía siga viva es para celebrar. Que se siga escribiendo y que se siga leyendo poesía en este mundo cuando todo se cae a pedazos. Ver que la poesía sigue sucediendo es casi milagroso. Este es mi lugar, la poesía es mi lugar en el mundo.


— ¿Cómo sos como lectora de poesía, tomas una tanda de poesía sobre algún tema o algún autor?

Cuando me siento a leer poesía es como cuando te sentás a comer, comés hasta que te saciás. Empiezo a leer y llega un momento que si leo un poema más me da una indigestión. El poema no es como una novela que empezás y sos capaz de llegar al final del libro porque querés saber qué pasa. Cada poema en cambio es un pequeño mundo. Cada poema te mueve una cosa, el siguiente te mueve otra cosa, el tercero te mueve otra. Además tenés que leer lentamente, para entrar a ese universo, subrayar cosas, marcar. De todos modos hay libros que he devorado hasta el final.

Por Paulo Ferreyra

miércoles, 3 de julio de 2019

Alumnos de la Escuela Regional realizan pasantía en el Museo de Bellas Artes

Desde la inauguración de la muestra En Tránsito. Tesoros de la Colección del Museo Nacional de Bellas Artes, un grupo de alumnos de 5° y 6°. año de la Escuela José Manuel Estrada, con orientación en Artes Visuales, realizan una pasantía en el Museo Provincial de Bellas Artes. Se ocupan de hacer la guía orientando al visitante sobre los cuadros que se encuentra en el Museo. Están bajo la coordinación de las profesoras Silvia Ilieff y Susana Fernández. “El mejor aprendizaje para este grupo es la experiencia laboral que una escuela pública y gratuita le pudo dar”, manifestó Ilieff.

por paulo ferreyra
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“Nosotros hicimos una visita al museo, fuimos con el Sexto G de la orientación Artes Visuales y estuvimos acompañados por la profesora Susana Fernández. En esa oportunidad había solicitado al director del Museo, el licenciado Luis Bogada, que se acercara a dar una charla a nuestra institución. Junto con Milagros García expusieron sobre la importancia del museo, el valor y el cuidado del patrimonio”, explicó la profesora Silvia sobre cómo nació el vínculo de la Institución educativa con el Museo.

En ese marco de la charla surgió la posibilidad de que los alumnos pudieran hacer una pasantía. “El director nos pasó información sobre la muestra del Museo Nacional de Bellas Artes. Con el grupo de alumnos comenzamos a estudiar a los artistas y las obras que venían a Corrientes. Después dentro del seno del grupo de los alumnos surgió la iniciativa de quien quería participar; nueve alumnos se ofrecieron. Los otros no se animaban; ellos son adolescentes y no son especialistas en arte. Tener que enfrentar al público para hacer una visita guiada no es fácil”, advirtió Silvia Ilieff.

Los alumnos de la Orientación Arte Visuales de la Escuela Normal José Manuel Estrada que participan son Juliana Dolores Achinelli Ríos, Celeste de los Milagros Aquino, Desireé Noemí Erceg, Ornela Sabrina Espósito, Gabriela Adaluz Huels, Ramona Deisi Recalde, María Cecilia Rojas Leguiza, Melina Nahir Romero, Magdalena Villalba Kibycz. Además se sumaron los alumnos de 5º G, Micaela Sabrina Alcaraz, Camila Lucrecia Buzón, Luz Gianella Frank, Sofía Micaela Gómez, Mariel Agustina Magnani, Juan Ignacio Morales, Nahiara Nicole Ortiz, Cecilia Belén Rivero Caselli, Sandra Milagros Vargas.


“Quienes visiten el Museo pueden acceder a la exhibición requiriendo si lo desean información sobre la misma. Los alumnos están organizados en ambos turnos, de lunes a viernes y feriados, de 8,30 a 12 y de 15 a 18, permitiendo así brindar a la comunidad este servicio en forma gratuita.

La colección del Museo de Bellas Artes ya registró a la fecha más de 4.000 visitantes desde su inauguración, que fue el pasado 5 de junio. En su mayoría fueron delegaciones estudiantiles de todos los niveles educativos, jardines de infantes, primarios, secundarios, terciarios, universitarios, instituciones públicas y privadas, delegaciones de turistas y público en general. La misma podrá ser visitada hasta el 28 de julio de lunes a viernes de 8 a 20, sábados, domingos y feriados de 9 a 12 y de 17 a 20.



“Los chicos muy contentos porque la experiencia es transformadora. Estamos agradecidos al Museo y a su director. Hay una generosidad de parte de esta institución hacia la escuela que es muy grande. Es una experiencia y un aprendizaje profundo para los jóvenes. Ellos se mueven solos, tienen una planilla donde asientan sus horarios, el público es amable y han encontrado escritos en el libro de visitas del Museo que han sido muy reconfortantes”.

“Los chicos además están aprendiendo, el museo recibe gente que también tiene preparación en cuanto a lo que es lectura de imagen y arte, entonces ellos absorben y aprenden. Intelectualmente se están fortaleciendo”, expresó la profesora Ilieff.

“Los jóvenes son valientes, entraron en este juego de hacer una experiencia laboral y todos los días es bueno verlos sostener el trabajo. Tenemos un grupo de Whatsapp y estamos en contacto, sabiendo cómo va el día a día. El mejor aprendizaje para este grupo es esta experiencia que una escuela pública y gratuita le pudo dar. Son cumplidores, con sus uniformes muy presentables, serios, están ahí en el Museo de Bellas Ares. Amo el lugar donde trabajo y a nivel personal estoy muy emocionada porque uno conoce la vida de los chicos, la perseverancia, el empeño, el estudio y la transformación que buscan por ser mejores personas. El conocimiento para ellos ahora se incorpora de otra forma y eso también es muy valioso”, subrayó. La profesora Silvia Ilieff trabaja junto al preceptor Eduardo Kolec y sus colegas Marcelo Quintana y Susana Fernández.

"El Instituto de Cultura de la Provincia a través del Museo de Bellas Artes Doctor Juan Ramón Vidal expresó además su más profundo reconocimiento y agradecimiento a la Escuela José Manuel Estrada, ‘la querida “Regional’, . como también lo hizo extensivo a los directivos, docentes y a todos los alumnos involucrados en esta experiencia que los enriquece desde el aprendizaje y puesta en práctica de los contenidos de su especialidad en Arte Visual", resaltó el licenciado Luis Bogado.