Autor de poemas, novelas y de canciones, Giuseppe Badaracco(audio) viene apostando por el proyecto de la Embajada Cultural “La Cruz de Urunday”, la Nueva Canción de Corrientes. Un colectivo de artistas jóvenes que apuntan a una renovación de la cultura musical chamamecera.
- Se conmemorar hoy el Día Nacional de nuestra música. ¿Qué significa para vos el chamamé?
- Desde hace un tiempo es una manera de vivir. Siento que es una parte de mí que estuvo medio dormida por unos momentos de mi vida y que siempre estuvo presente pero que ahora aflora con más fuerza.
- Qué está cambiando en el chamamé? ¿Es el mismo chamamé, el de antes -cuando digo antes es en referencia a los patriarcas del chamamé, a quienes le dieron vida- y el de ahora?
- Siento que está cambiando. Yo miro al chamamé desde una mirada social, antropológica, musical están permanente cambio. No es el mismo chamamé el de las décadas del 30 o de los 40 con los grandes primeros precursores, no es el mismo chamamé de los 70 o los 80 que el chamamé de ahora evidentemente. Hubo mucha gente que dio su vida por el chamamé y pienso que si siguiera viva hubiera evolucionado con la misma vida, porque nadie escapa a su tiempo. Esta es una frase de Enrique Pichón Riviere, que me gusta mucho recordar. Nadie escapa a su tiempo. Si los grandes patriarcas del chamamé estuvieran vivos creo que vivirían este momento de redes sociales, de whatsapp y entenderían este momento como lo entendieron en aquel momento cuando escribieron sus canciones.
- Sos escritor, ¿Qué te llevó a volcarte a escribir letras para chamamé?
- Comencé desde muy chico escribiendo letras para chamamé. En mi temprana adolescencia escribí mi primera canción en ritmo de chamamé que se llama “En la distancia”. Canción que nunca se había grabado por un motivo u otro; pero que en esta oportunidad va a ser grabada en el segundo EP de “La Cruz de Urunday”. A los 17, 18, 19 años tuve una etapa de gran composición en el chamamé, así fue que gané algunas menciones especiales y primeros premios incluso. De esa etapa surge “Antonio Gil Paiubrero” que fue la canción ganadora de la edición Bodas de Plata del Festival de Santo Tomé, surge “Gurisito de piel morena”, que es una canción que le gustaba mucho a Pocho Roch, y entre ellas también surgió “Melodía triste”, que fue el primer premio que yo tuve en el cancionero folclórico nuestro. Lo que pasa es que luego yo no encontré un compositor, un músico que me siguiera, que me comprendiera. Viajé a estudiar a Buenos Aires y fui tomando distancia de la música de mi lugar de origen. Y si bien encontraba en Buenos Aires con grandes chamameceros correntinos, no encontré una dupla, un compositor que me acompañara, que me siguiera. A mí me nacían canciones con estribillo, con ritmo, pero necesitaba que alguien compusiera el resto de la música. Entonces eso me fue haciendo incursionar en otros espacios, seguí con la poesía, el cuento, me hice un poco más conocido por la novela y es justamente eso lo que sorprende a algunas personas que creen que soy novelista y de repente escribo chamamé. No. Estoy siempre retornando al chamamé porque uno nunca se va de las cosas que ama.
- Escribís chamamé, pero también otros estilos musicales que también hacen a la esencia de la música correntina. ¿Por qué lo hacés? ¿A dónde apuntas? ¿Qué querés lograr?
- Además de chamamé escribo rasguido doble, valseado, chamarritas, el candombe y también la charanda, estoy muy ocupado en este momento en el candombe con una preocupación y ocupación importante. Porque me preocupa que este ritmo nuestro, maravilloso, no tenga la suficiente difusión que debería tener y no tenga la gran cantidad de letristas que creería yo que debería tener. Entonces estoy ocupándome de escribir letras, de tratar de estudiarlo bastante ir al encuentro de este ritmo, que de alguna forma nos pertenece fusionado con esa África ancestral de dónde viene. También me interesa mucho un ritmo que es nacido en Corrientes, en la ciudad de Lavalle, que es el Gato Correntino. Nosotros hemos perdido esta danza, se baila muy poco en Corrientes, y estoy muy interesado en el rescate de este ritmo u esta danza, para traerlo a nosotros y el litoral en sí.
¡A dónde apunto? Con mucha humildad quiero hacer mi aporte a la renovación del cancionero, para que siga estando en vigencia. Hay muy buenos letristas hay muy buenos músicos actualmente y hay hermosas composiciones. Trato de alguna manera de aprovechar este buen presente que tengo como autor y que se me conoce en muchos países del mundo, como para que a través de ello muchos estilos musicales también lleguen. Fíjate que a través delas redes sociales de Spotify nuestras composiciones se están escuchando en Suecia, en Italia en México, en Estados Unidos, en lugares donde aparentemente no era fácil oír esta música. Gente que me conoce como novelista ahora quiere ver qué hago en este camino nuevo musical.
- ¿Qué descubriste en el chamamé, en la cultura musical correntina, qué te atrajo tanto, lo suficiente como para hacer tu aporte?
- Quiero dejar un recuerdo. Dejar un puñado de canciones que si los otros intérpretes pueden recoger y cantar, si los niños algún día quieren cantar en la escuela, sería el sueño cumplido. No pretendo otra cosa más que hacer un pequeño aporte y que de repente, así como me encantan los clásicos. Voy muchas veces al festival y escucho muchas veces la misma canción, y no porque no haya muy buenas canciones nuevas, sino porque repentinamente siempre estamos retornando a nuestras raíces, a nuestras canciones; por eso estoy intentando que las letras que componemos con amigos compositores entren dentro de una línea con un fuerte corte clásico pero que también puedan tener mucho de actualidad en su letra.
- ¿Quiénes te inspiran? ¿Qué músicos y autores chamameceros son tus referentes?
- Los clásicos siempre me van a inspirar. Inclusive soy de la familia de Ramón Ayala. Es un gustazo tener un montón de recuerdos almacenados en mi memoria como el de don Ramón cantando con su guitarra al costado de mi cama cuando era muy chico y estaba con varicela. Yo amaba “El Mensú”, “Posadeña linda”, “El Moncho”. Recuerdo a Don Ramón cantándome al lad, sacándome una sonrisa. Me inspira Salvador Miqueri, ha sido un referente. También los que no conocí, porque era muy niño cuando murieron, o los que conocí muy poco como Isaco Abitbol a quien lo vi en muchas ocasiones, todos van a seguir siendo fuente de inspiración. Pero también me inspiran mucho mis compañeros, los chicos que tocan conmigo, los músicos de hoy que le ponen mucha garra. Cuando yo lo veo a Chingoli Bofill, a Nicolás Cáceres, a Ernestito Montiel, a Federico Maceri, cuando escucho a Bruno Sosa Trotti a Franco Perroni o al mismo Leandro Galarza -que es mi coautor- siento que ahí está mi inspiración actual, lo escucho a Pablo Delvalle y siento que se pueden hacer un montón de cosas con nuestro ritmo. Ellos me siguen inspirando como me inspiran los clásicos. Aunque también me inspira mucho la necesidad de la gente. Mi poesía es más bien social, me inspira mucho el paisaje, la realidad en la que vivimos, caminar por los barrios, encontrarme con una abuela, con un niño y en todo ello está la presencia de nuestra manera de ser que es el chamamé.
- ¿Crees que hay un estilo particular o varios estilos propios en el chamamé de Corrientes, tal como lo tenía antes, o está cambiando?
- En Corrientes siempre estuvieron muy marcados los estilos. No es lo mismo el chamamé de Cocomarola que el chamamé de Montiel, el chamamé de don Isaco se acercó un poco a Montiel pero adquirió un matiz propio, no es lo mismo el chamamé de Mario Millán Medina; siempre dentro del chamamé hubo varios estilos. Los Hermanos Barrios tienen su estilo propio y maravilloso por supuesto y yo creo que Corrientes es una amalgama de voces, sonidos y estilos pero hay algo que es irreemplazable: cuando suena el fuelle, cuando arranca el acordeón con sus primeras notas y surge ese sapucay, ahí nosotros no pensamos si es Cocomarola, si es Montiel, si es Millán Medina, es el chamamé que está haciendo su presencia en ese escenario.
- ¿Hacia dónde va el chamamé? ¿Qué le falta? ¿Cuál crees que es la proyección que tendrá?
- Yo lo veo como un movimiento social y como tal es imparable, es imposible de describir, ni el mejor de los científicos puede hacer una previsión sobre esto. Yo espero que nos acompañe siempre como identidad a nuestra provincia. Creo que siempre va a ser nuestro seguro soporte. Y va a ir hacia donde vayamos nosotros como personas, como sociedad. Creo que ya es un patrimonio, que no es solo de los correntinos, hace un montón de tiempo que es de los argentinos, y hace también un montón de tiempo que es de otros países que nos rodean y estamos queriendo exportarlo a la humanidad, estamos queriendo hacerlo de todos. Desde La Cruz de Urunday queremos hacerlo también de las personas que no pueden escuchar, por eso cantamos el chamamé en lengua de señas, porque sentimos que esta idiosincrasia nuestra le pertenece incluso a quienes no pueden oírla. Creo que va a ir hacia donde vayamos nosotros como humanidad. Porque me parece que tenemos que verlo como la compañía de todos nuestros días, cuando prendemos la radio al amanecer de empezar la jornada, cuando vamos silbando por la calle a nuestro trabajo. El chamamé va a estar siempre con sus distintos matices, voces, coloraturas, estilos, maneras de bailar, maneras de recitarlos, maneras de cantarlo. El chamamé incluso fomenta hasta una cultura, una gastronomía propia, nos dan ganas de comer una empanada, un mbaipy, un asadito, de pensar en el chipa cuerito, cuando escuchamos chamamé´.
Le faltan un montón de cosas y le sobran un montón de cosas, creo que le falta aún un poco más de apoyo y no hablo del apoyo oficial, que se nota el trabajo del Instituto de Cultura, de algunas organizaciones y fundaciones como Memoria del Chamamé que tienen un semillero de cosas hechas, pro le falta poder llegar a otros espacios donde ha costado introducirse como el festival de Cosquín; le falta un poco más de relaciones institucionales, para introducirlo en otros ambientes. En cada lugar de este país hay un correntino. Te vas al Sur, a Tierra del Fuego hay correntinos que se fueron buscando trabajo y siguen escuchando chamamé, faltaría tejer algunas redes para que nuestros músicos pudieran llegar hacia esos confines donde llega poco, o solo llegan algunos pero pocas veces. Nos falta de ese trabajo en red, que nos falta en sí como argentinos para un montón de cosas. Por ahí estamos siendo pocos solidarios en algunos aspectos de la vida y el chamamé no va ajeno a nuestra realidad. Nos olvidamos muchas veces del de al lado, del hermano, del sufriente y nos olvidamos de llevarle ese chamamé que también está necesitando. Por eso creo que estamos en un permanente trabajo, que lo estamos trabajando diariamente, lo estamos descubriendo pero como seres humanos que somos, somos incompletos y estamos terminando nuestro camino en la vida y ahí el chamamé nos va acompañando. Siempre le va a faltar algo porque siempre va a estar en permanente evolución y eso es lo lindo. No es un ritmo apagado, no es un estilo que nace, muere y se termina. Siempre tiene la posibilidad de ser una compañía, un movimiento social va a estar siendo interpretado por las personas que lo llevan adelante.
Por Mariela Mioni