Charlan, hacen ruido, se estrechan lazos, un lugar
diferente a todas donde los libros sólo parte de la excusa para encontrarse, tomar mate, estrechar
la mano. El Hospital de Salud Mental “San Francisco de Asís” cuenta con un
dispositivo alternativo denominado “hospital de día”, donde abrieron a comienzo
de año una Biblioteca. El psicólogo Juan Terraes y el escritor Martín Alvarenga
cuentan cómo surgió este espacio y su actividad sui generis.
Por Paulo Ferreyra
El germen
A comienzos de este año quedó inaugurada la Biblioteca
Martín Alvarenga dentro del Hospital de Salud Mental. Profesionales de salud
que realizan sus rotaciones por este nosocomio habían comenzado a trabajar con
talleres de escritura. Desde hace algunos años en una sala estaban los libros
que poco a poco fueron despertando.
El interés de los usuarios fue creciendo y encendió la
iniciativa de crear una biblioteca. Los libros estaban ahí y comenzaron a ser
usados para el taller.
“Sin conocimientos técnicos a nivel de la literatura
pero sí percibiendo la importancia de la misma dentro un espacio grupal, de
expresión, de encuentro, los usuarios comenzaron a trabajar en el taller de
escritura. Los usuarios del Hospital de Día podían en ese lugar tomar una
postura, una iniciativa, una conciencia de lo que les pasaba o sentían”, cuenta
Juan Terraes.
En una sala del Hospital de Día estaban los libros que
comenzaron a usarse en el taller. “Martín dice que esos libros estaban
dormidos. También nosotros sentíamos eso antes de comenzar a usarlos. Ahora
encaramos distintos proyectos porque tenemos la perspectiva de un espacio donde
cada uno asuma responsabilidades, que se genere intercambio, que no quede
reducido a una sola temática, y donde no
sólo estén los libros que guardamos”, agrega Juan.
Democracia
Además del taller de escritura se despertaron las necesidades y surgieron otros talleres. Así también nació la necesidad de nombrar ese espacio, ponerle un nombre a ese lugar de encuentro. Los pacientes fueron diciendo los posibles títulos que podía llevar la biblioteca.
La decisión llevó su tiempo. “Toda decisión se busca
demorar en tomarla porque entendemos que no es una carrera para ver quién llega
más rápido. Aquí buscamos que la gente se sienta bien y que su opinión valga, sea
escuchada. En este contexto hay que entender que en un espacio democrático se
generan tensiones”, explica.
Surgió así entonces Biblioteca Martín Alvarenga, en
reconocimiento a su entrega desinteresada en donar sus libros al Hospital de
Salud Mental.
Apertura a la sociedad
Tras la inauguración oficial ocurrida en marzo último las actividades se siguen desarrollando, hay tres talleres mientras la biblioteca se abre paso a la comunidad. La fortaleza de Juan Terreas y Sabrina Blanco busca consolidar este espacio donde los libros no duermen, donde haya asambleas, encuentros, discusiones, apropiación de la palabra, solidaridad, el mate compartido, el ruido —esta biblioteca tiene sus particularidades respecto de esto—. Hay pocos espacios como ese en el día a día del hospital.
Este espacio Juan lo enmarca porque también está
contemplado en la Ley de Salud Mental 26657. “El abordaje de la salud mental debe
tener como característica la promoción de lazos sociales, más allá de lo
patológico es necesaria la apertura y que ellos se vinculen en espacios
culturales, artísticos. El espíritu de la ley aspira al desarrollo de acciones
al alcance de toda la población desde la mirada comunitaria, buscando el
desarrollo de las capacidades de todas las personas, desde la inclusión social
y también con la perspectiva de los derechos humanos”, destacó Terraes.
Talleres
Hace ya unos meses se incorporó al equipo una
bibliotecaria que trabajará para ordenar los libros, roturarlos, disponer un disposición
en cada estante. Este interés antes no existía pero la biblioteca se va
afianzando y por ello surgen estas necesidades.
El taller de escritura en el hospital de día se realiza
los martes. También se abrió uno de matemática. Dentro del taller de escritura
participa Martín Alvarenga, “el no sólo realizó la donación sino que también muestra
un compromiso permanente con el hospital”, explican.
En 2013 Martín Alvarenga hizo una donación de casi 1300
libros y revistas que quedaron en el hospital. Desde el comienzo se las usaba
informalmente. Fueron el licenciado en psicología Juan Terraes y la licenciada
en trabajo social Sabrina Blanco quienes formalizaron trabajos en el hospital. Ellos
produjeron una movida importante dando forma así la biblioteca, con el afán de integrarla
al barrio y a la ciudad.
Además del taller de escritura y de matemática, ahora
se realiza el de asociación de usuarios que se reúnen para debatir sobre salud
mental. Martín Alvarenga trabaja junto a Sabrina y Juan en el taller de
escritura, los martes tienen dos horas intensas de actividad literaria, reflexión
sobre la actualidad, espacio de escritura. “Todo se fue dando con una naturalidad
impresionante. Encontré ahí una forma de canalizar una serie de inquietudes, de
experiencias que traía por el tiempo transcurrido en lo que me concierne como
autor. Se fue dando todo de una forma muy estimulante. Hay una conjunción de lo
terapéutico y lo cultural en el hospital de día que es muy valioso”, destacó Alvarenga.
“En la metodología del taller buscamos conciliar la
parte teórica con la parte práctica. Conciliar tiene que ver con una búsqueda para
que la espontaneidad no prime sobre la disciplina, pero a la vez que esta no
primer sobre la espontaneidad. Tratamos y trabajamos para lograr el equilibro
entre las dos cosas. Hay empatía y una energía muy buena entre todos”, subraya.
Martín se veía desbordado por los libros que estaba
acumulando en su casa. Décadas de lectura iban apilándose en su hogar. Entonces
pensó en desprenderse de algunos títulos y seleccionó para ello literatura
regional y universal. “Fue una selección cuidada para que tuviera eco donde
fuesen esos libros. No me desprendí de un bulto”, cuenta.
Por último, el escritor explicó que la donación de sus
libros al Hospital de Salud Mental surgió por entregarlos a una institución no
visibilizada. Estos usuarios no son visibilizados socialmente como debieran.
Sobre el hecho de que le hayan puesto su nombre a la biblioteca pone de relieve
que “algo medianamente útil he hecho en la vida”. Tras una pausa repite, “algo
medianamente útil he hecho”.
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