miércoles, 18 de diciembre de 2019

Licha Bernal expone en el museo de Bellas Artes de Corrientes


Hoy a las 20 quedará inaugurada la muestra "Huellas", de la artista plástica Licha Bernal. La apertura está prevista en la sala "Justa Díaz de Vivar" del Museo de Bellas Artes de Corrientes, San Juan 634.   En sus obras la autora retorna a sus fuentes: el grabado. Con técnica mixta y materiales no convencionales, explora renovados caminos que se enlazan con su obra previa.


“El delicado y punzante dibujo de temas eróticos y femeninos deja paso a otros modos de recorrer los surcos, de saborear las huellas. La indagación de la interioridad, la sensualidad, el descubrimiento del cuerpo y sus placeres, se combinan con la riqueza vegetal del monte, trasladándonos a una dimensión misteriosa”, describe la invitación. 

La curaduría es de Alejandra Muñoz, que en un breve texto presenta el conjunto: “Huellas da cuenta de una colección de signos que empiezan a emerger en la obra de Licha Bernal. Formas ya conocidas, como las espinas de palo borracho y la figura femenina, se entrelazan con nuevos temas: plumas, hojas, ojos, vegetación selvática, retratos. Estos elementos que podrían parecer tan disímiles, logran unidad y organicidad a través de la delicadeza del trazo, de la sutileza de las formas.

El bien conocido preciosismo de su dibujo se combina aquí con la vuelta al grabado, técnica que domina de tal modo que, sin temor, despliega sobre materiales no convencionales.

Flores y hojas que penden del cielo, que se derraman hacia nosotrxs; espinas talladas que en un ejercicio de tremenda ambigüedad combinan el peligro de sus puntas filosas con la tentación de rozar las líneas; ojos que no por coloridos dejan de interrogarnos desde la pared; delicadísimos gofrados de puro blanco, retratos femeninos que nos inquietan y seducen.

En esta expansión simbólica de la obra de la artista chaqueña adivinamos un renacer, un río subterráneo de placer que se filtra por los surcos del grabado, el brote desmesurado de los estímulos. Descubrir adónde nos conducen estas huellas es un precioso desafío”.


jueves, 28 de noviembre de 2019

Germina música en las calles de la ciudad


Este viernes 29 el músico y compositor Cacho Núñez presentará Canciones con eco. La cita es a las 23 en el Café El Mariscal.


por paulo ferreyra

“Me gusta fundar cada presentación bajo un concepto, una idea. Además en esta ocasión presentaré temas nuevos”, explicó. Cacho además ha musicalizado producciones importantes de los realizadores de la provincia como Marcel Czombos, Pablo Almirón, música que interpretará en esta velada.

Será una noche de música íntima. Cacho tocará la guitarra y compartirá su música con varios temas nuevos. “Por ejemplo –cuenta— hay una obra que está compuesta para guitarra clásica. En mi formación me gustó mucho Sebastian Bach, desde antes de la formación académica. Cuando conocí la música barroca con sus propiedades, sus cualidades, sus reglas, me atreví a componer una melodía con los elementos. Para mi Bach es increíble. Esto es una especie de reconocimiento a las cosas que aprendí de él, mínimas y elementales”.
Estaba ensayando en su casa. Tocaba y un amigo de su hija le dice “tú música tiene mucho eco”. Eso quedó resonando y así se fue fundando un concepto para elegir canciones para este repertorio. “Los ecos te remontan hacia muchas cosas. Te pueden llevar a algo que pasó hace poco o hace mucho tiempo atrás. Música con eco. A medida que presento mis melodías me gusta que estén sustentadas en una idea, en esta ocasión están sustentadas en la idea del eco”, sostiene.

Música en la ciudad

Consultado sobre cuánto incide el medio para su música afirma que mucho, “es innegable porque todo lo que me rodea es música. Mi última composición está inspirada en trayecto de Santa Ana a Corrientes. En ese ir y venir fluye el contacto con la naturaleza, con los pájaros, por eso siempre mis composiciones tiene resabios del lugar porque justamente es el reflejo, la percepción de lo que me rodea. Mucha gente toma lo que escuchamos en la ciudad como ruidos pero para nosotros es música. Así como escuchamos el canto de los pájaros en la ciudad también hay una musicalidad increíble dentro de la ciudad”, afirma.

En distintos tonos

Para sostener esa musicalidad Cacho Núñez advierte que todo se ramifica en los distintos tonos que hay en la ciudad. “Nadie habla en el mismo tiempo que el otro, nadie camina igual, los autos no circulan a la misma velocidad, la gente tiene tiempos distintos. Entonces eso es la riqueza musical del entorno y puede ser volcada a una melodía, a un composición nueva”, desliza quien no descarta también trabajar cada melodía desde las emociones.

La búsqueda de Cacho está más allá de la aprobación. No busca masividad, triunfos, aplausos. Como hace un año atrás cuando se presentó en este mismo escenario —Café El Mariscal— “habrá personas a las que esta música puede producirles algo, en cambio a otros no les produce nada. Eso está bien también, mi búsqueda personal por la música está por encima de todo. Además, no todos tenemos el celular en el mismo tempo”, desliza y suelta una sonrisa de labio, muda, que queda grabada un su rostro moreno.

Ecos
“Los ecos son como sonidos que muy lejos de perderse vuelven como remotos y ancianos viajeros de un tiempo lejano. Inmersos en una mezcla de desconstrucción sonora y de aparente desorden que cualquiera podría apreciarlos. A través de esto busco el camino adecuado para acercarme a este experimento sin recelos, prolongando las notas para realizar discos que podrían escucharse como una continuación sin pausa, enlazada, predecible o intencionada”.

Sólo intentan que no dejemos de pensar en lo mágico que resultará encontrar en cada noche el lugar donde se establece la línea directa  hacia el infinito o donde laten estas canciones. También puede ser el lugar donde arde la locura consentida de una idea maravillosa y de difícil repetición, de sonidos tal vez ancestrales o hasta quizás perdidos.  Déjense llevar al paisaje descripto anteriormente, el cual parece regirse por la misma cadencia, poco a poco la canción buscará sumergirlos en lo más profundo de los sonidos con ecos”, así cierra un manuscrito de Cacho Núñez.

jueves, 21 de noviembre de 2019

César Bisso: “La poesía es reparación”

Este viernes en el Centro Cultural Siete Corrientes se realizará un encuentro interdisciplinario de artistas. Habrá música, presentación de libros, lecturas, y a las 21 comenzará el ciclo Tenemos Visita, con la presencia de César Bisso de Buenos Aires, Juan Páez de Formosa y Alicia Rossi del Chaco.  César presentará un poemario nuevo titulado Andares, editado por Ananga Ranga. Antes de su arribo a la ciudad charlamos sobre su actividad como poeta y periodista.

por paulo ferreyra

“Ojalá la palabra pueda transformar el mundo. Ojalá la palabra pueda hacer llover. Ojalá las palabras puedan hacer florecer la rosa”, así pinta por un momento un mundo posible César Bisso recordando a otros poetas como Vicente Huidobro, César Vallejos, Alfredo Veiravé.  “Escribir poesía es un camino de ida, lo importante es vivir con la duda; la certeza nos destruye”, desliza mientras llueve largamente en su memoria.

— ¿Cómo surge esta visita a Corrientes?
—Esto nace por iniciativa de Tony Salazar, junto a su editorial Ananga Ranga, ahora se publicará un poemario inédito bajo el título de Andares. A él se le ocurrió hacer una movida literaria para la cual convocó a otros poetas a compartir una fiesta de la palabra, desde la poesía. Es también una fiesta de la amistad, de la confraternidad, esa es la idea de Tony y la comparto plenamente. Así llegaré a la ciudad a mostrar el nuevo libro, a leer mis poemas y a escuchar a otros poetas.
— Sos poeta y periodista, ¿qué surgió primero?
—La poesía siempre estuvo, surgió primero y estoy escribiendo desde los primeros años de la juventud. Empecé a los 13 o 14 años a escribir. A esa edad empecé a observar el mundo a través de las palabras, del lenguaje poético, de la lectura de grandes poetas argentinos y extranjeros.
Después el periodismo surgió porque buscaba trabajo de forma azarosa. Era libretista de la radio de la Universidad Nacional del Litoral y un amigo me llevó a trabajar en periodismo deportivo. Comencé a mediados de los años 70. Después me fui integrando a otras ramas de este oficio, me fui a Buenos Aires y entré al mundo académico.
— Leyendo tus poemas hay un camino, los poemas se van reduciendo hasta llegar a la síntesis máxima del haiku. ¿Cómo es ese proceso?
—A ver, en la literatura uno busca todos los caminos. El lenguaje en este sentido es amplio y cualquier camino te puede llevar al cosmos de la palabra. Lo importante es saber lo que uno intenta decir, en definitiva uno a las palabras, al poema, lo caza al vuelo. A mí me consideran —hay dos críticos historiadores que así lo describen— un minimalista. Un minimalista como aquel que logra sintetizar los grandes temas universales en pequeñas acciones cotidianas. Creo que ahí trabajo en la síntesis de la poesía. La contemplación me lleva a mí a convertir lo mucho que veo en pequeñas acotaciones poéticas. Ese es el trabajo que hago, el mecanismo que hago para escribir. El noventa por ciento de mis poemas son breves, no debe superar los 15 o 20 versos, pero tengo poemas de uno, dos o tres versos. Estos últimos son pequeños fogonazos, pequeñas epifanías o revelaciones de la naturaleza. En un haiku se refleja un instante. Es una búsqueda que uno hace para acercarse a la poesía. Después la poesía va por otro lado porque siempre nos sobrepasa, por eso es universal y existe desde siempre. Desde la edad de las cavernas y superará la edad atómica.
— La poesía abrió y cerrará el mundo.
—Totalmente. Así es.
— Entre los poemas que leí antes de esta entrevista me detuve en uno que lleva por título Salvación, ahí decís "recoger la poesía y el amor entre los escombros de la vida". ¿La poesía y el amor están en un mismo plano?
—Para mí la poesía es reparación. Creo que el amor también termina siendo reparación. Es una búsqueda del otro a través del deseo. La poesía lo que trata más allá de los temas está detrás de lo inasible. El amor también parece algo inasible. Nosotros solo lo podemos develar cuando recibimos el reconocimiento del otro. En la poesía uno busca reconocerse en el otro. O que el otro lo reconozca a través de la palabra. Por eso creo que la verdad siempre está alojada en el fondo del lenguaje. No interesa la verdad que proviene de lo absoluto, de lo instituido por el sistema, ni siquiera la verdad de la arrogancia de los dogmas. En algún punto la poesía también se separa del poeta.
— Claro, pero volviendo a ese reconocimiento del otro es curioso lo que sucede cuando incluso no se escribe poesía para otro, ¿o sí?
—Ese es un tema muy largo. Hay poemas que uno escribe para otro pero para ese otro significa otra cosa, tiene otro significante, tiene otra revelación. A nosotros como poetas nos queda la posibilidad de quedarnos al borde del camino a esperar una nueva epifanía para poder seguir escribiendo. Esto es lo que creo como poeta. Todo lo demás escapa a una lógica o formato establecido. César Vallejo hablaba de escribir sobre lo que sucede a nuestro alrededor, pero sin perder nunca el objetivo y el lugar de la poesía. Son caminos deferentes.
Este poema lo rescata Raúl Gustavo Aguirre quien fue un gran poeta argentino, prácticamente fue mi padrino literario. El me impulsó a seguir escribiendo poesía, el empezó a pulir mis mamarrachos literarios. Ese fue uno de los primeros poemas que Gustavo incluyó en una antología argentina que hizo con la edición Fausto en la década del 70. En esa antología era el poeta más joven.
— Sos más poeta que periodista, en las dos ponés todo el cuerpo y la firma. ¿Te mostrás más en la poesía?
—En la poesía uno llega a mostrarse tal cual cree que es, uno va trabajando en eso. Lo que fluye al escribir es porque uno tiene su manera de pensar y mirar el entorno. Uno siempre está buscando y trabajando mientras se mira en el espejo tal cual como es, la palabra ayuda a ese mirarse internamente. Todos vivimos dentro de una investidura, no nos engañemos, no estamos preparados para decir determinadas cosas. A veces porque no lo necesitamos y otras porque se prefiere ir por otros caminos. La poesía, en cambio, más que narrar tiene que decir las cosas directamente. Escribo algo desde la poesía, pero todo se completa con el lector que recrea esas palabras y las resignificaráa su manera. Mostrarse es un camino que hacemos y que quizás nos lleve toda la vida, no lo sabés… mientras tanto vamos caminando. Hay dudas sobre el camino pero están dentro del mundo de incertidumbre, de las dudas, sin embargo nos aferramos a lo que nos gusta. 
— En ese contexto, ¿los reconocimientos importan?
—El éxito, la gloria, son palabras "convencionales", son azarosas. Cuántos poetas se han ido a la tumba sin haber ellos mismos reconocido su camino o sin el reconocimiento del otro. Sin embargo, a nosotros nos queda la obra que sigue reivindicando al poeta. La obra pone todo en un sitial de eternidad donde incluso uno jamás trabajó para eso. Andar dentro de uno o andar por fuera de uno en lo que reconoce del otro.


martes, 22 de octubre de 2019

Libros despiertos en el hospital de día



Charlan, hacen ruido, se estrechan lazos, un lugar diferente a todas donde los libros sólo parte de la  excusa para encontrarse, tomar mate, estrechar la mano. El Hospital de Salud Mental “San Francisco de Asís” cuenta con un dispositivo alternativo denominado “hospital de día”, donde abrieron a comienzo de año una Biblioteca. El psicólogo Juan Terraes y el escritor Martín Alvarenga cuentan cómo surgió este espacio y su actividad sui generis.

Por Paulo Ferreyra     



El germen

A comienzos de este año quedó inaugurada la Biblioteca Martín Alvarenga dentro del Hospital de Salud Mental. Profesionales de salud que realizan sus rotaciones por este nosocomio habían comenzado a trabajar con talleres de escritura. Desde hace algunos años en una sala estaban los libros que poco a poco fueron despertando.

El interés de los usuarios fue creciendo y encendió la iniciativa de crear una biblioteca. Los libros estaban ahí y comenzaron a ser usados para el taller.
“Sin conocimientos técnicos a nivel de la literatura pero sí percibiendo la importancia de la misma dentro un espacio grupal, de expresión, de encuentro, los usuarios comenzaron a trabajar en el taller de escritura. Los usuarios del Hospital de Día podían en ese lugar tomar una postura, una iniciativa, una conciencia de lo que les pasaba o sentían”, cuenta Juan Terraes.

En una sala del Hospital de Día estaban los libros que comenzaron a usarse en el taller. “Martín dice que esos libros estaban dormidos. También nosotros sentíamos eso antes de comenzar a usarlos. Ahora encaramos distintos proyectos porque tenemos la perspectiva de un espacio donde cada uno asuma responsabilidades, que se genere intercambio, que no quede reducido a una sola temática, y donde no  sólo estén los libros que  guardamos”, agrega Juan.

Democracia

Además del taller de escritura se despertaron las necesidades y surgieron otros talleres. Así también nació la necesidad de nombrar ese espacio, ponerle un nombre a ese lugar de encuentro. Los pacientes fueron diciendo los posibles títulos que podía llevar la biblioteca.

La decisión llevó su tiempo. “Toda decisión se busca demorar en tomarla porque entendemos que no es una carrera para ver quién llega más rápido. Aquí buscamos que la gente se sienta bien y que su opinión valga, sea escuchada. En este contexto hay que entender que en un espacio democrático se generan tensiones”, explica.

Surgió así entonces Biblioteca Martín Alvarenga, en reconocimiento a su entrega desinteresada en donar sus libros al Hospital de Salud Mental.


Apertura a la sociedad

Tras la inauguración oficial ocurrida en marzo último las actividades se siguen desarrollando, hay tres talleres mientras la biblioteca se abre paso a la comunidad. La fortaleza de Juan Terreas y Sabrina Blanco busca consolidar este espacio donde los libros no duermen, donde haya asambleas, encuentros, discusiones, apropiación de la palabra, solidaridad, el mate compartido, el ruido —esta biblioteca tiene sus particularidades respecto de esto—. Hay pocos espacios como ese en el día a día del hospital.

Este espacio Juan lo enmarca porque también está contemplado en la Ley de Salud Mental 26657. “El abordaje de la salud mental debe tener como característica la promoción de lazos sociales, más allá de lo patológico es necesaria la apertura y que ellos se vinculen en espacios culturales, artísticos. El espíritu de la ley aspira al desarrollo de acciones al alcance de toda la población desde la mirada comunitaria, buscando el desarrollo de las capacidades de todas las personas, desde la inclusión social y también con la perspectiva de los derechos humanos”, destacó Terraes.

Talleres

Hace ya unos meses se incorporó al equipo una bibliotecaria que trabajará para ordenar los libros, roturarlos, disponer un disposición en cada estante. Este interés antes no existía pero la biblioteca se va afianzando y por ello surgen estas necesidades.

El taller de escritura en el hospital de día se realiza los martes. También se abrió uno de matemática. Dentro del taller de escritura participa Martín Alvarenga, “el no sólo realizó la donación sino que también muestra un compromiso permanente con el hospital”, explican.


En 2013 Martín Alvarenga hizo una donación de casi 1300 libros y revistas que quedaron en el hospital. Desde el comienzo se las usaba informalmente. Fueron el licenciado en psicología Juan Terraes y la licenciada en trabajo social Sabrina Blanco quienes formalizaron trabajos en el hospital. Ellos produjeron una movida importante dando forma así la biblioteca, con el afán de integrarla al barrio y a la ciudad.

Además del taller de escritura y de matemática, ahora se realiza el de asociación de usuarios que se reúnen para debatir sobre salud mental. Martín Alvarenga trabaja junto a Sabrina y Juan en el taller de escritura, los martes tienen dos horas intensas de actividad literaria, reflexión sobre la actualidad, espacio de escritura. “Todo se fue dando con una naturalidad impresionante. Encontré ahí una forma de canalizar una serie de inquietudes, de experiencias que traía por el tiempo transcurrido en lo que me concierne como autor. Se fue dando todo de una forma muy estimulante. Hay una conjunción de lo terapéutico y lo cultural en el hospital de día que es muy valioso”, destacó Alvarenga.  

“En la metodología del taller buscamos conciliar la parte teórica con la parte práctica. Conciliar tiene que ver con una búsqueda para que la espontaneidad no prime sobre la disciplina, pero a la vez que esta no primer sobre la espontaneidad. Tratamos y trabajamos para lograr el equilibro entre las dos cosas. Hay empatía y una energía muy buena entre todos”, subraya.
Martín se veía desbordado por los libros que estaba acumulando en su casa. Décadas de lectura iban apilándose en su hogar. Entonces pensó en desprenderse de algunos títulos y seleccionó para ello literatura regional y universal. “Fue una selección cuidada para que tuviera eco donde fuesen esos libros. No me desprendí de un bulto”, cuenta.

Por último, el escritor explicó que la donación de sus libros al Hospital de Salud Mental surgió por entregarlos a una institución no visibilizada. Estos usuarios no son visibilizados socialmente como debieran. Sobre el hecho de que le hayan puesto su nombre a la biblioteca pone de relieve que “algo medianamente útil he hecho en la vida”. Tras una pausa repite, “algo medianamente útil he hecho”.

martes, 1 de octubre de 2019

Diana Bellessi: “La soledad es una puerta de entrada al poema”



Ha recorrido como nadie América Latina, y sus palabras dan cuenta de ese recorrido, de las plantas, las flores y sus lecturas. En esta pequeña charla hablamos de su extensa obra y de Madariaga, “un prodigio que todo correntino debiera conocer, que todo argentino debiera alabar y bailar con él por esos “tembladerales de oro” que nos ha hecho conocer”, afirma Diana Bellessi.


Paulo Ferreyra


“Se sigue escribiendo porque aún se tiene alma. Aun cerca de la emboscada final”, dice justificando esas pulsiones que la llevan a continuar creando. Esta charla nació con motivo de una visita que estaba por hacer Diana Bellessi a tierras correntinas. “Es la tierra de Madariaga, el paisito del subtrópico, casi pegada a Santa Fe, donde nací y aún tengo una casa para pasar los largos veranos cerca del Paraná”, contó sobre esa fascinación que se había despertó en ella. Diana viaja permanentemente, la mejor opción para esta entrevista fue intercambiar correos electrónicos.


Ella ha recorrido gran parte de Sudamérica y su obra poética da cuenta de ese recorrido. Cuenta que echa de menos o volvería a vivir a ciudades como Guayaquil, México o La Paz. Desde hace algunos años vive en Buenos Aires, en una casa donde reinan plantas y flores. “Son importantes porque convivo con las plantas, las flores y convivo con los perros, los gatos, los loros, la lagartija overa en Zavalla, las lechucitas y tantos, tantos más”.  

En las rondas de lectura poética Diana termina de cerrar los poemas. “Me gusta leer los poemas más reciente que he escrito, porque ahí se termina de escribir. Quiero decir que corrijo poemas después de una lectura. El sonido y el silencio terminan de equilibrarse allí, ante la oreja del escucha, tan importante como el ojo del lector”, argumenta.

En esta charla surgen nombres importantes de la poética. Es una gran lectora, sigue comprando libros de poesía y cuenta que los poetas contemporáneos también le regalan muchos libros.

— ¿Qué estás leyendo ahora?

— A un filósofo coreano que se llama Byung-Chul Han y a otro italiano, Emanuele Coccia, que En la vida de las plantas, intenta observar al mundo desde el punto de vista de las plantas milenarias creadoras de la atmósfera y de nosotros mismos. Además estoy releyendo a Maeterlinck también en aquel precioso librito: La inteligencia de las flores.  

 Pasando ahora a tus poemas, ¿sentiste alguna vez el vacío de la creación poética, de pasar un tiempo sin escribir poesía?

— Sí, ahora por ejemplo, aunque ya me siento en la búsqueda de un nuevo libro que se tensará entre África y el delta del Paraná. Lo sé por los primeros poemas que han aparecido, es decir entre el presente y el remoto pasado hay poemas en esa corriente. Cuando era niña quería hacerme monja misionera sólo para ir a África y le decía a una amiga de la infancia: ¡“Yo te llevaré, yo te llevaré a la lejana y hermosa África”!

— ¿Cuáles son tus entradas a la poesía? ¿Cuáles son los recursos que usa para escribir? 

— La soledad es muy importante para llegar a ese estado en que comienzo a escribir un poema. Estar completamente a solas es mi secreto, el misterio para entrar a una zona de la que nada sé o mucho sé.. no sé dónde empieza un poema.

Los recursos son las lecturas de toda una vida, lo que te sorprende del mundo y del seno del lenguaje donde una se ha criado. Ir muy atrás para luego saltar al futuro, siempre lo desconocido, siempre el misterio y renovarlo en cada libro, si no, no se puede continuar escribiendo. Cada libro es una nueva aventura en grandes o pequeñas variaciones en el seno de la lengua y de la imaginería.

— ¿La poesía es un lugar de resistencia? ¿Qué significó en tu vida? 

— ¿Lo que acabo de contarte te parece un lugar de resistencia? A mí sí, como lo es un juego de niños para una niña; el interior de tu vida, ese increíble misterio sólo interrumpido por la maldad del mundo, por su injusticia. O la injusticia de una minoría sobre las vastas mayorías del mundo.  Cuando digo mundo no hablo sólo de otros seres humanos, sino de todo lo viviente que destruimos día a día, hasta la exterminación. Esta exterminación nos vuelve cada día de otra especie, hasta que empecemos a aplicarla a nosotros mismos, creo que estamos cerca ya de esta matrix final.

— ¿Cuánto de los poetas y de su experiencia de vida en Perú sigue vivo en usted?

— Fue como la escuela primaria para mí. Primero Vallejo, luego Arguedas y por último Blanca Varela con toda la indiada atrás, la cosmovisión chamánica del sur que me siguió por Ecuador, Colombia, Guatemala, México y los estados del suroeste de Norteamérica. Los Mamos colombianos con sus cantos y maneras de ver el mundo aún me hacen temblar.

— Entre sus fuentes literarias, en ocasiones nombró a Francisco Madariaga, que incluso en Corrientes es poco conocido. ¿Qué le ha dado o qué encontró en la poesía de Madariaga?

— Madariaga hizo de Corrientes con sus gauchos, mamitas y palmerales de oro su patria poética. Es uno de los grandes maestros universales que tiene todo el continente. El siglo veinte lo atravesó, el rayo del surrealismo interpretado por América. Francisco Madariaga es el poeta al que siempre he amado y siempre amaré, lo recuerdo con su botellita de tinto al lado contándome de las aparecidas en los esteros con su increíble voz de macho del sur. Un prodigio que todo correntino debiera conocer, que todo argentino debiera alabar y bailar con él por esos “tembladerales de oro” que nos ha hecho conocer.

— ¡El silencio!, ¿ha significado siempre lo mismo? ¿Cuánta importancia le atribuye?

— En la medida humana o en la medida de lo viviente, le atribuyo al silencio la misma importancia que al lenguaje, por eso elegí la poesía. Luz y sombra o “mano izquierda de la oscuridad” donde el humano canta y grazna y grita en sus susurros por la santa continuación de la vida, lo que hemos sido y quizás aún seremos en la mutualidad de lo viviente, en diálogo con lo que nos ha hecho.



Termino el correo electrónico agradeciendo su tiempo, su dedicación, sus palabras. Recibo días después las respuestas y el agradecimiento que vuelve. “Gracias a vos, querido Paulo”, escribe y todo se vuelve más amable en un lunes cualquiera.  Solo para abrir otra ventana más de esta gran poeta, a continuación algunos poemas que en varias ocasiones ha compartido en voz alta.




He construido un jardín

He construido un jardín como quien hace
los gestos correctos en el lugar errado.
Errado, no de error, sino de lugar otro,
como hablar con el reflejo del espejo
y no con quien se mira en él.
He construido un jardín para dialogar
allí, codo a codo en la belleza, con la siempre
muda pero activa muerte trabajando el corazón.
Deja el equipaje repetía, ahora que tu cuerpo
atisba las dos orillas, no hay nada, más
que los gestos precisos
dejarse ir para cuidarlo
y ser, el jardín.
Atesora lo que pierdes, decía, esta muerte
hablando en perfecto y distanciado castellano.
Lo que pierdes, mientras tienes, es la sola compañía
que te allega, a la orilla lejana de la muerte.

Ahora la lengua puede desatarse para hablar.
Ella que nunca pudo el escalpelo del horror
provista de herramientas para hacer, maravilloso
de ominoso. Sólo digerible al ojo el terror
si la belleza lo sostiene. Mira el agujero
ciego: los gestos precisos y amorosos sin reflejo
en el espejo frente al cual, la operatoria carece
de sentido.

Tener un jardín, es dejarse tener por él y su
eterno movimiento de partida. Flores, semillas y
plantas mueren para siempre o se renuevan. Hay
poda y hay momentos, en el ocaso dulce de una
tarde de verano, para verlo excediéndose de sí,
mientras la sombra de su caída anuncia
en el macizo fulgor de marzo, o en el dormir
sin sueño del sujeto cuando muere, mientras
la especie que lo contiene no cesa de forjarse.
El jardín exige a su jardinera verlo morir.
Demanda su mano que recorte y modifique
la tierra desnuda, dada vuelta en los canteros
bajo la noche helada. El jardín mata
y pide ser muerto para ser jardín. Pero hacer
gestos correctos en el lugar errado,
disuelve la ecuación, descubre páramo.
Amor reclamado en diferencia como
cielo azul oscuro contra la pena. Gota
regia de la tormenta en cuyo abrazo llegas
a la orilla más lejana. I wish you
were here amor, pero sos, jardinera y no
jardín. Desenterraste mi corazón de tu cantero.


El fin del día

Bienvenido silencio amigo mío
en la oscura noche que apacigua
el rumor del viento como un guerrero
cuya furia baila entre los árboles

y sin verlo yo lo veo limpiar
el ruido de la mente cacatúa
ensimismada en su graznido brutal
y monocorde y vos silencio mío

daga trueno del monte que rasga
la mugre acumulada las costras
sobre el instinto fino muriéndose
de pura sed por esa atención

donde yo desaparezco salvo
en la función de tensar el sentido
hacia lo visible y su fortuna
inagotable cercana a dios

silencio traicionado amigo nuestro 
en el vendaval oscuro del día
dispuesto vaya a saberse a qué
donde el alma se pierde como un piojo

en la cabellera turbia del mundo.


Perdida en la mañana

La gente me inquieta tanto, a solas
estoy feliz y calmada, luego todo
se transforma en un rompecabezas
que cuesta resolver como si el mundo
se derrumbara y no sé siquiera
mi nombre o el número de mi casa,
pero pasa, sí, con Wanda y los pajaritos
me siento tranquila y ese gallito
que canta otra vez, lo oí esta mañana
en los patios vecinos, sutura
no es lo mismo que supura, rubia
mía, el mundo se ha dado vuelta
y vos
cada vez sos más chiquita y
necesitás
a tu papá y a tu mamá pero ya
no vuelven más y con su sombra
enfrentás el mundo inmenso
que se te viene encima, sola, solita
como esas gallinas que cloquean
mientras vos escribís tus últimos
poemas y conversamos con Belkis
alambrada de por medio, cómo quiero
a esta mujer, es la única que me habla
como me hablan los malvones, rojito
y naranja y es esta charla
la que me devuelve la paz perdida
y reencontrada siempre, sábados
de mi vida, aquí en Zavalla…



jueves, 19 de septiembre de 2019

El Día Nacional del Chamamé, la memoria de quienes ya no están y los nuevos tiempos


Se cumple hoy una década desde que se sancionó la ley que declara el 19 de septiembre de cada año como el Día Nacional del Chamamé, en homenaje al Taita, don Mario del Tránsito Cocomarola, uno de los patriarcas de nuestra música, forjador de un estilo musical muy propio, que falleció hace 45 años en esta fecha, en 1974.
El chamamé es una manifestación cultural​ que comprende un estilo de música y danza propios de nuestra provincia y del nordeste argentino. Tuvo un papel relevante en la evolución cultural del litoral y según algunas teorías, su origen se remonta al siglo XVI, aunque hay distintas versiones, pero en las que no ahondaremos en esta ocasión.
Lo importante es que está considerado actualmente como Patrimonio Cultural Inmaterial de la provincia de Corrientes y de la Nación Argentina,​ además, el chamamé goza del mismo tratamiento en el sur y centro de Brasil, particularmente en los estados de Rio Grande del Sur y Mato Grosso del Sur, donde la ley estadual Nº 3.837 establece el 19 de septiembre como Día del Chamamé; así que allí también están de festejos hoy.
¿Pero qué se recuerda de esta fecha? Ni más ni menos el fallecimiento de Don Tránsito. Cuentan las crónicas de la época que esa fue una triste noticia cuando se conoció en Corrientes. Pese a que tenía sólo 56 años, el Taita ya era un músico consagrado, con una larga trayectoria. Contaba en su haber con los más grandes clásicos del chamamé (“Kilómetro 11”, “Puente Pexoa”, “Las tres Marías”) y había logrado que la música correntina traspasara los límites del litoral y se extendiera en todo el país. 
Mario del Tránsito Cocomarola había nacido el 15 de agosto de 1918 en un campo de San Cosme llamado “El albardón”, propiedad de su padre. Al lo largo de carrera artística registró en SADAIC más de 200 temas e integró, sin duda, parte de una generación de grandes músicos argentinos.
Y si bien tenía mucho para dar aún, el destino le tenía preparada otra historia. En septiembre de 1974 su salud no estaba bien, lo habían operado de la vesícula, pero una hemorragia estomacal agravó su condición. Fue intervenido en Corrientes, pero ante una desmejora sustancial fue trasladado al hospital Italiano en Buenos Aires. Pese a todos los esfuerzos médicos no pudieron salvarle la vida. En las primeras horas del 19 de septiembre finalmente falleció. En esta provincia, el gobernador Julio Romero decretó duelo provincial y ese día a pedido de la Asociación de Músicos de Corrientes, todos los intérpretes suspendieron sus actuaciones hasta que  el Taita fuera sepultado, hecho que ocurrió el 21 de septiembre.


EL NOVENO MES
Septiembre no ha sido solamente el mes en que partió Don Tránsito. También hubo otros fallecimientos de músicos chamameceros. Cómo no hacer una mención a la tragedia de Bella Vista, el 8 de septiembre de 1989, en la que perdieron la vida el cantautor chaqueño Zitto Segovia y el percusionista de su grupo, Jhonny Behr; el presentador y recitador del espectáculo que estaba ofreciendo la delegación de artistas, Daniel "Yacaré" Aguirre; dos de los hermanos Sheridan: Miguel Ángel ("Michel") y Joaquín ("Gringo"), y "Chango" Paniagua, que era integrante del grupo Trío Corrientes. Toda una generación de talentos que se perdió en ese accidente.
Pero más recientemente hubo otros acontecimientos desafortunados para nuestra música. El 23 de septiembre de 2008 falleció el cantante, guitarrista, contrabajista, autor y compositor, Eleuterio Galarza, artísticamente Roberto Galarza y conocido como El Zorzal de Corrientes, que si bien había nacido en Santa Fe, él se sentía correntino en el corazón. 
En 2017 este mes registró dos partidas significativas. El 6 de septiembre nos dejó Pablo Ramón “Toto” Semhan, que fuera poeta, glosista, autor y compositor mercedeño; y también falleció otro de los grandes: el cantante, guitarrista, autor y compositor itateño, Gonzalo del Corazón de Jesús “Pocho” Roch, el 26 de septiembre. *

CONSTRUCTORES
Pero no todo es malo y agorero. No puede ser visto así y si bien esta fecha resulta oportuna no sólo para evocar a Don Tránsito, o a otros grandes que ya no están, también debe ser positiva para rescatar, contar, entrevistar, destacar y sobre todo escuchar a quienes también hacen y construyen el chamamé en estos tiempos, son los que al igual que miles de otros artistas hacen los nuevos aportes.
Es así que para esta ocasión buscamos voces distintas a las conocidas, voces que si bien hace años que están, viven del, por y para el chamamé, para llevarlo hacia el futuro. Para ello entrevistamos a una voz femenina: María Meana Colodrero, que reconoce que el chamamé se gesta y crece en las guitarreadas. Patricio Hermosilla un guitarrista y compositor chaqueño que toca en forma estable con Los de Imaguaré y que para él el humor y  las redes sociales también contribuyen a la difusión de la música que ama.
Leandro Galarza, músico, compositor y productor musical que asumió el compromiso de aportar nuevas composiciones chamameceras y que está convencido que el chamamé será Patrimonio de la Humanidad. Y junto con él, entrevistamos a Giuseppe Badaracco

Patricio Hermosilla: Chamamé crudo



Patricio Hermosilla es de Resistencia, joven guitarrista y compositor. Actualmente forma parte del conjunto estable de Los de Imaguaré y también compone. El músico y compositor Lucas Monzón grabó uno de sus temas, “Chamamé oscuro”. Además entre los amigos y conocidos ya se lo considera un “influencer” en las redes sociales debido a sus posteos muy ocurrentes y que suman muchos seguidores. Este y otros temas surgieron durante la entrevista a propósito sobre el Día Nacional del Chamamé.


El músico tiene la sonrisa lista para salir al encuentro, amable, cálida, un tanto oculta tras esa barba de unos días y los lentes. Los ojos brillan antes de lanzar la primera palabra. Cuenta que se formó como músico, tocó con diferentes artistas y este andar en la música hizo que hace unos años atrás fuera invitado a sumarse a Los de Imaguaré. 
En paralelo a su carrera musical, un costado de su vida arroja bocados de humor y felicidad. Durante la entrevista relata que tiene una cuenta de Facebook desde 2010. Si bien al principio no sabía cómo usarlo y la cerró por un tiempo, un día volvió a activarla lanzando un chiste, que tuvo un recibimiento inmediato en los seguidores. A partir de ese momento, no paró hasta el día de hoy.
“Imaguaré es un grupo profesional dentro de la música chamamecera y regional. Sobre la apreciación del grupo coincidimos con Juan Mora, pianista que se incorporó al grupo antes que yo. Para nosotros Imaguaré estaba en nosotros desde nuestra infancia”, cuenta y agrega que el humor es un factor muy importante en su vida profesional también, “ahora está presente en la convivencia grupal; sirve para descomprimir el viaje, para limar o suavizar cualquier aspereza”.
En su reciente producción discográfica Lucas Monzón incluyó un tema de Patricio titulado “Chamamé oscuro”, un tema con alto vuelo jazzístico. “En la interpretación en vivo aparecen cosas buenas. A Lucas le gusta el lenguaje del jazz, improvisación, solos, cuestiones que aportan una sonoridad al tema que es única en cada presentación. Porque después nunca se repite la improvisación. En algunas ocasiones hemos tocado juntos. La primera versión del tema la grabé en una tablet y esa versión le gustó a Lucas”.
“El tema nació simplemente como una necesidad personal. Lo hice para mí nada más y después se lo mostré a Lucas. Quienes hacemos música instrumental tenemos una cuestión con poner título o nombre a la melodía. La melodía que uno crea siempre viene desde un lugar abstracto y es difícil bajar eso a un nombre. Que él haya adaptado este tema y lo haya incluido en su disco es una alegría enorme”, desliza mientras sonríe con todo su rostro, sus ojos vuelven a brillar mientras sus labios hacen una mueca feliz.
Respecto del chamamé Patricio Hermosilla explica que tocar y formar parte de Los de Imaguaré le cambió la vida. “Hace dos años y medio toco con ellos. Antes ya me relacionaba con el género pero no de forma completa. Tocar con Imaguaré  es como si te llamara el Barcelona para jugar en primera. Ellos me abrieron sus puertas, Nico, Fede, Julio Cáceres, la idea era formar un grupo que fuera más allá de la musica, nosotros somos un grupo humano muy sólido. Ahora uso camisa y corbata, uso ropa planchada”, desliza y suelta una sonrisa. “Mi mamá está casi orgullosa”, dice y se sonroja por un momento.

Miguel Ángel Romero; “La tarea del difusor es fundamental"




“El chamamé en lo conceptual es un género musical tradicional de la provincia de Corrientes. Más allá de eso creo que esta música es un sentimiento, una pasión, algo que se respira en varios ambientes familiares”. “Como mi gente” es el nombre del programa radial de Miguel Romero que se emite todos los sábados y domingos por La Red Corrientes. Hace unos días nos juntamos en la emisora para hablar de este día tan especial, como es el Día Nacional del Chamamé.


“Esta música tiene vida y será la música del futuro. Tiene mucha vida. En muchos lugares recién lo están descubriendo. Me gusta mucho los jóvenes, Tajy, Temporal, Pablo Delvalle, entre otros”, explica. Los primeros recuerdos del chamamé y de la radio se remontan a Las Lomitas (Formosa). A fines de los `80 y comienzos de los `90 Miguel Ángel Romero se radicó en la Capital formoseña, época en la que comenzaba el auge de las emisoras de frecuencia modulada (FM). “En Formosa había dos o tres radios como máximo. Las primeras FM eran escuelas, antes lo que decía la radio se respetaba mucho. Era palabra mayor”, recuerda.
Así aprendió a leer en radio y conocer el lenguaje del medio. Su trajín lo llevó por Buenos Aires, Paso de los Libres, Formosa y Corrientes. Como amante de la radio cumplió su sueño, tuvo su propia emisora que después por distintas circunstancias la vendió.  Cuando llegó a Corrientes hace un par de años comenzó a trabajar en FM Dorado. Hacía radio y también oficiaba de presentador de músicos en la Peña Cantalicio. Su labor lo llevó también como animador a la Fiesta Nacional del Chamamé, hace un año atrás estuvo dos noches y en la edición pasada estuvo las diez noches.
Miguel define al chamamé como una pasión. “Siempre buscaré la forma de sostenerme como difusor. En mi programa es un compromiso decir el título, el o la autora e intérpretes”, lo cual deja a las claras su responsabilidad profesional; y no puede evitar ser crítico del medio: “pasar publicidad y música sin saber qué se pasa es una falta de respeto a los intérpretes, a los autores y a los oyentes. Como dice un logo de SADAIC: “alguien lo hizo, alguien lo creó”. Hay que conocer más al artista y contarle a la gente quién es, era o qué hacían esos músicos”.
“Sin el difusor quizás la música llega igual a la gente pero sería más difícil. Además porque está en nosotros elegir a quien difundir. Hay un refrán que dice que uno tararea las peores canciones. Eso lo hacen los difusores. La tarea del difusor es muy importante y es poca reconocida tanto por músicos como por la gente”, explica.
“Hay muchos difusores que sacan plata de su bolsillo para pagar el espacio en la radio. A veces te vas a buscar publicidad y te dicen: -Tanto me vas cobrar por difundir chamamé!?”, cuenta y pone sus manos en la mesa. Hace silencio y remarca la expresión que se ve que recibe muy seguido: “Así te dicen: Tanto me vas a cobrar por difundir chamamé!?”.

AUDIENCIA PARA TODOS LOS HORARIOS
Miguel hacía su programa a la noche y recibía la visita de varios músicos. Con el tiempo por distintas circunstancias pasó a la mañana y la vida cambió. Los músicos ya no pueden visitar el estudio pero su audiencia no decae, sigue creciendo con personas que le hacen llegar sus saludos desde distintos puntos del país. "Hay audiencia para todo horario", reconoce.
Desde pequeño escucha chamamé y cuenta que “uno llega amar tanto esta música que se hace una pasión, es parte de mi vida, me siento identificado y lo llevo conmigo todo el día”. Al ser consultado acerca de qué chamamé volvería a escuchar una y otra, y otra vez, cuenta que cuando era chico y vivía en el campo en Formosa tocaba la guitarra y acompañaba a su padre. “Tocaba y cantaba "Mi última flor", un clásico de Salvador Miqueri. “Es un tema muy lindo y me trae todo lo vivido en el campo. Es muy difícil elegir un tema”, lo dice y remarca la u de muy; la vocal queda sostenida hasta que cierra e insiste: “es muy difícil elegir un solo tema. Si te preguntan y… el himno del chamamé ya es “Kilómetro 11”, muchos ahora dicen “La Calandria”, “Chamamecero”, y ahí empiezan a ensancharse los títulos”.
Vale destacar que en el Día Nacional del Chamamé, Miguel Ángel Romero estará celebrando este día como hace más de 30 años, cuando empezó este andar de difusor. Días después retomará la radio de 6 a 9 como conductor y operador. Cuando nos despedimos saluda con un “abrazo chamamecero”, encerrando en esas palabras su pasión por la música y un estilo de vida cantando a la amistad, al amor, a la familia, a la tierra.

Paulo Ferreyra