Cuando el fuelle de su acordeón se abre empieza a trizar emociones, sonríe y las melodías destilan ritmos felices del litoral. Mariela Campodónico es acordeonista, intérprete, ha participado en importantes festivales y acompañado a figuras de renombre. En esta charla desentrañamos su andar musiquero.
Por paulo ferreyra
[email protected]
Se alegra a través de un acordeón que destila melodías profundas. La música del litoral se ensancha en cada intervención, en cada nuevo acorde que hace Mariela Campodónico. Es docente, trabaja haciendo música y vive en Entre Ríos, en el último año estuvo participando en importantes festivales de su provincia. Hace un tiempo nos contactamos para hacer un recorrido de su vida musical desde los inicios hasta el presente.
Mariela tuvo un bisabuelo que era músico, pero ella no alcanzó a conocerlo. Sin embargo su herencia quedó latente en la sangre. A los cuatro años, cuando vio en un circo a una mujer tocando el acordeón, la pasión se reactivó, y esa visión le cambió la vida para siempre. “La imagen la sigo teniendo muy viva en mí, no así la música”, desliza mientras marca el punto de inicio de este amor para toda la vida.
En su Gualeguay natal el maestro de música Tito Martín solo aceptaba niños desde primer grado o con los siete u ocho años cumplidos. Ella tuvo que transitar unos años hasta que finalmente comenzó a estudiar. Primero fue con un teclado hasta que su abuelo le regaló un acordeón.
Ahora siendo mamá los recuerdos de su propia niñez se escurren más lento, hace una pausa y detiene las palabras. “Desde siempre digo que la familia es muy importante. Cuando uno es niño o niña tiene un montón de habilidades y talentos, todos los tienen. Hay a quienes les gusta el deporte, las artes o cualquier disciplina. Cuando se transita esa tierna edad se necesita el apoyo del entorno para desarrollar esas capacidades. Cuando se es más grande puede desarrollar lo que uno quiere o busca, pero cuando sos niño o niña necesita del entorno”, subraya. Así florece un momento en la charla para volver a agradecer a su familia por aquel apoyo inicial.
El profesor de música le ayudó a desarrollar su oído, le daba como tarea tocar temas que a ella le gustaban pero además amplió su paleta musical incitándola a buscar temas y estilos diferentes. Su mayor juego desde que recuerda era hacer la tarea musical con el acordeón en su regazo. Mariela lentamente comenzó a pisar distintos escenarios importantes del ambiente chamamecero, llegó a tocar acompañando a artistas de renombre y expandió su creatividad interpretativa. En este tiempo de asilamiento cuenta que está produciendo, haciendo nuevos temas y arreglos. “No me desespera mostrar. Quizás debería capacitarme o perfeccionarme en ese aspecto, puesto que hoy muchas cosas están en las redes sociales. Sin embargo en los últimos años pasaron cosas importantes por fuera de la pantalla”, desliza.
— Vamos a comenzar por esa pausa o ausencia de las redes que se reactivó recién el último año, ¿hiciste una pausa con la música?
Las pausas que he tenido han sido para afuera, nunca dejé de tocar el acordeón. Tengo una nena de cuatro años, cuando entré en el sexto mes de embarazo tuve que parar, después fui a cesárea y estuve unos meses más sin tocar por cuestiones de salud. En ese tiempo paré de tocar, pero después seguí tocando puertas adentro.
Tengo etapas para meterme adentro para producir, para hacer, además en este contexto justo coincidió también que Martín Correa, quien me acompaña haciendo música tuvo un accidente. Le habían quedado tres dedos prácticamente inmovilizados y no podía tocar la guitarra. Así que todos seguimos con la música de otra forma y puertas adentro.
— Antes de esta pausa compartiste escenarios con varios referentes del género, ¿cómo viviste esa situación?
Gracias a dios he tenido la posibilidad de compartir cosas con muchos músicos, grandes músicos y personas que admiro. A esos espacios compartidos hay que sumar que tuve la oportunidad de estudiar con ellos pero eso no se difunde, no está publicado en ningún lado. Sin embargo esas cosas me fortalecieron e hicieron a mi crecimiento dentro de la música.
Hoy los músicos debemos estar atentos a muchas cosas y eso cuesta un montón. Disfruto el hecho de hacer música, de compartir con los colegas, pero en el medio hay que trabajar en la gestión, difusión o divulgación del trabajo musical. Hay nuevas formas de compartir, gestionar, difundir, donde los músicos debemos acomodarnos. Estas cosas demandan tiempo, conocimiento, plata.
Hace años que venimos trabajando con Martín Correa, hemos grabado juntos participando en otros discos pero no tenemos un material propio. Nos acompaña también Florencio Flores, quien está hace casi cuatro años con nosotros, hemos logrado una sonoridad muy linda como trío.
— ¿Siguen trabajando juntos en este contexto de aislamiento?
Siempre estamos haciendo música. Este tiempo nos sirve para avanzar en el desarrollo del repertorio, los arreglos, la producción. La idea era hacer este año la grabación de un disco, pero estamos trabajando desde la intimidad. Necesitamos el disco y nos los debemos.
— ¿Escucharemos acaso pronto alguna composición propia?
Tenemos algunos temas propios pero a mí personalmente no me terminan de convencer. Crear música es un camino que hago de apoco, empezar a encontrarme, escucharme, descubrir las sonoridades. Me considero intérprete y siento que la composición es un camino maravilloso, decir cosas con tu propia música es realmente genial. Me falta desandar caminos todavía. Tenemos dos temas que venimos trabajando, sumando ideas y aportando cosas. Componer en equipo es hermoso porque todo se enriquece. Somos tres personas distintas que buscan un nivel estético de la música, sabemos hacia dónde queremos ir o cómo queremos que suena. Es interesante y enriquecedor.
— Hace un tiempo participaste del disco “Homenaje a la mujer acordeonista” de la embajada Playadito, ¿cómo fue esa experiencia?
En el año 99, antes de grabarse el primer volumen de la Embajada Playadito nos encontramos con el Stand de la firma en Cosquín. Ahí tocamos y ese mismo año me invitan a formar parte del disco volumen 1. Varios años después, a principios de 2019 nos convocaron para participar de este nuevo disco. Me honran con la invitación y con ser parte de esta propuesta musical.
Nosotros interpretamos dos chamamé, esos temas suenan con el formato actual del trío que estamos tocando ahora, con Martín y Florencio, así que fue una experiencia muy linda y es una antesala de lo que vendrá. Para ese disco grabamos las obras, El rancho solo y El Mingo. Los temas los elegimos entre los tres y tienen un significado especial por lo que venimos haciendo.
— Este último verano participaron de importantes festivales en la provincia de Entre Ríos, ¿cuánto simbolizó eso para ustedes?
Fue algo muy importante estar este año en el Festival de Federal. A los 12 años participé en el Pre Federal. Y este año lo viví con una alegría y una emoción muy grande. Para nosotros significa mucho, como músicos entrerrianos y como chamameceros, por otro lado se juntaron varios recuerdos. El año pasado falleció Mario Alarcón Muñiz, gran periodista, era maestro de ceremonia de ese festival. Era una gran persona y me conocía desde niña. Él me decía, “Marielita vos tenés que estar en este festival”, no llegó a verme pero desde algún lugar sé que estuvo. Cuando subimos al escenario le rendimos un homenaje. Federal fue un sueño cumplido, un reencuentro con los chamameceros y con grandes personas que admiro. Además las cosas que suceden en el festival se dan gracias al chamamé, no lo podemos explicar y generan encuentros muy bellos.
— Repasando tu historia musical fuiste cumpliendo muchos sueños, compartir con grandes artistas y también pisar escenarios de la región, ¿qué sueños te quedan por cumplir?
Me siento una privilegiada de haber podido conocer tantas personas, tantos lugares que fueron posibles acercarme gracias a la música. Estuve con varios maestros que hoy no están pero han sido grandes de nuestra música. Hemos aprendido mucho con varios de ellos y ese es un privilegio. Seguir haciendo música es una forma de devolver todo lo que he recibido. Igual es necesario advertir que uno nunca termina de aprender, se puede ir recorriendo distintos caminos con la música y siempre sabiendo que se está aprendiendo. No somos ni mejores ni peores, estamos transitando esta vida en permanente aprendizaje.
Hoy por hoy la música significa y tiene un valor enorme. Se extraña en este tiempo estar en un escenario aunque sea con diez personas, escuchándonos y compartiendo el espacio de la música. La música pasa por el cuerpo que se hace emoción y eso se transmite. Eso es lo mejor que uno puede dar y lo que a uno le puede pasar, seguir adelante, aprendiendo, recorriendo caminos musicales desde la escucha, la interpretación, la composición. Voy a compartir esta música desde el corazón, ese es el sueño, que esa llama nunca se apague, ese es el motor de todo. Tengo mi familia que me acompaña, disfruto mucho también compartiendo con ellos vaya donde vaya.
Alimento. En el decir de la poeta santafecina Estela Figueroa hay algo que nos alimenta en secreto. Aquí Mariela explicó que desde siempre está ligada a la música, que la familia ocupa un lugar fundamental en su vida y contó aquí que desea que esa llama interior no se apague. El fuego que la alimenta en secreto también nos enciende, emociona y abre el abanico musical del litoral.
Mariela Campodónico /// Bio
Nació en la ciudad de Gualeguay, provincia de Entre Ríos. En la actualidad se presenta en formato de trío con puestas en escena integradas, junto a los guitarristas de la ciudad de Gualeguay: Martín Correa y Florencio Flores. La estética de su repertorio, posee el diálogo interpretativo y contrapuntístico como eje central.
Desarrolla su labor como docente en Nivel Secundario y Superior.
Fue parte de la Delegación de Entre Ríos en Cosquín en 2019 para “Postales de provincia”. Con esta formación se presentó, entre otros, en el escenario Ernesto Montiel de Federal.
Fue Becada por el Fondo Nacional de las Artes para perfeccionarse con el maestro Ildo Patriarca en la provincia de Córdoba en el año 2005. Entabló una relación muy cercana con Raúl Barboza ya que en tres oportunidades fue invitada a tocar con él: en 1999, en Plaza Alvear de la ciudad de Paraná en el Encuentro de Acordeonistas; en 2006 comparten una presentación nuevamente y en 2008 es invitada por Raúl Barboza y el Chango Spasiuk al Teatro 3 de Febrero de la ciudad de Paraná.
Durante el 2006, realizó presentaciones como solista junto a la Orquesta Sinfónica de Entre Ríos bajo la dirección del maestro Reinaldo Zemba. En 2008 recibió la invitación de Antonio Tarragó Ros para el Espectáculo “Viva el Chamamé” realizado en el Estadio Luna Park de la Ciudad de Buenos Aires. En los años 2009 y 2010 presentó el espectáculo “Andenes del Viento”, en distintas ciudades de la provincia de Entre Ríos y San Luis junto al guitarrista Martín Correa. Junto a este músico viajó para representar a Argentina en el Encuentro Mundial de Músicas de Acordeón en Valledupar, Colombia.
Por paulo ferreyra
[email protected]
Se alegra a través de un acordeón que destila melodías profundas. La música del litoral se ensancha en cada intervención, en cada nuevo acorde que hace Mariela Campodónico. Es docente, trabaja haciendo música y vive en Entre Ríos, en el último año estuvo participando en importantes festivales de su provincia. Hace un tiempo nos contactamos para hacer un recorrido de su vida musical desde los inicios hasta el presente.
Mariela tuvo un bisabuelo que era músico, pero ella no alcanzó a conocerlo. Sin embargo su herencia quedó latente en la sangre. A los cuatro años, cuando vio en un circo a una mujer tocando el acordeón, la pasión se reactivó, y esa visión le cambió la vida para siempre. “La imagen la sigo teniendo muy viva en mí, no así la música”, desliza mientras marca el punto de inicio de este amor para toda la vida.
En su Gualeguay natal el maestro de música Tito Martín solo aceptaba niños desde primer grado o con los siete u ocho años cumplidos. Ella tuvo que transitar unos años hasta que finalmente comenzó a estudiar. Primero fue con un teclado hasta que su abuelo le regaló un acordeón.
Ahora siendo mamá los recuerdos de su propia niñez se escurren más lento, hace una pausa y detiene las palabras. “Desde siempre digo que la familia es muy importante. Cuando uno es niño o niña tiene un montón de habilidades y talentos, todos los tienen. Hay a quienes les gusta el deporte, las artes o cualquier disciplina. Cuando se transita esa tierna edad se necesita el apoyo del entorno para desarrollar esas capacidades. Cuando se es más grande puede desarrollar lo que uno quiere o busca, pero cuando sos niño o niña necesita del entorno”, subraya. Así florece un momento en la charla para volver a agradecer a su familia por aquel apoyo inicial.
El profesor de música le ayudó a desarrollar su oído, le daba como tarea tocar temas que a ella le gustaban pero además amplió su paleta musical incitándola a buscar temas y estilos diferentes. Su mayor juego desde que recuerda era hacer la tarea musical con el acordeón en su regazo. Mariela lentamente comenzó a pisar distintos escenarios importantes del ambiente chamamecero, llegó a tocar acompañando a artistas de renombre y expandió su creatividad interpretativa. En este tiempo de asilamiento cuenta que está produciendo, haciendo nuevos temas y arreglos. “No me desespera mostrar. Quizás debería capacitarme o perfeccionarme en ese aspecto, puesto que hoy muchas cosas están en las redes sociales. Sin embargo en los últimos años pasaron cosas importantes por fuera de la pantalla”, desliza.
— Vamos a comenzar por esa pausa o ausencia de las redes que se reactivó recién el último año, ¿hiciste una pausa con la música?
Las pausas que he tenido han sido para afuera, nunca dejé de tocar el acordeón. Tengo una nena de cuatro años, cuando entré en el sexto mes de embarazo tuve que parar, después fui a cesárea y estuve unos meses más sin tocar por cuestiones de salud. En ese tiempo paré de tocar, pero después seguí tocando puertas adentro.
Tengo etapas para meterme adentro para producir, para hacer, además en este contexto justo coincidió también que Martín Correa, quien me acompaña haciendo música tuvo un accidente. Le habían quedado tres dedos prácticamente inmovilizados y no podía tocar la guitarra. Así que todos seguimos con la música de otra forma y puertas adentro.
— Antes de esta pausa compartiste escenarios con varios referentes del género, ¿cómo viviste esa situación?
Gracias a dios he tenido la posibilidad de compartir cosas con muchos músicos, grandes músicos y personas que admiro. A esos espacios compartidos hay que sumar que tuve la oportunidad de estudiar con ellos pero eso no se difunde, no está publicado en ningún lado. Sin embargo esas cosas me fortalecieron e hicieron a mi crecimiento dentro de la música.
Hoy los músicos debemos estar atentos a muchas cosas y eso cuesta un montón. Disfruto el hecho de hacer música, de compartir con los colegas, pero en el medio hay que trabajar en la gestión, difusión o divulgación del trabajo musical. Hay nuevas formas de compartir, gestionar, difundir, donde los músicos debemos acomodarnos. Estas cosas demandan tiempo, conocimiento, plata.
Hace años que venimos trabajando con Martín Correa, hemos grabado juntos participando en otros discos pero no tenemos un material propio. Nos acompaña también Florencio Flores, quien está hace casi cuatro años con nosotros, hemos logrado una sonoridad muy linda como trío.
— ¿Siguen trabajando juntos en este contexto de aislamiento?
Siempre estamos haciendo música. Este tiempo nos sirve para avanzar en el desarrollo del repertorio, los arreglos, la producción. La idea era hacer este año la grabación de un disco, pero estamos trabajando desde la intimidad. Necesitamos el disco y nos los debemos.
— ¿Escucharemos acaso pronto alguna composición propia?
Tenemos algunos temas propios pero a mí personalmente no me terminan de convencer. Crear música es un camino que hago de apoco, empezar a encontrarme, escucharme, descubrir las sonoridades. Me considero intérprete y siento que la composición es un camino maravilloso, decir cosas con tu propia música es realmente genial. Me falta desandar caminos todavía. Tenemos dos temas que venimos trabajando, sumando ideas y aportando cosas. Componer en equipo es hermoso porque todo se enriquece. Somos tres personas distintas que buscan un nivel estético de la música, sabemos hacia dónde queremos ir o cómo queremos que suena. Es interesante y enriquecedor.
— Hace un tiempo participaste del disco “Homenaje a la mujer acordeonista” de la embajada Playadito, ¿cómo fue esa experiencia?
En el año 99, antes de grabarse el primer volumen de la Embajada Playadito nos encontramos con el Stand de la firma en Cosquín. Ahí tocamos y ese mismo año me invitan a formar parte del disco volumen 1. Varios años después, a principios de 2019 nos convocaron para participar de este nuevo disco. Me honran con la invitación y con ser parte de esta propuesta musical.
Nosotros interpretamos dos chamamé, esos temas suenan con el formato actual del trío que estamos tocando ahora, con Martín y Florencio, así que fue una experiencia muy linda y es una antesala de lo que vendrá. Para ese disco grabamos las obras, El rancho solo y El Mingo. Los temas los elegimos entre los tres y tienen un significado especial por lo que venimos haciendo.
— Este último verano participaron de importantes festivales en la provincia de Entre Ríos, ¿cuánto simbolizó eso para ustedes?
Fue algo muy importante estar este año en el Festival de Federal. A los 12 años participé en el Pre Federal. Y este año lo viví con una alegría y una emoción muy grande. Para nosotros significa mucho, como músicos entrerrianos y como chamameceros, por otro lado se juntaron varios recuerdos. El año pasado falleció Mario Alarcón Muñiz, gran periodista, era maestro de ceremonia de ese festival. Era una gran persona y me conocía desde niña. Él me decía, “Marielita vos tenés que estar en este festival”, no llegó a verme pero desde algún lugar sé que estuvo. Cuando subimos al escenario le rendimos un homenaje. Federal fue un sueño cumplido, un reencuentro con los chamameceros y con grandes personas que admiro. Además las cosas que suceden en el festival se dan gracias al chamamé, no lo podemos explicar y generan encuentros muy bellos.
— Repasando tu historia musical fuiste cumpliendo muchos sueños, compartir con grandes artistas y también pisar escenarios de la región, ¿qué sueños te quedan por cumplir?
Me siento una privilegiada de haber podido conocer tantas personas, tantos lugares que fueron posibles acercarme gracias a la música. Estuve con varios maestros que hoy no están pero han sido grandes de nuestra música. Hemos aprendido mucho con varios de ellos y ese es un privilegio. Seguir haciendo música es una forma de devolver todo lo que he recibido. Igual es necesario advertir que uno nunca termina de aprender, se puede ir recorriendo distintos caminos con la música y siempre sabiendo que se está aprendiendo. No somos ni mejores ni peores, estamos transitando esta vida en permanente aprendizaje.
Hoy por hoy la música significa y tiene un valor enorme. Se extraña en este tiempo estar en un escenario aunque sea con diez personas, escuchándonos y compartiendo el espacio de la música. La música pasa por el cuerpo que se hace emoción y eso se transmite. Eso es lo mejor que uno puede dar y lo que a uno le puede pasar, seguir adelante, aprendiendo, recorriendo caminos musicales desde la escucha, la interpretación, la composición. Voy a compartir esta música desde el corazón, ese es el sueño, que esa llama nunca se apague, ese es el motor de todo. Tengo mi familia que me acompaña, disfruto mucho también compartiendo con ellos vaya donde vaya.
Alimento. En el decir de la poeta santafecina Estela Figueroa hay algo que nos alimenta en secreto. Aquí Mariela explicó que desde siempre está ligada a la música, que la familia ocupa un lugar fundamental en su vida y contó aquí que desea que esa llama interior no se apague. El fuego que la alimenta en secreto también nos enciende, emociona y abre el abanico musical del litoral.
Mariela Campodónico /// Bio
Nació en la ciudad de Gualeguay, provincia de Entre Ríos. En la actualidad se presenta en formato de trío con puestas en escena integradas, junto a los guitarristas de la ciudad de Gualeguay: Martín Correa y Florencio Flores. La estética de su repertorio, posee el diálogo interpretativo y contrapuntístico como eje central.
Desarrolla su labor como docente en Nivel Secundario y Superior.
Fue parte de la Delegación de Entre Ríos en Cosquín en 2019 para “Postales de provincia”. Con esta formación se presentó, entre otros, en el escenario Ernesto Montiel de Federal.
Fue Becada por el Fondo Nacional de las Artes para perfeccionarse con el maestro Ildo Patriarca en la provincia de Córdoba en el año 2005. Entabló una relación muy cercana con Raúl Barboza ya que en tres oportunidades fue invitada a tocar con él: en 1999, en Plaza Alvear de la ciudad de Paraná en el Encuentro de Acordeonistas; en 2006 comparten una presentación nuevamente y en 2008 es invitada por Raúl Barboza y el Chango Spasiuk al Teatro 3 de Febrero de la ciudad de Paraná.
Durante el 2006, realizó presentaciones como solista junto a la Orquesta Sinfónica de Entre Ríos bajo la dirección del maestro Reinaldo Zemba. En 2008 recibió la invitación de Antonio Tarragó Ros para el Espectáculo “Viva el Chamamé” realizado en el Estadio Luna Park de la Ciudad de Buenos Aires. En los años 2009 y 2010 presentó el espectáculo “Andenes del Viento”, en distintas ciudades de la provincia de Entre Ríos y San Luis junto al guitarrista Martín Correa. Junto a este músico viajó para representar a Argentina en el Encuentro Mundial de Músicas de Acordeón en Valledupar, Colombia.