Las texturas, los colores y las
perspectivas de las obras de esta artista impactan en el primer contacto. A
través de esta charla entramos en ese mundo, por momentos nos dejó ver y palpar
sus herramientas, la selva que está pulsando el movimiento de sus manos.
Paulo Ferreyra
Es curioso pensar cómo observamos el paisaje a través de una ventana. Quizás es el paisaje el que nos observa a través de nuestro tragaluz. En paralelo, Yamel Yaya nos observa desde sus obras.
Yamel Yaya |
El rosal en su inquieto modo de florecer va quemando la savia que alimenta su ser, escribió alguna vez Alfonsina Storni. En el proceso creativo, en las diferentes herramientas que usa Yamel va usando el caldo de cultivo que forjó su vida desde su nacimiento. El arte era inevitable en su vida. Desde muy pequeño se recuerda pintando o dibujando en todo lo que encontraba a su paso. En la adolescencia llegó a tener cuadernos de trabajo a modo de diario. En esas hojas fue donde comenzó a desarrollar el collage y las acuarelas.
La artista ya ha expuesto en
diferentes lugares. Sus obras se van consolidando en un estilo propio y con
herramientas que se conjugan nuevas en sus manos. La universidad también le
aportó mucho en sus procesos de trabajo. En esta charla telefónica
desentrañamos parte de su proceso creativo.
— ¿Con qué herramientas de
trabajo te sentís más cómoda?
— En los recortes de papeles y
haciendo collage me siento cómoda. También me gusta trabajar con las acuarelas.
Me gustan estas herramientas para usarlas con libertad, haciendo muchas
manchas, haciendo capas y aplicando transparencias. Los recortes que voy
introduciendo ciento que funcionan y tienen una autonomía dentro de la obra.
— También has probado con la
tinta china.
— Si, la tinta china lo heredé
de la carrera de diseño gráfico donde trabajamos tipografía. Me quedé con esa
herramienta porque tiene una fluidez con la que me gusta trabajar. Laburo
indistintamente con tinta china y acuarela.Obras de Yamel Yaya
— Volviendo a los recortes de
revistas que incluís es tus obras y que mencionaste que funcionan con autonomía,
¿Por qué? ¿Cómo surgió incluirlos?
— Hace unos años me regalaron
unas revistas de los años 50 y 60. Son revistas de confección. Desde hace unos
años empecé a trabajar con ese material. Así se despliegan y se incorporan a mis
trabajos las cosas heredadas, con mensajes de mis abuelas, de mis tías, de mi
mamá, todo ese imaginario y las imágenes que me traen de las mujeres de mi
familia. Aparecen las cremas, los frascos, los perfumes, por eso empecé a utilizar
este tipo de recortes. Para mí es una introspección a mi historia familiar,
personal. Las mujeres están muy presentes.
— Me atrevo a trazar unas
líneas sobre puntos en común en tu obra, las flores siempre están presentes,
¿tiene relación con esa tradición familiar?
— Las flores están presentes
como una conexión muy femenina. En principio la acuarela me da la posibilidad
de inventarme flores a través de las manchas. También en este tiempo he buscado
muchas flores. Aparecen también las plantas que fui heredando de mi abuela y mi
mamá. Mi familia viene de distintos puntos, mi abuela es del Chaco, mi mamá
vive en Misiones y yo vivo en Corrientes. En la familia siempre estamos
trasladando plantas. Ahora estoy armando mi propio jardín. Empecé a tener
cariño por estas plantas que vienen de mi familia, por ejemplo, un malvón que
me regaló mi abuela. La primera planta que me regaló mi mamá está presente en
muchas de mis obras.Obras de Yamel Yaya
— Ramón Ayala decía que el
arte es la única red que puede atrapar el paisaje sin quitarle libertad, ¿coincidís?
¿Hay algo de eso en la serie que hiciste y titulaste Una selva propia?
— En realidad en la serie hay
un poco de lo que puedo ver y decir de mis viajes por Misiones. Es una mirada
un poco extrajera que tengo sobre Misiones. Hace tantos años que dejé esa
tierra y hoy vivo en el paisaje correntino de mucho campo. Al volver a Misiones
redescubro esta tierra y las sensaciones que me generaron me llevaron a crear
la serie Una selva propia. El verde
constante, incluso entrando a la ciudad de Posadas se siente el verde y esas
cosas las fui redescubriendo. Cada verano me gusta reconectar con Misiones.
— En algún momento sentiste
que el paisaje era tuyo y ahora ya no lo es, ¿funciona así?
— Para mí fue traer mi paisaje,
reclamar mi lugar dentro de la potencia de Misiones. Me pasan cosas cuando me
preguntan de dónde soy, no sé bien qué decir. Soy misionera pero también me
siento correntina, tengo mi familia que es muy del litoral. Mi mamá es del
Chaco, mi papá es correntino y yo soy misionera. En mis obras nunca había
representado mi lugar, dibujar y hacerlo obra es expandir un recuerdo propio,
íntimo, más allá de las fotografías que también tengo inmersas en el paisaje.
Hacer estas obras me generó una reconexión emocional con la tierra de Misiones.
— Trabajas con las imágenes y
también con las palabras que aparecen en el collage, ¿por qué?
— Al principio tenía los
textos que generaban ciertas texturas y esas cosas me atraen mucho. Por lo
general los papales me atraen, mi primera aproximación es más visual desde la
textura y desde lo que me puedan aportar al collage. Me ha pasado que me siento
a leer y me encuentro con una frase - en realidad esas frases me encuentran a
mí - y así aparecen en las obras. Mucho de ese material que recibí de las
revistas de los 50 y de los 60, son revistas que eran destinadas a las mujeres.
Entonces los mensajes de las revistas y de algunos libros que tengo también,
cuando me pongo a leer rescato cosas para llevarlo a una obra de este tiempo.
Es un ejercicio que me divierte mucho y siento que puedo acercarme a la textura
para profundizar y ver qué me dicen los recortes.
— ¿Qué buscas generar en
quienes se acercan a tu obra?
— He notado que muchas
mujeres, entre ellas mi abuela, mis tías, mi mamá, se acercan y entablan cierta
relación con los paisajes. Eso también es un descubrimiento para mí. No me
siento hacer estas obras con una finalidad de exponer, sino que hay una
búsqueda personal detrás. Siempre aparece un deseo de indagar en la femeneidad
o un deseo de honrar mis raíces, estas cosas nos conecta con muchas mujeres.
“La respuesta está enmarcada en mi provincia”
Hace unos años, bastante,
Virginia Woolf escribió, “La extrema actividad mental que se produjo entre las
mujeres a finales del siglo dieciocho —las charlas y reuniones, los ensayos
sobre Shakespeare, la traducción de los clásicos— se basaba en el sólido hecho
de que las mujeres podían ganar dinero escribiendo. El dinero dignifica lo que
de otra manera sería frívolo si no se paga por ello”.
Con la serie Una selva propia Yamel Yaya está
haciendo un guiño a la obra de Virginia Woolf. Desde hace un tiempo cuando
comenzó a centrarse en sus obras se preguntaba cuál era su lugar, cuál era su
habitación dónde pueda sentarse a escribir y dónde podía ser ella misma,
completa. La respuesta que enmarcó estuvo en Misiones.
“Me gusta el ejercicio con el
cuaderno, escribir y que en el proceso aparezcan las cosas. En ese contacto con
las hojas aparecen paisajes que en algunos casos nacieron abstractos y otros con
una forma determinada. Ese es hoy mí cuarto propio”, cerró Yamel.
Excelente entrevista y una artista que se evidencia como una revelación que refleja la espiritual del arte con la naturaleza y las raíces misioneras, como sociedad debemos aplaudir y promover su expansión. Bravo Yamel. Eduardo.
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