Este fin de semana, se celebran veinte años de la promulgación de la Ley 5598 que oficializó el idioma guaraní en Corrientes. Para hablar de la importancia de la lengua, de su trabajo y su pasión, charlamos en esta ocasión con Juan Lalo Ortíz, quien desde San Luis del Palmar trabaja y enseña guaraní.
Por Paulo Ferreyra -
Hace unos años cuando el poeta Franco Rivero publicó el libro Disminuya la velocidad escuché por primera vez el nombre de Lalo Ortiz. Después supe que el escritor y también poeta Fabián Yauzas había sido un nexo entre Franco y Lalo. Hace pocas semanas, Fabián publicó un nuevo libro, Riña. Ahí volvió a reflotar nombre de Lalo como un referente indiscutido de la lengua guaraní. Un ángel marinero de carne y hueso escribiendo la historia del presente. Como si faltara una excusa más, este sábado 28 de septiembre se cumplen veinte años de la promulgación de la Ley 5598 que oficializó el idioma en la provincia de Corrientes. Ademas se celebra el Día Provincial del Guaraní, establecido en 2012.
En comunicación telefónica con Lalo, se lo escucha entusiasmado. Considera que es un logro la promulgación de esta ley aunque haya escuelas donde todavía está ausente el guaraní. Pero para bien de la lengua en muchas escuchas si se piensa y “se sueña en guaraní”.
— Todavía hay chicos que ingresan al sistema educativo trayendo el guaraní como lengua madre, ¿es así?
— Así es, estamos hablando de escuelas primarias donde los chicos que ingresan traen con ellos el guaraní. Hoy el idioma está presente en escuelas secundarias donde los directivos eligen o eligieron la modalidad bachiller con orientación en lengua, en estas escuelas tienen varios idiomas y entre ellos tienen guaraní. En estudios de nivel superior o terciarios tienen materias de idioma guaraní. La Ley 5598 ayudó a que estas cosas estén sucediendo en nuestra provincia.
Si bien todavía no es lo que muchos anhelan, es necesario atender las distintas realidades que vive nuestro pueblo. En zonas rurales todavía hay chicos que ingresan casi sin saber cómo comunicarse con la lengua española. Desde ese punto, hoy esos niños y niñas no están solos.
Cuna guaraní
Lalo nació en un entorno guaraní-parlante. Desde sus abuelos, pasando por sus padres y los vecinos, se hablaba este idioma. Todos hablan esta lengua ancestral. Además después comenzó a estudiar, hizo diferentes cursos en diferentes tiempos, incluso realizó el profesorado en lengua guaraní en Paraguay, después siguió posgrado y postítulo. En la charla su voz salta de una información a otra y subraya a cada instante que se sigue formando.
En su vida diaria los tiempos se hacen largos. A la mañana trabaja en una escuela primaria, Número 755, en Sal Luis del Palmar. Ahí hace dieciséis años que se desempeña como maestro de taller de guaraní. Tiene alumnos desde primero a sexto grado. Por la tarde trabaja en otra escuela con otra actividad.
— ¿Qué significa para vos enseñar guaraní a niños de una escuela primaria?
— Enseñar guaraní es una satisfacción enorme. Los niños traen la lengua desde su casa y verlos expresarse libremente les genera algo importante. Nosotros los alentamos a seguir usando esa lengua y nos interesamos por los modismos que traen desde sus hogares. La escuela de alguna manera legítima eso que ellos traen desde la casa.
Esos chicos tienen una riqueza muy importante. Es la lengua que traen desde la casa, es la lengua con la que piensan y muchas veces es la lengua con la que sueñan.
Como maestro no solo quiero que mis alumnos aprendan hablar guaraní, sino que aprendan la cultura y que vivan esa lengua. Ese es mi deseo. En mi lugar de trabajo me siento bien recibido por los alumnos, por la comunidad educativa, la escuela es pro guaraní, es una escuela bilingüe y todos mis colegas colaboran. Todos colaboran. Es más, la directora que está en este momento contribuye a un clima para que esta lengua sigua presente y tenga vigencia.
— ¿Desde la lengua nos pensamos distintos? ¿Cómo funciona tu cabeza en ese sentido?
— Me pienso desde el guaraní. Vos sabes que me pasa que sueño en español y sueño en guaraní. Porque es la lengua que tengo incorporada desde niño. En cada construcción que hacemos cuando formulamos una oración, por más simple que sea, nuestro cerebro representa una imagen que corresponde a las palabras que construimos. Esa construcción que puedo hacer desde el guaraní me permite tener otra forma de ver el mundo. Un cuento en guaraní tiene un tinte especial. Una persona que se enoje en guaraní no es lo mismo que en castellano. En español es más agresivo, lleva más a la discordia y a la pelea. En guaraní la palabras tiene otro sentido, hay una armonía latente, el sonido —la eufonía— que permite recibir aquello que nos expresan de otra manera distinta del español. El guaraní tiene sonidos agradables, rítmicos, que de solo escucharlo te llaman la atención y en eso es similar al francés, que no produce cacofonías.
— Además de tu labor como docente, has trabajado con escritores como Franco Rivero y Fabián Yauzas, ¿cómo fue trabajar con ellos?
— Son personas fantásticas. Me dio el gusto haber colaborado con sus textos. Me gusta colaborar con ellos y me encanta que me pidan colaboración porque yo recibí mucha ayuda de distintas personas en diferentes momentos. Soy una persona agradecida. Si yo sé algo y este conocimiento es para compartir o para tender manos con otros. El guaraní me apasiona. Lo hago desde la perspectiva de la lengua. No soy terco y trabajo desde una perspectiva de la lengua, soy respetuoso de la lengua. A la lengua la consagra el uso y cada región tiene sus modismos.
— Ahí entramos en esas diferencias de lengua guaraní en relación a cómo se habla en Corrientes y cómo se habla en Paraguay, por ejemplo.
— Corrientes tiene su dialecto. Si bien de Corrientes y Paraguay usan la misma lengua cada lugar tiene su dialecto. Lo que otros llaman variedad lingüística en realidad es dialecto. El dialecto es la forma en la que hablamos en cada región. En lo que me toca en la vida diaria es defender la forma en que hablan mis alumnos, lo que traen desde sus casas. Conozco libros de escritores boliviano, brasileros y paraguayos. Conocí otros usos de la lengua y en ese marco defiendo los usos de cada región.
— ¿Llevas un registro de la lengua? ¿Un nuevo diccionario?
— Tocaste ahí un punto delicado, es una gran deuda que tengo y es hacer o publicar un diccionario. Tengo registradas entre 700 y 800 palabras. Estás las aprendí trabajando durante tantos años y todavía en la zona rural se sigue usando.
Hay palabras que no se conocen en Paraguay y nosotros las usamos acá hace años, formas de expresarnos o decir determinadas cosas. Tengo más de cuarenta diccionarios y más de dos mil libros donde no hay registros del uso que tenemos en Corrientes sobre el guaraní.
“Sueño en guaraní”
El padre de Lalo Ortíz repartía gaseosa, vino y soda. Lalo y su hermano desde muy pequeño acompañó a su papá y recorrieron el departamento de San Luis y parte de San Cosme, e incluso una porción de la ciudad de Corrientes. Cuando salían del pueblo o la ciudad, llegaban al campo donde encontraban personas que solo hablaban guaraní. Había personas que incluso apenas entendían el español y la única forma de hablar con ellos era en guaraní. El primer interlocutor era su padre. Cuando su hermano aprendió a manejar, salían solos y ahí aprendieron hablar con fluidez. Su historia está signada por la lengua que —afirma— le da satisfacciones. Se muestra agradecido con las personas que siguen siendo portadoras de un saber lingüístico. “Soñé y sueño en guaraní”, desliza y su voz resuena en esa armonía latente, el sonido —la eufonía— que permite recibir aquello que nos expresan de otra manera distinta del español. Un diálogo más benévolo y necesario en estos tiempos.