Este viernes 13 de septiembre a las 19 el poeta y escritor presenta su novela Riña. Lo acompañarán Bruno Ragazzi y Graciela Barrios. La cita es en el Hall de Rectorado de la Universidad Nacional del Nordeste. En esta charla hablamos sobre la publicación y resonaron nombres como Severo Espósito, Velmiro Ayala Gauna, Ernest Hemingway, Esteban Echeverría, entre otros.
Por Paulo Ferreyra
Editada por Facundo Binda
Riña, la
nueva novela de Fabián Yausaz, es un
policial negro que transcurre Capibara Cue. Este es un pueblo del interior de
la provincia de Corrientes que inventó Velmiro Ayala Gauna. Sobrevuelan aquí temas como el narcotráfico y
la trata de personas. Al igual que en otros textos publicados por Fabián vamos
a encontrar la presencia de la lengua guaraní, a lo que el refiere como
insoslayable cuando se habla de la provincia de Corrientes. Para él cuando se
habla desde el interior es imposible no verlo, palparlo y sentirlo; no incluir
la lengua guaraní sería vedarla. Es un gesto que le viene de Velmiro Ayala
Gauna. Hace unos días nos encontramos y pudimos charlar para conocer más en
profundidad cómo nace y qué cuestiones nuevas acarrea este libro.
—
Me gusta comenzar por un personaje que es anterior a Riña y lleva por nombre
Severo Espósito. Es él quien has relatado que se aparece en tu estudio para
dictarte la novela, ¿Quién es en realidad Severo? ¿Nació en la laguna?
— Severo nació en la laguna Soto con la primera
novela que escribí que es Acevé. Como personaje de ficción empezó a tomar una
entidad y cuando él me visita escribo ficción. No lo puedo invocar. Viene solo.
De hecho ahora estoy enojado con él porque no aparece. Ojalá pudiera invocarlo.
Hace unos años pude entrevistar
a Rosa Montera cuando estuvo en la Feria Provincial del Libro de Corrientes.
Ella presentaba El peligro de estar
cuerda, un ensayo sobre la creatividad literaria. Lo que revela ahí es que
hay un estudio - en realidad en su libro reseña varios estudios - que plantean
que se ha encontrado en las biografías de escritores / escritoras situaciones
traumáticas que se remiten a la infancia. Montero plantea que a partir de este
hecho los escritores se disocian de su emoción y logran adjetivarla.
Volviendo a Severo, él es un
personaje de ficción y yo dialogo con él, cuando no aparece como ahora no
fluyen las historias. Mi producción de narrativa se despierta en esos diálogos
y me permiten abordar ciertos temas con los cuales por lo general no me animo a
meterme. Generalmente las historias de Severo son sórdidas y violentas.
—
Deben ser diálogos muy entretenidos, ¿cómo se lleva con tus pasiones y tus
gustos literarios? Acá vuelve Velmiro Ayala Gauna y el escenario de Capibara
Cué.
— Vos sabes que a Severo no le gusta Velmiro.
Le parece un escritor berreta. En cambio a mí me encanta. Para mí, Velmiro es
un narrador que conoce muy bien la técnica del relato policial y la utiliza
para desvelar una estructura social en Corrientes. Hay un cuentazo de él que se
llama La abuela donde entre otras
cosas muestra que fue un adelantado en cuestiones de género, por ejemplo. Es un
escritor fundamental en la provincia pero es poco leído. En el secundario se
lee algunos cuentos pero sus ensayos son muy importantes.
Con Severo discutimos estas cuestiones. Para discutir hay que tener cuerpo porque con la cabeza únicamente no podés escribir. Así es como en estos casos termino imponiendo mis criterios.
—
Me gusta que la novela arranque con un diálogo. Hoy los lectores estamos
rodeados de distracciones y la literatura me parece que tiene que dar un golpe
rápido para atraparnos.
— Con Severo coincidimos que
nos gustan las historias breves. Para mí la brevedad es un arte. Por ejemplo,
Rulfo decía que el oficio del cuentista es el más difícil porque tenés que ser
un poco narrador y un poco poeta. El buen cuento tiene que sintetizar pequeños
universos en pocas palabras.
Por mi parte valoro la
brevedad en un texto que leo y disfruto. También valoro poder escribir de forma
breve y contundente. Acá en Riña hay una búsqueda de la brevedad y hay un
modelo de escritura que es Hemingway. Hay un botón de muestra.
—
En ese sentido voy a traer a esta mesa imaginaria tu anterior libro, Los
crisis, porque al igual que en Riña está presente el río, el agua y la selva,
¿por qué te gusta ese territorio?
— Desde que me mudé a
Corrientes los hilos de la escritura comenzaron a fluir. Eso es lo que ha
sucedido y no es chamullo. Esta provincia me albergó. Me embargó lo excitante del
paisaje en la poesía y lo duro del horizonte en la narrativa, lo sórdido del
paisaje en la narrativa. En esa sordidez Severo tiene más sensibilidad para
contar distintas historias. Acevé, Verga y tijera, Brasil decime que se siente, Los
crisis, todo lo que escribí en narrativa transcurre en Corrientes.
—
Ya que Severo no solo se aparece en la laguna sino que viene al centro de la
ciudad de Corrientes para charlar y tomar unos mates, además de traer temas
duros como tráfico y trata de personas. La novela salió a la luz en este
contexto donde hace meses no sabemos nada de Loan, ¿cómo te llevas con esa
asociación que hacen y harán de tu texto?
— No me gusta. Esta novela la
terminé de escribir en el 2011. Estuvo dando vueltas e incluso la mandé a
distintos concursos. Ha llegado hasta instancias finales pero después me decían
que era muy sórdida. Hasta que el año pasado el manuscrito lo seleccionó
Eudene.
Severo tiene una teoría con
respecto a la literatura Argentina: cuando Echeverría termina de escribir El
Matadero se va a Montevideo, Uruguay. Cuando terminó de escribir tuvo la
sensación que tiene cualquier cuando termina de escribir algo propio. Le
pareció un buen cuento y yo también creo que es un cuentazo. Severo menciona a
Nietzsche quien dice que el momento creativo condensa los tres tiempos, el
pasado, el presente y el futuro. El pasado es la historia, se condensa en el
presente de la creación y se supone que esa obra va a cambiar el futuro. El
artista es un visionario porque condensa el tiempo. Severo tiene la hipótesis
de que cuando Echeverría lee El Matadero lo que termina sucediendo es que él
vislumbra un país que no le gusta. Entonces se oculta y no publica, se va otro
país y es su amigo quien publica el texto después de su muerte.
En resumen: la ficción postula
la realidad. El artista trabaja con elementos, hay veces que inventa un
universo posible y, la ficción si está bien construida puede postular una
realidad posible.
El que inventa la ficción cuando busca darle verosimilitud a una historia trabaja con los elementos que tiene. Ahí se vislumbra el futuro. Ahora, que Riña se publique en un contexto donde se habla de trata de niños me resulta difícil aceptar, pero es lo que está pasando. Hubiera deseado que fuera otro el contexto pero no lo es. Hubiera estado bueno que todo esto sólo fuera ficción.
—
El catálogo de publicaciones de Eudene, de la Universidad Nacional del Nordeste,
comienza desde 1995. Han publicado varios libros pero Riña es la primera novela en casi treinta años, ¿qué sentis al
respecto?
— Siento una emoción no solo
porque es la primera novela que publica la editorial, sino también por el gran
cuidado que pusieron Graciela Barrios Camponovo y Natalia Passicot en edición.
No quisiera ser editor de Riña porque
está escrita en parte en guaraní y en un parte en un correntino oral, así que
su corrección fue difícil. Han trabajado con un respeto, con un cuidado, con
una meticulosidad y un detalle que sentí que me estaban haciendo un regalo.
Tengo presente también que los libros de la editorial tienen un costo más bajo
que otros libros
—
Algo que se agradece en este contexto económico.
— La verdad es que hoy es
difícil comprar un libro si vas a la librería y te cuesta veinte mil pesos.
Este cuesta mucho menos. Además el hecho de que sea publicado por una
Universidad Pública es todo lo que está bien. En el respeto y en el cuidado que
tuvieron con el texto siento que le sacaron lustre para que la obra se vea. Estoy
agradecido también César Tschanz, quien donó una de sus pinturas para que sea
la tapa del libro.
“La literatura tiene que entretener”
La ciudad de Corrientes se iba
apagando temprano a mitad de semana. De repente comenzaba a soplar un viento
más gélido y los pasos de las personas en la vereda se aceleraban. Con Fabián
hablamos sobre los lectores, no lo dice explícitamente pero reconoce en algún
punto que sin ellos el texto no se completa. La lectura primaria es la lectura
de los amigos, reconoce, “en realidad uno busca ampliar ese horizonte y que lo
lean los que no son amigos. Hay un deseo de dar a conocer el trabajo. Severo en
ese sentido es más insistente en dar a conocer los textos pero yo soy más
temeroso. Severo lo hace porque no tiene cuerpo y si la obra no se publica es
como si él no existiera”, desliza y sonreímos.
El escritor comentó que esta
novela la mostró muy poco antes de su publicación. La primera que leyó el texto
fue María Balbi, gesto que él agradece mucho. Después le siguió Eve Bochle y no
muchas personas más. Hace unos días la terminó de leer Estela Folguerá, la
escritora con quien Fabián siente que tiene un vínculo de lectura muy
importante.
Al momento de cerrar la entrevista el escritor y poeta remarcó que busca nuevos lectores. “Busco lectores para dialogar. Para mí la literatura tiene que entretener, te tiene que llevar a un lugar y a un espacio que no es el cotidiano. Macedonio Fernández decía que la literatura tenía que llevarte a un mundo que no es el tuyo y que vos por un rato te creas que estás viviendo en ese mundo posible. Busco un lector que se entretenga y que se mete en el universo de Capibara Cue”.
Vy' apave Mbo'ehára Fabián!
ResponderEliminarAvy'aiterei nderehe.
Felicidades profesor Fabián!
Estoy muy contenta por ti . Liliana Velázquez
Felicitaciones Fafa!!!!!
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