miércoles, 27 de noviembre de 2024

Diego Petruszynski: “Nuestro enfoque fue mostrar a la Universidad Pública involucrada en el Juicio por la Verdad”

 


Este jueves 28 de noviembre se presenta el documental La larga noche de la mañana de Napalpí. La cita es a las 19 en el Centro Cultural Guido Miranda Resistencia. Esta producción audiovisual lo realizó la Universidad Nacional del Nordeste – Unne – a través de su equipo de comunicación institucional. El mismo es coordinado por la licenciada Gabriela Bissaro. En este proyecto trabajaron Cynthia Jara, Natacha Espinoza y Diego Petruszynski.

 

Por Paulo Ferreyra

Fotos – Unne

 

Napalpi, aviaq toxoic

hueta’a ñi chelala qalaxayi mashi saro’onax an

souaxat ran ñi’ imaxare’n yiua ita’al

cha’aye huo’o ram qouaigui /

 

Napalpí, monte triste

donde el zorzal no canta más

por el silencio de mis padres

que por ti no andan más

 

Este poema pertenece a Juan Chico, quien fuera investigador, escritor y referente de las comunidades indígenas en la provincia del Chaco. Su voz, un eco ineludible que atraviesa los tiempos y oportuno para volver hablar de Napalpí.


 

Documental

 

La realización de este documental La larga noche de la mañana de Napalpí surge del Programa de Pueblos Indígenas de la Unne. El mismo ofrece becas y acompañamiento a pueblos originarios. La universidad tiene un núcleo importante de investigadoras e investigadores que trabajan estos temas desde hace varios años. El equipo que realizó este documental es el mismo que realizó uno referente a los 40 años de la guerra de Malvinas, Nuestro nombre es milagro.

 

El documental incluye testimonios de la ex coordinadora del Programa de Pueblos Indígenas (PPI) de la Universidad Nacional del Nordeste, Laura Rosso y Alexandro Fernández, también de dicho programa. Participaron también la investigadora y docente de la Facultad de Humanidades de la UNNE, Teresa Artieda; Gabriela Barrios de la misma Unidad Académica; la investigadora Conicet-UNNE, Mariana Giordano; David García de la Fundación Napalpí y el doctor Diego Vigay, de la Unidad Fiscal de Derechos Humanos de Resistencia.

 

Napalpi

 

El 19 de julio de 1924 hombres, mujeres, niños y ancianos de las comunidades indígenas moqoit y qom fueron asesinados por policías, gendarmes y terratenientes de la zona. Esto ocurrió en la llamada Reducción Aborigen de Napalpí -hoy llamada Colonia Aborigen-. El lugar está ubicado a unos 150 kilómetros de Resistencia. Las reducciones civiles eran sitios creados por el Estado para concentrar a las poblaciones indígenas.

 

Enfoque audiovisual

Hace unos días atrás mientras en las ciudades de Resistencia y Corrientes caí una copiosa lluvia, con Diego Petruszynski hablamos por teléfono. La intención fue conocer más de primera mano cómo fue realizar este documental llamado  La larga noche de la mañana de Napalpí.

 

— Una vez embarcados en esta tarea de realizar el documental, ¿cuál fue el primer punto de partida para definir una línea sobre lo que querían transmitir?

 

— En el equipo audiovisual estoy junto a Cynthia Jara y Natacha Espinoza. En principio teníamos claro que la intención era mostrar cómo la Universidad Pública participó y se involucró en el Juicio Por la Verdad. A partir de ahí nuestra primera entrevista fue con el fiscal del juicio, Diego Vigay. Junto al equipo de trabajo leímos la transcripción de la sentencia del juicio. Con toda esa información armamos un mapa para poder entrevistar a cada investigador e investigadora que aportaron datos a la causa.


— En el Juicio se reconstruyeron los hechos ocurridos en la década del 20, ¿ahí aportaron datos los investigadores?

 

— Así es, en el juicio se reconstruyeron los hechos. Quedó en evidencia cómo, dónde y por qué sucedieron los hechos. Ahí participaron las investigadoras de la Unne para reconstruir esta historia. Entre los varios aspectos importantes, fue establecer por qué se había creado la reducción, cuáles eran sus fines y qué imagen se tenía de los aborígenes en ese contexto de Territorio Nacional.



Testimonios


Durante la charla Diego muestra que tiene una memoria muy grande. Fuerza a su cabeza incluso a recordar nombres y lugares por donde estuvieron a lo largo de varios meses para realizar este documental. Repasa las entrevistas, los sitios, vuelve sobre algunos nombres y los conceptos que dejaron sobre los hechos históricos. Junto al equipo audio visual e investigadoras de la Unne viajaron a Colonia Aborigen, así pudieron acceder a documentación y archivos personales de forma directa que enriquecieron el producto audiovisual.

 

Además de Diego Vigay, un referente externo al campo de la universidad aparece David García, de la fundación Napalpí. Él les brindó además la perspectiva y la cosmogonía indígena.

 

Napalpí significa cementerio en lengua Qom. Este nombre ya existía antes de la masacre. Ese lugar - el paraje - tenía históricamente ese nombre porque hay una leyenda que recuerda que hubo ahí un cataclismo. Hubo un suceso donde los hombres ofendieron a los dioses y el castigo fue una mortandad muy grande. De ahí el nombre de Napalpí. El lugar es un cruce de caminos entre distintas comunidades indígenas. Anualmente se hacía ahí un encuentro de pueblos indígenas y tras un parlamento hacían una celebración. El estado nacional detectó en aquel momento estos lugares sagrados y simbólicos para establecer su sede de poder como forma de someter al pueblo, desde el propio lugar que ellos consideran importante.

“Fue transformador meternos en la historia”

— ¿Qué significó para ustedes conocer en profunidad esta historia?

 

— El Estado Nacional se manejó por aquellos años con una crueldad increíble. Los documentos históricos de la época fueron generados por el propio estado. Los informes y las rendiciones de cuentas se remitían a Buenos Aires y las copias quedaban en el territorio nacional del Chaco. Parte de esa información se perdió en la provincia pero están los originales en el Archivo General de la Nación en Buenos Aires.


Para nosotros hacer este documental fue transformador e impactante. Para mí personalmente fue conmovedor - nos abrimos a un espectro de la historia que no es común escuchar o conocer en la escuela. Por lo menos en la generación que me tocó estar en la educación primaria o secundaria, no se abordó el involucramiento del estado nacional en el genocidio de los pueblos indígenas

— Durante mucho tiempo hubo silencio.

 

— Silencio forzado. Las y los sobrevivientes de la masacre callaron durante casi cien años. Eso está en la causa. Las abuelas no salían de la casa, tenían miedo de la policía, tenían miedo de quienes justamente deben cuidar a la población.


Hay un detalle importante, los antepasados indígenas le decían que no hablen su idioma frente al blanco. No les enseñen hablar y no hablen el idioma. La lengua es lo último que les queda, les violaron los derechos humanos, las propiedades, las tierras, todo lo que era posible pero el idioma es la última intimidad del pueblo.


 

Respirar

 

En el documental llegan distintas voces. Son varios tonos que reconstruyen una historia que este año cumplió cien años. La manera de expresarte configura la cosmovisión y la mirada del mundo, eso las comunidades indígenas lo cuidan como un gran tesoro. Si detenemos el tiempo es conmovedor percibir como desgranan las palabras y nos acercan su historia. El cuidad por la lengua aún se respirara.

 

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