La escritora acaba de publicar su primera novela, ¿Por qué
son tan lindos los caballos? Una historia que aborda las palabras, la memoria
familiar, el amor, la reivindicación de la ternura, entre otros temas. Un
relato directo y poético.
Por Paulo Ferreyra
Fotos Dominique Besanson
Fragmento:
“El campo era para
ella lo más importante.
Recorrerlo a pie y a
caballo descubriendo cosas que veía ella solo porque tenía una vista
prodigiosa.
Creo que le gustaba la
soledad”.
Recorté esta porción muy pequeña del libro ¿Por qué son tan
lindos los caballos? Una pequeña muestra de como escribe Julieta Correo. Esta
es su primera novela y da cuenta de un texto familiar, donde sobrevuela la
memoria y el duelo. Llegan al lector preguntas sobre la escritura y la memoria,
de cómo conservar y cómo se construye una memoria familiar, sobre el lenguaje,
sobre cómo se comunica uno con una persona que ya no puede comunicarse, entre
otras cuestiones.
Sari, mamá de Julieta a comienzo de la pandemia comenzó a
dar señales más fuerte de un padecimiento, el diagnóstico final fue que tenía una
enfermedad neurodegenerativa, una demencia frontotemporal, es un tipo de
Alzheimer. “Sari era una persona muy ocurrente, muy divertida, muy graciosa,
que hacía juego de palabras, contaba muchos chistes y en ocasiones hablaba a
los gritos. De repente empezó a tener conversaciones y a decir frases raras,
erráticas, repeticiones, cosas que yo empecé a tomar nota”, así cuenta Julieta de
como nacieron las primeras palabras de un diario que luego se volvió libro.
Alejandro Zambra dice que hay libros que nos llaman solo
desde el título, ¿Por qué son tan lindo los caballos?, está en esta categoría.
Fui a leer el libro por su título. Después de leerlo, siguiendo el tono de
Alejandro, el título es profundamente embellecido por el texto, por esta
primera novela de Julieta. Esta es la clase de libros que uno desea que no se
termine, aunque sabemos que igual seguirán viviendo y dialogando con nosotros
en un lugar singular en ñanderoga.
Hace unos días nos comunicamos por teléfono con Julieta. Ahí comentó, “fui registrando el proceso de la enfermedad de Sari para tratar de entender que estaba pasando. Empecé hacer un diario que se volvió libro. Este intenta ser un libro de duelo, sin duda, pero también un libro luminoso, uno que puede hacerte reír y que puede sorprenderte. Sari también tenía su propio diario y el título del libro viene de ese diario. Ella era muy fanática de los caballos, le encantaban”.
— Después de su
lectura coincido que es un libro luminoso y que trae mucha ternura, ¿qué es
para vos el amor?
— El amor es muchas cosas al mismo tiempo. Es una emoción
muy profunda, es una manera de vincularse, es una cuestión política en el
sentido de lo que consideramos importantes y con las cosas que consideramos vale
la pena vivir. Es una forma de involucrarse. Es una forma de elegir ocupar el
tiempo o por la que luchar.
El amor es una práctica, porque no solo tiene que ver con
las emociones y con lo que una puede vivir internamente, sino también cómo
demuestras y como llevas a la práctica ese amor. En la práctica se conoce el
amor.
— La protagonista del
libro llevaba un diario. Vos escribís y también llevabas un diario, ¿Cómo fue
el proceso de pasar del diario al libro?
— Es una pregunta muy abierta. Puedo contestarlo de dos
maneras. Por un lado yo escribía un diario. Sigo escribiendo un diario de cosas
variadas, cosas del día a día, desde lecturas, planes hasta pensamientos. Lo
que hice con los textos fue trasladar mis preguntas por Sari, por su
tratamiento y su comportamiento, las puse en un archivo aparte y empecé a darle
una forma. Le di una estructura y un desarrollo que lo fui separando del
formato del diario. Lo fui trabajando como una unidad, ahí empecé a profundizar
el tema y sumé cosas de otros momentos de la vida de Sari. El libro no es un
diario en cuanto a un relato lineal. Si hay algunas citas, anécdotas del
pasado, recuerdos y pensamientos, menciono algunos libros incluso que leía
durante la enfermedad de Sari. Esto en el sentido de escritura.
Pero en concreto también puedo responderte de otra manera.
Esta especie de conjunto de ideas que fui trabajando tuvo su forma cuando la
editora de Rosa Iceberg, Marina Yuszczuk me propuso publicar el libro. Quizás
si no llegaba a esa instancia hubiera quedado en la instancia del diario. Con
la publicación se convirtió en libro.
— Siguiendo este
recorrido, cuando fuiste revisando estos textos ya para el formato libro,
¿pensaste en algún lector / lectora?
— No. Pensaba en un lector temido. Por un lado porque es una
historia muy personal que estoy exponiendo y el lector temido podían ser mis
personas más cercanas. Escribí esto durante un par de años como una especie de
terapia, de compañía, ahí estaba haciendo un diario sobre mi mamá. Cuando
finalmente iba a publicar sí fui contando que iba a salir el libro.
Cuando empecé a contar a mis cercanos sobre la publicación
empecé a tener un temor. Por un lado porque me apropie de una historia que
aunque es mía no es solamente mía. De todos modos ninguna historia es solamente
de uno. Por otro lado estaba el temor de contar cosas que alguien del entorno
no quisiera que se contara. Pensé en ese lector pero eso era al final cuando el
libro iba a salir. El texto ya estaba escrito.
Mientras escribía no pensaba en un lector formal,
destinatario, no pensaba mucho en eso. Creo que lo viví así porque no me
imaginaba un libro. Escribí estos textos entre el 2021, 2022 y 2023. A fines
del 2023 la editorial me dice que le gustaría publicar. Entregué el libro a
mediados del 2024.
Ahora me sorprende que el libro es leído, me escriben gente que tuvo o está teniendo una especie de cuidado similar o equivalente con una persona mayor. Ahora pienso que ese es un grupo de lector natural, gente que pasa por algo parecido y que ahora se siente acompañada por el libro.
— En algún momento en
el libro te preguntas si había un sentido en la escritura de este tema, tu
respuesta es “escribo para entender”, ¿escribiste para entender? ¿Qué
entendiste?
Sonrisas. Nos reímos.
— Creo que de base uno nunca entiende nada. Entonces lo que
vamos teniendo son aproximaciones a las cosas. A veces tenemos algunas
aproximaciones que nos dan a entender algo y al tiempo entendés todo lo contrario.
Escribir tiene que ver con muchas cosas. Escribir un duelo,
en mi caso particular tuvo que ver con distintas cosas. Por ejemplo, esto que
mencionas del entendimiento. En mi caso había una fascinación con la persona y
con el proceso que estaba viviendo. Fascinación tiene una connotación feliz que
no busco acá, pero lo utilizo en el sentido que no quería salirme del tema.
Todo el tiempo estaba pensado en Sari, en lo que nos estaba pasando, por qué,
cómo y qué hacer después. Sari ocupó mucho tiempo en mí. En ese marco escribir
fue mi manera de quedarme ahí, eso está en el libro. Porque cuantas veces le podes
decir a un ser querido - mamá me dijo esto o aquello todo el tiempo. En un
plano de mi cabeza mamá estaba todo el tiempo en mi cabeza. Escribir fue
habitar esa relación.
Por otro lado tiene que ver con el diario, en el sentido en
que las enfermedades neurológicas y psiquiatras son confusas, incluso para los
grandes estudiosos del tema. Acá puede ser una cosa o puede ser la otra. Según
lo que pasó antes puede ser una cosa o la otra. Según el especialista que vayas
será una u otra cosas. Todo eso es confuso. No soy médica. Eso ayudaba a ir
juntando información y elaborar narrativas posibles de qué podía estar pasando.
En ese sentido la escritura era útil para tratar de entender.
— En este libro más
allá de esta relación con las palabras y el duelo que se atraviesa por una
enfermedad, en lo personal me resultó un libro que trae mucha ternura.
— Me gusta, suena quizás grandilocuente lo que voy a decir
pero me gusta mucho la reivindicación de la ternura como forma de
relacionarnos. Está contado en el libro, fue de a poco la desmejora de Sari. Todo
fue tan confuso durante varios años. Ella había empezado a estar mal de
diferentes maneras, entonces me había dado cuenta y me dije algo está pasando.
Con una persona que le cuesta hacer las cosas una no puede
ser feroz y cruel. En realidad hacemos lo que podemos. Nuestra relación con Sari
era como son las relaciones de madre e hija, están cargadas de muchas capas de
sentido.
Sari había armado unos vínculos que hizo que sus tres hijos nos
reaccionáramos de esta manera. Los tres tomamos el camino de la ternura para
relacionarnos. Volviendo al inicio de la charla, el amor es una práctica. Hay
una cosa en esta época donde no está de moda la ternura, donde todo es más
violento y abunda el desprecio, en ese marco una manera de combatirlo o de
corrernos de ahí es practicar la ternura, tratar de ser cariñoso y tratar de
entender al otro.
Escribir es habitar
Escribir es habitar. Leer también es habitar. Julieta Correa
cuenta que hora dice muchas frases de Sari, que sus formas de expresión las
tiene presente. “Hay cosas que me quedaron marcadas a fuego, maneras de decir o
hacer chistes. Hace unos días me reí de una manera y pensé rápido que esa era
la manera que tenía Sari de reírse. Los lenguajes propios de la familia viven
en nosotros. Sari había asumido el rol de conservar la memoria familiar para
atrás. Ella asumía ese rol con mucho gusto. Ahora que ella ya partió pienso que
voy a seguir esa tradición familiar”.
Sin dudas es difícil entender las herencias. Somos por las
cosas que vivimos. De la entrevista, además de sus palabras también me queda el audio de la sonrisa de Julieta, quien
hace las cosas que le gustaban a Sari o hace las cosas que le gustan a ella.
¿Eso importa? Con esa intimidad que abrió Julieta me gustaría contarle a Sari
sobre el libro luminoso que escribió su hija, también, porque no, que echara
una mirada a estas líneas.
Durante la charla telefónica no nos vemos, nos hacemos -
quizás yo más que ella - de una idea de sus expresiones durante la entrevista.
Aquí, su rostro anguloso - inevitablemente se sonroja.
— Julieta, ¿Por qué
son tan lindo los caballos?
— Para mí los caballos son lindos porque me hacen acordar a
mí mamá. Pero en realidad no hay una respuesta. Por suerte son tan hermosos que
alcanza con saber que son.
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